Archivo por meses: diciembre 2019

Mis poemas hasta el 2020

He tenido (tengo) algunos mentores fundamentales para mi vocación y dedicación –conscientemente desde los quince años– a la poesía.  Mi madre, Lastenia Agüero, la cual me enseñó que ninguno es monolingüe o que el asunto de identificar cuántas lenguas uno practica no es cuestión de contarlas, sino de ahondar desde ya  en la mezcla; para alcanzar las notas más altas del cancionero, los domingos en una iglesia de Lima, y con suma naturalidad, ella se pasaba del castellano al quechua de su pueblo.  Mi hermano Germán (obrero, poeta y tallador), al que le dediqué y dedico siempre, “Cada vez me parezco más a mi hermano Germán“.  Martín Adán (algunos entre ustedes conocen la anécdota de que la lectura de mi segundo poemario, Juego de manos, precipitó su deceso).  Javier Sologuren al que, hacia mis veinte años, visitaba eventualmente en su casa de Los Ángeles (Chosica) y al cual dediqué mi tesis de Bachiller para la PUCP; y cuya metodología para leer sus poemas me ha marcado hasta hoy.  Manuel Velásquez Rojas, que reseñó mi primer poemario, Juego de manos (1978), con generosidad suma.  Y también, por supuesto, Jorge Eduardo Eielson, a quien he leído y leo y compruebo que él también me leyó.

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NO ES LO MISMO SER CACHIMBO SIN TI

Novela breve, de autor numeroso y colectivo (estudiantes y profesor de Estudios Generales-Ingeniería), donde un animal, Perro Vaca, genera ciudadanía: compromiso y ternura para con su comunidad.  En este caso la UNMSM y, a la larga, el Perú.  Breve relato muy bien posicionado argumental, estructural y filosóficamente; post-antropocéntrico, por cierto.  Nuestra protagonista no habla, como en las novelas ejemplares de nuestro padre Cervantes, tampoco es un dechado aerodinámico ni un arma a la que hemos entrenado como extensión de nuestra propia violencia.  Es simplemente Perro Vaca u Olga.  La cual se fue este mismo año (2019), y cuyo ejemplo ha calado entre los estudiantes, el resto de perros (¿acaso un par de docenas?) y los profesores en el campus de la, cuatricentenaria,  Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

https://noeslomismosercachimbosinti.blogspot.com/

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“Martín Adán en el manicomio”, de Rodrigo Núñez Carvallo

Retrato de M.A. por Rodrigo Núñez Carvallo

Bonito homenaje a través de una recreación polifónica de voces –todas pertinentes, fehacientes o históricas– de lo que ha significado Martín Adán para la poesía de la región (a pesar de Pablo Neruda).  La II parte más entretenida y, por momentos, incluso inspirada en relación a la I (*).  Del  anecdotario o perfil del poeta, Rodrigo Núñez trata de vender y hacer potable (cool) –y creemos que, a estas alturas del partido, sin duda lo consigue pues era un secreto a voces– la condición de homosexual del autor de La casa de cartón.  Otro caballito de batalla de parte del autor de este relato es su crítica, incluso desafío, a la institución psiquiátrica nacional-internacional; se salva Max Arnillas, frente a Honorio Delgado, porque aquél no es un figuretti y, sobre todo, le interesa la poesía (y la naturaleza del poeta: “Usted no está enfermo, usted es solamente diferente”).  Aunque su acierto más notable, el de Núñez Carvallo, sea su sabrosa anécdota (entre inventada o documentada, no es relevante) sobre la resolución de parte de Adán de irse al Cuzco para emprender, en deuda con su gran amigo Juan Mejía Baca, un poema alternativo al que, en 1954, dedicara Neruda a Macchu Picchu:

“Salí de la librería con la tentación colgándome en los testículos y lo primero que hice fue irme a la estación de Morales Moralitos de la avenida Grau y subirme al primer interprovincial que partía.  En la primera tienducha, como quien compra una golosina, me hice de un pisco para el frío y la altura y me embarqué.  A la mañana siguiente desperté de la bomba en Ayacucho.  Me había equivocado de bus”

Martín Adán –“el único verdadero creador que se dice civilista”– no logró escribir La mano desasida en ese momento; sin embargo, lo hizo pocos años después y, con esto, consiguió: “joder la divina presunción de Neruda”.

Por otro lado, aquello de “en el manicomio” no pareciera  describir aquí al entorno social del poeta; al final todos lo aprecian, lo aceptan o incluso amicalmente lo aman.  Tampoco propiamente describir al “delirante” Larco Herrera.  Creemos, más bien, que aquel lema apunta al núcleo familiar; pero acaso no sólo del poeta, sino a todo núcleo familiar y de cualquier época:

“El padre ido tempranamente, allí está la razón de todo, y una madre sin carácter.  La batalla edípica aún no ha terminado.  Pero es tan peligroso vencerla como perderla […] La huida de su padre, la muerte de su hermano Ramón, el tío loco que migró al cielo de los orates en 1927 […] Y ahora su madre Rosa Mercedes y su tía Tarcila en el umbral de la partida”

Pasaje, el más dramático de “Martín Adán en el manicomio”; y, con obvios matices, fresco  de fantasmas que habitan –aquí o acullá– la vida de cada uno de nosotros.  Pareciera plantarse, sobre este álgido punto, este leve y muy ameno relato.

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Al Brasil

Al Brasil, la dicha

Mala buena cantada

Sembrada a la orilla

De la catarata de la frontera

Del delirio del abismo

Ahora que estoy viejo

Pero me acompaña

Mi voz de cacatúa

De ave del paraíso

Desde un patio al otro

Del mundo

Mi  voz de puerco o de diablo

Hasta las últimas losetas

Donde tiemblo y te aguardo

Con mi cabello cano

Mi desviada nariz  

Mi orgullo insumergible

De poeta

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From Taoism to Teaism/ Renato Sandoval Bacigalupo

De una apertura cernudiana (“Peregrino”), aquello de: “Solo soy un atisbo, un resuello,/ un respiro, apenas un asomo/ sobre lo que nunca será dicho/ ni tampoco pensado” (“Ser palabra”), Renato Sandoval pasa a un posicionamiento, en su tablero, más bien modernista o simbolista.  Este último, a lo Eguren, tanto por el misterio o el claroscuro: “Quién deambula entre los pinos y perturba/ la paz de los helechos.  Una liebre/ se asoma entre las matas y en un nido/ se empolla un diamante.  Es otoño/ y por fin se asoma el horizonte” (Para su Tungpo”); como por lo enfermizo o deforme que atraviesa y apañan sus versos: “El sol es un sueño retorcido en el remanso” (“Del Taoísmo al Teísmo”).  A lo que habría que sumar, en este breve poemario trilingüe, incluso a Vallejo. “Con cuál de mis pies/ daré el próximo paso,/ …/ si no me corro,/ si no me arrastro/ si no me mezo en el columpio” (“Con cuál de mis pies”).  En suma, tal como reza el sugestivo título de esta entrega, From Taoism to Teaism, el poeta se propone también aquí acercar, hacer coincidir, conjugar varias y diversas poéticas; las cuales, en principio, aparecen muy disímiles e incluso contrarias.  Sin embargo, las mismas constituyen aquí las mieses de Renato para elaborar su pan; para esperar su vino.

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AL FILO DEL REGLAMENTO

Al leer de nuevo, aunque someramente, Al filo del reglamento (Madrid: La Mirada Malva, 2006), me percato que le atiné y celebré de modo anticipado mis cuarenta años en esto de la poesía.  Que esta compilación personal luce muy aglomerada, es cierto; pero permitir que los poemas respiren cada uno a sus anchas hubiera precisado multiplicar por tres o cuatro su actual volumen.  Pero todo, o casi todo, de lo que me nacía decir se halla aquí reunido: un pez ya boqueante al que le van llegando, vertiginosas, las nuevas aguas del río.   Alguna futura antología deberá darle más espacio a los poemas.  Y añadir versos, entre otros poemarios recientes, de Activado (2014) y Roxosol (2018); el cual, este último, en su integridad ha sido traducido al portugués por Amálio Pinheiro.  Nuevas traducciones están en pleno proceso, esta vez al inglés, y pronto espero darles más noticias sobre las mismas.

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MAMBO, AL CONSORCIO DE POETAS Y CRÍTICOS DOMINICANOS DE POESÍA

“Querido Pedro es un momento luctuoso para todos [lo de Alexis]. Aprovecho la ocasión para preguntarte donde te envió algunas publicaciones y agradecer tu opinión acerca de mi poesía.   Ojalá podamos vernos pronto espero noticias tuyas”

Nos veremos en el Teatro Nacional, todos de Armani, cuando reconozcan mi labor como difusor de la poesía dominicana en el mundo.  Y adicionen a ello un cheque suculento .

Nos veremos cuando se repita, en la UASD, la lectura de Un chin de amor, y lo publique la Editora Nacional; mejor dicho, cuando las andanzas de Juvenal Agüero sean tan conocidas, por todos sus estudiantes, como los versos de Pedro Mir, y cuidado.

Coño, cuando aprovechen mi estadía por ahí y me inviten a leer poesía en un sitio un tanto más adecentado que El Torito de Villa Mella, La Tacita de la Zona Colonial o El Blanco de Boca Chica, lugares que hasta no hace mucho he frecuentado.  Aunque dedicado a la poesía de la bachata; yo que, siendo también derecho, debía inventarme allí  siempre dos pies izquierdos.

Nos veremos cuando pongan comillas a lo que me pertenece y no pertenece ni su sentir ni a su pensamiento.

Cuando entre todos me conviden una buena cena… un bizcocho.

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Alexis Gómez-Rosa (1950 – 2019)

Il miglior fabbro dominicano ha muerto.  Y con él se cierra y, al mismo tiempo se abre, toda una época en la poesía  y la cultura letrada de su país: la desubicación del Canto General, frente a la ubicación de Trilce.  La insignificancia, en el tiempo, de la ideología y del verbo desmesurado; frente al “giro ontológico” que nos ha legado el peruano.  Ni utopía ni distopía, entonces, y sí post antropocentrismo.  Aquello de su “máquina hilandera”; aquello de que seres humanos y naturaleza salimos de semejante y cíclico turbillón de olas.  Tal como Ovidio en sus Metamorfosis, Alexis Gómez-Rosa captó y honró en su poesía el endiablado perspectivismo de su Caribe.  Un ligao es una jeba; y ésta, puede ser un bizcocho.  “!-Dulce!”, según el primer tip, sobre la vida en la República Dominicana, que aprendí de parte de un taxista.  Gómez-Rosa entendió, como Rancière, que la ética no pertenece o, en propiedad, es independiente de la literatura; y que es en el lenguaje y en la identificación (melting) con las cosas donde se juega la política de la poesía.  Y, en este asunto de la política, flecha transversal a toda su obra, estuvo cada vez más atinado, sobre todo en sus últimos libros:

Reencuentro de unos viejos poemas a los que “he lavado la cara”, según nuestro autor. Escritos desde el diámetro y hondura del volcán de los años. La emoción no gana al fabbro, aunque aquella sobrepuje como una ventolera; ráfaga muy próxima a una esquina o, mejor dicho, al que a la larga ha constituido su ángulo en el ring: Duarte con Paris. Que es como decir el cruce entre las antillas mayores y menores; la raya que divide lo conocido, de lo otro; el punto brillante, aunque desdibujado, porque allí se concentra todo lo vivido.

La poesía dominicana, e incluiría aquí a la del caribe insular hispano en pleno, tiene en la obra de Alexis la posibilidad de retomar sus raíces más poderosas, aunque aparentemente también más obscuras: las islas subterráneas que suben –y bajan– hasta lo más escarpado de los andes.  Mayor que Pedro Mir, cuyo discurso comprometido constituye hoy, y en privado, una monótona  eufonía.  Más palpable que “la poesía del pensar”, la cual –se hallaba entre sus aristas ideológico-estéticas– de algún modo inventó.  Más femenino, a lo Vallejo: “y hembra es el alma de la ausente/ y hembra es el alma mía”, que las propias feministas.  La poesía de nuestro recordado poeta atraerá siempre mucha agua de mar.

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