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Estaciones de Bethoven Medina

A

y celebro el primer día

hasta caer abrazado a la piedra

que encierra las claves del Saber

B

feliz he muerto y recogí azucenas, pensando en ti, Jesucristo

El poemario Éxodo a las siete estaciones (2016), a modo de diáspora o liberación del dolor ontológico de ser pobres, oprimidos o marginados, de Bethoven Medina (Trujillo, 1960), oscila entre estos dos polos (A/ B), del mito amerindio al mito mediterráneo; y, en el interin, hace eco de la mitología de incluso otras cuencas culturales.  Todo lo cual diseña, finalmente, un Jesucristo de piedra y también un Abraham de piedra; es decir, nos pone cara a cara ente el pan-andino y trasatlántico mito de Inkarrí:

Devoto del sol, me arremolino ante la Vida;

Porque sé que después de diez generaciones nos llegó Abraham

cuando pregunto nombres a las piedras,

tiran de mis nervios como cuerdas

Versos al modo de Los heraldos negros (LHN), en “Huaco”:

“A veces en mis piedras se encabritan

los nervios rotos de un extinto puma” (César Vallejo)

También, y esta vez junto a Julio Garrido Malaver (1909-1997), en función de epígrafe a la sección III del poemario que vamos reseñando (“Siete días de la semana”), autor del cual nuestro poeta publicó un estudio este mismo 2024 (Julio Garrido Malaver: poesía y ejes temáticos), asoman nuevamente LHN; aunque ahora aludiendo a la crispación del “no saber” y la consecuente acción de recogerse o “voltearse”:

Y el hombre… Pobre…pobre! Vuelve los ojos, como

cuando por sobre el hombro nos llama una palmada

vuelve los ojos locos, y todo lo vivido

se empoza, como charco de culpa, en la mirada.  (César Vallejo)

Días hay que no llegan/ Por más que lo esperamos/ Con el alma a modo de pañuelo/ Tendido en el camino/ Nos damos vuelta dentro de nosotros/ Y apenas si entendemos/ Que nos duele una pena que ya no/ entendemos… (Garrido Malaver)

En suma, fascinación por la cultura precolombina local, de modo emblemático centrada en Chan Chan, la cual cautivó al Grupo Norte (José Eulogio Garrido, César Vallejo, Alcides Espelucín, etc.), y que de modo más o menos explícito y bajo diversas plataformas –romántica, modernista, vanguardista– se ha proyectado desde los autores de aquella promoción hasta las obras de las siguientes generaciones de poetas liberteños (tema urgente de investigación).

El reto, tal como lo asume en sus “Estaciones” Bethoven Medina,  consistirá siempre en adentrarse y comunicar este legado amerindio, el mito de Inkarrí, del modo menos chauvinista ni nostálgico posibles; y catalizado, de modo simultáneo, con otros saberes y maneras de pensar y sentir del orbe.  La idea es compartir saberes y prácticas, de igual a igual, con el mundo entero. Como sabemos, la ética post antropocéntrica del cuidado, derivada de los mitos amerindios, señala una democracia perfeccionada y del futuro –nunca arcaica ni deficiente– y sin fronteras; tal y cual como tampoco deberían tenerlas los versos que dediquemos, con mayor o menor opacidad, a aquel nuestro gran héroe civilizador. P.G.

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Mandyju/ Cristino Bogado

 

Al poeta Bogado se le pilla con una trampa de hojas secas de literatura camuflando un hoyo de aquellos aderezados para sachavacas, corpulentos mamíferos hoy por hoy casi extintos.  De otro modo, no es posible ampayarlo; es decir, en sus textos, autores remiten a otros, páginas de un libro a otras análogas o tangencialmente diferentes.  Y así hasta, no el infinito, sino el patio, antes, una ventana que mira hechizada a la yiyi de la infancia, aquélla de los muslos tan prematuros de tanto darle a la bicicleta.  Y porque este sujeto poético, vaya, también que ha sido precoz para el enamoramiento que confundió, que entreveró, que su inaudita timidez prefirió solazar con los libros antes que con aquella yiyi que, hoy por hoy, apenas cabe en la bicicleta y que adora la poesía aunque, de ninguna manera, a aquellos, por tan desubicados, agrimensores de la nada P.G.

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LIBROS DE GRANADOS EN LA VII FLS

TRILCE: HÚMEROS PARA BAILAR       

LA MIRADA

VALLEJO SIN FRONTERAS

UN CHIN DE AMOR            

INKARRÍ     

Los libros se encuentran a la venta en el stand “Cajamarca”, departamento al que se dedica este año la VII FERIA DEL LIBRO DE SAN BORJA.  Este sábado 18 y tambien el 25 (4 – 6pm.) el autor estará firmando los libros. Y el viernes 31 de mayo, en el auditorio de la FLS,  bindará una charla alrededor de Trilce: Húmeros para bailar. Quedan todos invitados.

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“La vida en que sueñas”/ Laura García del Castaño

Tiene alrededor de veinte años en el oficio de escribir y ya varios poemarios publicados.  Es capaz de romper, de un solo martillazo, la más firme y bien contorneada maceta y hacer que retornen,  flores y plantas, al campo abierto.  Leer y escucharla leer su poesía es un verdadero consuelo entre tantísima estéril sabiduría.   La suerte me halló preparado para su rabiosa arremetida, aquella que dura lo que canta un solo gallo.  Me bailaría un tango malevo con ella; o mejor, si no sabe le enseñaría, una bachata de talones clavados sobre la arena, la tierra, el polvo de aquella tan marginada ciudad, resulta exactamente lo mismo.  P.G.

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VALLEJO, ADÁN Y EIELSON-SOLOGUREN: ESTANCIAS AMERINDIAS

(Autofiguraciones amerindias en el contexto de la migración y la interculturalidad)

MINI CURSO

Mediador: Pedro Granados, Ph.D -VASINFIN-  

Sumilla

Aquello de auto figuraciones alude, sobre todo, a anagnórisis o, también, deseo.  Estos poetas, representantes de la poesía peruana letrada-culta o experimental-vanguardista canónica del siglo pasado, las encarnan todos ellos en sus respectivas obras.  Viajeros sin excepción, incluido aquí el supuesto “exilio” predominantemente interior de Martín Adán (Lauer), a pesar de su clase social o el color de piel o de sus simpatías u oscilaciones políticas, repararon en que escribían en tanto mediadores amerindios o, aunque con premeditada opacidad en el montaje, aquello constituyó una suerte de autodeterminación ontológica.   ¿Por qué empezamos con César Vallejo?  Porque este autor representa, no sólo en el Perú sino en toda nuestra región, este discreto giro ontológico por excelencia.

Descripción   

Vallejo, Adán y Eielson-Sologuren: Estancias amerindias

Superada la “escenografía” modernista, la poesía latinoamericana recupera el paisaje; aunque no precisamente el telúrico y, sí, considerando la complejidad y virtualidad del espacio como un soporte más adecuado para lo humano: “Perception, Gibson argued, is not the achievement of a mind in a body, but of the organism as a whole in its environment, and is tantamount to the organism’s own exploratory movement through the world. If mind is anywhere, then, it is not ‘inside the head’ rather than ‘out there’ in the world” (Ingold 3).  Ejemplos: Escalas, de César Vallejo, o Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges, ambos libros de 1923.

De los formatos a las sensibilidades y de éstas a los espacios (“estancias” aquí) es de lo que trata el presente mini-curso.  Traducible este último, de manera intersemiótica y del modo más económico, acaso al dibujo de una ola y un rayo de sol.  El riel César Vallejo se halla presente por aquello que éste acuñara sobre “poesía nueva“ (1926).  El otro riel es una lectura de la tradición de la poesía peruana ya no como formato/s ni, tampoco, en tanto “sensibilidad” (individual, grupal) sino, en cuanto imposición o consagración en ella de un espacio amerindio (Ingold).  Gesto simétrico o multinaturalista (Viveiros de Castro) y, asimismo, no menos contra instrumental respecto a nuestro intento de tomar posesión únicamente libresca, histórico-política o en tanto “narrativa” del texto poético.

En consecuencia, entendemos “estancias amerindias” en tanto íconos o conceptos localmente motivados; aunque, de modo simultáneo, de relevancia o proyección universal.  Es decir, “estancias” en tanto fruto de una mediación conceptual amerindia para el mundo (Granados 2019).  Y, asimismo, mediación conceptual vinculada a una tradición –en este caso específico– el de la poesía peruana culta.

Por último, aunque no sería lo menos importante, trabajar con poesía nos parece metodológica y epistemológicamente urgente para, en específico, el actual contexto académico internacional.  No leemos poesía culta por perjuicio de hallarnos ante un objeto decorativo o intransitivo, propio sólo de una clase social privilegiada; o porque carece de la suficiente información para aplicarle, en automático, nuestros esquemas realistas (históricos e ideológicos); o porque simplemente no la entendemos, en particular, la de la vanguardia para aquí, y en consecuencia mejor la evitamos.  Este minicurso, a pesar de su brevedad, pretende echar luces y desterrar, si no todos, alguno de estos prejuicios.

Calendario en cuatro fechas

Introducción. César Vallejo: Muros melografiados

Martín Adán: “En la azotea”

El (des) nudo en la poesía de Jorge Eduardo Eielson

Estancias (1960), de Javier Sologuren.  Nueva visita. Conclusión

Bibliografía

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BOJEAR/ Enriquillo Sánchez

 

“Bojear (‘bojar, costear, navegar, rodear, circunvalar’). Sin embargo, título el de esta poesía reunida, que también puede juntar opuestos y actuar cual un oxímoron, al modo en que lo ensaya César Vallejo, de boca (voz) y página (hojear); y, acaso no menos, de golpes al “hipócrita lector” (‘bokear’) tanto como su simultáneo y reparador “hechizo” (‘ojear’ o ‘mal de ojo’).” P.G.

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Georgette asesinó a Vallejo

Vía un  almuerzo casero envenenado, a solo tres días del cumpleaños número 46 del poeta,  el día 13 de marzo de 1938; y luego de un mes, lapso en que por lo regular los venenos rusos causaban su inexorable efecto, el autor de Trilce (1922, 1930) falleció el 15 de abril de aquel mismo año en la clínica Arago de París.  Fiel a su causa, stalinista antes que esposa de nadie, Geogette Phillipart tomó esta medida  por órdenes directas del Kremlin.  Las sospechas del rebrote trostkista en el peruano no las habría tolerado el régimen soviético; ya que, según el NKVD (Comisariado Popular de Asuntos Internos), luego de “auténtico amigo” (primer viaje a Rusia en 1929),  Vallejo se habría tornado en uno “falso”; con claridad a partir de su tercer viaje allí (1931) y consecuente decepción política.  Pablo Neruda, miembro secreto del NKVD, entre las sombras habría participado en todo esto.  Georgette, por cierto,  se arrepintió muy pronto de tan insensible determinación; en realidad, esto lo manifestó casi enseguida: destruyó la máscara mortuoria de su recién finado esposo estrellándola  contra el piso; a modo de recriminarse por su propia conducta y, de paso, destruirse a sí misma.  E hizo la promesa, motu propio, de irse a vivir al Perú y no volver a casarse a pesar de su aún lozanía y, no menos, atractiva belleza.  Que Vallejo se supiera blanco de la NKVD, aunque jamás sospechara de su propia esposa, era lo que lo apuró a escribir con tanta urgencia sus últimos poemas (desde 3 de septiembre hasta el 8 de diciembre de 1937), incluidos aquellos que dedicara a España. P.G.

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