Archivo por meses: octubre 2022

Adán y nosotros

[Intervención]

Qué instante no es toda la vida

El tiburón devora lo que devoraba

Como en el mar late la ola

Sangre en largura de camino

Doblado por el peso de su eternidad

Inadvertida

Y en vano huyes del país nativo

Y en vano tornas sarco

Como el chivo

Y en vano evitas

Lo que está en tu mente

Que todo es tu principio atroz

Poeta

(2021)

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Música electrónica [y Trilce] en el Perú (II)

López Ramírez Gastón, José Ignacio (2022). Este futuro es otro futuro: El papel del discurso social en el (sub) desarrollo de la música electrónica académica en el Perú.  Lima: UNM.

“Este futuro es otro futuro” y Trilce

Libro de tapas duras y papel satinado, de factura poco común en nuestro medio.  Libro-Power Point, aunque a veces su diseño tan didáctico, sobre todo los resaltados de párrafo, no sé si hacen más amigable su lectura.  Pero el autor logra aquí concretar el cometido de su investigación; es decir, transmitirnos, a guisa de conclusión, lo siguiente:

Un círculo vicioso de desprecio hacia las prácticas musicales electrónicas ha estado presente a lo largo de nuestra historia contemporánea […] Esta posición se vio enardecida, como he revelado, por una variedad de enfoques nacionalistas que enfatizan la necesidad de validar los imaginarios autóctonos, nativistas e indigenistas como modelos exclusivos para la construcción de la nación.  A medida que estos enfoques intentaron definir el país basándose en una dicotomía colonialista/nativista, la “música del futuro” se convirtió en una víctima” (p. 221-222); [Ergo] creo que los problemas a los que se enfrenta la música electrónica no radican en el acceso a la tecnología, sino en la forma en que se percibe la tecnología musical (p. 223).

El problema (fortuna) es que entre nosotros, hace ya un siglo, aconteció Trilce; acaso la “música del futuro”, por antonomasia, y no sólo para los peruanos.  ¿Es Trilce colonial, es Trilce nativista? Ciertamente, en el Perú, la “música” del poemario de 1922 causó desconcierto entre la institución literaria (o intelectual en general) vigente en aquella época; e incluso hoy por hoy no podríamos aseverar que tenga una recepción masiva o “popular”.  Sin embargo, y acaso como fruto de los varios homenajes por su centenario, va ganado cada vez más un público no limitado a estudiosos o a otros poetas.  Lo que tratamos de sugerir, a costa del análisis tan certero sobre el carácter periclitado y localista de nuestra institución crítica (académico-periodística), es que acaso aquella división entre lo colonial y nativo desde hace tiempo, al menos desde la obra de José María Arguedas, no es relevante.  Es más, dicha dicotomía, constituye un auténtico sofisma ya que, siguiendo con el ejemplo, Arguedas mismo consideró al español (¿lengua colonial?) como un mediador válido de su cultura (¿la quechua?).  Es decir, a través de su lema póstumo: “Vallejo era el principio y el fin” (El zorro de arriba, el zorro de abajo); supo entender, de modo prematuro, y agradecer el carácter aglutinante de la obra del nacido en Santiago de Chuco.  En consecuencia, nuestra propia conclusión (tentativa), luego de leer este estimulante y tan personalmente comprometido trabajo, es que mientras nos planteemos aquella dicotomía cultural no percibimos, más bien, la fusión o sincretismo (Jesús Martín-Barbero lo denominaría “mediaciones”) no sólo en la música culta o popular peruana, sino también, acaso en aquella que vamos considerando electrónica en términos puristas. P.G.

José Ignacio López Ramírez Gastón (Barcelona, 1968) es doctor y magíster en Computer Music por la University of California en San Diego.  Es director de Innovación y Transferencia Tecnológica de la Universidad Nacional de Música – UNM, desde donde coordina el Laboratorio de Música Electroacústica y Arte Sonoro y las actividades del ELUNM (Ensamble de Laptops de la Universidad Nacional de Música). En 2019 publica el libro La Guardia Nueva: visiones sobre la música electrónica en el Perú (PUCP).

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CÉSAR VALLEJO Y EL CARIBE

Pareciera que toda nueva antología sobre poesía puertorriqueña, más o menos reciente, no puede brindarnos mayores opciones que la de presentarnos –por enésima vez y porque a la postre constituye lo más valioso entre lo compilado– la obra de  Mayra Santos Febres o, si retrocedemos tan sólo unos pocos años, la de José Luis Vega.   Obras, estas últimas, ya canónicas en el contexto del Caribe insular hispano; aunque otra cosa es decir palpitantes o vivas o necesarias.  Lo contracultural y el feminismo de agenda (norteamericana, por cierto) se aceptaron, ya desde hace tiempo, sin mayores regañadientes culturales, ni políticos, ni de especificidad histórica.  Se volvieron oficiales y han reproducido incontables epígonas/ epígonos publicados en libro.  Obvio, este proceso –aunque con otros protagonistas y en distintas velocidades– se constata en casi toda América Latina entre los años que van del 80′ para arriba.  Por su parte, la poesía de  José Luis Vega –como también, verbigracia, la de José Mármol en la República Dominicana– sigue constituyendo, en sí misma,  como la otra cara de la moneda de lo que es, todavía, la literatura o poesía en toda nuestra región.  Textos finos, pulidos, capciosos e intertextuales; con un sujeto –socialmente distinguido y sexualmente  más o menos compacto– que ejercita a sus anchas el arte del decoro y del refrenamiento.  Esto en sí no está mal.  Por ejemplo, este tipo de textos consigue incluso hoy mismo los premios que, buscando poesía experimental, convoca regularmente la Casa de América de Madrid.  Es más, el 90% de la producción de lo que se considera poesía en nuestra región va también por ahí.  Y parecería no apetecerse alguna otra cosa.  Porque son las instituciones literarias en su totalidad, en tanto organización política-cultural, las periclitadas.  Donde, dado el caso, en un momento entró  Neruda y no salió más.  Y donde, por lo tanto, valoramos el poema que nos llena la página; que se torna elocuente; que procurando sorprender canjea, impunemente, publicidad por poesía; que disimula un yo soberbio y auto-persuadido hasta el hartazgo, camuflado — de modo oportunista– el alguna pena de éstas, de aquéllas o de las otras.  En fin, aunque hoy por hoy al menos, un Neruda que no se animaría a dárselas de comprometido.  Por otro lado, precoces o decepcionados, que lo erótico, el haiku, la bautade son tan sólo un ingrediente más o un escorzo del poema; que lo contrario –el monopolio de ello en el poema– es cansón o redundante exhibicionismo.  Todo el mundo es  más o menos inteligente y también arrecho.

Qué mal hemos leído a Vallejo en el Caribe; mejor dicho, qué bien hemos aprendido la crítica sobre él  tanto para –memorizando la lección– aprobar nuestros exámenes en el bachillerato, como para luego reproducir por ahí –esta misma ignorancia–  multiplicada y sin ningún empacho.  ¿Qué aportaría la poesía de Vallejo a los jóvenes del Caribe?  A escribir en clandestino, de modo soterrado y simultáneamente gozoso; a conectarnos con nuestro fuero interno para no producir ya más nunca poesía de auto-ayuda; a sentir orgullo de lo que somos; a sacudirnos de nuestro pasotismo; a ser poetas hasta dejar de serlo.  A no leer, sino a  acompañar la poesía.

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Juvenal Agüero a los poetas dominicanos

Hice todo lo posible por prestarles oídos, pero, a cambio, no han escuchado absolutamente nada, poetas de la media isla donde errar es lo correcto.    La poesía no son lecturas; sí, dignidad.  ¿Cómo es posible ser escritor si trabajo para el Ministerio de Cultura?  Si me entrevero –hasta perderme de vista– en la lógica de lo burocrático, el amén, el empellón, lo políticamente correcto.  En este contexto la poesía es imposible, por más que acaso sobrenaden allí el talento y la inspiración.  La poesía a ninguno interesa, sólo la imitación de lo ya consagrado; sólo la inmediata y obscena figuración.  A poetas de derecha e izquierda me dirijo; canjeables o intercambiables todos, por lo demás.

Asimismo, a la crítica de poesía que es allí una copia fotostática de lo que otros ya dijeran; aunque  todo esto sin poner las comillas, por cierto.  Caverna al cuadrado.  Ignorancia honda.  Muñecos maniatados por ventrílocuos a los que ahora chifla, por ejemplo, Luis García Montero, tal como, hasta no hace mucho, un tal José Kozer.  

Por lo tanto, la crítica dominicana debe recomenzar, aunque este prototipo sea imposible por el momento, desde un Pedro Henríquez Ureña bailando, y a espaldas del Palacio Nacional,  en algún colmado del Gualey.  Otras agendas teóricas, sobre todo las metropolitanas, aplicadas a la media isla, sólo terminan por complacerse a sí mismas. Es necesario  conocer profunda y generosamente, con el mínimo de prejuicios, el suelo que lo vio a uno  nacer.  Y la poesía, por su parte, recomenzar desde la obra de un solitario como Carlos Rodríguez, hasta abrirse a un gesto de estilo más bien comunitario y festivo –que sepa conjurar inteligentemente el dolor– como es el caso de los poemas de Isis Aquino y Glaem Pars.  Y seguro los de alguna otra joven, por ahí, insatisfecha de tanta orquestada, generalizada y correcta mecida culturosa.

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A Tilsa Tsuchiya

No hay color que no palpite
y no nos abra a la vida,
no hay rosa, no hay oficio conocido
o desconocido
que no nos diga de detrás, de siempre,
que no nos llame discretamente
en las sienes.

Hay rosas, hay sensaciones extrañas
como un collar radiante,
como un abrigo tibio,
como una precipitada cascada
que persigue a los peces más jóvenes
para acariciarlos.

No hay extremo, no hay orden
ni desorden ni aventura
ni recuerdos,
todo es un solo oficio,
todo es un solo puente,
todo es un solo brillo de sol en el agua,
en la lengua, en los dientes.

No hay partida, no hay retorno,
no hay lejanía.

Sólo una hermosa col
con sus hojas frescas y calladas.

Pedro Granados, Juego de manos (Lima: Ediciones Los Reyes Rojos, 1984).

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HILOS QUE RESISTEN, HILOS QUE SUBVIERTEN/ Israel Tolentino

HILOS QUE RESISTEN, HILOS QUE SUBVIERTEN: IDENTIDADES, MEMORIAS Y CUERPOS EN EL ARTE TEXTIL

Estamos en una temporada, donde desde hace mucho hemos dado un paso mayor en las exposiciones de arte, de muestras con pretensiones que terminaron siendo exclusivamente “esteticistas” a potentes reflexiones, donde el artefacto, como decía César Ramos (1963-2017), subvierte la mirada del espectador. Muchos salen de las salas y se van preguntando. ¿Eso era arte?

Todas las diferencias suman a primera impresión, pero ya, dentro del “asunto” unas aportan desde una teoría y práctica viva. Mientras que otras van quedando en el mero regocijo visual, desvaneciéndose, blanqueándose bajo la panza de burro y la elipse del gallinazo.

YO NO SOLO COSO, estéticas femeninas tradicionales en las prácticas artísticas contemporáneas, fue una muestra potente (febrero 2014) en el mes del amor, curada por Gabriela Germaná (Lima 1975), quien escribió en aquel políptico: La construcción de lo femenino no solo negó en muchos casos derechos y oportunidades, sino que ese rol adquirió, frente a lo masculino, un rango de menor jerarquía. Este 2022, con HILOS QUE RESISTEN, hilos que subvierten: identidades, memorias y cuerpos en el arte textil viene a poner ya no el dedo, sino la mano en la llaga, la puesta ha sido acertada, no para hurgar en la herida, sino curarla, mostrarla como un precioso trofeo de un Perú que debe ser otro, desde sus diferencias, desde esta riqueza oculta.

Los ríos nos unen y el tejido en su urdimbre y trama, hilvanan esta conciencia poética/concreta Latinoamericana. La exposición: Hilos que resisten, hilos que… va mucho más allá de los procedimientos técnicos, de las reflexiones de género e identidad, de colonialidad y pueblos indígenas; muestra oportunidades a partir de problemáticas muy nuestras, pero indica una luz ya no en el túnel, sino en la ventana, cerca, una Illapa que nos descubre en una dimensión inmemorial. Un elenco puesto en escena museográficamente correcto por Vanessa Torres, no es suficiente decir, sino cómo se dice.

31 artistas, 05 centros de tejedores y bordadores del territorio, sobre todo, varias artistas que fueron parte de la exposición del 2014, continúan trastocando desde los hilos que resisten en sus manos, más allá de sus personales elucubraciones, pues el artefacto cultural sobrepasa al creador; eso no impide que las voces que se hilan, integren nación y patria, no para estar todos presentes en la fotografía de prensa, sino para ser una voz ciudadana que se quede, suene, oiga, diga su realidad, reclame, aporte, solucione…

Encontrar un video de Antonio Paucar (acción de resistencia); Dora Inuma (Pampanilla, tela bordada); Impresiones de Javi Vargas (Dina-Amaru. De la serie: la falsificación de los tupamaro); Liliana Ávalos (Escudo cerro La Milla. Tejido prehispánico sobre blusa tejida), Ana Teresa Barboza (S/T bordado y costura), Nereida Apaza (Esclavina. Somos las hijas de las campesinas. Bordado en tela), Orlando Sosa (No fue mi culpa. Bordado) Paloma Álvarez (Yayariway/Recuérdame. Bordado de fibra de alpaca sobre tela); Ingrid Pumayalla (Rastreando. Tejido y fotografía); Eliana Otta (Carmen (Hoy se pierde un diente/mañana un ovario/ ¿cómo hay que disimular una cicatriz de cesárea?) acciones de Daniela Zambrano (Memorias del cuerpo de Champamarca. Obra colectiva hecha en Pasco), María Abaddon, Clara Best, Nilda Callañaupa, Lucinda Amasifuén, Angie Cienfuegos, Raquel Esquives, Venuva Evanán, Cristina Flores, Gonzalo Hernández, Robert Orihuela, Nemiye Pérez, Harry Pinedo, Violeta Quispe, Aquilino Ramos, Alionca Respaldiza, Ivet Salazar, Haydn Trucios, Alejandro Castillo, Elena Valera y Gaudencia Yupari.

Son muchos los logros que en el Perú de hoy empiezan a levantar cabeza, a enseñarnos, a descubrir el iceberg que hay. Los muros laberínticos que tajaron sobre el Abya Yala se manifiestan con otras lecturas, con aprendizaje, con resiliencia; los inconvenientes propios de los desiertos, los picos altoandinos y la serpenteante amazonia se han vuelto retos.

Están sucediendo puestas en la escena artística desde los sesos nacionales, sí, ora autoformados, ora estudiados fuera u otras maneras legítimas con que han cubierto y actualizado esta carencia, es en ese punto gigante e importante donde se da un nuevo aliento para la vida del quehacer artístico. Jóvenes art curators acrecentando sus miradas, las miradas.

Tomaykichwa, octubre 202

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“Fermento[s] de sol”: Antología imaginada de poesía en español selvagem y portunhol trasatlántico

Dedicada a Wilson Bueno (Jaguapitã, 1949 – Curitiba 2010)

“Sou, ou penso que sou, um escritor de fronteiras — literal e figurativamente… Estou sempre na fronteira. Sou um escritor de fronteiras e também um ser humano na fronteira entre o pasmo de viver e o sagrado horror à morte, essa pantera” (Wilson Bueno)

Por nuestra parte, vinculamos a Bueno con Vallejo en tanto escritores ciertamente multi fronterizos.  Aunque este último, más bien, no sólo entre geografías o culturas o lenguas; sino, además, entre distintas nociones o paradigmas de las Humanidades. De aquí la complejidad u opacidad de ambas obras.

Se antologan versos, también poemas y, asimismo, breves textos críticos sobre la producción de América Latina entre 2000 y 2020.  Tanto de poetas individuales y reales o, aunque constituyan aquí los menos, colectivos e inventados.  También, incluso, poemas traducidos al español (Ej., Sasha Reiter).  La presente antología  se halla conectada, por un lado, con anteriores compilaciones nuestras sobre poesía peruana; tales como: “Poesía postvallejiana” (2018), “¿Poesía peruana del Bicentenario?” (2016), “Perú” (Revista Arquitrave, 2007)  y “Los poetas vivos y más vivos del Perú” (2002). Por otro lado, con lo que hemos publicado anteriormente sobre poesía brasileña reciente.  En ambos casos, incorporando también los productos de nuestro trabajo de campo (talleres de creación literaria en Lima, Foz do Iguaçu, Cochabamba, Rio Branco, etc.), el cual dio como resultado diseños o prototipos de poetas no individuales, sino colectivos y de existencia no real, sino virtual. Asimismo, a nuestros panoramas sobre poesía reciente panameña, mexicana, dominicana, boliviana, ecuatoriana, etc., también los hemos incluido.  Por último, y en tanto el presente trabajo incorpora además la selección de “breves textos críticos”, figuran aquí algunas de las reseñas o notas o breves ensayos que –paralelos al tiempo que compendia la presente antología– hemos dedicado al tema en libro o en nuestro ya “veterano” blog.

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