Archivo por meses: abril 2018

Leyendo Roxosol en Cuernavaca

ROXOSOL (Cuernavaca, México: La Cartonera, 2018), a modo de celebrar los cuarenta años de Pedro Granados publicando, desde Sin motivo aparente (1978), poesía.  ROXOSOL que constituye, también, como la plasmación de una ensoñación, un fantasma o un presagio: tres soles simultáneos y en paz –amarillo, rojo y azul– poniéndose lentos sobre el horizonte.  Y, finalmente, libro sobre el cual Julio Ortega, en su presentación, concluye: “Como si la poesía  fuese capaz de concedernos todavía verdad y piedad”.

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Salud y poesía/ Escuela de EE. GG. (UNMSM)

15 lágrimas

Caían sobre su rostro

Lenta y tristemente

Lágrimas amargas.

¿negras?

¿mares?

Como el color

Del espacio

 

La monotonía

Era una mañana templada

No entiendo

No veo

No sé a dónde fui a parar

A la calle

Tal vez, o al río, tal vez

A nadie

En sus recuerdos quedé

 

Heraldos negros

Grandes

Sabrosos

Y suculentos

Hay golpes en La

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[No es necesaria tu historia]/ Américo Yábar

No es necesaria tu historia

cuando el silencio basta.

Solo, permaneces ahí parado

cuando el viento

que te sabe desnudo y vivo

cimbra el salto de la ardilla.

Cuenta poco la sangre que te vació

la nieve

y poco el rocío de la noche

que remojó tus penas,

por tus manos de palo se filtran

los hielos de los lugares fríos,

por tu boca andrajos de la

luna llena.

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César Vallejo al (multi)natural: Biografía 

LÍNEA DE INVESTIGACIÓN DE “VALLEJO SIN FRONTERAS INSTITUTO” (VASINFIN)

Sumilla

Investigar las diferentes etapas de la poesía y narrativa de César Vallejo; y también las biografías canónicas de este mismo autor (Juan Espejo Asturrizaga, Georgette de Vallejo, Stephen Hart, entre otras) bajo los parámetros de la perspectiva simétrica (Bruno Latour) o multinaturalista (Eduardo Viveiros de Castro) o, lo que el mismo César Vallejo denomina en sus crónicas de 1926, “fisiológica”: “La cuestión clave del arte y de la poesía nueva es fisiológica”[1].  En otras palabras, intentaremos levantar –cual una serie de capas o niveles yuxtapuestos y simultáneos[2]: histórico, político, médico (narrativas, suyas o de otros estudiosos, sobre su enfermedad), cotidiano, mítico– y editar en formato digital un nuevo tipo de biografía del autor peruano por ahora planteada sólo, en lo fundamental, desde una perspectiva historicista, positivista o unidimensional; lo cual, a su vez, sirva como precedente o modelo para otras biografías en la región.  Biografías multinaturalistas, polidimensionales y multitemporales, tanto de individuos como de colectivos sociales, vinculados fuertemente no solo a la historia o a los procesos sociales, sino también a la geografía o mitos inscritos en el paisaje (Chocano, Usandizaga y otros).

[1] En las huellas del neurólogo Antonio Damasio, y tal como expone Anna Caballé: “la identidad reside en el cuerpo antes que en la mente […] es una cuestión biológica, antes que lingüística o cultural”.  A lo que cabría agregar, para matizarlo y darle una cobertura ontológica y no menos latinoamericana a nuestra lectura de César Vallejo: “es más verdad la geografía que la historia” (Caballé); en referencia a los mitos inscritos en los paisajes en los que hemos nacido, le haríamos decir nosotros.

[2] “Una de las diferencias con Europa […] es que los incas pensaban que el pasado, el presente y el futuro eran paralelos (suceden al mismo tiempo) y no lineales […] Eso explica por qué sacaban a las momias en procesiones, al público. La gente que podía mediar entre las diferentes vidas era muy poderosa […] Si crees que el pasado, presente y futuro son paralelos, lo único que los une es un lugar físico. Una montaña, una piedra particular se convierte en el punto de conexión entre el pasado, presente y futuro.  Lo que para los europeos era una cima de una colina, para los incas podía ser un lugar sagrado, de gran importancia. La gente todavía no entiende esas percepciones del paisaje, la importancia de los lugares” (Cooper).

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“’Tengo un miedo terrible de ser un animal’: Animalidad, mito y polis en la poesía de César Vallejo”

Pedro Granados,“’Tengo un miedo terrible de ser un animal’: Animalidad, mito y polis en la poesía de César Vallejo”.  Vallejo 2016.  Actas del Congreso Internacional Vallejo Siempre.  Lima: Editorial Cátedra Vallejo, 2016.  183-189.

Sumilla

A través del poema de César Vallejo, “Tengo un miedo terrible de ser un animal” (22 Oct. 1937), perteneciente a Poemas humanos, se hace una cala en  Los heraldos negros (1918), Trilce (1922) y Escalas melografiadas (1923) del mismo autor; y se comprueban estrechos vínculos estéticos, ideológicos y políticos entre estas cuatro obras vallejianas.  Entre aquello que comparten se halla la idea, según la cual, la animalidad y el mito –y en ambos van también las emociones– deberían constituir parte fundamental de toda polis.  Y, no menos, ingredientes alternativos a la búsqueda y cultivo de un “conocimiento puro” (Paul Valéry) de raigambre europea.  En síntesis, se presenta la obra poética de César Vallejo como un paradigma, asimismo, de cultura y pensamiento latinoamericanos.

Palabras claves: Animalidad y mito, Animalidad y polis, Paul Valéry-César Vallejo.

 

[Tengo un miedo terrible de ser un animal]         

Tengo un miedo terrible de ser un animal
de blanca nieve, que sostuvo padre
y madre, con su sola circulación venosa,
y que, este día espléndido, solar y arzobispal,
día que representa así a la noche,                                          5
linealmente
elude este animal estar contento, respirar
y transformarse y tener plata.

Sería pena grande
que fuera yo tan hombre hasta ese punto.                             10
Un disparate, una premisa ubérrima
a cuyo yugo ocasional sucumbe
el gonce espiritual de mi cintura.
Un disparate… En tanto,
es así, más acá de la cabeza de Dios,                                    15
en la tabla de Locke, de Bacon, en el lívido pescuezo
de la bestia, en el hocico del alma.

Y, en lógica aromática,
tengo ese miedo práctico, este día
espléndido, lunar, de ser aquél, éste talvez,                          20
a cuyo olfato huele a muerto el suelo,
el disparate vivo y el disparate muerto.
¡Oh revolcarse, estar, toser, fajarse,
fajarse la doctrina, la sien, de un hombro al otro,
alejarse, llorar, darlo por ocho                                               25
o por siete o por seis, por cinco o darlo
por la vida que tiene tres potencias.

22 oct. 1937 (Vallejo 1996: 398)

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Rosemary Rizo-Patrón, “Multinaturalismo e interculturalidad en el horizonte del mundo de la vida” (Resumen)

Llamamos la atención sobre este texto acerca de “multinaturalismo” (Eduardo Viveiros de Castro), de la Dra. Rizo Patrón, por parecernos extraordinariamente didáctico y útil para iniciarse en la comprensión e intercambio “conceptual” con la obra del notable antropólogo brasileño arriba mencionado.

“la cosmovisión étnico amazónica que allí se describe [Viveiros de Castro, Eduardo, “Perspectivismo y multinaturalismo en la América Indígena”, en Chaparro Amaya, Adolfo, Christian Shumacher (eds.), Racionalidad y discurso mítico, Bogotá: Centro Editorial Universidad del Rosario, ICANH, 2003, pp. 191-243] no concibe a la naturaleza como el suelo común sobre el que se levantan la diversidad de las culturas y cosmovisiones, sino que ella –en el punto de partida—es concebida como el suelo de la diversidad y la multiplicidad.  Se trata pues de un ‘multinaturalismo’ de base, según el cual se afirma la unidad (‘universalidad’) de un espíritu cósmico versus la diversidad (o ‘particularidad’) de los cuerpos naturales (1)

“aunque hay una forma antropomórfica interna, común a todos los seres, según su ‘perspectivismo’ cada especie de ser cósmico se ve a sí mismo y ve a las demás especies y al mundo de modo distinto a cómo los demás seres se ven a sí mismos y ven a los demás y al mundo [todos los seres cósmicos ven a los demás ya sea como presas o como predadores]” (3)

“de acuerdo a las narrativas míticas, originalmente hubo un estadio indiferenciado entre humanos, animales y demás seres cósmicos […] Sin embargo, esta condición original no es la de la animalidad a partir de la cual emerge la humanidad, sino todo lo contrario.  La naturaleza se desprende de la cultura, y no al revés […] Los animales solían ser humanos, y no lo contrario, y todavía lo son, aunque no de un modo evidente […] Así, el ‘animismo’ amazónico propone una suerte de continuidad ontológica entre naturaleza y cultura, según las cuales las disposiciones humanas se atribuyen a los seres naturales” (3-4)

“Y sin embargo, esto no debería ser interpretado como un antropocentrismo típico de la visión occidental, que proyecta la conciencia y la intencionalidad sobre los seres no- humanos.  Por el contrario, el animismo antropomórfico amazónico dice que cualquier animal puede ser humano.  Ahora bien, según este perspectivismo animista cada especie aparece reflexivamente a sí misma como humana, pero –asimétricamente– no aparece como humana a otras especies” (4-5)

“Ahora bien, las cosas que ven las diferentes especies son diferentes porque sus cuerpos son distintos […] no sus almas, que los animales también tienen […] Así, dice Viveiros de Castro, los indios americanos ‘imaginan una continuidad metafísica y una discontinuidad física entre los seres cósmicos’.  La primera da lugar al animismo; la segunda al perspectivismo amerindio” (5)

“la cosmovisión amazónica no aceptaría que su diferencia con la cosmología occidental es una diferencia entre ‘culturas’ y ‘personalidades de orden superior’, sino que es una diferencia producto de la naturaleza, del ‘multinaturalismo’” (6)

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Tardíos setenta: el caso de la poesía de Pedro Granados/ Gaspare Alagna

La poesía de Pedro Granados (Lima, 1955) irrumpe en el contexto peruano altamente politizado de los años 70. Aunque su primer libro, Sin motivo aparente (1978)1, no ve la luz en plenos años velasquistas, sí lo hace en medio de un escenario social y político polarizado, precisamente, a partir del triunfo y posterior veloz desmantelamiento de aquella tromba histórica que significó la revolución de Juan Velasco Alvarado en el Perú. Los ánimos, por doquier, estaban caldeados; las ideologías a flor de piel. Obviamente, las instituciones literarias –llámense éstas universidades, talleres, congresos, premios, páginas culturales, etc.– no hacían oídos sordos a todo esto y, más bien, en medio de este ambiente tenso y no menos confuso, se adherían a uno u otro de los bandos simbólicos. La racionalidad política parecía, literalmente, querer dominarlo todo; incluso afectos, diversiones o el inconsciente si era preciso.

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PIERNA SILVESTRE/ Nicomedes Suárez Araúz

La pierna se lava y se raspa
el exceso de gordura que hubiera.

Se pone en una asadera al horno.
Una vez que larga un poco la gordura,
se cuece hasta secarse y se cubre
en azúcar y caldo de piña.

Se deja en horno fuerte
cociendo unos veinte minutos.

Al retirar del horno
se corta la pierna de indio formando rombos
colocando un clavo de olor
en cada uno.

Los rombos se comen
con yuca hervida
y una tajada de silencio.

Tomado de Recetario amazónico de Dios (Fayetteville, NY, EUA: Editorial 3600, 2014)

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“Vallejo y otras tintas”/ Ricardo Wiesse

El pintor peruano toma 33 veces la palabra ‘azul’ en la obra de César Vallejo, compone una serie de grabados y los expone actualmente en Madrid [Entrevista de Czar Gutiérrez]

“Lo que pasa es que no estamos frente a un poeta particularmente cromático”, dice Ricardo Wiesse (Lima, 1954). “Hay 24 azules en ‘Los heraldos negros’, pero las menciones cromáticas aminoran en sus libros siguientes: 6 en ‘Trilce’, ninguna en los ‘19 poemas en prosa’, 3 en la colección póstuma de ‘Poemas humanos’, hasta desaparecer en las 15 obras maestras de ‘España, aparta de mí este cáliz’.

“Vallejo y otras tintas” compromete un juego de tonalidades que viajan por el espectro azul a partir de un sustrato literario que pareciera más próximo a los crepúsculos que los resplandores. Así, aparecen los matices ultramar, cobalto, marino, petróleo, de acero y, claro, el arcaísmo añil, tan caro a Lucho Hernández como a la lírica del nacido en Santiago de Chuco, quien en el poema “A lo mejor soy otro” [Poemas póstumos] aporrea el teclado con “las espaldas ungidas de azul misericordia”. Particular atención merecen las voces rebuscadas (“cerúleas”) y ciertos neologismos (“azulea”, por ejemplo), especialmente sensibles a la hora de referirse a esos celajes andinos que sellaron su infancia, ese firmamento interior atravesado de arcoíris, atardeceres y amaneceres rutilantes.

“Capturo el movimiento de un artista que me es propio. No es mi respuesta como lector, sino como alguien que interioriza el drama de Vallejo, esa pluma andina que hizo latir el corazón humano universal. Eso también caló en los españoles que vinieron a ver mi trabajo y luego lo instalaron en la galería Modus Operandi de Madrid”, dice Wiesse.

“Mi matriz sudamericana me ha abierto muchas puertas a un pasado denso, hondamente aleccionador. Interrogo y opero entre cosmovisiones y tiempos contrapuestos, y me adhiero al sueño del mestizaje con lo mejor de ambos. Por eso admiro a Vallejo, un creador que provee, inspira, alienta a destrozar lo aceptado y emprender en serio y de una buena vez la revolución que su estética anuncia, su opción comprometida con horizontes solidarios, humanos en toda la extensión de la palabra. Sigamos buscando al ‘padre César’, como le llamaba Eielson”, concluye Ricardo Wiesse.

Particularmente acertado y no menos sugestivo este diálogo entre plástica y poesía que establece Wiesse en relación a la obra de César Vallejo.  En realidad, constituye de por sí un filón poco recurrido por la crítica, en nuestros días, por lo general maniatada al dato externo; sea éste, familiar, laboral, partidario, etc.  Lo que ha observado Wiesse en la obra de Vallejo es una suerte de lo que antes se denominaba “crítica interna” (Anderson Imbert); y que, aparte de ser muchas veces fascinante, puede constituirse también en una necesaria herramienta crítica o filológica cuando, por ejemplo, un determinado autor ha dejado una voluminosa obra póstuma sin fechar o clasificar.  Es decir, para ordenarnos, no tendríamos otro remedio que recurrir a aquello tan exacto que, también por ejemplo, enuncia Wiesse sobre la progresión del azul en la poesía de César Vallejo: “Hay 24 azules en ‘Los heraldos negros’, pero las menciones cromáticas aminoran en sus libros siguientes: 6 en ‘Trilce’, ninguna en los ‘19 poemas en prosa’, 3 en la colección póstuma de ‘Poemas humanos’, hasta desaparecer en las 15 obras maestras de ‘España, aparta de mí este cáliz’.  Por otro lado,  progresión del color “azul” que asimismo nos llamó la atención cuando hicimos nuestra tesis para BU:

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La Ballena/ Eduardo Tokeshi 

Una enorme ballena se tragó a mi abuelo
cerca de las playas de chilca en el año 1928.
mi abuelo fue uno de los primeros inmigrantes japoneses venido de Okinawa.
Tenia 23 años.
Muchos lo lloraron según consta en un documento, hallado en casa al lado de miles de sobres negros vacíos.
En 1983 cuando cumplí 23 años, es decir la misma edad de mi abuelo al momento de desaparecer, una ballena gigante fue varada en las costas de paracas.
Viajé unas tres horas para ver a ese enorme animal.
no es difícil encontrar una ballena varada te diré.
Aún respiraba y los curiosos eran pocos.
A eso de las seis de la tarde la ballena convulsionó y de pronto empezó a vomitar peces pequeños, algas y basura.
Mi abuelo asomó asustado por la boca de la ballena.
nos miramos sorprendidos.
él estaba desnudo
le ofrecí mi ropa
él se la puso entre apurado e intrigado
como siguiendo instrucciones secretas
mi abuelo me abrazó y emprendió camino
hacia la carretera.
segundos después
entré en la ballena
totalmente desnudo.

Desde ahí te escribo.

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