‘Mi Camino de Damasco’/ Armando Almánzar Botello

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La aspirina que consumo por motivos cardiovasculares, me produjo la fragilidad capilar excesiva generadora o responsable del sangrado interno que ahora parece estar floreciendo en la tensa superficie de mi piel. Semeja en su ritmo un vivo tatuaje. Esto hace que yo luzca, como he dicho, amoratado, parecido en el color a la entrañable fruta del caimito. Tengo en la pierna el color tropical de un mar envinado y borracho. Mi cuerpo recuerda un mixto fotográfico entre Polibio Díaz y Cindy Sherman.

No tengo más remedio que tomarlo con paciencia y humor. Debo anotar todos los detalles de este viaje intensivo hacia los abismos de la carne. Hacia el mundo. ¿Hacia otros mundos?

Sospecho que hallé curiosamente mi Camino de Damasco, la impredecible senda mística y fantástica. El accidente casero de mi desliz en Semana Santa, ocurrió el día previo a la Resurrección de nuestro Señor… Desgarradura del músculo aductor mayor de la pierna izquierda: ¡Puerta del milagro!

Pienso en ocasiones que ahora Dios me habla a través de las mutaciones de mi cuerpo. Ya lo decía el poeta Valéry: no hay nada más profundo que la piel.

Con la caída tremenda y después de la magulladura, mi ser yo entiendo que Dios ha transformado. Inscribe en mi carne con su letra cursiva el más puro dibujo que descubro perfecto. La huella de su mano brilla en mi epidermis una extraña belleza imprevista. Amarillos volátiles, rojos convulsos, verdes y azules aleteando en texturas y calambres, finos ritos de la sangre, intensidades puras, extraños laberintos por los que viaja la mente. Manchas en mi muslo después de la caída: Obras de arte místico para la posteridad.

De modo inusual un Dios pintor escribe. Se ríe conmigo y me cura con arte.

Pero en otros momentos de humor desfalleciente, o de una lucidez quizás menos intensa, pienso que mi caída fue un puro accidente, que ofrece el testimonio de una verdad banal: aquello que nombramos en la casa como “adentro”, es el simple y provisorio repliegue apaciguado del Afuera inconcebible y turbulento…

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