Archivo de la categoría: Narrativa

Narrativa

La sonrisa de Adán

-Adán sonríe y eso es raro (Gaspare Alagna dixit).  Muy probablemente están en “El Cordano”, lo digo por el laminado de mármol sobre aquellas sencillas mesas, entre otros detalles.  Una tacita de café expreso, una cerveza pequeña a medio consumir y apenas nada; vaya combustible celebrativo.  Va a ser un encuentro muy breve esta suerte de sutil humorada que, Adán y Juan, le juegan al conocido libelista Alberto Hidalgo; hay que ser justos, único encargado de la selección  de aquel famoso Índice la de la nueva poesía americana (1926), anti rubeneano y vanguadista, que asimismo firmaran, aunque “en ausencia”, Jorge Luis Borges y Vicente Huidobro.

-Martín pareciera hallarse a gusto entre sus contemporáneos y, sobre todo, en medio de ese, aunque discreto, bien aderezado garbanzal de ironía.

-Sonrisa muy distinta, la suya, de aquella mueca en los labios que corta transversalmente toda la entrevista, “Travesía de extrabares”, que le dedicaran, al bohemio poeta, Gregorio Martínez y Juan Ojeda.

-Es que en San Marcos, por lo menos desde los años cincuenta del pasado siglo (“poetas puros/ poeta sociales”), se nos domesticó para reaccionar, ante todo, a todo aquello hipo real: las nuevas vías de penetración que explican tal poema indigenista, la tabla del costo de vida en la vena de aquella narrativa de vanguardia, la toma del poder político como intriga principal de aquella puesta en escena, etc.  Algo que Adán se pasaría por el forro de su único abrigo.

-Ojo que en la Católica también se han cocido, aunque ahora sólo un tanto distintas a las de la UNMSM, otra selecta porción de habas verdes; la mayoría de las veces entre políticamente correctas y, a la larga, absolutamente insignificantes. Ante lo cual Martín Adán se hubo catapultado siempre en busca de mejor compañía, por ejemplo, la del puneño Víctor Humareda: “Atentos los dos a su ponche de invierno/ Tanto como Góngora, en aquella inolvidable letrilla,/ Lo estaba a sus castañas sobre el asador”.  Martín Adán que no identifica más indio que el que inventara, junto con la idea misma del Cusco, Luis E. Valcárcel.  Martín Adán que no reconoció, en la obra del Cholo César Vallejo, más que otro vivaz y paralelo remolino de polvo y sol.

-Adán reacciona atento a un ocasional fotógrafo.  Mientas Juan Mejía Baca dirige el rostro hacia Alberto Hidalgo, a quien acaba de publicar su Historia peruana verdadera (1961) –“Garcilaso”, “Túpac Amaru”, “Mariátegui”, “Yomismo”–; y este último, en efecto, como pillado entre las sonrisas de sus contertulios, no pareciera mirar sino más que al interior de sí mismo.

– Acaso se han congregado en “El Cordano” para celebrar la publicación de Nuevas piedras para Machu Picchu. Pablo Neruda, Alberto Hidalgo, Martin Adán (1961), iniciativa de la librería de Mejía Baca.  Es decir, el chiclayano parecería mirar hacia Hidalgo, sin oculto interés por saber cómo les iría tal emprendimiento editorial.  Por su parte, Martín Adán, sabedor de lo que pasó con aquel Índice de la Nueva Poesía Americana, es del todo indiferente ante cualquier “piedra nueva” para Machu Picchu. Sin embargo, junto a su gran amigo librero, ríe de las travesuras que, en esta oportunidad, no puede acometer Hidalgo, ocho años mayor en pillería que el autor de Diario de poeta.   Alberto Hidalgo, como no era su costumbre, cayó suavecito en esta breve celada.  Aunque, en la foto, parecería acabar de darse cuenta.

© Pedro Granados, 2024.

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OBRA NEGRA

A R.D.

El sudor
le gana al poema.
La alcantarilla
a mi voz.
Una irregularidad, apenas.
Un terrón de azúcar desconcertado
ante tantísimo eco.
Así el niño que vende,
y la muchacha que compro
ni con palabras
ni con besos.
Poesía de cara a la desconcertante
habilidad de unas serranas
de uñas multicolores
y engominados labios.
El sudor
puede más que la sed.
Porque aquél es secreto y el anhelo
sólo puede mover montañas.
Poco a poco
corto trocitos
que añado a mi licuadora.
A la noche de Santo Domingo
es preciso palanquearla con un fierro
antes de asirla y cortarla bien.
Noche densa y aceitosa que resbala
-como por un embudo-
hacia las nalgas de mi ocasional muchacha.
Muchísimo más negras que su propia cara.

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BOSTON ANGELS

Algunos años, entre siglos, viví en el 1206 de este céntrico y místico edificio mientras era estudiante en BU.  Commonwealth de a pie y opíparas cenas para los innumeables homless de Boston, en las iglesias de la vecindad, constituían mi cotidiano vivir.  Nuestro cotidiano, mejor dicho, porque en el 1206 también habitaba Anna H. Brown: hada madrina, portentoso rompehielos de lo establecido, oficina ambulante de control ontológico de la ciudad.  Lo primero que preguntaba al desconocido, luego de su nombre, era por su surname; lo cual le causara una incomprensión generalizada e incluso, alguna vez, una soberbia trompada en el ojo de parte de alguno que vestía overall o que, tal como nosotros, asistía al refectorio vespertino en las numerosas iglesias de la zona.  De un poco de todo esto trata esta sumaria novela.  Y, sobre todo, de mi recuerdo y cariño por Anna.

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VALLEJÓLOGOS (NOBLOGA I-X)

Tercera “nobloga”, luego de la colectiva No es lo mismo ser cachimbo sin ti (2019) y Agüeros para armar (2020), esta vez sobre la recepción de la vida y de la obra de César Vallejo.  De este modo, Vallejólogos (2024) precipita, a través del concepto que acuñamos hace años sobre la “nobloga” (2008), cómo se ha ido sucediendo la mirada hacia aquel ex-céntrico universal, que algunos motejamos el “Cholo”.

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VALLEJÓLOGOS VIII

Chuponeo a los biógrafos de César Vallejo

La muy reciente publicación de los Manuscritos poéticos de César Vallejo, por parte de Enrique Ballón Aguirre, ha traído consigo, aparte del tan significativo acceso a aquellos papeles –junto a un minucioso estudio de más de seiscientas páginas, firmado por aquel lingüista peruano–, el destape de un auténtico submundo en lo que atañe a los vallejólogos o biógrafos de nuestro “Cholo” universal. Libelo, mejor convendría denominarlo, el que  Ballón ventila en su “Preámbulo” (páginas 5-26) y torna al desconcertado lector en un escéptico radical   –todos los vallejólogos terminan por ser gente de muy baja estofa–; incluido el propio autor del libelo.  Estudioso que acaba de hacer público, aunque por la misma fecha ya lo supieran Pablo Macera y Fernando de Szyszlo (p. 25), que en 1978 recibió de parte de Georgette Phillipart, en calidad de donación, los manuscritos del poeta.  Aunque, más que donación, mejor cabría hablar de canje, dados los buenos oficios de Ballón en tanto estudioso de Vallejo, abogado y facilitador editorial de la mayor consideración y complacencia por parte de la autora de Masque de Chaux (Máscara de cal).  Es más, desde aquel “Preámbulo”, pareciera que su autor se aproximó y brindó apoyo a la viuda de Vallejo en tanto y en cuanto ya conocía –por intermedio de E. González Bermejo desde 1976 (p. 23)– de la existencia de aquellos manuscritos.  Obvio, Ballón intenta en primer lugar  –no con cierta inmodestia o sostenido auto exhibicionismo intelectual de su parte– limpiarse de la acusación de apropiación ilícita de  un trabajo ajeno y que hasta hoy lo toca, aquel de la reunión de las crónicas vallejianas por obra de Jorge Puccinelli.  El asunto es que, con sus luces y sombras, Ballón  logra que Puccinelli (fallecido el 2012) caiga bajo sospecha de hurto impune.  Para el efecto, convoca y se apoya en la autoridad de Luis Alberto Sánchez y, constituye una constante, en la complicidad de Georgette de Vallejo.  ¿Ladrón que roba ladrón?  Según aquel “Preámbulo”, fue otra vez la viuda la que proporcionó a Ballón –y por lo tanto no tenía necesidad de hurtárselas a nadie– las crónicas que publicara nuestro “autor sin derechos de autor” en el Diario El Norte (1923-1926) y que constituyen el eje del problema.  Librados aquí de culpa no queda casi nadie, con excepción de Georgette y el propio Ballón por supuesto.  Evidentemente, Juan Larrea, André Coyné, Gonzalo More, conocidos enemigos de la viuda, son pasto del fuego.  Pero algo semejante ocurre, por enemistad con una o con otro, con José Miguel Oviedo, Antonio Cornejo Polar y alguno más.  Algo semejante, con el prurito de no haber contextualizado sus minuciosos hallazgos, ocurre con la crítica de Ballón a los trabajos de  Giovanni Meo Zilo y Roberto Paoli.  Crítica, esta última, para nada gratuita ya que el perfil de ambos estudiosos italianos es relativamente semejante al del propio Ballón.  Es decir, un tanto, aunque no del todo, al margen del libelo, la “clamorosa falta de interpretación del sentido contextualizado de cada composición” (p. 22) es únicamente la de ambos peruanistas y de ninguna manera la de Enrique Ballón.  Hecho, este último, que por nuestra parte hemos debatido hace muy poco al reseñar un artículo de nuestro compatriota y ahora más famoso todavía gracias a los manuscritos vallejianos, “Diglosia poética: Vallejo/Verlaine“.

Por último, lo que deseamos puntualizar es que frente a tanta manipulación de los datos de la vida del nacido en Santiago de Chuco.  Es decir, frente a los gruesos intereses de variada índole por parte de los vallejólogos y, además, no menos miopía crítica que  media  en la  elaboración de su biografía fáctica.  Por ejemplo, presente también aquí, aquel auténtico fetiche de la “evolución política” de Vallejo en sus poemas póstumos, como si en Los heraldos negros o en Trilce no existiera desde ya  una plenitud “política” aunque, acaso, con ingredientes culturales  distintos.  Por lo tanto, deberíamos más bien, y haciendo el camino inverso, ir de sus poemas  a sus crónicas e incluso a su biografía.  En otras palabras, deberíamos elaborar, y creemos se hace urgente y necesario, una suerte de biografía “interna” y multinaturalista. En eso estamos y a eso los convocamos.

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César Vallejo y Otilia Villanueva Pajares (“O.”)

(A manera de celebrar, este 16 de marzo, un cumpleaños más del poeta)

Novela breve sobre el poeta César Vallejo, esta vez  en Foz do Iguaçu (Paraná, Brasil); y también, paralelamente, sobre Juvenal Agüero.  ¡Fozi Lady! continúa la saga de Prepucio carmesí y otras novelas cortas (Lima: Tribal, 2013).  ¿Las últimas palabras del poeta fueron, realmente, las dedicadas a España (“-Me voy a España”)?  Postrado en su lecho, próximo a la muerte, aquéllas –y reiterativas– fueron más bien  otras; para disgusto de Georgette, y a modo de venganza anticipada por la máscara mortuoria del poeta que su esposa hiciera añicos.  Hace algunos años se publicaron unos muy pocos ejemplares de ¡Fozi Lady!, de factura artesanal (Guardanapo Editores) y en versión bilingüe, traducidos magníficamente al portunhol selvagem por Bruno Melo Martins.  Aquí les va el pdf –por gentileza de “Vallejo Sin Fronteras Instituto” (VASINFIN)– con la versión íntegra en español.

Fozi_Lady

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VALLEJÓLOGOS VII

Tu poesía parece estar en un diálogo con Arguedas y con Vallejo. ¿Es así? ¿Cómo?

Fundamentalmente con Vallejo, a través de un paulatino descubrimiento poético que se toca con uno también intelectual, de modo un tanto más consciente en los últimos veinte años. Lapso de mi tesis de doctorado que le dediqué, junto con poemarios y ponencias; las cuales, estas últimas, por lo general van a contracorriente del modo usual con que hasta ahora se recepciona al autor de Trilce.  Ejemplos de esto: “Trilce, muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (2007), Trilce: húmeros para bailar (2014) y Trilce/Teatro: guión, personajes y público (2017). Pero no me considero, en tanto poeta, un vallejólogo ni, mucho menos, un vallejómano; tengo voluntad de estilo y ambición personal que me hacen, tal como la pregunta, dialogar con él y no meramente imitarlo.

El sol juega un papel protagónico en varios de tus poemas. Alumbra descubriendo los espacios oscuros. Lo mismo desempeña “tu/la” mirada. ¿Hay una analogía entre el sol y el ojo?

La mirada (2022) no alude a un ojo ni a dos o mas; es mas bien una cualidad o acontecimiento. Por ejemplo, en El zorro de arriba y el zorro de abajo, son dos zorros que juntan sus rostros y, por ende, sus ojos, los cuales constituyen cuatro entonces, aunque ensayan una sola mirada milenaria dirigida a Chimbote.  Instancia que implica experiencia, y no solo una idea o pensamiento. La mirada se parece a una epifanía y a una anagnórisis porque, en última instancia, aquélla es gozosa. Un mito cumplido; y no solo una utopía o algo abstractamente por venir.

En uno de los poemas de este libro, el hablante se pregunta “dónde está la poesía”. ¿Para ti es esto mejor que preguntarse “qué es la poesía”?

Exacto. Qué es introduce apropiación y corte sincrónico; de algo que no tiene propietario y es algo semejante a un fenómeno continuo y ubicuo. No existe o, por el contrario, existe; no es antes ni después; no implica una disciplina, premio o ascesis; todo va depender de la perspectiva con la que se observa.  Aquí resuena el budismo zen; las propias teorías actuales del multinaturalismo, aquello de que entre nosotros y los animales mayores compartimos un alma (cultura) en común y lo que nos diferencia son sólo los cuerpos; un propio catecismo renovado –desde que la creación continúa, no ha cesado–; etc. ¿Y qué podríamos hacer? No nos queda sino echar mano de lo que tenemos más cerca para orientarnos e intentar explicar nuestra experiencia de ella, de lo que por un mero formalismo denominamos poesía.

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VALLEJÓLOGOS VI

Saturnino

Cohete de tubérculo

Mandíbula al cuadrado

Apuras el látigo

Que desde niño te zurrara

No el de tus progenitores

Sino el de la naturaleza

Descabezado amigote

Miope a Vallejo aunque cuentes

Con escrúpulo sus sílabas

Y  por doquier vayas almidonado

Serás siempre y para siempre

El crítico insignificante el truhán

Jorobado que trama a escondidas

Entre las cuerdas de la tramoya

Créditos y réditos

A mí no me engañas bicéfalo

Matador de las musas

Empapélate bien el hocico

Y encurte mejor los sesos

Antes de hablar de Vallejo

O querer vértelas conmigo

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VALLEJÓLOGOS IV

Participaste en el homenaje de la revista Mar con Soroche de Chile del centenario de “Trilce”, ¿qué te ha parecido esa experiencia?

-Hablas de la revista Mar con soroche, que alimenta nuestro amigo Andrés Ajens; homenaje (Sien en Trilce) en el cual participé, en cuanto presidente en funciones, a nombre de Vallejo sin Fronteras Instituto (VASINFIN). La experiencia, y publicación de un dossier con muy buena acogida, muy interesante ya que refleja los matices diversos de la recepción actual de la obra de César Vallejo; fueron 77 colaboradores de acuerdo a los 77 poemas del poemario de 1922. La mayoría optó por el p#rformance, muy pocos por el ensayo tradicional, aunque este debía ser necesariamente breve. Todo lo cual me parece que da una medida de la vitalidad de la obra del peruano. Aunque, claro, subterráneamente la gran mayoría de convidados privilegió, digamos, una lectura o punto de vista posmoderno del asunto: ligero, arbitrario o contingente, lúdico; frente a los que defendemos, aunque parezca escandaloso tratándose de un escritor supuestamente vanguardista, una lectura “correcta” y de raigambre no cosmopolita, sino más bien amerindia de aquel libro. Perspectiva, la de VASINFIN, que alcanza poco a poco mayor atención e interés y se refleja, ahora mismo, incluso en el criterio de la traducción de Trilce al italiano por parte de Lorenzo Mari (Argolibri, 2021). Algunas de estas ideas, y para el contexto de la literatura en portuñol, las hemos expuesto en un ensayo reciente, “César Vallejo en español selvagem y portunhol trasatlántico” (http://sibila.com.br/critica/cesar-vallejo-en-espanol-selvagem-y-portunhol-trasatlantico/13205). En suma, disentir, tener ideas distintas y hasta opuestas me parece un signo de salud y no de muerte; aunque, por cierto, algunas ideas y no otras tengan mayor respaldo de la institución literaria en funciones.

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