“Pura y no bulto”: Poesía dominicana s.XX-s.XXI

“Creo que es este un libro que amerita una lectura pausada, porque es un esfuerzo genuino de un investigador literario [Pedro Granados], académico, que ha puesto sus ojos y oídos en la producción literaria dominicana, a la vez que refuerza una mirada nueva de esta poesía desde afuera (como lo hicieran Baeza Flores, Manuel Ugarte, María Prosdocimi de Rivera y otros)”. Miguel Ángel Fornerín

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VALLEJÓLOGOS VIII

Chuponeo a los biógrafos de César Vallejo

La muy reciente publicación de los Manuscritos poéticos de César Vallejo, por parte de Enrique Ballón Aguirre, ha traído consigo, aparte del tan significativo acceso a aquellos papeles –junto a un minucioso estudio de más de seiscientas páginas, firmado por aquel lingüista peruano–, el destape de un auténtico submundo en lo que atañe a los vallejólogos o biógrafos de nuestro “Cholo” universal. Libelo, mejor convendría denominarlo, el que  Ballón ventila en su “Preámbulo” (páginas 5-26) y torna al desconcertado lector en un escéptico radical   –todos los vallejólogos terminan por ser gente de muy baja estofa–; incluido el propio autor del libelo.  Estudioso que acaba de hacer público, aunque por la misma fecha ya lo supieran Pablo Macera y Fernando de Szyszlo (p. 25), que en 1978 recibió de parte de Georgette Phillipart, en calidad de donación, los manuscritos del poeta.  Aunque, más que donación, mejor cabría hablar de canje, dados los buenos oficios de Ballón en tanto estudioso de Vallejo, abogado y facilitador editorial de la mayor consideración y complacencia por parte de la autora de Masque de Chaux (Máscara de cal).  Es más, desde aquel “Preámbulo”, pareciera que su autor se aproximó y brindó apoyo a la viuda de Vallejo en tanto y en cuanto ya conocía –por intermedio de E. González Bermejo desde 1976 (p. 23)– de la existencia de aquellos manuscritos.  Obvio, Ballón intenta en primer lugar  –no con cierta inmodestia o sostenido auto exhibicionismo intelectual de su parte– limpiarse de la acusación de apropiación ilícita de  un trabajo ajeno y que hasta hoy lo toca, aquel de la reunión de las crónicas vallejianas por obra de Jorge Puccinelli.  El asunto es que, con sus luces y sombras, Ballón  logra que Puccinelli (fallecido el 2012) caiga bajo sospecha de hurto impune.  Para el efecto, convoca y se apoya en la autoridad de Luis Alberto Sánchez y, constituye una constante, en la complicidad de Georgette de Vallejo.  ¿Ladrón que roba ladrón?  Según aquel “Preámbulo”, fue otra vez la viuda la que proporcionó a Ballón –y por lo tanto no tenía necesidad de hurtárselas a nadie– las crónicas que publicara nuestro “autor sin derechos de autor” en el Diario El Norte (1923-1926) y que constituyen el eje del problema.  Librados aquí de culpa no queda casi nadie, con excepción de Georgette y el propio Ballón por supuesto.  Evidentemente, Juan Larrea, André Coyné, Gonzalo More, conocidos enemigos de la viuda, son pasto del fuego.  Pero algo semejante ocurre, por enemistad con una o con otro, con José Miguel Oviedo, Antonio Cornejo Polar y alguno más.  Algo semejante, con el prurito de no haber contextualizado sus minuciosos hallazgos, ocurre con la crítica de Ballón a los trabajos de  Giovanni Meo Zilo y Roberto Paoli.  Crítica, esta última, para nada gratuita ya que el perfil de ambos estudiosos italianos es relativamente semejante al del propio Ballón.  Es decir, un tanto, aunque no del todo, al margen del libelo, la “clamorosa falta de interpretación del sentido contextualizado de cada composición” (p. 22) es únicamente la de ambos peruanistas y de ninguna manera la de Enrique Ballón.  Hecho, este último, que por nuestra parte hemos debatido hace muy poco al reseñar un artículo de nuestro compatriota y ahora más famoso todavía gracias a los manuscritos vallejianos, “Diglosia poética: Vallejo/Verlaine“.

Por último, lo que deseamos puntualizar es que frente a tanta manipulación de los datos de la vida del nacido en Santiago de Chuco.  Es decir, frente a los gruesos intereses de variada índole por parte de los vallejólogos y, además, no menos miopía crítica que  media  en la  elaboración de su biografía fáctica.  Por ejemplo, presente también aquí, aquel auténtico fetiche de la “evolución política” de Vallejo en sus poemas póstumos, como si en Los heraldos negros o en Trilce no existiera desde ya  una plenitud “política” aunque, acaso, con ingredientes culturales  distintos.  Por lo tanto, deberíamos más bien, y haciendo el camino inverso, ir de sus poemas  a sus crónicas e incluso a su biografía.  En otras palabras, deberíamos elaborar, y creemos se hace urgente y necesario, una suerte de biografía “interna” y multinaturalista. En eso estamos y a eso los convocamos.

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César Vallejo y Otilia Villanueva Pajares (“O.”)

(A manera de celebrar, este 16 de marzo, un cumpleaños más del poeta)

Novela breve sobre el poeta César Vallejo, esta vez  en Foz do Iguaçu (Paraná, Brasil); y también, paralelamente, sobre Juvenal Agüero.  ¡Fozi Lady! continúa la saga de Prepucio carmesí y otras novelas cortas (Lima: Tribal, 2013).  ¿Las últimas palabras del poeta fueron, realmente, las dedicadas a España (“-Me voy a España”)?  Postrado en su lecho, próximo a la muerte, aquéllas –y reiterativas– fueron más bien  otras; para disgusto de Georgette, y a modo de venganza anticipada por la máscara mortuoria del poeta que su esposa hiciera añicos.  Hace algunos años se publicaron unos muy pocos ejemplares de ¡Fozi Lady!, de factura artesanal (Guardanapo Editores) y en versión bilingüe, traducidos magníficamente al portunhol selvagem por Bruno Melo Martins.  Aquí les va el pdf –por gentileza de “Vallejo Sin Fronteras Instituto” (VASINFIN)– con la versión íntegra en español.

Fozi_Lady

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Julia Wong (Chepén, 1965-Lima, 2024)

Como escribe largo, el control de calidad no es uniforme; pero en los poemas breves le va mejor.  Oscila entre el snobismo (glamour o exotismo más deseado que efectivo) y una auténtica hondura poética.  Entre sus contemporáneos peruanos, tiene conexiones con Renato Sandoval Bacigalupo, por lo “viajeros” o políglotas; y, asimismo, con alguna de las chicas poetas más inteligentes de los 80, aunque ésta sea epigramática en relación con Wong, Magdalena Chocano (“A Rosa Virginia“). P.G.

(Texto facilitado por Carlos Quenaya)

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Dos poemas de Alan Smith Soto

Tino (Villanueva), Alan y Pedro (el mismo) en Jamaica Pond

Orilla

Escribo siempre de este lado del mar

cuento con ese margen

su antes que nada

su después de todo

y cómo en la distancia

me veo obligado a desear

esta distancia.

 

En vista de los hechos

Arden los leños, grata compañía

al amor de la lumbre

en esta noche casi de febrero;

y no hay razón para perder la fe

al apagarse la brasa con un guiño.

Amor y muerte,

¿quién sabe cual el martillo y cual el yunque

que de la hoja forjan su sentido?

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Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo

Pedro Granados, Poéticas y utopías en la poesìa de César Vallejo (México: BUAP, 2004)

https://www.academia.edu/229588/Po%C3%A9ticas_y_utop%C3%ADas_en_la_poes%C3%ADa_de_C%C3%A9sar_Vallejo?email_work_card=thumbnail&li=0

Originalmente, tesis de PhD para Boston University (2003), aquí nació todo.  De un modo intuitivo tanto como analítico; es decir, los numerosos estudios que vendrían después y que nos han perfilado como un lector que cultiva un Vallejo simétrico. Aunque la edición de Lima (Fondo editorial PUCP, 2004) hace tiempo se agotó –y la simultánea edición mexicana (la de la foto) sólo circuló unos días y, luego de cumplirse el requisito de su publicación, pasó a los sótanos de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla–, nuestro trabajo no ha sido leído y meditado lo suficiente; continúa siendo un libro que vendrá.

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Masculino/ femenino en “Nostalgias imperiales” de Los heraldos negros

Aunque el tratamiento utópico de la mujer o de lo femenino va a tener su eclosión en la poesía póstuma de César Vallejo, particularmente en España, aparta de mí este cáliz. Sin embargo, consideramos que aquello ya es percibible –de modo simultáneo y paralelo a otros matices de lo femenino en esta etapa de la poesía del peruano– desde 1918, año de la publicación de Los heraldos negros. Es decir, desde muy temprano se iría optando por lo femenino frente a lo masculino (en tanto orden simbólico, político o cultural, y no tanto sexual) como un recurso metafórico para señalar y convocar sobre todo la esperanza. Al respecto, y a manera de ejemplo, leamos un poema del apartado “Nostalgias imperiales”; aquel denominado “Oración del camino”:

Ni sé para quién es esta amargura!
Oh, Sol, llévala tú que estás muriendo,
y cuelga, como un Cristo ensangrentado,
mi bohemio dolor sobre su pecho.
5 El valle es de oro amargo,
Y el trago es largo… largo…
Oyes? Regaña una guitarra. Calla!
Es tu raza, la pobre viejecita
que al saber que eres huésped y que te odian,
10 se hinca la faz con una roncha lila.
El valle es de oro amargo,
Y el trago es largo… largo…
Azulea el camino; ladra el río…
Baja esa frente sudorosa y fría,
15 fiera y deforme. Cae el pomo roto
de una espada humanicida!
Y en el mómico valle de oro santo,
la brasa de sudor se apaga en llanto!
Queda un olor de tiempo abonado de versos,
20 para brotes de mármoles consagrados que hereden
la aurífera canción
de la alondra que se pudre en mi corazón!

Tenemos aquí un «Oh, Sol […] muriendo» (v. 2), el típico crepúsculo de Los heraldos negros, tanto como un yo poético cuyo «corazón» sirve de sepultura a una «aurífera canción […] que se pudre» (vv. 21-22). También tenemos una «raza» del «Sol» (v. 8) ahora «huésped» y odiada (v. 9), vinculada, asimismo, a un específico paisaje y comunidad: «valle de oro amargo» (v. 11), «mómico valle de oro santo» (v. 17). Por tanto, el conjunto que forman la comunidad, la «raza», el propio yo poético y, por supuesto, «la canción aurífera de la alondra» se halla momificado, enterrado. Este conjunto solo resucita –tal como el Lázaro bíblico– a través de una canción («Oyes? Regaña una guitarra. Calla!/ Es tu raza», vv. 7-8) o de una tradición oral: «Queda un olor de tiempo abonado de versos» (19) que el poema contrasta muy claramente con lo canonizado, escrito, puesto sobre una lápida, enterrado definitivamente: «para brotes de mármoles consagrados que hereden/ la aurífera canción» (vv. 20-21).
Asimismo, pareciera estar ímplícito el sincretismo. El Sol está subordinado al Dios (Padre) cristiano, y el «bohemio dolor» del yo poético es equiparable a un «Cristo ensangrentado»; así lo leemos en estos primeros endecasílabos: «Ni sé para quién es esta amargura!/ Oh, Sol, llévala tú que estás muriendo,/ y cuelga, como un Cristo ensangrentado,/ mi bohemio dolor sobre su pecho» (vv. 1-4). El posesivo, puesto en cursivas, alude a otra persona gramatical que no es el «Sol» ni «Cristo» ni el propio yo poético; alguien que no está «muriendo» ni «ensangrentado» y no padece el «dolor», y que gracias a la vinculación semántica con su hijo que murió en la cruz, suponemos que se trata del Dios creador judeo-cristiano. En todo caso, en este poema el «Sol» es mero vehículo o puente y no tiene verdadero poder; no es la persona o agente decisivo, definitivo. Obviamente, queda abierta la posibilidad de que tanto Cristo (aquí «ensangrentado», pero después, sabemos, glorificado) como el yo poético (y con él «la aurífera canción», y todo lo demás) resuciten. Sin embargo, lo más cercano o análogo, en lo que va de nuestro análisis, a un Inkarry en franca función de resurrección es aquella «¡oh nueva madre mía!» del poema «Nervazón de angustia» perteneciente a «Plafones ágiles». Tanto que nos animaríamos a distinguir entre un Inkarry masculino –lejano, pasivo o derrotado– y un Inkarry femenino activo o en nítida función de futuro.

Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (Lima: Fondo editorial PUCP, 2004) pp. 46-47.

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Colectivè Indignxs: Memes de poesía peruana ultracontemporánea

Página que constituye continuación, entre otras con semejante talante que se han venido sucediendo en los últimos años en el Perú,  más light y juvenil  en comparación con  la malévola y desenfadada Puerto el Hueco; a la que dedicamos un recuerdo:

Se cumplen casi quince años sin “PUERTO EL HUECO” (2006-2011), alimentado por el  incognito y más bien odiado Dintilako.  Fue un blog carnavalizador –por arbitrario, provocador y, no pocas veces, también honda o místicamente acertado– de la literatura peruana de los últimos años.   Arremetía, sobre todo, contra las argollas; quizá contra lo que Georgette de Vallejo denominó alguna vez “hampa letrada”.  Lo suyo abordaba el tema serio, pero su tratamiento del asunto resultaba más bien desopilante.  Aunque aquello que convertía al blog en algo excesivo e incluso de mal gusto era, sobre todo, el doble continuado de comentarios anónimos que cobijaba; lo cual, a la larga, acaso provocó su clausura.  Conectado a la vieja tradición –ya desde nuestra Colonia– de lo satírico y el libelo; supo sin embargo conectar aquello al lenguaje de la Internet: textos breves e imágenes de por sí harto elocuentes.  Para un lector extranjero, PUERTO EL HUECO, constituirá un artefacto literario postmoderno en sí mismo; entre el kitsch, la novela negra y la crítica postbarrial.   Para los peruanos, algo que de modo inquietante reflejaba nuestra actualidad literaria y, obvio,  también una porcion de nosotros mismos.  Se deja extrañar.

Colectivè Indignxs: Memes de poesía peruana ultracontemporánea, en cambio, a contrapelo de PUERTO EL HUECO, tiene sus anclas o corazoncitos (como el de la captura de pantalla de allá arrriba); junto a otros que podrían ser Eielson, Varela, Luis Hernández o incluso HZ, ¿nos equivocamos? Ojalá sea así, aunque todo parecería indicar lo contrario; es decir, otra página más desde el cultivo de una lectura urbana, desmemoriada, inmediatista, en apariencia chistosa y, de modo penúltimo, políticamente ultra correcta.  P.G.

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