Archivo por meses: febrero 2011

Vértigo (entrevista a Pedro Granados)/ Kinder Escalante*

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(Fragmentos de un cuestionario no absuelto todavía)

¿Por qué el tema recurrente en este blog es Pedro Granados… como si en el mundo no hubiera otro asunto que merezca ser tratado? Sin embargo, tu narcisismo pareciera impostarse; es decir, acaso eres tan narcisista que en ello mismo te vas saliendo poco a poco por la tangente y rozas una forma de profundidad, una forma de “nosotros” oculta o subterránea. Como si del reino de las necesidades –la crítica neo-historicista, cultural o de género– hubiéramos pasado a la del puro deseo.

¿Cuál es el objeto y objetivo de tu crítica… pareciera omnívora? ¿Algunos lectores especializados, algunas instituciones académicas o, más bien juntos, ellos y ellas? ¿El humor, a veces desopilante y desestabilizante de tu crítica, sobre qué lo aplicas? Humor casi sin esperanzas, y por ello más cáustico todavía. ¿Cuál es tu punto de apoyo?

Entendemos que el espacio de tu indagación no es sólo el Perú y que tu gabinete crítico lo constituyen plurales instrumentos. La bibliografía penetra tu novela breve (por ejemplo, En tiempo real) como el testimonio –haciendo del ensayo una crónica– tus textos sobre poesía contemporánea (“Los poetas vivos y más vivos del Perú”, “Desde otra margen: la última poesía española”, “Chairo con alguna notable poesía boliviana última”, etc). ¿Cómo y en qué momentos saltas de uno a otro entre los hilos de este sutil entramado? ¿Comienzas el ensayo como si fuera un poema, un relato, algo que tuviera como prioridad argumentar?

En tanto narrador, ¿has terminado de salir del monólogo de tu infancia (Prepucio carmesí); has quedado atrapado entre las populosas nalgas de Yaella (Un chin de amor); o te has cobijado –intentando sublimarlas– entre las limitaciones y carencias que significa vivir otra vez en el Perú (En tiempo real)? ¿Propone algún tipo de utopía lo que escribes?

Considero que actualmente, en cuanto poeta, eres uno de los más importantes de la región. Que leerte, tal como podemos colegir desde los más perspicaces comentarios a tu obra, es una de nuestras tareas impostergables. ¿Cómo percibes esta especie de naciente, todavía, valoración y fervor por tu obra? ¿Qué significado tendría, por ejemplo, en la tradición poética del Perú; cómo se iluminaría su panorama, más o menos reciente, desde tu poesía? Una continuidad que iría desde Vallejo y Adán, pasando por Eielson, hasta Granados.  ¿Qué afinidades y diferencias percibes entre tu obra y la de los poetas españoles de tu generación? ¿Cuáles con la de los mexicanos?

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CYBORG ANDINO-CARIBEÑO/ Armando Almánzar Botello

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Al poeta y crítico peruano Pedro Granados
[A propósito de Soledad impura]

Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
Desbordante de energía afirmativa
su dicción sobria lúcida coloquial y filosa:
cuchillo de un carnicero taoísta.

Próxima y remota:
Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.

Ella sirve de refugio a un furioso
temible y tierno animal
-ávido de eternidad en tránsito-
que olfatea y palpa el cuerpo erógeno donde confluyen:

la temible desnudez de la mujer
el neón seductor de la noche
la retracción desafiante de la página en blanco…

Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.

Voz del desierto en la ciudad y el hueso.
Palabras de una soledad y de un exilio que al decirse
crean el espacio de un posible encuentro:
la quena la pena el tambor y la mujer del sueño.

Poesía del acoso y de la pérdida,
del apetito de altura y del fluir del mar….
Alas: Olas presurosas… Hilos: Laberintos mestizos
de Ariadna indescifrada…

La escritura impertérrita del mito,
de lo mixto,
intenta crear un “nosotros” intensivo
en el peregrinar iniciático
y en el desasimiento.

Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
Conjunctio: Teseo y Minotauro.

Desengañada su dureza en ciertos versos cortantes
inédita criatura nómada permite
respirar la flor maravillosa de lo (im)propio
presentir la geografía ilegible de otros textos.

Y extrañamente logra transmitirnos
el hechizo:

Amorosos abrazos
disyuntivos: goces ¡mundos!

¡Doloroso arte de vivir cayendo!…

Con las manos del Cyborg la poesía toca
ataca explora
la textura hiriente de las cosas.
Fosforesce de nuevo la mágica evidencia:
¡lo palpable!

Ulises que a Ítaca no llegara nunca,
piensa: ¡el único posible asentamiento
está en el viaje!

El poeta dionístico dice:
la posible y frágil salvación
tan sólo nos aguarda
en los labios indescritos del enigma:

La belleza terriblemente fugaz que ahora amo,
¡siempre!

¡Oh latido secreto del rizoma
letra femenina de la noche
paragrama subterráneo de los cuerpos!

Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
En su página escribe lo que salva:

El goce fluyente del poema encarnado.

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A QUIENES CORRESPONDA

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Qué vas a decir cuándo pasen los años y que tenías a Pedro Granados pegado a tus narices… y nones. Ni una palabrita de aliento; mucho menos, unas frases atinadas sobre su poesía. Qué te vas a decir en el otro mundo, y sabes perfectamente a quién me refiero. Chupado, como estás, como la papa seca que eres… anhelarás regresar desde el polvo, para reparar tus avinagrados ninguneos y bien calculadas mezquindades, pero acaso sea ya muy tarde. A menos que desde el más allá soples al oído del jovencito y de la jovencita a los cuales influiste a que reparen, a que honren por ti, lo que tu intransigencia o terquedad –sobre esta frágil chalana de Lima– jamás te lo permitieron. Que vamos por aquí siempre a tumbos y entre un penetrante olor a mierda, acaso lo olvidamos.

Contemporáneos todos, en lo básico, a ustedes les correspondió servir como telón de fondo a mi poesía. Leerme a escondidas; y callarse, salvo cuando en su propia obra olvidaron las comillas. Esta reacción no es, para nada, culpa de ustedes; que se fabrica el odio y también el amor. Es decir, sus sentimientos en mis manos –una vez traducidos en literatura– como que jamás me interesaron. Por más buena fe que me impuse en la tarea… sus pírricas aventuras terminaban siempre por disuadir a este, como buen nativo Piscis, misericordioso caballero.

Poetas del porvenir, contrario a lo que de modo usual se espera de ustedes, no creo en los jóvenes. A menos que, una vez en ultratumba, alguno o alguna me demuestre lo contrario. Entonces vendré, con permiso o sin él, porque permanezco atento. A brindarles mi consuelo de aguas oblongas; mi discreto y proceloso aliento. Atento a una alma extraña, no a una sabihonda. Alerta a que la marea de la cultura en cualquier momento baje y, si fuera el caso, vea como despuntan las primeras flores de la andromedia… Los brillantes cabellos de aquélla que nunca olvida y, muy de vez en cuando, nos solicita tan insólito refugio.

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Retrato de César Vallejo/ Antenor Orrego

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César Vallejo, sentado al centro; Antenor Orrego, justo detrás y de pie.

Paréceme verlo todavía, a una distancia de más de treinta años [1955]. Figura magra, escurrida en demasía, flexible, ligeramente dislocada al caminar, de mediana estatura. Frente vasta, alta, sin ninguna arruga, con suavísima prominencia en la parte superior. Caía sobre ella, con gracia viril, desordenada en ocasiones, una bruna, copiosa y larga cabellera. Vigoroso el entrecejo, mas sin dureza ni acrimonia. Empero, lo característico de su semblante eran los ojos buídos y oscuros, sumergidos a pique en dos cuencas profundas, abismales casi. Parecían taladrar, estuporados de misterio, el enigma de la vida, desde la honda sima de su alma. Y, luego, los pómulos salientes y el audaz mentón beethoveano que avanzaba, como una quilla cuadrada y resuelta, que acometiera, por anticipado, el duro destino que le aguardaba. El rostro, en conjunto, de rasgos originalísimos, daba la impresión tan honda, difícil.

Memoria, mezcla de bondad y energía, a la vez. No tenía puras facciones de indio, ni tampoco de blanco. Menos aun esa hibridación fisonómica del mestizo tan frecuente en nuestro pueblo. Repito que era una efigie muy original, de vigorosa, armoniosa y enérgica unidad de expresión. El pergeño, en conjunto, traía al recuerdo la imagen de Abraham Lincoln moreno. Tenía, más bien, por sus facciones, por sus gestos y por su color amarcigado, el aire de un hindú. Hablaba poco y poseía una noble seriedad en la actitud. Jamás le vi colérico, aunque se le adivinaba transido por angustiosas inquietudes internas. Era incapaz de herir a nadie. Magnánimo y tolerante siempre. Cuando se producía una situación tensa o violenta entre amigos, le afloraba el humor a los labios. Una graciosa y amable agudeza deshacía la tempestad inminente, como por ensalmo.

Ambos supimos, desde el primer instante, que íbamos a ser amigos de toda la vida. Lo supimos por esa intuición juvenil que nos alumbra, a veces, desde el futuro, panoramas enteros de nuestra propia existencia (90-91).

Era un niño que en ciertos momentos sufría las agonías de un hombre (114).

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Educación: Plumas de perogrullo (I)

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El problema del sol son los helados (L.H.C.)

.Su propósito no es cultivar el talento, sino apuntalar el proceso de socialización. El talento más bien, si sobrevive, por lo común marcha al margen o justo a contracorriente de las agendas educativas.

.Sucede entre personas, incluso por medio de la Internet, no entre tecnologías.

.Tiene que ver con la calidad de vida del docente, antes incluso que la del alumno. Éste jamás va a creerse –los muchachos te miran desde los calcetines rotos hasta el magma tumultuoso del corazón– las historias de alguien que acepta la inmoralidad de un sueldo mísero; la imposición de unos horarios que quitan el alma, que pareciera montados para volvernos gradualmente incluso más ignorantes. Nadie enseña si no medita. Leer, uno de sus caminos, no es informarse para comunicar; es, sobre todo, transformarse para ir ganando algo de autonomía (C. G. Joung). Meditar, bien de primerísima necesidad.

.”Primero el pensamiento, después la razón”, frase del simpático Antenor Orrego; el cual, aunque de edades semejantes, fue mentor de César Vallejo. Mentoría sin la cual este último –junto a todas sus miserias evidentes y sus muy secretos gozos– no hubiera sido capaz de escribir Trilce.

.Reproduce, en tiempo real, nuestra rancia herencia colonial y terca historia republicana. De desprecios, abismos económicos, dictaduras, huachafería y arribismo seculares. Así que paciencia. A menos que de modo oportunista –y esencialmente hipócrita– queramos acabar de un plumazo con todo ello y fundemos el Nuevo Colegio o la Nueva Escuela. Tal desespero y directiva ideológico-política existe tan solo para los directores de esos proyectos. Los demás, alumnos y profesores, se pliegan por fundamentalismo, anuencia ante el poder o por algún tipo de beneficio inmediato.

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¿Qué no es este blog?

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Un pizarrón de noticias.

Un megáfono para propagar, aún más, la cultura de moda.

Una tribuna grupal, una one-jé, unas tablas de la ley…

Un ok en el directorio de lo holístico, vaya nombrecito.

Algo en qué confiar. Algún cimiento

sobre el que poder construir.

Una buena intención. Un pensamiento bueno.

Una moneda dialogante.

Una prebenda a cambio de continuar

con lo de sobra conocido;

con los de sobra conocidos: “sellones”.

Una tecnología, una didáctica, un diseño.

No oculta, eso sí,

quererse sumar a la poesía:

“humito del lenguaje”.

Según el sabio y eterno estudiante

de educación primaria,

mi recordado y querido

tierno hermano Germán.

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Otro fragmento de Una ola rompe

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“Rompe olas”/ Macarena Vita

-¿Te acuestas ahora temprano o tarde?, pronuncio directo por el hilo de mi celular.
-Hola Josecito (así me denominan entre la familia)… cuando hay un programa bueno me acuesto a las 11 o 12, pero me sigo levantando a las 5 y media…
-A comprar el pan!
-Parece que todo se distiende… me encontré con C (nombre de esposa y de censura)… fui al mercado por mi medio kilito de azúcar y allí la vi… claro, no he estado con ella por cuarenta años por gusto… quiere visitar mi cuarto… yo vivo sin mujer, estoy solo, ella no me cree… hay posibilidades. Pero no sé qué hacer…
-Tómate tu tiempo.
-Heeee…
-¿Y las sábanas… te sirvieron?
-Allí mismo dentro estoy… bacán.
Y La Lorita que escucha y a la que cuento mi conversación dice que qué bueno que van a enamorarse otra vez y yo digo que puede ser pero que se le cayó la tragedia a todo este asunto la cresta a esta ola boba que parece ahora mismo y por el contrario una babosa del parque un godzila reptante a través de una lupa barata y, por lo barata, además distorsionada.

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Presentación de ‘Palotes’/ Carlos Eduardo Quenaya

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Hemos recibido –con vivo apetito y curiosidad– los ensayos, reseñas y notas que, sobre poesía, Pedro Granados ha venido publicando en la Internet y que han sido –son– fundamentalmente una invitación para discutir, para agitar lo de sobra conocido y, muy a menudo, también para ponernos sobre la pista de un poeta, un poema, una imagen, una idea que nos acompaña y que resulta, a la larga, una especie de ventana para mirar y escuchar y retornar más ventilados y ligeros; mejor dispuestos, tal vez, a la poesía.

Esta mirada de Pedro –poeta y amigo nuestro desde hace no mucho tiempo– cumple con lo que los lectores de poesía esperamos, al menos los que creemos que leer poesía puede ser también una forma de jugarnos la camisa (para decirlo a la manera de un poema suyo). Porque es difícil encontrar otro nombre, entre nuestros actuales críticos y reseñistas, que pueda acompañar al autor de Prepucio carmesí en este intento por proponer una lectura persuasiva y audaz de lo que pasa en el ámbito de la poesía hispana reciente. Y no, obviamente, porque la crítica –ni siquiera la de poesía – haya pasado de moda.

Allí donde la crítica se vuelve monocorde, astuta o ensimismada en su cómoda cháchara, la poesía simplemente pasa de largo. El autismo de este libro viene de la mano, felizmente, de una transparente hondura, de sutiles e iluminadores hallazgos y, sobre todo, de una alegre sabiduría que se transmite con la anuencia y complicidad del lector, el cual asiste desde las primeras páginas a un recorrido que, deteniéndose en antologías o poemarios, logra avizorar las calles y avenidas principales de la poesía de países como Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Perú, México, Argentina, Venezuela, España, República Dominicana… trazando un mapa sugerente de la actualidad y adelantando el pie para pisarle la cola a lo que está por venir.

Que estas palabras –escritas en este incierto y ronco verano– sirvan para motivar al lector a transitar por estas pródigas páginas, mejor acogidas si las leemos con equiparable imaginación y deleite.

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Sobre el “desaprendizaje” de Celipe Centeno

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Ahora, respecto a El Doctor Centeno, hemos de observar algo más o menos análogo. Existe aquí cierta fanopoeia, tipo de poesía donde predomina la imagen visual , mimetizada u oculta entre el resto de la mímesis; es decir, entre la prosa realista y aparentemente naturalista de esta novela. Sin embargo, para ubicarla no tenemos otro recurso que aguzar el oído en torno a cierto silencio que la rodea o anuncia: “porque hay un fantástico del silencio que hace vivir y respirar a los objetos” (Litvak 106). Pero, además, y ya en cuanto a otra función importantísima de dicha fanopoeia en la novela, podemos distinguirla en relación a su empleo en el proyecto educativo, al proceso de “desaprendizaje” de Celipe (sic) en esta obra . La fanopoeia en El Doctor Centeno, pues, la identificamos en relación a la elegía (en los términos explicados más arriba); al homenaje a lo que en el mundo vale la pena, pero irremediablemente fenece; y en relación a ilustrar lo que Celipe nunca debería “desaprender” –su inteligencia analógica y vivísima curiosidad–, cualidades que son, asimismo, imitadas a su modo por el propio narrador en esta novela. Fanopoeia que ilustraría, por último, el proceso mismo de Felipe Centeno como alumno de su amo Miquis ya que, como dice James Hoddie: “el anhelo de la ciencia y las humanidades es una preocupación constante de Felipe. Pero la poesía, experimentada directa o indirectamente, es lo principal” (1993: 57).

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