Archivo por meses: enero 2010

Una mujer en caracol/ Farah Hallal Muñoz

escritoresdesantiago...

Noche extensa

La noche es más extensa y desmedida
en este instante
cuando mi cabeza es un círculo
a ojos vendados,
cuando mis horas se forman en capullos
y sigo una curva inevitable.

Puntos negros forman la espera
de lo que no se espera.
Punto.

Todo pensamiento es un pájaro atado,
una sombra nocturna que habla sola.

*
Ten piedad de mí, oh Dios,
hazme traviesa,
que comulgue en mí toda malicia,
hazme despiadada
para hacer gemir a tus ángeles descalzos,
hazme terrible, dura, inmisericorde,
hazme condenada como la hora que espero,
hazme perforada, como noche clavada por estrellas,
conviérteme pronto en tierra sin cultivo.

Ten piedad, oh Dios,
hazme maldita,
hazme capaz de matar esta hora espesa,
mutiladora, perniciosa, vengativa.
Ten piedad, oh Dios,
mírame ahora,
rogando por piedad: hazme perversa
para que pueda matar esto que mata
y pueda quemar en el infierno
todas mis pasiones. (fragmento de Ten piedad)

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Carta abierta de Marco Fonz

Sobre poesía mexicana reciente.

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Marco Fonz de Tanya

Y creo que ya teníamos suficiente con las divas mexicanas como para ahora soportar a las divas latinoamericanas con todo y su Zurita y demás caciques y malos poetas y malas personas. Es una pena que nadie pueda detener esta avalancha de mala poesía con dinero público y que Jocelyn y otros justifiquen ese gasto cuando lo que hacen es contactos para ser invitados a otros países y que vivan como sanguijuelas durante todo su pequeño reinado y que no se de la calidad que dicen tener.
La otra pregunta es si en realidad los poetas mexicanos crecen en calidad y en conciencia escuchando a tanto vividor de premios poéticos y tanta lacra latinoamericana que a veces ni en sus países los conocen completamente y que al final sólo traen una visión todavía más provinciana que la que hay en México. Y además todavía los publican y los presentan como POETAS con libros muy malos como el del mismo Montecinos. ¿Quién les lavó el cerebro? ¿En qué momento se pierde la autocrítica, y la crítica y todavía publican a otros amigos más? ¿Qué pasa?

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TALLER-ON PARA POETAS

blacksounds.wordpress.com

Rubén Darío, el maestro, ya nos lo puntualizaba… el poeta hispanoamericano (incluso con obra ya publicada) tiene poca idea del arte al que se dedica. En este sentido, es penoso observar cómo un poema –o muchos en un libro de poesía– podría haber sido más logrado o persuasivo con una dosis oportuna de taller. Este taller, pues, va dirigido a aquellos ya comprometidos con el cultivo de este arte; acrediten estos ya varias publicaciones o, según sea el caso, alguna nueva o inicial.

Este taller de poesía, individual y confidencial, es vía internet . Una vez que me envíen sus textos y los lea, fijamos una cita por e-mail para hablar en tiempo real sobre los mismos. Son ocho horas contabilizadas de asesoría al mes de las que disponen y pueden usar a su libre albedrío; es decir, agotarlas en dos, tres a más reuniones a lo largo de treinta días. En realidad, estas ocho horas incluyen la asesoría más el reenvío para cada reunión, vía adjunto (Word, scanner o pdf), de sus poemas con mis sugerencias .

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Más sobre Fernando Vargas Jiménez/ Armando Almánzar Botello

epistheme-tonydemoya...
Poeta Armando Almánzar Botello

Querido Pedro, ya conocía el breve texto poético de Albany Aquino dedicado a Fernando Vargas Jiménez. Conozco de Albany, además, su segundo libro y me parece muy bueno.

Con respecto a los juicios de Eloy Alberto Tejera, a quien por cierto no conozco, debo decirte que la verdadera perversión está en descalificar de ese modo el apoyo moral y psicológico, el respaldo afectivo y material recibido por Fernando de parte de muchos amigos de R.D. que como quien suscribe, supieron levantarse de madrugada -a instancias de la noble madre de Fernando, mi querida Doña Luisa Jiménez, ya fallecida-, a buscarlo por toda la Zona Colonial para suministrarle sus medicamentos. Fernando recibió muestras permanentes de mi amistad desde el año 1977 en que nos comenzamos a tratar asiduamente. Si Fernando no se alojó regularmente en mi modesto hogar fue porque él no quiso. Mi esposa, mi madre y mi familia en general siempre estuvieron en disposición de recibirlo con vivo aprecio . Albany mismo, quien en años más recientes también se hizo amigo de Fernando y lo respaldó de forma incondicional en muchas ocasiones, te puede testimoniar si éste fue totalmente abandonado por sus amigos verdaderos.

Amigos de Fernando que lo socorrieron de forma sostenida son: el pintor Dionisio Blanco, la psicóloga y profesora de la UASD Clara Benedicto, la antropóloga y terapeuta Fátima Portorreal, Iván Henríquez, de la familia Henríquez Ureña, el terapeuta Nino Roca, de Higuey (fallecido), Basilio Belliard (con quien realicé varias gestiones para hospitalizar a Fernando), el Dr. Fernando Sánchez Martínez, psiquiatra y ex-rector de la UASD, mis propios padres y mi familia, que supieron siempre acogerlo con cariño y admiración, el poeta y cuñado de Fernando, Cayo Claudio Espinal, y un extenso etcétera que no puedo ahora especificar.

Parece que ese señor Tejera está disgustado con el Gobierno o con ciertos escritores y artistas dominicanos. Ello no debe impulsarlo a escribir tonterías y falsedades: Fernando no viene al país porque su situación como inmigrante no se lo permite. Sus hijos y su ex-esposa están todos en Estados Unidos, pero él no está dentro de la normativa norteamericana para poder salir y entrar. Si sale no puede volver.

Por lo demás, Fernando vive añorando el país dominicano. Nos reunimos con frecuencia en Nueva York el año pasado para visitar museos, y en particular la exposición-centenario de Francis Bacon. Hablo con Fernando regularmente por vía telefónica. Hace cuatro días se produjo nuestra última conversación telefónica para informarme que había recibido -en parte como efecto de las gestiones que el psicólogo Tony de Moya y yo le ayudamos a realizar- el monto de su pensión como ex-profesor de la USAD. Me habló, además, de la publicación de un libro de poemas de su autoría que desearía editar e imprimir en el país.

Dicho sea de paso, Fernando no es sólo un erudito en letras clásicas y modernas, especializado en literatura inglesa, norteamericana y francesa, sino también un excelente poeta y crítico. El mejor texto sobre la pintura del artista dominicano Dionisio Blanco es un libro de la autoría de Fernando Vargas que yo tuve el privilegio de revisar para su edición.

No niego la realidad de ciertos prejuicios, envidias y resquemores locales en el campo político y cultural, pero eso no invalida la generosidad de los verdaderos amigos de Fernando, ni mucho menos la real generosidad del pueblo dominicano y, en particular, la de muchos de sus intelectuales y artistas, los cuales, en situaciones en las que se requiere de su ayuda y sensibilidad humana saben responder solidariamente .

Y para cerrar con una expresión popular: Una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja. Un abrazo afectuoso.

Armandito.

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Crónica de una soledad anunciada

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Soledad impura (poemas 2003-2009), libro aparecido en Lima, lo edité yo mismo; y lo presenté en la ciudad de La Paz. Sin embargo, llegaron a manos peruanas; es decir, entre otros lectores, a personas calificadas por la institución literaria vigente como especialistas en poesía. ¿Obvio?, entre la prensa local no existe siquiera referencia de su aparición entre los poemarios del pasado año. Es decir, no hallamos mención alguna de él entre aquellos a los que se encomienda esa tarea en El comercio, La República, Caretas… y dejo de enumerar. Todo lo cual me dice que, en lo personal, sigo yendo por buen camino. Y recibo, humildemente, como otro estímulo para mi trabajo.

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‘Nostalgia’/ Rafael Moreno Casarrubios

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No hay cómo no sentir nostalgia por ciertas locuras: nos acompañaba el cuerpo y la moral –o la imortalidad–. A los 27 años yo estudiaba en Madrid y había entrado de lleno en el torrente energético y dionisiaco de sus calles. Hacía un día que había conocido a una jovencita en una taberna, y aunque sólo nos habíamos besado, yo sabía que su prudencia no pasaba del fin de semana. Era martes, y al día siguiente la visité a la tienda que regentaba, Mister Calcetín. Era la una en punto, la hora que ella me dijo que cerraba, pero había dos clientes indecisos y un par de señores en la calzada, mirando calcetines tras el escaparate. Yo andaba como un demonio lascivo, y con pocas palabras saqué a los dos clientes y cerré la puerta con el taco de mi botín, para empalmar a mi amiguita contra la pared. A través de la ventana vi cómo los cuatro hacían visceras con la mano hacia el interior de la tienda, para no perderse ese encuentro carnal. Mi amiguita se reía y se incrustaba contra mí –ella estaba contra la pared–. “Aquí no, chaval, espera”, llegó a articular como un susurro, no como un regaño. “En la trastienda”, le dije, y avanzamos entrelazados en dirección al baño. Recién entonces pudimos oir las quejas de los clientes. Ella me dijo luego: “Joder, que eres un tío legal”.

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UNA OLA ROMPE

Cuarta novela breve–luego de Prepucio carmesí (2000), Un chin de amor (2005) y En tiempo real (2007)– que tiene a Juvenal Agüero, aún, como protagonista y de la cual este texto es primicia.

hieloazul.com
Isabel Nadal, “Ola de la abundancia”

Hace años filmé aquella película, la edité sobre una sábana disponiendo los encuadres de arriba hacia abajo, de izquierda a extrema derecha … con lo cual se formó un enorme y pesado rollo. Algo impráctico para exhibir “Una ola rompe”, pero que es mío. Y no de ese impostor que asistió al rodaje y que ahora, luego de una escena indeterminada de años, ha usurpado los créditos. Hasta mi imagen aparece allí… soy el joven, incluso la protagonista y hasta la ola jorobada, aquélla, que es un primer plano exaltado de mi corazón. Soy yo mismo, estoy plenamente allí, ¡carajo! Pero nadie me reconoce. Ni otorga crédito a lo que cuento… al principio con cierta timidez o pudor; pero ahora inflado y vociferando con la mirada… anudada mi lengua, de pura indignación, al geisser gesticulante en que me he convertido.

La pesadilla de Juvenal, sobre su confortable canto de cama, duraba más de lo común sólo para ser un mal sueño. Había llegado a un punto, a sus inminentes cincuenta y cinco años de edad, que toda su vida había transcurrido entre ponerse un zapato y no atinar jamás a encontrar el otro. Esencialmente póstumo, debió dedicarse sin escrúpulos a soñar, a ser todo un buda de la contemplación, porque poder o dinero o fama jamás habrían de acompañarlo. Al otro canto de la cama dormía la Lorita. Una presencia inexplicable allí, salvo por el amor. Pero que no podía hacer nada tampoco frente a la usurpación flagrante que en aquel trance de pesadilla padecía Juvenal. De aquel rollo, entonces, de sus impúdicos encuadres está hecha esta novela… tea derramada, arco voltaico de mi pluma, descarga contra los monstruos que veo, que siempre inevitablemente he visto a mi alrededor… semejantes al rostro que ahora mismo imagino de ti, miserable lector.

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Melting situations

rosasrosas.com.ar

To Anna H. Brown

I lost these poems.
I wrote them
around
ten years ago.
Poems as brummie walls
Friendly poems
To a friend of my,
Santiago,
and to his japanese love.
To my own walls:
Green sweater and
Grey pants.

Poems as a power
Against the chilly
Winter
Against distance
From every place.
Against solitude.

After several years
I never understood
The States.
I never felt it
I never tested it
Out of Anna
Far from Anna
Whitout Anna.

Grey my pants
And green my sweater
And very cold inside.

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JAIME GIL DE BIEDMA (1929-1990)/ Harold Alvarado Tenorio

www.elpais.com

Muchos años antes de su muerte, ocurrida el 8 de Enero de 1990, Jaime Gil de Biedma se había convertido en un mito para la literatura española y su consagración como el más renovador de los poetas peninsulares de la segunda mitad del siglo pasado era evidente. Tanto para sus compañeros de viaje y generación, como para los poetas mas jóvenes, fueran novísimos o posteriores a ellos, el alto ejecutivo y el poeta catalán había revolucionado con sus escasos cien poemas, la lírica escrita en español. “Con su muerte se va una parte de mi vida” dijo José Manuel Caballero Bonald. “Nadie, en la poesía de este siglo, nos ha dejado tal cantidad de poemas y versos memorables” expresó Francisco Brines. “La poesía de Jaime Gil de Biedma es una de las mejores del siglo XX” sostuvo Ángel González.

Hijo de una familia vinculada a la aristocracia castellana, -su abuelo paterno fue Javier Gil y Becerril, senador vitalicio por el partido conservador; y el materno, Santiago Alba y Bonifaz, gobernador de Madrid y ministro de Marina, Estado, Instrucción Pública y Hacienda-, pasó los años de la Guerra Civil Española en una finca cercana a Segovia, estudiaría en Barcelona el bachillerato y parte de su carrera de abogado que concluiría en la Universidad de Salamanca, para luego hacer estudios de especialización en economía en Oxford, donde descubrió la poesía inglesa, una de las fuentes definitivas de su prehistoria poética. Desde muy joven ingresó como ayudante de su padre a la Compañía de Tabacos Filipinas, cargo que le llevó a todos los rincones del planeta, pero fundamentalmente al oriente, donde forjó cierto definitivo desprecio por su propia clase y su afecto y atracción hacia la belleza de los marginados y excluidos, donde encontró el placer y la justificación a una existencia maltratada por el dinero, el paso del tiempo, las excelencias de un gran poeta y un secreto y perverso amante de su propia imagen platónica.

En Compañeros de viaje (1959) puede encontrarse la arqueología del personaje poético que creó en sus libros posteriores.

Muy pobre hombre ha de ser uno —dice en el prefacio— si no deja en su obra —casi sin darse cuenta— algo de la unidad e interior necesidad de su propio vivir. Al fin y al cabo, un libro de poemas no viene a ser otra cosa que la historia de un hombre que es su autor, pero elevada a un nivel de significación en que la vida de uno es ya la vida de todos los hombres, o por lo menos, atendidas las inevitables limitaciones objetivas de cada experiencia individual— de unos cuantos entre ellos.

Al publicar Moralidades (1966) y Poemas póstumos (1968) el Otro, «Jaime Gil de Biedma», había encontrado su voz. En el primero se amplían los temas de Compañeros de viaje, con una conciencia definitiva de su concepción poética. Gil de Biedma abandona toda esperanza de solidaridad colectiva y se queda consigo mismo. No es que presuma su condición única, sino que, por saber qué ha sucedido en la historia colectiva y no encontrar, en la cultura del franquismo, una respuesta a sus expectativas, sus miradas e inteligencia se vuelvan sobre el todo social. De allí que pueda hablarse de poesía política, creada desde la íntima experiencia.

En Moralidades predomina el tema erótico. Gil de Biedma sostuvo que sólo había escrito un poema de amor, y que los demás, son poemas sobre la experiencia amorosa, «un diálogo entre la historia amorosa, o entre la escena amorosa que retrata, y mi conciencia, es decir, yo». El amor en sus poemas es casi siempre un encuentro fugaz en un bar, una noche de prostíbulo o en casa ajena, con personajes que, como en Kavafis, existieron para perdurar en el texto.

En el ensayo que dedicó a Jorge Guillén dice que el amor, siendo tema literario habitual en Occidente, se halla en relación distinta a otros, como la nostalgia de la infancia, el sentimiento de caducidad de la vida o la esperanza de un mejor mañana. El amor—«que termina siempre mal»—, es una invención literaria que sin dejar de ser experiencia, sería lo que los franceses de entre siglos llamaron belle passion.

Poemas póstumos ofrece un personaje, conflictivo y matizado sicológicamente, que sabe de la pérdida de la juventud y el acercamiento de la muerte. La ironía del título remite a alguien que no es él mismo, que no puede reconocerse en la imagen que sus poemas anteriores le habían impuesto. Ha sucedido una transición, el tiempo ha hecho desaparecer al Otro, al que en Moralidades estaba en conflicto con su clase, con el tiempo y la historia. Ahora el conflicto es consigo mismo: los fracasos, las resacas, la destrucción de los mitos personales y colectivos y la ruina de Eros. El «paso del tiempo y yo» es su leimotiv. El protagonista de estos poemas es un adulto que padece los sentires del poeta joven, con un sabor a poesía maldita que enfatiza en los encuentros pagados, terminando por certificar la desaparición de ese «embarazoso huésped» juvenil, sin tener por quien reemplazarle y sin saber «como será sin ti mi poesía». El presente ya no es suyo, ni la vida, de la que se recuerda sin saber dónde está. La derrota es definitiva.

Lo que hizo de la poesía de Gil de Biedma un resultado pleno de su tiempo, no fue sólo la comprensión del papel y la conciencia del individuo en sociedades contemporáneas, sino la distancia, el alejamiento, con que se mira a sí mismo, a sus actos y pasado. Como si hubiese sido vigilado por la moral, la lengua y los ojos, del Otro que nos acompaña. Ironía, aliteraciones, desenfado, rimas internas, máscaras, asonancias, sordina, cambios rítmicos, refracciones, parodia y desdoblamientos son las claves de su lenguaje.

La fundamental experiencia del vivir —escribió en El pie de la letra — está en la ambivalencia de la identidad, en esa doble conciencia que hace que me reconozca —simultánea o alternativamente— uno, unigénito, hijo de dios, y uno entre otros tantos, un hijo de vecino. El juego de esas contrapuestas dimensiones de la identidad, que sólo en momentos excepcionales logran reposar una en otra, que incesantemente se espían y se tienden mutuas trampas, cuando no se hallan en guerra abierta, configura decisivamente nuestra relación con nosotros mismos y nuestras relaciones con los demás. Era ésa la experiencia, creía yo, que debe servir como supuesto básico de todo poema contemporáneo.

Poesía de la experiencia que continuó una tradición no «española», pero si «occidental», desde los tiempos cuando López Velarde y Cernuda, Eliot y Manuel Machado hicieron de la ironía y la dicción coloquial laforguiana, los instrumentos literarios de la modernidad. El orden y las melodías de los poetas del dieciocho desaparecieron al ser arrojados de la historia sus valores y sentido de la vida. El poeta moderno inventó nuevos signos, descubrió otros significados para dar imagen a un mundo sin rostro, y como remedio a su abandono, volvió sobre sí mismo, sobre lo único que posee, su adentro, su otro yo, que ofrece a todo el mundo para salvarse con las palabras, no sacralizadas, como uno mas entre la multitud. Poesía de la experiencia que no imita la realidad o las ideas, sino que propone un simulacro de ellas en el poema.

«He sido de izquierdas —confesó Gil de Biedma a un periodista— y es muy probable que siga siéndolo, pero hace ya algún tiempo que no ejerzo». Vivió los últimos años en Ultramort, un pueblo de unos trescientos habitantes, en el Alto Alpurdán.

En un viejo país ineficiente,
algo así como España entre dos guerras
civiles, en un pueblo junto al mar,
poseer una casa y poca hacienda
y memoria ninguna. No leer,
no sufrir, no escribir, no pagar cuentas,
y vivir cono un noble arruinado
entre las ruinas de mi inteligencia.

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