Y la lorita y la yamamoto y juvenal y yo

20100419-el_beso-munch.jpg

Y la lorita y la yamamoto y juvenal y yo y esas luces de chorrillos a lo lejos de mi ventana que me miran más bien ellas me miran intermitentes y reflejando el mar de esta hora 4 pm. 5pm. y yo sin capturar esta estructura donde acerco mi hocico a un follón cursi harto inevitable pero rajado en su base en su mala puerta débil endeble por un capricho del viento salino… ola sin padres tutelares… aliento únicamente nuestro viejo y ridículo… y para concha arrecho y para colmo como remo penúltimo contra los acontecimientos que nos han vencido que nos vencieron hace tiempo con la anterioridad de miles de años de ignotas o atávicas frustraciones manejando mi carro de letras en el perú como si fuera en un bache nomás sobre el mundo pero qué va nada de eso es real frente a los lanzallamas de los pájaros migrantes de esta hora de lima loros de varias formas alargados despeinados tensos en caída libre con máscara o sin ella pero con inmensas ganas de vivir de competir con chorrillos si es preciso esa humareda de presagios lentos albos bobos lívidos de lima y traerse para acá la selva de los tarapotos la arena de las calles de puerto rico que viene cada cierto tiempo puntual desde el sahara más septentrional más octogonal que este cuarto que me rodea y me exige explicaciones como a un gurú que no soy a un escritor que debe prever y desmenuzar las condiciones de la intimidad con un lector y en primer lugar con mi brother a quien no conozco o a quien no quiero conocer porque se me ha adelantado de tanto aparre al absurdo de tanto salto al vacío de tanto confianza con su suerte el loco como cariñosamente siempre le hubimos denominado todos los hermanos cuando estábamos vivos que no toleraba el más mínimo error sobre sus dibujos impecables sobre su vocación prematura por aplicar la línea y el color allí donde cualquier superficie plana se lo permitiera y ejercer conmigo también alguna vez el rol de un maestro sobre nuestra mesa familiar e invitarme a mirar tal como realmente son las cosas el color del trasero de una gallina no es uniforme que van tonos y pajas distintas sobre él y qué bien que lo percibí a mis como cinco años de edad y a regalarme con su sonrisa permanente de brother yamamoto del beat tokeshi un corte limpio breve sobre una turgente patata un símbolo de sonrisa eterna también en amarillo o más bien en ordinario incoloro como esta noche que ya se va que está ya a punto de irse con los pájaros más tranquilos y como exhaustos ante los perros que ya empiezan con sus automáticos ladridos ante el humor tolerante de sus dueños que ya se van a mear al baño antes de volver al trabajo que no es el de este ocioso que manipula una bomba sin casco ni protección alguna salvo la decisión de ir o no ir hasta el centro del blanco si es que lo hubiera hacia el subsuelo si es que ya no estuviéramos a su nivel y escarbara y hallara lo que de nuevo sería inevitablemente superficie arena agua aire fresco que me cae en la cara con sus graznidos sus ladridos y el relente de su lenta humareda

»Leer más

“César Vallejo, el acto y la palabra” por William Rowe

el comercio.com

(El peruanista William Rowe ofreció la conferencia “César Vallejo, el acto y la palabra” el jueves 15 de abril a las 6:30 pm. (hemiciclo Porras Barrenechea del Congreso de la República). La presencia de Rowe obedeció a la conmemoración, en la fecha, del 72 aniversario de la muerte del poeta peruano)

Rowe dedicó su exposición a la memoria de Pablo Guevara, poeta recientemente desaparecido el cual, junto con Washington Delgado y Javier Sologuren (entre otros escritores peruanos), supieron acompañar desde un inicio el peruanismo militante de este importante autor inglés.

A grandes rasgos, Rowe ventiló toda la poesía vallejiana; es decir, la secuencia o encadenamiento entre Los heraldos negros (HN), Trilce (T) y los poemas póstumos (PP). Para lo cual, acaso de modo paradójico, trató estos textos como si fueran una narración; y, de esta forma, se interesó en el sujeto que enuncia estos relatos. Puntualizó que si bien es cierto el esquema Santiago de Chuco (terruño, hogar, infancia)/ Lima, París (lo ajeno, el exilio, la adultez) fue una constante en toda la obra del peruano; no lo fue así su tratamiento narrativo (espacio-tiempo) en cada uno de los hitos ya mencionados.

De esta manera, a la nostalgia predominante en HN –semejante a la de Abraham Valdelomar– sucede el tiempo cubista o “granular” típico de Trilce. Es decir, acorde a la sintaxis fracturada de este último poemario, ya no identificamos linealmente el espacio-tiempo de este relato y, por ende, anda también como fragmentada o en distintos planos la arcadia del sujeto (Santiago de Chuco). Rowe menciona la idea de tiempo “mesiánico” de Walter Benjamín –algo que en rigor no es propio del tiempo lineal– como un concepto productivo para leer este poemario de 1922.

Hasta aquí, HN y Trilce –ambos– representarían la instancia de la “palabra” y, más bien, los PP ilustrarían lo que Rowe en el título de su conferencia denomina “acto”. Apoyándose en el poema “no vive ya nadie” (“Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continúa en la casa, es el sujeto del acto”), de esta época, el estudioso inglés postula que aquí se recupera el tiempo de la infancia, pero ya no como nostalgia. Lo fantasmagórico o gótico se vuelve aquí material; no es ya el recuerdo, sino las personas mismas las que quedan. El sujeto del “acto”, además, no sería el de la identidad personal, sino de una compartida por todos los humanos. Tiempo-espacio, por último, mesiánico o abierto a la resurrección.

Por nuestra parte, a modo de añadido final a esta sucinta reseña, consideramos que este vallejiano inglés es uno de los más inspiradores del presente y justo merecedor, junto a otras posibles distinciones, de la medalla que ayer le otorgó el Congreso del Perú. Entre sus ensayos dedicados a Vallejo tenemos particularmente uno que nos ronda como un moscardón –el paralelo Vallejo/ William Carlos Williams– sobre el cual, más bien temprano que tarde, quisiéramos ahondar.

»Leer más

Entrevista a Tobi Kanashiro/ Mariella Orquett

Retrato de Cristóbal Kanashiro por ANDRÉS ENNEN
Mariella Orquett:: Eres de Colán, conocido por el sol, las playas, deportes acuáticos y mucha actividad de surf en la zona norte. La primera pregunta es obvia: ¿Cómo asi la poesia?

Tobi Kanashiro: problemas de espalda, operacion. Imposibilidad de hacer deporte, observar a los tablistas, las olas etc…. Porque llega a mí.

M: ¿En qué te inspiras para componer, tienes alguna forma determinada de hacerlo?
T: aficionado a la fotografia ayuda a veces por los encuadres, etc…. todo lo que te rodea, sobre todo lo cotidiado y familiar

M: Cuando lees poesía ¿quiénes son tus favoritos? ¿Piensas que han influenciado en la forma que escribes?
T: soy de los que le gusta algo de por aquí y de por allá… no es que tenga un poeta/escritor favorito.

M: Como supongo que debes saber se han publicado unos poemas tuyos en el Blog de Pedro Granados. ¿Cómo asi lo conociste?
T: podria decir que él llegó a mí…

M: ¿Aparte de la poesia tienes alguna otra pasión?
T: (risas) la buena cocina. No seré el mejor cocinero, pero me defiendo. También me gusta comer lo que he preparado.

M: Si una máquina del tiempo te podria hacer regresar al pasado; a la edad que tú quisieras pero con tu mente de hoy. ¿ A qué edad y a qué momento regresarías?
T: a cualquier momento antes de los 11 años.

»Leer más

‘Juvenal Agüero es de largo el mejor poeta dominicano actual’

actiweb.es

Juvenal Agüero es de largo el mejor poeta dominicano actual; totalmente andino/ criollo, de piel y corazón. Porque en Lima también se ha interpretado, de algún modo, desde siempre la bachata y me temo que mi hermano está ahora mismo como mimetizado y en la cima de aquel baile. En el estertor por constricción. Que en la República Dominicana equivaldría a montao o asfixiao.
Sin embargo, por su moda en las discotecas y urgida por la insólita aceptación que este ritmo dominicano ha ganado entre las calles del Perú, la bachata también ha entrado de lleno en el salón de baile de mi gimnasio. Gente de clase media, la mayoría; eso sí, absolutamente andina allí, por torpe o desorejada, ya que pareciera en este escenario amilanarse. Aunque el profesor nos anime siempre, con lánguidos y aterciopelados pasos, a que se trata de algo suave nomás; de un juego de piernas y brazos en alto bien acompasados… y sonrisa permanente.
¿La distinguida Sra. Yamamoto cómo será? Esposa actual, aunque no sabemos si en firme, de un mayor del ejército peruano, ¿qué le habrá visto a mi viejo brother?
-Es un cojudo, murmuró ante su foto mientras cachábamos.
¿Por qué, de pronto, Juvenal abandonó sus guisos que tanto le gustan? ¿Sus ya como quince años tranquilos desde su algo precipitada jubilación? ¿Aquellas palabras a mi oído, en una de mis visitas recientes a su nueva y más ventilada casa?
-Llevo, lo que se dice, una vida tranquila.
No voy a intentar ninguna explicación de fondo aquí porque ésta no existe. Los antecedentes de la ficción los dejamos justo detrás de la puerta del taxi. Encaramados en el asiento delantero, solemos platicar de cualquier cosa con el chofer. Y esta novela es, ante todo, una de estas ocasionales y espontáneas pláticas. Algo ligero de puro hondo. Nada personal de tan íntimo. Absolutamente público de tan privado.

»Leer más

VALLEJO SIN FRONTERAS/ Miguel Pachas Almeyda

20101202-PG y MPA.jpg

La prolífica labor del escritor y poeta, Pedro Granados –en el campo de la vallejología– discurre en propender por las sendas de la heterodoxia –sin dejar de lado el rigor intelectual, como afirma el autor–, la exegesis de la vida y obra de César Vallejo.

Ha logrado revelar a través de sus obras –Poéticas y utopías de César Vallejo (2004), y en notables artículos como “César Vallejo: al filo del reglamento” y “César Vallejo y su pensamiento cuantitativo” (2005); “El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente” y “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (2007), y otras más recientes como “Mujer, fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo” (2010), entre otros– nuevas aristas, nuevas cimas, que implican el descubrimiento de inéditas y vitales corrientes de estudios en las obras del autor de Trilce.

Pedro Granados considera que los estudios que pesan sobre el poeta hasta la actualidad, son cíclicos y por ende, interminables. Advierte que para encontrar a Vallejo en su laboratorio vital, es decir, en su creación incesante de luces multicolores, se hace necesario utilizar aquel prisma, que a la postre nos brinde –como en la ciencia– una real aproximación al conocimiento de este gran hombre que nació, vivió y murió enmarcado en los cánones de un autentico y revolucionario creador.

Vallejo sin fronteras es el rótulo de su nueva obra, título que implica, a mi criterio, lo que significa la vida y la obra de Vallejo en estos tiempos. Ya lo anunciaba el poeta norteamericano Thomas Merton como: “un proyecto de muy grande y urgente importancia para toda la raza humana” (1) Vallejo sin fronteras, puede configurarse como la suma de vibraciones que nos produce el leer y sentir la poesía de Vallejo. Vallejo sin fronteras, nos habla de las dimensiones universales de nuestro poeta peruano en el campo de la literatura. Vallejo sin fronteras, viene a ser el mensaje primigenio del hombre a través de los tiempos.

En Vallejo sin fronteras, Granados se propone –y con justicia– analizar la trascendencia de Georgette Marie Philippart Travers en la vida y obra del autor de La piedra cansada. Postula que “con seguridad [Georgette] fue la primera que creó –en cuanto lectora– un tipo de Vallejo”. Podría agregar, sin temor a equivocarme, que Georgette se convierte en la voz fundamental, como testigo de vida, del verdadero Vallejo: el hombre, el poeta, el escritor. Jesús Cabel afirma que “ninguna [mujer] alcanzó la dimensión de lealtad, antes y después del deceso de Vallejo, que Georgette. (2) David Sobrevilla, retomando las palabras de Antenor Orrego: “El Perú jamás podrá cancelar el bochorno por la muerte del poeta. Este bochorno solo ha aumentado –si cabe– en la enfermedad y muerte de su viuda” (3). Para el polígrafo Marco Aurelio Denegri, Georgette fue “una mujer de armas tomar” (4), Gladys Flores afirma que “Otra perspectiva capital a estimar es la faceta de Georgette vallejista, en tanto se desempeñó como descifradora, estudiosa e investigadora de la obra vallejiana”(5), para Max Silva Tuesta “Sin Georgette no hay Vallejo” (6) y, finalmente, Fernando de Szyszlo considera que era una “persona compleja, difícil, al mismo tiempo era una persona de una sensibilidad a flor de piel, de un profundo sentido crítico para la poesía… (7)

Esperamos con especial expectativa esta nueva obra granadina, la cual contiene el súmmum de interesantes e innovadoras perspectivas de nuestro poeta, que cumple este 15 de abril, setenta y dos años de su desaparición solo física.

NOTAS

»Leer más

‘Ante las piedras de riesgo darwiniano’*

skyscrapercity.com

Parado en una piedra
Como esperando
A la espera
De ver de ver
Te procuro
Y me aliño
Para la cita

Piedra antigua
Y porosa
De labios
Y oídos
Y gestos
Inacabados
De cariño

Parado en una piedra
Como un espermatozoide

El beso más íntimo
Y contundente
Y acaso
Nada personal
Y un tanto librado
Al acaso ala
Casualidad

Parado en una piedra
Cabeza con cabeza
Nuestro pensamiento
Una pizca de humano él aquélla
Una pizca de piedra

»Leer más

‘Mi Camino de Damasco’/ Armando Almánzar Botello

centrorey.org

La aspirina que consumo por motivos cardiovasculares, me produjo la fragilidad capilar excesiva generadora o responsable del sangrado interno que ahora parece estar floreciendo en la tensa superficie de mi piel. Semeja en su ritmo un vivo tatuaje. Esto hace que yo luzca, como he dicho, amoratado, parecido en el color a la entrañable fruta del caimito. Tengo en la pierna el color tropical de un mar envinado y borracho. Mi cuerpo recuerda un mixto fotográfico entre Polibio Díaz y Cindy Sherman.

No tengo más remedio que tomarlo con paciencia y humor. Debo anotar todos los detalles de este viaje intensivo hacia los abismos de la carne. Hacia el mundo. ¿Hacia otros mundos?

Sospecho que hallé curiosamente mi Camino de Damasco, la impredecible senda mística y fantástica. El accidente casero de mi desliz en Semana Santa, ocurrió el día previo a la Resurrección de nuestro Señor… Desgarradura del músculo aductor mayor de la pierna izquierda: ¡Puerta del milagro!

Pienso en ocasiones que ahora Dios me habla a través de las mutaciones de mi cuerpo. Ya lo decía el poeta Valéry: no hay nada más profundo que la piel.

Con la caída tremenda y después de la magulladura, mi ser yo entiendo que Dios ha transformado. Inscribe en mi carne con su letra cursiva el más puro dibujo que descubro perfecto. La huella de su mano brilla en mi epidermis una extraña belleza imprevista. Amarillos volátiles, rojos convulsos, verdes y azules aleteando en texturas y calambres, finos ritos de la sangre, intensidades puras, extraños laberintos por los que viaja la mente. Manchas en mi muslo después de la caída: Obras de arte místico para la posteridad.

De modo inusual un Dios pintor escribe. Se ríe conmigo y me cura con arte.

Pero en otros momentos de humor desfalleciente, o de una lucidez quizás menos intensa, pienso que mi caída fue un puro accidente, que ofrece el testimonio de una verdad banal: aquello que nombramos en la casa como “adentro”, es el simple y provisorio repliegue apaciguado del Afuera inconcebible y turbulento…

»Leer más

Ensayo de síntesis: Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo

20100405-bvallejo02.jpg

Introducción

Como Luis de Góngora, cuyo monstruo Polifemo –en la Fábula– es también de agua como la ninfa Galatea; como Fedor Dostoievsky, cuyos asesinos en sus novelas –a través de su insondable mirada– podemos ser cada uno de nosotros mismos; como Juan Rulfo, cuyos protagonistas de sus cuentos amplían la Biblia –el cielo y la tierra de ésta– a insospechadas y justas nuevas dimensiones. Del mismo modo, la poesía de César Vallejo luce este ideal paradójico e integrador. Ideal jamás resuelto en alguna síntesis cómoda; los seres –incluido, en primer lugar, el yo poético de sus versos– aparecen en su poesía unos junto a los otros, aclimatados efímeramente, pero jamás resueltos en su inalienable contradicción (ahora se diría naturalizados, domesticados o neutralizados en su íntima diferencia). No, ni mucho menos. Pero la historia de la crítica (1), de los críticos y de sus instrumentos, revela –poniendo a un lado sus escasos hallazgos– no pocas veces también las simplificaciones, acomodos o manipulaciones de esta portentosa obra del peruano.

Vallejo, en sus versos, cultiva una actitud abiertamente antipoética y antiliteraria típica de su época: la vanguardia; “quiero escribir pero me sale espuma”, exclama. Es decir, una vez ante la página en blanco, su gesto no es el de un escritor, sino el del que en última instancia –ateniéndose a la coyuntura de expresarse– instrumentaliza u opta por hacer algo libérrimo con esa misma página que tiene al frente: un pirograbado, una instalación, una calcomanía. Esta actitud vallejiana, profundamente anti-escrituraria y anti-rretórica, se ve agravada –para el anhelante lector– por una postura paralela igualmente tenaz: la del hedonismo del poeta peruano por las palabras, especialmente en lo que toca a su amor por la obra de Góngora. A este escandaloso oxímoron en la poética del autor de Trilce se suma, para agravar los desvelos de nuestras lecturas, lo ya tradicionalmente apuntado por la crítica; por ejemplo: el arte de la “tachadura” (Julio Ortega) y el incluir de modo directo en la escritura lo que usualmente desechamos del inconsciente (Jean Franco). Mas, para hacerle justicia a acercamientos como el de Fernando Alegría, habría que agregar la adicional complejidad de la hibridez cultural que refleja la poesía del autor peruano. Sin embargo, como en toda gran obra de arte, ninguna de estos ingredientes –o yuxtapuestos niveles de dificultad– son sistemáticos en la poesía de César Vallejo; es decir, todo lo anterior (antipoesía, barroquismo, mestizaje, exilio, referencias bíblicas, culto solar, múltiples experiencias sociales y culturales) se halla coludido y se ofrece de modo simultáneo en sus versos.

En este sentido, y sólo como una manera didáctica de plantear el problema, podríamos decir que la poesía de César Vallejo es una mesa que se apoya sobre cuatro extremidades; estas son: Marx, Darwin, Freud y una amalgama muy particular –no exenta de polémica al interior mismo de su poesía– entre culto bíblico (cristiano) y culto solar (de ascendencia andina). Obviamente, lo que más ha socorrido hasta ahora a la crítica es la coyuntura de la Guerra Civil Española y de los años 60 (Revolución Cubana y demás) para brindarnos un perfil del poeta doloroso y solidario. En este sentido, Marx y algo menos Darwin –aunque, según Antonio Melis, el marxismo de Vallejo es más biológico que propiamente histórico– son las extremidades de la mesa que mejor se han enfocado hasta ahora. Freud o Lacan están presentes en ciertas lecturas de manual de hace poco e inspiran ciertas lecturas feministas o de género de ahora mismo (sobre todo por aquello de Trilce IX: “Y hembra es el alma de la ausente/ y hembra es el alma mía”); mas todo esto sin la suficiente generosidad de miras y sin advertir –tanto marxistólogos, darwinistas o freudianos– el constante gesto inteligente de distanciamiento ante sus propios enunciados por parte del poeta Vallejo; distanciamiento constante e incluso guiño humorístico que felizmente ha sido expuesto –recién en los años noventa– de manera elocuente y oportuna por Saúl Yurkievich. Ahora, respecto a una lectura de orden cultural, y ya que esta poesía efectivamente refleja sensibilidad o perfil simbólico andino, cabe advertir que no está escrita en runa simi y, como tal, requiere un manejo crítico superior a uno simplista o mecánico (2).

Como el título lo sugiere, Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (Lima: Fondo Editorial PUCP, 2004) y (Puebla: BUAP, 2004), pretende –en primer lugar– advertirnos de la complejidad de esta poesía y de la insuficiencia de la crítica; en segundo lugar, reconducir –en plena época de lecturas postcolonialistas que hacen de la serie literaria mero reflejo de la serie social, muy al gusto de la academia estadounidense– esta poesía a su fuero textual y hermenéutico. De este modo, el primer capítulo de nuestro libro está dedicado a establecer un necesario deslinde al interior de Los heraldos negros (1918); postular las coexistencia de dos poemarios o cadenas nominales significativas paralelas: heraldos negros y heraldos blancos. Se trata de entroncar mejor este poemario, del modo más íntimo posible –no meramente estilístico o temático–, con la posterior producción poética vallejiana y, viceversa, permitirnos observar retrospectivamente Trilce (1922) y los poemas de París (1923-1938) desde los elementos nominales protagonistas ya advertidos en su primer libro. Complementariamente, este tipo de acercamiento a la poesía de César Vallejo podría brindarnos los elementos necesarios de crítica interna para los efectos de ensayar una mejor edición de su obra póstuma.

»Leer más