Archivo por meses: enero 2017

A propósito de cierta poesía puertorriqueña de fines de siglo XX y comienzos del XXI

PRico

Pareciera que toda nueva antología sobre poesía puertorriqueña, más o menos reciente, no puede brindarnos mayores opciones que la de presentarnos –por enésima vez y porque a la postre constituye lo más valioso entre lo compilado– la obra de  Mayra Santos Febres o, si retrocedemos tan sólo unos pocos años, la de José Luis Vega.   Obras, estas últimas, ya canónicas en el contexto del Caribe insular hispano; aunque otra cosa es decir palpitantes o vivas o necesarias.  Lo contracultural y el feminismo de agenda (norteamericana, por cierto) se aceptaron, ya desde hace tiempo, sin mayores regañadientes culturales, ni políticos, ni de especificidad histórica.  Se volvieron oficiales y han reproducido incontables epígonas/epígonos publicados en libro.  Obvio, este proceso –aunque con otros protagonistas y en distintas velocidades– se constata en casi toda América Latina entre los años que van del 80′ para arriba.  Por su parte, la poesía de  José Luis Vega –como también, verbigracia, la de José Mármol en la República Dominicana– sigue constituyendo, en sí misma,  como la otra cara de la moneda de lo que es, todavía, la literatura o poesía en toda nuestra región.  Textos finos, pulidos, capciosos e intertextuales; con un sujeto –socialmente distinguido y sexualmente  más o menos compacto– que ejercita a sus anchas el arte del decoro y del refrenamiento.  Esto en sí no está mal.  Por ejemplo, este tipo de textos consigue incluso hoy mismo los premios que, buscando poesía experimental, convoca regularmente la Casa de América de Madrid.  Es más, el 90% de la producción de lo que se considera poesía en nuestra región va también por ahí.  Y parecería no apetecerse alguna otra cosa.  Porque son las instituciones literarias en su totalidad, en tanto organización política-cultural, las periclitadas.  Donde, dado el caso, en un momento entró  Neruda y no salió más.  Y donde, por lo tanto, valoramos el poema que nos llena la página; que se torna elocuente; que procurando sorprender canjea, impunemente, publicidad por poesía; que disimula un yo soberbio y auto-persuadido hasta el hartazgo, camuflado — de modo oportunista– el alguna pena de éstas, de aquéllas o de las otras.  En fin, aunque hoy por hoy al menos, un Neruda que no se animaría a dárselas de comprometido.  Por otro lado, precoces o decepcionados, que lo erótico, el haiku, la bautade son tan sólo un ingrediente más o un escorzo del poema; que lo contrario –el monopolio de ello en el poema– es cansón o redundante exhibicionismo.  Todo el mundo es  más o menos inteligente o arrecho.

Qué mal hemos leído a Vallejo en el Caribe; mejor dicho, qué bien hemos aprendido la crítica sobre él  tanto para –memorizando la lección– aprobar nuestros exámenes en el bachillerato, como para luego reproducir por ahí –esta misma ignorancia–  multiplicada y sin ningún empacho.  ¿Qué aportaría la poesía de Vallejo a los jóvenes del Caribe?  A escribir en clandestino, de modo soterrado y simultáneamente gozoso; a conectarnos con nuestro fuero interno para no producir ya más nunca poesía de auto-ayuda; a sentir orgullo de lo que somos; a sacudirnos de nuestro pasotismo; a ser poetas hasta dejar de serlo.  A no leer, sino a  acompañar la poesía.

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Huella imborrable de estilo: Armando Almanzar Botello en “Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse´s Crucifixion:”/ Eli Quezada

Armandito 1

“Un creador es un ser que trabaja por gusto.” G. Deleuze

Lacan evoca la frase de Buffon cuando dice:                                                                                        “Estilo: Este es el hombre (…) que se extiende por el”

“Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse´s Crucifixion:” no es solo otra de esas piezas poéticas enmarcada o, debo decir, redondeada como en una especie de pentagrama de lo poético, (con sus blancas, y sus negritas, sus silencios, y su detonar in crescendo, hasta literalmente explotar en boom…) donde podemos descifrar el extenso mundo intenso en lo que a profundidades temáticas, polisémicas y simbólicas, nos tiene acostumbrados este autor que, sin temor a equivocarme o a parecer subjetiva; antes bien, consciente de estudiar poema por poema, ensayo por ensayo, su valiosa obra, es uno de los poetas dominicanos que apuesta a la “creación” (Lezama Lima) de nuevos signos semióticos o lo que es lo mismo, a presentar y re-presentar un sustentado y preclaro discurso postmoderno, en sus proposiciones y proyectos creativos.

Un discurso donde se reta las variabilidades actuales del mismo… donde no nos insta, simplemente, a no con-formarnos con lo que se dijo hace dos o tres décadas, sino a confrontar las nuevas teorías, elaborando, como todo investigador serio y obstinado, su propio pensamiento. Pensamiento poético, en este caso, en el que se destilan con igual fuerza, las polaridades ontológicas-filológicas, el eros y tánatos y esa música particular de sus morfemas y fonemas, de sus deconstrucciones en clave “hessiana”, (Hesse) cual tratado estepario, lobo con sed de beber y “dar-a-ver”, cazador de la más clara de las aguas del saber, en fin… con esa filigrana exquisita, huella estilizada, pero única de este paradigmático escritor. Entre los poetas dominicanos, el más indispensable, “junto a León Felix Batista”, como dice, el experto critico literario peruano, Pedro Granados, en su reciente obra: “Breve teatro para leer: Poesia dominicana reciente”.  Añade:

“Rara vez nos hemos topado con tamaño erúdito del presente; de cuanto libro sobre teoría cultural y psicoanalítica hallemos en las librerías. Pasmoso y serio conocedor que, de algún modo hemos de decirlo, cultiva un discurso a caballo entre arqueología del saber, ciberespacio, gótico y un ‘ligao local de sabor muy dominicano’…” PP. 50 Esto último, que señala Granados me parece que es fundamento de ese ingrediente lúdico en ese explorar un lenguaje ultramoderno adecuado al devenir de los tiempos…

Y el creador, el poeta, el pensador, se pregunta y nos pregunta en el poema que da título a su libro “Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse´s Crucifixion”:

“¿Por qué alguien escribe, pinta, miente? / Al borde de otro cuerpo, desnudo precipicio, / la mano ardiendo late: hambre absorta en vocación de abismo / suspendida. (…)”

Se puede leer en esta obra: “Lenta mi boca se acercó hasta la insolencia… / Puso en ella su verdad: / la lengua… / Tímida caricia…”, nos dice en un fragmento de su poema “Sócrates y el Lirio”, de la obra que comentamos.

Particularmente creo que Armando Almánzar-Botello nos regaló una pieza, repito, de arte en lo contemporáneo de la obra de Bacon, y como él, se desgarró; se transfiguró como un Cristo en la cruz, se desangró en cada letra, en cada verso escondido y expuesto en este su trabajo. Y trascendió a él, y nos identificó y se mostró endeble, descarnado. Se miró en el espejo de la obra de Bacon y de todas las obras de los grandes que han dejado su sangre en sus obras; al fin y al cabo todo poeta tiene que vivir esa transfiguración. Esa muerte, ese suicidio permanente para luego resucitar, como lo hace Bacon al inspirar con sus inquietantes y magníficas obras de arte y, con su pensamiento filosófico-pictórico, esta obra que le hace mucho honor.

Y Armando dice:

“Portraits and Self-Portraits: estallidos de la luz en negro / espejo: posiciones radiográficas del rostro que se pierde. / Condensa en un instante su perfil el asesino, rabia de pinceles / y de espátulas. Torso que deviene retorcido, / herida, semen, lodo, sangre. / Se encharca dios en malva triste su carne / vulnerada, / su flujo leopardo goteando labios rotos. / Coitus reservatus / Coitus interruptus / Deus absconditus / Placas radiográficas de Ausencia… “

Armando, el hombre poeta, es él y su discurso, es él y sus fantasmas, es él y sus referentes, su modus vivendi, su modus pensanti… Almánzar es él y Deleuze: es él  y Lacan (Freud), es él y Zizek, finalmente, es él y Bacon encarnado en estos poemas…

De hecho les dedica, frecuentemente, sus textos a sus referentes, demostrando una u otra teoría que éstos defienden.

“Francis Bacon, vuelve. Slaughterhouse´s Crucifixion” es epifanía sacra e irreverente, retrato a un genio, Francis Bacon, desde la genialidad de otro, el pensador.

“Con duro hierro araña, corta marca labra

-garra del halcón, cuchilla enardecida-

la mano”

Armando, ¡claro que volvió! Francis Bacon, vuelve… vuelve bañado de gloria, justamente, instalado en tu mirada, en tu estilo…que ya es eterno.

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Soy una máquina/ Edgar Artaud Quantum

Máquina Artaud
Mejor dicho, vivo dentro de una máquina.
Yo soy nada.
Soy pensamientos.
Dentro de una cabeza.
Mis pensamientos dependen de la máquina.
Si no hay máquina, no hay pensamientos.
Y estoy programado.
Pertenezco a una clase de máquinas.
Programados para reproducirse.
Estoy hecho de materia inerte
que interactúa entre sí, mediante procesos
que denominamos flujo de electrones y
reacciones químicas.
Eso es la vida.
Esto genera y mantiene lo que soy.
Hasta que se acaba.
A la escala en que estoy hecho
percibo el entorno a través de subsistemas
que llamamos los sentidos.
Interactúo con el entorno.
Con otras máquinas
y la naturaleza.
Como todo tipo de máquinas basadas
en células complejas.
Estoy programado no solo para
Reproducirme.
Sino para intentar subsistir.
Soy como un autómata parcial.
Mi programación es imprecisa, incierta, incompleta.
Esto me permite disponer de cierta autonomía.
Soy una máquina de células.
Que a su vez son máquinas a una escala muy pequeña.
Son máquinas celulares.
Soy una máquina-sistema-autómata.
Que necesita de energía para todo.
De lo contrario sería como una roca, inerte.
La energía proviene del sol.
Y de los alimentos, que contienen electrones.
Para moverme necesito energía.
Para pensar requiero de energía.
Para vivir necesito ingerir alimentos.
Es decir, requiero alimentar a mis células autómatas.
Las células se alimentan, se reproducen,
mueren, sirven para mover todo mi esqueleto
para recorrer el entorno que me rodea.
Mis células son como un yo muy pequeño.
Somos parecidos.
Igualmente programados.
Ignoro si piensan, creo que no.
El pensamiento emerge de un subsistema
neuronal encerrado en mi cabeza.
Muy complejo.
Increíblemente complejo.
Aún desconocido.
Pero todas las máquinas.
Flotamos en un espacio macroscópico.
Encima de una bola o planeta
que gira sobre su propio eje
que a su vez gira en derredor de una estrella
que es un bola de fuego enorme.
Un sistema solar es una bola de fuego
con planetas alrededor como una estela.
El Sistema Solar gira alrededor del centro
de una galaxia que a su vez actúa como un
conglomerado de sistemas solares.
En el macro espacio existen infinidad de
galaxias semejantes arrastrando planetas y
estrellas.
Y todos juntos viajamos en el macro espacio
a velocidades enormes.
El macro espacio es peligroso.
Existen muchos objetos de todos tamaños.
Y trampas mortales como los agujeros negros.
Esto es el Universo, el Cosmos.
Podemos sucumbir en cualquier momento.
Extinguirnos.
Pero eso somos.
Ignoro si estamos conscientes.
O solo vivimos como autómatas totales.
Obedeciendo a la naturaleza de nuestro cometido.
Intentar sobrevivir, alimentar a las células,
reproducirnos, intentar entender qué somos,
y porqué.

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Lago del Fondo: Poesía reciente

Lago de Fondo

Pedro Granados analiza poética de Ángela Hernández

La poesía de Enriquillo Sánchez: “puñal y maicena”

Nan Chevalier: El viaje sin retorno

“Ante el yugo de la llama” (Intervención en León Félix Batista)

Respuesta al correo de una gran poeta dominicana y mejor amiga

PREGUNTAS SOBRE POESÍA DOMINICANA RECIENTE

Isis, Valentín y Pedro

Nueva visita a El Conde, 2016

Los peruanos y la Española

Soledad Álvarez: ¿sus versos de agua?

En casa de Frank Etienne, el extraordinario poeta y pintor haitiano

Haití

Las madres de Pedro Henríquez Ureña (1884-1946)

Todavía en Haití

El Caribe, de Pedro Ureña Rib y Jean-Paul Duviols, hacia un “diccionario nocturno”

Breve teatro para leer: poesía dominicana reciente

Protestas contra Mario Vargas Llosa en la República Dominicana

Sin duda en una de mis vidas soy dominicano

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En el cumpleaños de José María Arguedas

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José maría Arguedas y mi mamá

Devota. Cuando de niño me llevaba con ella a la iglesia de nuestro barrio pasaba yo una vergüenza sin nombre. Incluso a veces, aunque me cueste reconocerlo, me alejaba de ella justo en aquellos momentos para mí de los más bochornosos. Resulta que mi madre alcanzaba las notas más altas de los cantos de la misa con una voz que no parecía de este mundo; al menos, del de los citadinos y citadinas que se congregaban en aquel rito dominical. Muchos años después, y en uno de mis viajes al “Perú profundo”, descubriría con estupor que los campesinos en sus procesiones –en honor a la Virgen o al Cristo Crucificado– daban de alaridos en un runa simi muy parecidos a los del castellano que –en tanto repasar el cancionero de la iglesia– echaba mano mi madre los domingos en Lima. Es decir, de modo análogo –aunque distinto– a la hazaña de la obra de José María Arguedas (aquello de verter al español el espíritu del quechua), con su reticencia o falta de encandilamiento hacia la obra de su “paisano” mi madre en la práctica –y de modo no menos sutil– me estaba demostrando lo siguiente: Que era viable transvasar de otro modo las lenguas. Sin utilerías. Ni exóticas escenografías o referencias. Que yo mismo era, por más limeño o cosmopolita –y sin saber el quechua– acaso su más demorada traducción.

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VENTANAS VALLEJIANAS

Utah Vallejo

Incomodidad de “El palco estrecho”

Politics, Poetics, Affect: Re-visioning César Vallejo (Reseña)

Vallejo/Bukowsky/Granados

Pedro Zulen & César Vallejo

Hitos de mis estudios vallejianos

Reseñas de las Actas del Congreso “Vallejo Siempre”, Montevideo 2016

Reseña I: Laurie Lomask, “Teoría y espectáculo del cuerpo en el teatro de César Vallejo”

Reseña II: Vallejo en Uruguay

Reseña III: La sensibilidad vallejiana

VASINFIN, en homenaje a Henrique Urbano (1938-2014)

Vallejo Siempre 2014, Reseñas de las Actas. Tomos 1,2 y 3

(N)húmeros para (des)cifrar un pambiche/ Pedro Delgado Malagón

El canto de la lluvia: La palabra poética de César Vallejo  (TRILCE LXXVII)/ Gabriella Menczel

Surrealismo/ Dadaísmo en la poesía de César Vallejo

En torno a César Calvo y César Vallejo

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[La pituquería es ya una enfermedad incurable]

Gaviota

La pituquería es ya una enfermedad incurable

Antes todavía no lo era

Sobre todo la que se apropió

De los estudios culturales filosóficos

Literarios en fin de todo aquello

Donde lo aparente en principio

No debía ser cierto

Bruja quijaruda enana de pésimo aliento

Chico listo que aún no recibe su mordisco

Qué puede pensar un individuo

Que únicamente remite

Un libro a otro

Y que pudiendo hablar en mero español

Prefiere hacerlo en inglés

E imaginando estar en Inglaterra

Qué vocación para la copia

Carajo para la caricatura

En ese cubo mágico

Donde no entra un alfiler

Ni tampoco puede salir un solo pedo

Enfermedad incurable basada en el desprecio

Del otro que no sea de la capilla

De la argolla de los inteligentes

De los actualizados y aunque de modo informal

De los muy bien vestidos

Pero una gaviota no hace un verano

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