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Ensayo

Biografía de Cesar Vallejo por Stephen Hart (Nueva visita)

Insumos para una biografia “multinaturalista” –en este caso– la de un autor tan  importante y ya tan mediagrafiado e icónico como César Vallejo.  Hacia otra perspectiva de biografia en la que se tornarían visibles las identidades múltiples del personaje.  Es decir, una que en vez del secuencialismo historiográfico acostumbrado (Muniz Sodré), guiado por la ficción de la identidad única y por una perspectiva positivista o psiciologista; pueda, más bien, percibir al personaje biografiado en sus múltiples roles o dimensiones y, algo fundamental y prácticamente inexistente en las más conocidas biografias de César Vallejo, en su específicidad cultural o multinaturalista (Viveiros de Castro).

“La cuestión clave del arte y de la poesía nueva es fisiológica” (César Vallejo)

-César Vallejo.  Una biografía literaria [2013] (trad. de Nadia Stagnaro.  Lima: Cátedra Vallejo, 2014), libro sobre el que anteriormente ya escribimos una breve reseña, milita en el “modo anglosajón” de leer la obra del peruano (entre otros: Lambie, Rowe, Higgins, Clayton, Franco y el propio Hart); el cual, en lo fundamental, consiste en un “entendimiento más empírico de los fenómenos de la existencia diaria que fueron empleados por Vallejo para desarrollar el sentido de los poemas” (p.17).  Ahora, sobre todo en su versión original en inglés aunque se filtran también en su traducción, se perciben ciertos tonos en el discurso y hasta muletillas –no es este el lugar para enumerarlos– que permiten tipificar el trabajo del profesor Hart como una biografía –ni evocativa ni, mucho menos, axaltatoria–  sino más bien “judicialista” (Italo Mariconi); es decir, una que se escribe para hacer el juzgamiento moral de la persona biografiada.  Acaso sea el testimonio de Elena Garro, allí, el único que nos pone ante otro color o tesitura dentro del relato harteano.  Por lo tanto, transforma también al lector en un policía; auto-persuadido y ávido de más datos aparentemente irrefutables.  Y aunque Marco Martos nos diga, en la “Presentación”, que esta biografía no es lineal (p.14), sí lo es –basta con repasar el Índice–; lineal, unidimensional y positivista para ser más exactos.

-Sin embargo, incluso tal como está, el presente trabajo constituye el más valioso libro –“acerca de su vida entera” (p.15)– que sobre Vallejo hasta la fecha se haya escrito.  Eso sí, insistimos, la presente biografía pide a gritos una perspectiva simétrica, donde cultura y naturaleza no anden divorciados (Latour), más todavía tratándose de la vida César Vallejo: un trickster o un zorro, hemos dicho ya por ahí, compatible en su fuero más interno –por no decir ontológico o filosófico– con aquella frase tan bonita que acuña Eduardo Viveiros de Castro para referirse al modo de pensamiento y comportamiento amerindios: “A inconstância da alma selvagem” (título de una colección de sus ensayos).  En realidad, tarea pendiente esta última, para cuya concreción  hemos aportado ya un granito de arena con nuestro libro, Trilce: húmeros para bailar, muy en particular, con un capítulo del mismo titulado: “El archipiélago Vallejo: XLVII”; el cual, a modo de dejar constancia de su complicidad, ha merecido un comentario entusiasta por parte del Prof. Amálio Pinheiro de la PUC-SP:

“Para los amerindios de Brasil y sus vecinos el yo también se entrega a los otros múltiples y solo actúa dentro del movimiento de intercambio plural interespecífico: el archipiélago. Tú logras ahí, en contra de las autonomías textuales, un zigzag interno/externo entre los acontecimientos amorosos (y mucho más) y la aventura fónico-gráfica del poema, siempre, por lo tanto, biografemático”

-Entre los numerosos aspectos ventilados por el trabajo de Stephen Hart –y que nos entusiasman– se encuentran aquellos que, por ejemplo, iluminan el pudor –consecuencia de un amor correspondido– para hablar de poesía por parte de Vallejo.  Discreción, distancia, hondo sentido crítico –compatibles con los de Benito Pérez Galdós en sus novelas ante la “poesía” devaluada de su época– en respuesta a una vivencia o experiencia radical: “La reserva de Vallejo sobre su propia obra fue tan extrema que todos –desde Larrea hasta Georgette–  quedaron sorprendidos al ver la cantidad de poemas que dejó a su muerte” (p.201).  Asimismo, aunque Hart no termine de explicárselo ni acierte a explicárnoslo, en algunos pasajes de su obra percatarse de la catadura animal y, por cierto, no menos humana de su biografiado; aquella tan elocuente “pena de un megaterio” ante la dialéctica o pensamiento dominante europeo, aunque sea progresista o de izquierda.  Es decir, una pena a tono con la propia anagnórisis del poeta: “En mi celda leo de cuando en cuando; muy de breve en breve cavilo y me muerdo los codos de rabia, no precisamente por aquello del honor, sino por la privación material, completamente material de mi libertad animal” (p.127).  Y ante la cual  no es suficiente percibir la continuidad de la presencia de los animales en toda esta poesía o, incluso, percatarse del síntoma a través del cual: “we find the humanity in our Animalestar” (Michelle Clayton) cuando se trata construir una biografía de César Vallejo.  No hablamos de zoología o de zoopoética aquí; tampoco, semejante a la del animal, y aunque acaso pueda servir como atenuante para las muchas culpas del poeta, la “bodily inocence” (Clayton) de su existencia.  Más bien, en las huellas del neurólogo Antonio Damasio, y tal como expone Anna Caballé: “la identidad reside en el cuerpo antes que en la mente […] es una cuestión biológica, antes que lingüística o cultural”.  A lo que cabría agregar, para matizarlo y darle una cobertura ontológica y no menos latinoamericana a nuestra lectura de César Vallejo: “es más verdad la geografía que la historia” (Caballé); en referencia a los mitos inscritos en los paisajes en los que hemos nacido, le haríamos decir nosotros.

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México-Perú: Poéticas simétricas

[Avispas y pájaros]

Avispas y pájaros

beben de la misma fuente.

Así mi corazón

–sapo y picaflor–

se te acerca.

Mi viaje a México ha sido inevitable.

Con un alma soy un ave,

con la otra husmeo en los rincones.

Óyeme resumir este duelo de espadas.

Mírame espesarme en estos minutos frágiles.

No hagas que sea inútil, que sea ridículo

decirte esta verdad a medias. La verdad de mi amor.

Interpreta mis labios, pues, lee en mis ojos.

Sustrae del tiempo como de un árbol

–como de una rama–

el fruto rojo de mi amor.

De El fuego que no es el sol (Antología Personal 1982 – 1992) (Lima: Ediciones de los Lunes, 1993) p. 71.  Escrito en el Museo Rufino Tamayo (Oaxaca) en 1992.

Tony Harrison and me (Photo and letter: Margaret Randall)

¿La poesía mexicana descansa en Paz?

Poética mexicana contemporánea

POETAS DE PERÚ

Carmen Boullosa, el árbol y el remolino

Caudal de piedra: veinte poetas peruanos (1955-1971)

Blanco Móvil #114 “Celebraciones” Primavera 2010

Disparos a un Blanco Móvil

Iridiscencia del pensar en Alma Karla Sandoval

‘Antídoto’/ Jorge Esquinca (México, 1957)

Acercamientos críticos al infrarrealismo (JALLA 2016)

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Escribir con los pulmones: a propósito de Soledad impura/ Carlos Eduardo Quenaya

Entre el tropel de propuestas poéticas existentes en la actualidad es difícil encontrar una poesía que sepa guardar distancia de la gimnasia verbal, el colorido experimental, los buceos narcisistas, el exhibicionismo culturoso y , por contrapartida, se empeñe en ser fiel a sus impulsos más originales y ciertos. Porque la poesía es, como dice Granados, arte de adolescencia y los que pretenden atender su llamado deben estar dispuestos a prolongar la alegría del caminante que no sabe bien adónde va y que transpira, con lucidez y júbilo, el inexplicable hálito de lo desconocido. Julio Ortega, en el prólogo a un poemario de 1989, El muro de las memorias, escribió lo siguiente: “Entre el drama de lo inmediato y la ironía de su recuento, Pedro Granados, deja en este libro (como Tàpies en la grisura errática del mundo) los signos de su habla grabada a pulso, esto es, con zozobra y verdad.” Pienso que este juicio sigue siendo válido para el libro que hoy presentamos.

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Bolivia: “rígido ice cream del mundo”

Homenaje a Rubén Vargas (1959-2015)

Visión de La Paz

Sobre los cuatro mil
metros de altura
te escribo. Sobre
las treinta mil
personas que he visto
en el camino.
Inhóspito el aire
para la poesía.
Enorme atalaya es ésta
para el control de
vidas y almas
y sexualidades.
Toda Bolivia se halla
en el ropero. También
el Perú. Y probablemente
el completo casco andino.
Encerrados en el ropero
de nuestros deseos
y de nuestra aplazada dignidad.
Un gigantesco amaru se ahoga
por la dura costra
que lo separa de la superficie.
Un flamante neumático
ahora mismo lo pisa.
Ver y correr y ser derrotado
enésimas veces.
En qué onda
pillar el aire.
A través de qué escondrijo
palpar finalmente tus piernas,
tu culo redondo,
tu espumosa vagina.
Todos somos salvos.
Todos somos inocentes
sobre tan rígido ice cream del mundo.
Ni todas las muecas del diablo pueden disimular
nuestros dientes de leche.
El mundo andino pasa todo
por un agudo periodo de refrigeración.

Un poema para Alexander Coffee

Chairo con alguna notable poesía boliviana última

Juvenal Agüero en Bolivia

“Soledad impura” entre pulp fiction y la gripe A/ Juan Carlos Ramiro Quiroga

Jaime Saenz en el teleferico paceño: Algunos cables de su poesía

César Vallejo, nuestro “hermafrodita universal”

Pedro Granados: “Lo que importa es escribir”

¿Pedro Susz K. o Jesús Martín-Barbero?

RECUERDO DE JESÚS URZAGASTI (1941-2013)

La Ciudad Trilce de Christian Vera Ossina

Cochabamba, las cabinas de Internet y yo/ Manuel Munive

Poesía de Bolivia para el mundo

ÚLTIMA ENTREVISTA DE RUBÉN VARGAS (La Razón)

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EL ARCHIPIÉLAGO VALLEJO: Trilce XLVII

Insumos para una biografia “multinaturalista” –en este caso– la de un autor tan importante y ya tan mediagrafiado e icónico como César Vallejo.  Hacia otra perspectiva de biografia en la que se tornarían visibles las identidades múltiples del personaje.  Es decir, una que en vez del secuencialismo historiográfico acostumbrado (Muniz Sodré), guiado por la ficción de la identidad única y por una perspectiva positivista o psiciologista; pueda, más bien, percibir al personaje biografiado en sus múltiples roles o dimensiones y, algo fundamental y prácticamente inexistente en las más conocidas biografias de César Vallejo, en su específicidad cultural o multinatural.

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A los treinta años de nuestra tesis, “Estancias, síntesis de imágenes aéreas en la poesía de Javier Sologuren (1944-1960)” (Bachiller, PUCP, 1987)

Algunas reflexiones:

Ensayamos allí un estructuralismo sui generis, adaptado para leer poesía –en particular fanopea (Ezra Pound)–,  inspirado en Levi-Strauss; y auxiliados por Gastón Bachelard, que nos permitió otorgar movimiento a los discretos elementos –y entre estos mismos– hallados en nuestro análisis    Práctica, no el estructuralismo entendido como tediosas y por lo general estériles “arborizaciones”, absolutamente ausente en la academia del Perú de la época.  El nuestro fue un ejercicio de inmanencia, a nivel teórico; y de producción de sentido, a nivel metodológico.  Lo básico fue iluminar, en los poemas de Javier Sologuren, la lógica de las relaciones, dinámica en sí misma, y predominantemente metonímica.  De algún modo, e invitados por el mismo Sologuren, hicimos además que se tocaran budismo zen y perspectivismo (multinaturalismo).   Resulta obvio que, al presente, observo mi estudio desde coordenadas académicas más o menos recientes: Descola, Viveiros de Castro, Latour, un rescatado Levi-Strauss… y Spinoza; pero no  oportunistas, sino que pueden dialogar y de hecho dialogan con nuestra tesis de 1987. Acaso no está demás mencionar que aquel ejercicio, en el rigor y la imaginación, modeló el sustrato de mi modo de leer poesía; el mismo que hoy por hoy se implementa de una manera un tanto más expeditiva y a la que se añaden, obvio, otros aportes teóricos.  Lectura íntima y no menos gozosa, asimismo, que seguimos recomendando como una opción o como antesala a otros modos de leer acaso más sesudos o más graves.  Leer estableciendo relaciones metonímicas –lo más justificadas posibles– entre texto y contexto; y sin soslayar el contexto más inmediato que es uno mismo.  Entre los estudiosos peruanos, nuestro condiscípulo, Luis Rebaza Soraluz, es el que se ha percatado de la especificidad y, seguimos confiando, virtual productividad de nuestro trabajo; va nuestra simpatía y gratitud por ello.

Pedro Granados, mayo 2017

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En tránsito: Antología de la cuentística dominica actual/ Nan Chevalier

En tránsito: Antología de la cuentística dominica actual (1970-2017) (Amargord Editores, 2017), incluye escritores de tres generaciones, desde la posguerra de 1965 (especialmente los autores que empezaron a publicar en la década de los años setenta, años de represión estatal) hasta el presente año 2017. Tres períodos diferentes: Posguerra y años setenta, primero; Generación de los ochenta y promoción de los años noventa, después; Generación de la Internet y nativos digitales, al final.

Es necesario señalar, como escribiera Luis Harss en Los nuestros, que en cada generación hay corrientes subterráneas que ofrecen otra visión del mundo, aparte de la cara de la realidad que presentan otros miembros de la misma generación. Esta idea cobra valor cuando leemos los textos de escritores que coexisten en una misma época, pero que presentan universos literarios distintos. En ese sentido, podemos distinguir rasgos diferenciadores notables entre, por ejemplo, los primeros escritores de la Generación de los ochenta y la segunda parte de esa generación: la promoción de los años noventa o, para llamarles de otro modo, la promoción Final de Siglo. Lo mismo ocurre con los escritores que empezaron a publicar en la primera década del siglo XX y aquellos que publicaron a partir del 2010. Por supuesto, separar las promociones cada diez años no es una ley universal; es, más bien, una manera de subrayar que ese lapso es suficiente para que la mentalidad de un escritor varíe debido a diversos factores: acontecimientos históricos estremecedores, avances tecnológicos, influencias literarias y artísticas.

Si realizáramos un breve recorrido por la historia del cuento dominicano notaríamos que lo que estoy planteando no es nada nuevo; la única novedad la constituye el ritmo vertiginoso con que los eventos se suceden uno tras otro en la época actual. Los cambios de paradigmas ocurridos, por ejemplo, durante la dictadura trujillista, exigían largos períodos, sobre todo por el aislamiento al que estuvo sometida la República Dominicana.

El origen de la cuentística dominicana es tan remoto como el nacimiento de la República, a mediados del siglo XIX, si bien se trataba de manifestaciones elementales, generalmente fábulas y textos infantiles. Otras manifestaciones, escritas durante las tres primeras décadas del siglo XIX, más elaboradas, corresponden a Virginia Elena Ortea, Fabio Fiallo y José Ramón López, quienes se destacaron por la creación de cuentos folkloristas y modernistas.

Es en los años treinta —la década de El pozo, de Onetti—  cuando surge la figura de Juan Bosch. La presencia de Bosch representa un cambio importante en el curso de la cuentística dominicana. Son notables sus aportes a la narrativa corta, sobre todo si tomamos en cuenta el período histórico en que produce la mayor parte de su obra. Como señala Alejo Carpentier: “La época 1930-1950, se caracteriza, entre nosotros, por un cierto estancamiento de las técnicas narrativas. La narrativa se hace generalmente nativista. Pero en ella aparece el factor nuevo de la denuncia”.

Es Juan Bosch quien encabeza, en los planos creativos y conceptuales, el curso del cuento dominicano previo a la caída de la dictadura trujillista. Durante ese período también sobresalen otros cuentistas, pero no alcanzan la dimensión internacional de Bosch. Ellos son: Ramón Marrero Aristy, José Rijo, Néstor Caro, Hilma Contreras, Tomás Hernández Franco, Ramón Lacay Polanco, José María Sanz Lajara; Ángel Rafael Lamarche.

Aun durante gran parte de la segunda mitad del siglo XX, la novelística hispanoamericana sigue el mismo patrón del siglo anterior: centraba su atención en el ambiente rural y en la lucha del hombre contra los elementos de la naturaleza.    

Después que cae el régimen de Trujillo, emergen otros narradores, con una visión diferente de la literatura: Virgilio Díaz Grullón, René del Risco Bermúdez, Enriquillo Sánchez, Marcio Veloz Maggiolo, Aída Cartagena Portalatín. Todas, figuras de primer orden. El desencanto existencialista de René del Risco; la prosa nítida de Enriquillo Sánchez, la apertura a todas las posibilidades expresivas de Marcio Veloz Maggiolo; la experimentación con nuevas formas de Aída Cartagena Portalatín; y la inclusión de las corrientes sicológicas y existenciales en Díaz Grullón, ofrecen una idea de la riqueza creativa de la época.

Mención aparte merece Virgilio Díaz Grullón. Desde la publicación, en 1958, de Un día cualquiera (Santo Domingo, Editora Taller) definió un camino, hasta cierto punto inédito en nuestra narrativa, que iría perfeccionando en el transcurso de cuatro décadas: el sendero del cuento y la novela sicológicos, mezclados con elementos existencialistas y fantásticos. Admirador confeso del psicoanálisis freudiano, encaminó sus narraciones hacia la complejidad sicológica de los personajes. Se convirtió en una de las personalidades literarias más influyentes en las siguientes generaciones, especialmente en la de los años ochenta.

La Guerra de Abril de 1965, librada contra la mayor potencia económica y militar del mundo, constituye el acontecimiento histórico de trasfondo para los escritores que empezaron a publicar durante esa etapa. La resistencia contra el ejército invasor —con la palabra y con los fusiles— signó la personalidad de gran parte de los artistas. Si ese evento histórico sumamos el escepticismo y la falta de fe en cualquier proyecto desencadenados a raíz de las propuestas teóricas del Existencialismo, podemos hacernos una idea parcial de la ideología preponderante en la literatura dominicana de más de una década. Sólo resta anotar que era una ficción erigida sobre el influjo de las propuestas del boom literario latinoamericano, de aportes inconfundibles en las técnicas, los temas, y las posiciones políticas.

La frontera entre la generación de posguerra y los escritores que empiezan a publicar en los años setenta del siglo pasado no es muy notable. El régimen instaurado por el Dr. Joaquín Balaguer (los llamados Doce Años) constituye el acontecimiento político más importante que sirvió de trasfondo para los nuevos autores. En ese período se destacan, entre otros, Armando Almánzar, José Alcántara Almánzar, Roberto Marcallé Abreu, Diógenes Valdez y Pedro Peix. Precisamente con esa generación de escritores empieza esta antología.

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Palavras perdidas em meios silêncios, de Gerson Albuquerque

“Diálogos com Drummond e Pessoa”, lema al inicio del poema “Veredas”, podría constituir una de las capas fundamentales del hojaldre que arma Palavras perdidas em meios silêncios (Rio Branco: Nepan Editora, 2017.141 p.); reciente y espléndido primer libro de  Gerson Albuquerque.  De Drummond le viene el fuerte sentido de pertenencia a un lugar y a una identidad; aquello de “Alguns anos vivi em Itabira./ Principalmente nasci em Itabira”. De Pessoa, mientras tanto, la invitación a considerar que esto último es — sino una completa invención– al menos sólo un leve diseño, un mapa a cuyas selectas aristas ilumina una frágil, aunque porfiada memoria: “minha filha/ re-desenha meu coração”.  Aquella dialéctica constituye, pues, el círculo concéntrico más amplio que enmarca  los diferentes motivos de esta compleja propuesta:

-el de la identidad: “Nasci em Manaus/e nem sei o gosto das águas sujas do rio Negro/ Sei que o mar passa longe/ e que essa Paris de puta sem dentes/ é minha fratria”

-el del desamor: “Nem a sombra de tuas palavras/ teus beijos frágeis/ teus prazeres instantâneos/ nem tuas obscenidades/ Percorro meu corpo/ e nada de cicatrizes”

-el del encuentro con la poesía: “Fundo de rede/ No fundo da tarde/ uma manhã/ No próximo da noite/ o mês de julho/ No não dito / o mal dito/ No fundo da rede/ uma tarde”.

Otros motivos complementarios, aunque no menos articulados o yuxtapuestos al principal en el conjunto del poemario, serían el del compromiso político-socio-cultural:

Consciência

O que mais detesto em mim

é essa inconsciência da fome alheia

Retóricas

Meu manifesto é uma dor

oposto ao desamor

Asimismo, por ejemplo, la perspectiva ecológica o post-humana; aunque no  como un mero o incluso entusiasta concepto políticamente correcto, sino ante todo como una necesidad particular, de concentrada y sutil fuerza metonímica: “Restam serenos/ a chuva encharcando as paredes de madeira/ os pés de jasmins”.  Haikus zen, entre varios otros en este poemario, pero no del Japón, sino de la amazonía.  Todo lo anterior, sin dejar de lado, felizmente para todos, la ironía o el humor; cauterio suave de las mismas heridas que levanta la lucidez:

“Digite uma palavra

Traduza minha senha

delete minha ausência

configure minha sombra

armazene meu sexo

Formate minha língua

imprima meus pensamentos

digitalize meus sonhos

grave minha voz

Word-me

Page make-me

Corel draw-me

Access-me”

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PUCP: Mediados 70/ 100

Porque allí pillé a Góngora
Leyendo a Góngora
En la voz de Luis Jaime Cisneros
Lo mismo que a Salomón Lerner
Incrédulo y de a pie
Repasando alguno de mis poemarios
Porque no por las huevas estuvo allí
Luis Hernández Camarero
Que estar allí, acompañar,
Es mucho más poderoso
Que el mero hecho de estudiar
Porque en la PUCP, y junto con algunos de mis profesores,
Ensayábamos explicar la verdad hasta confinarla
A un esquema
Algo mucho más humano que el solo hecho de creer
Y porque entre algunas de mis compañeras
De aquel entonces
Descubrí la bondad, la inteligencia
Incluso el amor
Porque desde el segundo piso de Letras
En el Fundo Pando
Mirando hacia la playa y por las tardes
Se ve a Trilce o a Inkarrí
Da exactamente lo mismo
Una sonrisa de tan amplia
Aparentemente horizontal
Dorada y abozaleada
Remando contra lo corriente

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Mujer fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo

En lo fundamental, este trabajo pretende mostrar los matices y alcances de la alteridad femenina vallejiana. Es decir, cómo el tema de la mujer, presente desde un inicio en la poesía de César Vallejo, nos permite hurgar –creemos que muy productivamente– en la poética e ideología de este complejo autor. Alteridad, aquélla, en tanto motivo en esta poesía y, además, auto-auscultación sistemática por parte del yo poético. En síntesis, distintos y sucesivos hitos de lo femenino que, de modo simultáneo, caracterizan o definen cada una de las etapas poéticas de este autor: desde Los heraldos negros, y pasando por Trilce, hasta los poemas póstumos, en particular, “España, aparta de mí este cáliz”.
Palabras claves: Poesía de César Vallejo, poesía y psicoanálisis, estudios de género, dualismo andino.

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