Archivo por meses: marzo 2010

VALLEJO SIN FRONTERAS

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Este blog se abre a la difusión del estudio y creación artística en torno a la obra o figura de César Vallejo. Idealmente, desea tomar distancia de las lecturas tópicas y típicas sobre este autor universal y, más bien, apuesta por lo heterodoxo; aunque con rigor intelectual, espesor persuasivo. Constituye una nueva etapa, monográfica o especializada, de lo que alrededor de Vallejo ya hemos ido colgando en otro portal: Blog de Pedro Granados. Bienvenidos.

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‘Mi tu Poesía es una mierda’/ Edgar Altamirano

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Edgar Altamirano

Encendí la radio y escuché que traerían el cuerpo de un amigo que falleció,
no sabía que hubiese muerto; la radio intercalaba música de rock muy vieja,
todos los poetas son una mierda excepto yo.
Encendí la cafetera y elegí un café expreso largo y espumoso,
un joven poeta me había pedido un prólogo, insistentemente.
Leeré su libro, cada cierto tiempo alguien me escribe,
ahora escucho música de los Rolling Stones en la misma estación,
se lamentan de la muerte de un amigo.
“Está muerto” -dicen,
“igual no saldremos vivos de este puto mundo” -dice Nelson B.C.
“todos los poetas del mundo son una mierda excepto yo” -digo yo,
y destapo otra cerveza; mi amigo ha muerto.
Suena el teléfono, es el joven poeta enviando otro mensaje,
“estoy aguardando tu prólogo, es importante para mí” -me dice;
abro el libro, es un engargolado manchado con café y bocadillos,
escribo en la máquina: “este libro es una mierda,
se encuentra lleno de horrores, faltas de ortografía, de redacción,
no es que yo apruebe la corrección gramatical, es una idea apestosa”.
Apago la radio porque me desconcentra, destapo otra cerveza
y continúo: éstos no son poemas, no están resueltos, no dicen nada,
es una sarta de imágenes inconsistentes, yo odio las imágenes y
la complejidad para esconderse; este chico dice en una de sus partes:
“la poesía soy yo”, estoy a punto de quitar su libro de la torre de
libros y poemas pendientes, pero me detengo.
Destapo otra cerveza, enciendo el twitter facebook, LinkedIn,
messenguer y todas esas madres de la cultura,
sigo escribiendo estupideces, sin haber leído los poemas,
envío la respuesta, ocurrirá lo mismo que con muchos otros,
se quedará callado, botará mi texto a la basura,
sus correos desaparecen de mi buzón.
Años después, me encuentro con el libro en las librerías,
ganó el premio al mejor libro del continente,
es famoso, no aparece mi prólogo, dejo el libro en el estante,
salgo y camino, entro en el café “la covacha”
y pido un expreso, hojeo un legajo de poemas
que me envió una chica joven, muy guapa,
“es fabuloso” -pienso, y no necesito leer todos los poemas,
“tus poemas me rejuvenecen” -le contestaré;
no recuerdo los nombres de mis amigos fallecidos,
“usted es una gran poeta” -le escribiré,
y creo que estoy envejeciendo.

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Poemas/ Cristóbal Kanashiro

in-lan.com

EL PEZ SOLAR
un pez volava en el sol
y cayó y se ahogó en el mar
sus escamas rotas
sobresalieron de la camisa
de mi tía la gorda
qué gran pez.

EL PROBLEMA
No es con ti go,
ni la cena
ni el almuerzo
tampoco el jugo
pero sí el lonche.
Y así todos los días.

GATOS
Un gato en el techo
que come mucho.
Come lodo y tierra.
Come todo lo vivo.
Ahora en el tejado.
Azul
Con manchas.

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Juvenal se ve obligado a dejar Tokio

instantcast.com

Abandonado por la fraternidad de su clan Yazuka, Yamamoto se ve obligado a dejar Tokio. Viaja a Los Ángeles en busca de su hermano Ken, quien se ha convertido en traficante de drogas. Poco a poco Yamamoto crea una nueva banda, con negocios que generan grandes sumas de dinero. Como el éxito provoca celos, Yamamoto une sus fuerzas a las de su rival del crimen japonés, Lord Shirase. Cuando la banda japonesa se niega a someterse a la Mafia, empieza una lucha encarnizada donde nadie puede encontrar un refugio seguro.

Así reza la tapa del DVD de la hechizada cinta de Takeshi Kitano. Sin embargo, a diferencia de lo que ocurre en esta película, el hermano menor soy yo y Juvenal –el auténtico, 74 años de edad– se ha separado de su mujer luego de ser un estoico, trabajador y apacible esposo por cerca de cuarenta años. El affair se lo comenzó a descubrir su familia porque fue demorándose más de la cuenta en regresar de comprar el pan y dedicándose a adquirir, de modo repentino, calzoncillos nuevos. Luego, su hija mayor descubrió y copió para los oídos de su madre una de las zozobrantes conversaciones de Juvenal con una mujer, probablemente, semejante a la de Yamamoto en el film “Brother”: no sabemos decir si bonita o fea, pero quizá sí distinguida. Por último, el pez por su boca murió… Juvenal hizo saber a medio mundo real –incluida su esposa– lo concerniente a sus arduas fantasías… El asunto es que esta misma tarde fui llevándole unas sillas y unas sábanas a una esquina entre nosotros acordada; no quiere mostrarme dónde vive por temor a que se lo revele a su familia. O quizá por simple vergüenza ya que poco a poco se fue enterando haber sido seguido, desde el principio mismo de sus correrías, hacia su ahora exabrupta libertad. Y semejante a como, esta vez sus tres hijas en coro y no sólo la más grande, fueron cobrando gruesa y sistemática venganza telefónica de la susodicha “distinguida”.

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Cinco ensayos deseantes: de Cárcel de amor a la última poesía española

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Prólogo

“Deseantes” describe con propiedad la naturaleza de estos cinco ensayos críticos del excelente poeta peruano Pedro Granados. Responden, como diría León Hebreo, a un esencial y trascendente erotismo, que proscribe la desidia y que abarca un concepto analógico del mundo. Mediante el análisis riguroso de una forma (un tropo, un tema, una obsesión), el profesor Pedro Granados da con el sentido, descubre y eleva al nivel de la aprehensión consciente los tonos armónicos más expresivos –tantas veces recónditos –y semánticamente centrales de los textos aquí considerados. Incluso en el ensayo final –tan personal, por tratar de la actual comunidad poética en lengua española, en la que destacan la fuerza, la justa ternura y la inteligencia clara de la poesía escrita por el autor de este libro– es manifiesta la capacidad “organizadora” de la mirada crítica granadina, pues desde dentro del bosque, nos describe sus parcelas grandes.

El primer ensayo –breve aperitivo, en realidad, de lo que será un generoso convivio– ya manifiesta el método señalado: a partir de un minucioso estudio formal, narratológico, del libro dolorido de Diego de San Pedro, llega Granados a elucidar la condición rezagada, ideológicamente, diríamos, de Cárcel de amor, que sacrifica el amor humano en aras –crueles aras– del amor divino.

Extenso, dilatado, rítmico, deja el mar con sus algas su voluntad escrita, propiedades del mismo texto de Granados sobre el mar en el gran poema gongorino, Poema de Polifemo y Galatea. Éste, con el otro extenso estudio del libro, que le sigue, me han deleitado con especial insistencia, dentro de la fina búsqueda venturosa que es Cinco ensayos deseantes. De hecho, el ensayo empieza con estas palabras para mí absolutamente caracterizadoras de la razón de ser del discurso crítico de Pedro Granados: “Iniciamos este trabajo con el placer […].” Mediante un complejo de posturas críticas tan variadas y sugerentes como son las de Bakhtin, Barthes y Dámaso Alonso, explora Granados la presencia temática, así como la impronta formal, la liquidez modulante, del mar en esa gran obra, señalando un mundo inestable, que vive sin sosiego, pero con la sorpresa a punto de estallar a cada instante.

Hemos mencionado el capítulo galdosiano, que sigue al gongorino, y he de confesar que, como estudioso que soy del arte de Galdós, es éste mi predilecto. Es, sencillamente, un estudio portentoso. En mi opinión, se trata de uno de los mejores que sobre el maestro canario se escribieran. Aventura de la imaginación crítica es el hallazgo de núcleos líricos en la prosa de un escritor realista, cuya facundia poética ha sido –con excepciones recientes– casi totalmente ignorada. Nadie antes, que yo sepa, ha analizado estas bellezas de la más alta expresión lírica, que en Galdós son, ni más ni menos, la flor de un árbol todo él poesía: este regalo se lo debemos a Granados. Ni qué decirse tiene que, si bien el ejercicio de la poesía puede enriquecer una mirada crítica, estas páginas críticas difícilmente habrían podido ser escritas por quien no contara con el oído y la sensibilidad del poeta. Por ejemplo, leemos: “De Maxi: El desamor. ‘Ya no me quieres –le dijo un día con inmensa tristeza–, ya tu corazón voló, como el pajarito a quien le dejan abierta la jaula. Ya no me quieres’. Un intensísimo pasaje en el que en realidad Maxi ya no reprocha el desamor (la infidelidad) de Fortunata, sino que esto se vuelve para él profunda certidumbre de otra cosa, de sí mismo.” Tras manifestar la estructura versal de estas palabras, expone Granados: “A la exquisita contención y sobriedad del poema que enuncia el motivo en tiempo presente (‘Ya no me quieres’) y la contundencia de lo irrecuperable en un llano tiempo pasado (‘ya tu corazón voló’), se aúnan las aliteraciones del consonante /J/ en el encabalgamiento (‘pajarito’, ‘dejan’, ‘jaula’, de los versos 3, 4 y 5, respectivamente) para ofrecernos una estructura musical como de llanto seco.”

A este estudio esencialmente poético, le siguen los dos últimos también sobre poesía: la de la generación del 27 y la actual. Aprovechando las categorías de Gastón Bachelard, estudia Granados a Guillén como “aereo” y a Cernuda como “terrestre” y “fogoso”. Y así topamos con este delicioso –por travieso, por finalmente exacto– oxímoron: “Con estos antecedentes, creemos que podemos leer la décima ‘Beato sillón’ como la experiencia de un vuelo.” La tierra ensombrecida cernudiana lleva a Granados a estas consecuentes caracterizaciones de ambos poetas: “son estas coordenadas de la sombra en la poesía de Cernuda la verdadera piedra de escándalo y justificación de toda su obra. Estamos en las antípodas de Guillén, ante un inconforme radical. Poeta pagano. Poeta de lo ignoto, a diferencia de la actitud omnisciente de Guillén. Poeta del yo roto y del mundo roto, en contraste con el yo integrado y henchido de fe de Guillén.” Exactamente.

Granados cierra este libro de mirada inquieta y certera con una visión de su propio mundo, es decir, de la poesía hispánica de la cual forma parte con su propia voz. Este ensayo personal destaca finalmente dentro del panorama de la poesía española actual a tres poetas: Ángela Valley, Jesús Aguayo y Antonio Moreno Figueras como voces que, entre modas que Granados cuestiona, como la llamada “poesía de la experiencia”, persisten, según sus palabras, dichas en una pregunta con clara respuesta, en “ensayar una voz personal en medio de tanto espejismo de mercado.” Cierra, pues este libro con una apelación a la honestidad, a la limpieza de acción e intención, libro éste donde se manifiesta el placer del pensamiento, la alegría de la creación, nutrido de conocimiento y rara sensibilidad. Enhorabuena.

Alan E. Smith
Boston University

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Cornelius Castoriadis/ Edgar Morin

recuerdosdelpresente...

Después de la guerra greco-turca de 1921 tanto los griegos que se habían instalado en Asia Menor como los turcos que vivían en Macedonia, desde hacía varios siglos, tuvieron que dejar su tierra natal. Unos y otros padecieron las primeras depuraciones étnicas de este siglo veinte. Así, la familia Castoriadis tuvo que abandonar Estambul para ir a Atenas poco después del nacimiento de Cornelius.

La segunda guerra mundial iba a orientar su destino. El adolescente Castoriadis se unió en Atenas, en 1944, al partido trotskista, que sufría la represión gubernamental y la decisión del comité central comunista de llevar a cabo su liquidación física. Castoriadis se refugia en Francia en 1945 y, con Claude Lefort, protagoniza una herejía radical en el seno de la herejía trotskista; la URSS, ya no es considerada como un Estado obrero solamente degenerado, sino como el Estado de una nueva opresión de clase, pierde todo privilegio revolucionario. Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, URSS, cuatro letras, cuatro mentiras, escribe Castoriadis. En 1948 funda, con Claude Lefort, el grupo Socialismo o Barbarie, que, sin dejar de criticar al mundo capitalista, denuncia también incansablemente el presente de una ilusión, lo que le vale el rechazo duradero de la izquierda oficial.

Nos habíamos encontrado para sostener la revolución húngara, durante el tumultuoso año de 1956. Luego, cada uno a su modo, nos encaminamos hacia una superación integradora de lo mejor de Marx en una concepción más compleja. Como dice Castoriadis, la continuación de la obra de Marx exige la destrucción del marxismo, transformado, en su apogeo, en una ideología reaccionaria.

En este círculo llamado al comienzo Saint-Just, y luego más modestamente Círculo de investigación y de reflexión social y política (Cresp), es dónde se efectúa una gran re-elaboración, en Lefort y en Castoriadis, y donde uno y otro van a repensar, por vías diferentes, el problema de la democracia.

La idea político-social de autogestión va a profundizarse con la idea filosófica de autonomía, la cual conducirá a Castoriadis a una gran mutación filosófica. La autonomía -darse a sí mismo sus propias leyes- conlleva en sí misma la auto-creación, y nos ubica frente al misterio de la creación misma, que, para Castoriadis, es más que una combinación de elementos preexistentes; el surgimiento de una novedad radical, que constituye una discontinuidad inesperada. Y, en la fuente de toda creación, está el imaginario, inventor de un mundo de formas y de significaciones, que en el individuo es la imaginación radical, y, en la sociedad, imaginario social instituyente. Imaginación y creación están ligadas, incluso en la fuente del pensamiento.

A diferencia de las concepciones dominantes, para las que el imaginario no es más que ilusiones o superestructuras, Castoriadis lo reintroduce en la raíz de nuestra realidad humana, al igual que, a diferencia de las concepciones no aptas para concebir la noción de sujeto, Castoriadis encuentra nuevamente los constituyentes del sujeto (el “para sí”, el hecho de que cada uno crea su mundo está dotado de imaginación) y destaca la importancia radical del surgimiento del sujeto autónomo en la sociedad democrática ateniense hace dos mil quinientos años.

Su pensamiento que se afirma a partir de L’Institution imaginaire de la société (Le Seuil, 1975) hasta el último volumen de Les Carrefours du Labyrinthe, Fait et a faire (Le Seuil 1997), toma forma epistemológica: nada de lo que está vivo, humano y social es exhaustiva y sistemática mente reductible a nuestra lógica clásica, que él llama conjuntista-identitaria. Castoriadis ve en lo que él llama magma, sustancia sin forma pero creadora de formas, el sustrato genésico de toda creación.

Esta reconstrucción filosófica no sólo no borra las críticas radicales que Castoriadis hace, en forma diferente, al totalitarismo y al neoliberalismo, sino que entraña la gran aspiración a la cual no dejó de ser fiel: la de una sociedad autónoma constituida de seres autónomos. Y ve en forma sorprendentemente profunda que la consciencia de nuestra mortalidad es la condición de esta autonomía: “No es sino a partir de esta convicción insuperable -de la mortalidad de cada uno de nosotros y de todo lo que hacemos, que podemos vivir como seres autónomos, incluso en los otros seres autónomos y hacer posible una sociedad autónoma”.

Corneille -como lo llamamos nosotros- se nutría sin descanso en los textos de Platón y Aristóteles, pero no era un filósofo intramuros: se esforzaba en pensar los componentes de la cultura y del saber de su tiempo. No basta con agregar unos a otros los términos de filósofo, sociólogo, psicoanalista, economista, politólogo para definir su espíritu enciclopédico. Era enciclopédico no en el sentido aditivo del término, sino en el sentido originario griego, que articula los saberes disjuntos en ciclo. Hizo mucho más que mostrar una competencia profesional como economista en la OCDE y luego como psicoanalista. Demostró de manera sorprendente que, contrariamente al dogma establecido, es posible en el siglo XX constituirse una cultura con la condición de ir a los pensamientos generadores, a los problemas, a las grandes obras. Era un hombre de cultura amplia y abierta, enamorado de la música, de la poesía y de la lectura, lector de revistas científicas.

Pensador de la autonomía, atravesó el siglo ajeno a los marxismos oficiales, al positivismo científico tanto como al positivismo lógico, al lacanismo (al que consagró un libelo corrosivo y divertido, rápidamente cubierto de silencios indignados o consternados), al estructuralismo, al post-estructuralismo, al post-modernismo. Con una violencia polémica que yo, a veces, he juzgado como excesiva, odiaba la feria de las vanidades, las reputaciones engreídas. Detestaba las futilidades y la parisianidad y, en un libro reciente, denunciaba el “avance de la insignificancia”.

¡Cuántas charlas de café estruendosas no hemos tenido! ¡Cuántos ágapes agradables! ¡Qué fraternidad en las rebeliones y en las desesperanzas! y cómo no recordar en las lágrimas de hoy nuestras risas en su cumpleaños 70 cuando yo recitaba mi “Oda a Corneille”. Y cuántas afinidades entres sus ideas y las mías; cómo él, creo en la autonomía, que yo llamo auto-organización; como él, me niego a dejar disolver la idea de creación; como él, creo en el carácter real y radical del imaginario; como él, creo en la posibilidad de una cultura que ponga en marcha al saber; como él, creo en la necesidad y en la insuficiencia de la lógica clásica; como él, creo en la virtud genésica de lo que él llama magma, y de lo qué él llama laberinto que yo llamo complejidad.

Corneille no entró en marcos que resultan normales a la mayoría de los intelectuales, universitarios y políticos. Era enorme, fuera de las normas. Lean las Historias, como se debe, del mundo intelectual, allí no encontrarán sino marginalmente citado a este gran pensador.

De la presencia de sus ancestros en el mundo otomano conservaba un modo de actuar de campesino balcánico pero era un ateniense del siglo de Pericles, teniendo en cuenta la vivacidad de su inteligencia; era al mismo tiempo un cálido mediterráneo, un auténtico europeo en cuanto a su cultura, que llevaba en él Oriente y Occidente; y este inmigrante transformado en francés contribuyó a la riqueza ya la universalidad de la cultura francesa. Hasta el final, siguió siendo vivaz, ardiente, fogoso, apasionado, joven: le gustaba repetir las palabras de Wilde: “Lo terrible de envejecer es que uno sigue siendo joven”.

Luego de tres meses de una lucha increíble de todo su ser contra la muerte, este titán se apagó, al lado de su compañera Zoé, su hija, Cybele, su hija, Sparta, su nuera, Dominique y Rilka, su madre. Del fondo de la amistad, del fondo de la fe en la creatividad humana, del fondo de la esperanza y de la desesperanza, yo saludo a la obra, al pensamiento, a la persona de Cornelius Castoriadis.

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Yo también he recibido

escritosblogcastillosene

Yo también he recibido esos jugosos
Y puntuales cheques
Y visto la nieve
Y vivido, más o menos,
Como una persona decente.
Y una mujer muy hermosa
Me ha esperado
Con sus caderas de péndulo
Contra mi vientre
Con su cadera y su leve
Compás
Allí donde uno
Es un hombre muy feliz.

También he cruzado el lago
Congelado
Y, por qué no,
Huido con el humo más vivo
De alguna chimenea
Colocada en el vasto camino.

Sin duda que he sido feliz
Que soy feliz todavía.
Sólo que
Vivo mal por un recuerdo
Y no puedo prescindir de él.
Los poetas vivimos por un recuerdo.
No para hacer el bien o el mal
A la gente
Ni para acertar
Con el mundo.

Me importa un comino el mundo
Aunque guste del condimento
Y del brote primero de tus ojos
Cuando te hayas en estación
De entender de escuchar de fijarte
Que he sido
Que soy el hombre más afortunado
Contigo.

A la poesía
Porque existe
En medio de las necesidades
Y la esquiva bonanza.
A la poesía. A la madre
La hija
Y la hijastra.
A la poesía
Que no impone
Cambiar tu vida
Ni otorga acaso ningún perdón.
A ella, la linda
La que viene, por lo común,
Con nuestros muertos
Pero que no está muerta.
Pero que no es avivata.

Una nube de hule
Un cielo de hule
Una ciudad de hule
Poesía, cuchillo viejo
Pegas a penas
Y lo hechas todo a perder.

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Tentación/ Edgar Altamirano

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Entré a Facebook con la más firme idea
de hacerme amigo de todas las mujeres guapas,
aquéllas que mostraran su mejor rostro
y escribieran no importa que sandeces;

éso pensé, aquél frío día de domingo
un invierno cruel, para mis huesos
y mis enfermedades crónicas.

Abrí una cuenta nueva y falsifiqué mis datos,
busqué una fotografía en Internet
de un hombre guapo, joven, desconocido;

y entré a la Internet, con estos deseos firmes,
tendenciosos, maquiavélicos, macielosos
y comencé a buscar chicas, chicas sanas
con nobles deseos, chicas ingenuas.

Pero justo en el momento, de responder a un chat
que se me había pedido: ¿a qué te dedicas?
me hizo recapacitar, destapé una lata de cerveza
de mi estante para poetas, y tomé un gran trago;

“soy un borracho” -le dije, “no me hagas caso,
y cierra ése chat; ve y acúsame con tu papi”
cerré yo la ventana de chat y me dí de baja
en la red, borré todos mis datos y cancelé la
cuenta.

Destapé otra lata de cerveza marca poeta de mi
estante de cervezas y me la bebí de un trago.

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La mecha

César Vallejo en Valencia: Congreso de Escritores Antifascistas (1937)

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Con el rabillo
A contracorriente
Arañas el flash.

Rodeado de antifascistas.
Húmedo y cóncavo para el pan.
Desfondado ante las palabras
Y sin pelar el diente

Sorprendido
En plena cultura
Occidental

Aunque tu cabeza sean dos:
Es lo que no muestra
Esta fotografía.
Como a la Sudamérica
De tu sien izquierda
Corresponde el África
Blanco oscura
De la otra cien.

Como al diablo sucede
Alguien que llora
Es tímido y acaso sonríe.

Última cena de América.
Y la primera de este mundo
Multifásico en tres cuerdas
En tres alas impúdicas
Que arrastran y vuelan también.

Vallejo enfermo
Vallejo sano

Miga que ya se ha hecho grande

Vallejo
Izquierdo
Quemado
Paralizado
O erecto

En la línea mortal
Del equilibrio.

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PAN NO VENIDO TODAVÍA/ Andrés Ajens

diarioshow.com

cada vez que sobreviene un terremoto, el eje

de la tierra se desplaza también entre las uñas

de tus pies; cada vez que un glosomoto se da,

junto a la consabida suspensión de analogías,

muda el ángulo de inclinación de cada estante;

un glosomoto, grosso modo, si se da, idioma –

no lengua, ni la tuya, heredada o a conquistar;

rastro sin rostro, entre olas de tiempo, idiomar,

donde lo que no habrá tenido lugar se abre cam-

po, estante a tierra, aguayo vino; al pan, pan.

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