Archivo de la categoría: Ensayo

Ensayo

Tamara Kamenszain (Video)/ Pedro Granados (Reseña)

Tamara Kamenszain — Conferencia “César Vallejo: un posmoderno en la modernidad”

No hay que exigirle a Kamenszain que conozca mejor la biografía ni el contexto cultural del poeta.  Tampoco, mayor autoconciencia de la crítica vallejiana que se halla justo debajo de su lengua.  André Coyné no lo es todo aunque, cómo no, sea muy importante.  Sin embargo, esta expositora, con aires de la “Tana” Rinaldi, tiene magia para ese otro tango que es la poesía.  Además, es intuitiva e inteligente.  Pasemos a recrear sus aciertos de lo que dijo sobre la poesía del nacido en Santiago de Chuco, donde Kamenszain no constata dualismos ni grietas entre una época y otra, desde Los heraldos negros (1918), pasando por Trilce (1922) y recalando un tanto en el poemario póstumo, España, aparta de mí este cáliz. Nosotros acompañamos su discurso, procuramos dejarlo fluir; y, las pocas veces que lo intervenimos, usamos los corchetes.

Frente a la “vanguardia” autoritaria, Vallejo más bien asume una actitud dialogante (posmoderna), “tira cosas como un anzuelo”.

“Hay golpes en la vida tan fuertes… yo no sé” la poesía en este verso se halla entre lo “universal” y lo “personal” –separados por los puntos suspensivos (“…”)–  o la “suspensión del sentido” o una V imaginaria, y no en otra parte.

Además, una de las letras con las que más él trabaja en Trilce es precisamente  la V… busco volver de golpe el golpe… Trilce IX.

Trilce, laboratorio del escritor [¿sólo esto, en aras de un producto “mejor”?]

El trabajo con los números… está a favor de lo triple (3)… los puntos suspensivos, la suspensión… de allí el oxímoron o la paradoja permanente.

Investigación sobre la interlocución, el coloquio… “Las personas mayores”… quién habla, a quién le habla [“Quién hace tanta bulla…”, Trilce I]… mago del yo lírico, lo hace circular por diferentes voces… la 1era persona no está sino hasta el final… “recluso” (cárcel).  ¿Habla como un niño o habla como la madre (“mamá” en Archivos) [“Niños, si tardo” de España, aparta de mí este cáliz]…cuidado en ir por ahí…“Madre dijo que no demoraría” … convoca al lenguaje de la infancia [Giacovate] que es el lenguaje de la poesía…  abre la poesía hacia el coloquio… Girondo, aunque semejante es distinto, lo suyo es  como una investigación sobre el lenguaje [Deconstrucción o “giro lingüístico tan generalizados en la poesía actual]  Trilce está escrito en la cárcel… Coyné [Falso, consultar Espejo Asturrizaga].

“Poesía nueva”…manifiesto individual… no importa el lenguaje (vanguardia) sino la sensibilidad nueva (como ahora…)

Qué es la palabra Trilce… Larrea dice dulce es a doble como triple es a Trilce: el cristal se melaría y tomaría la horma de los sustantivos que se endulzan… Trilce: dulce y triple…

Lo humano ya no es lo humano del humanismo, sino lo poshumano [Andamos en esto desde nuestra tesis para BU (2003) y, con otros matices, continuamos en ello]… Jean Franco dice que Vallejo invirtió el código cartesiano… sufro y soy, pero no sé… certeza de vida y de existencia… no es el hombre de la modernidad… del poder: puedo escribir los versos esta noche (Neruda)… también Vallejo está animalizado, va mucho hacia lo animal: “caballísimo de mí!”… yo… mi “semejanza humana” no es el humano en el centro del mundo que sabe lo que quiere… las cosas son las que quedan haciendo la coartada… “Paris, octubre 1936”: “De todo esto yo soy el único que parte”…   Es una especie de humanoide, ¿deshecho humano?; éste sujeto es el que va a la Guerra Civil española…

Lo del nombre, poner el nombre o la firma dentro del texto es un gesto muy anticipatorio, no lo hicieron los vanguardistas… sí Francis Ponge (Derrida), pero posterior a Vallejo… exhibición de la firma porque Vallejo se retira como humano, no me creo un autor… algo semejante con las fechas (Celan)… título del poema….

Tatuajes… inscripción.  Muy avanzado esto  que hace Vallejo.

En España, … “libro maravilloso” [¡pillamos a la autora!]… ya está lo que hoy está de moda… el cronista o el periodista… auto-ficción y todo esto… se mete como un etnógrafo, pero anónimo u objetivo (Juan Villoro, testimonio del que no sabe)

[“Cuadrumano” (España,…)… “cuadrúpedo intensivo” (“Cuatro conciencias”)]

La crónica traspasada por la experiencia, vida, células, lo que Vallejo pide desde “Poesía nueva”.

Pedro Rojas, Vivan los compañeros… la V de Trilce…

Pedro… dulcemente… en representación de todo el mundo… Vivan los compañeros… luchó con sus células… “su cadáver está lleno de mundo”, oxímoron entendido como ‘la totalidad’… Vallejo, cronista de la posmodernidad

»Leer más

Periodismo y humanidades en César Vallejo

Galáxia. Revista do Programa de Pós-Graduação em Comunicação e Semiótica. PUC-SP.  No. 43 (2020) 41-53.

 

Resumen: Se estudió el periodismo de César Vallejo, sus crónicas, en relación con varias nociones de las humanidades que se proponen aquí; humanidades en tanto libros, pueblos, narrativas o post-antropocentrismo. No menos, en la vinculación de aquéllas con el neo realismo (Meillassoux, Gabriel, Harman, etc.); por cuanto, periodista y filósofos, finalmente enarbolan el giro ontológico. También este ensayo se propuso elaborar, aunque muy inicial, una taxonomía cualitativa de las crónicas; es decir, una no temática o meramente cronológica. El resultado fue, creemos, confirmar la actualidad e incluso virtualidad – futuridad – de César Vallejo como periodista.

Palabras clave: humanidades y periodismo; crónicas de César Vallejo; nuevo realismo.

»Leer más

Comentario de Eduardo Wuffarden sobre manuscrito de Justo Apu Sahuaraura

Lo hemos dicho ya en otro lugar, y lo reiteramos aquí: “Salvo LEW (Luis Eduardo Wuffarden), no hubo mejores en toda mi generación”. Ayer, en el contexto del programa de HISTORIA Y ARTE PERUANO (BNP), ofreció una magnífica charla sobre este importante manuscrito ilustrado, Recuerdos de la Monarquía Peruana o bosquejo de la historia de los incas (París, 1850). Concluyó, entre otras sugestivas ideas: “Constituye, respecto a los incas, el paso de una iconografía política a una de consumo masivo, de corte romántico”.

Por nuestra parte, señalaríamos que la recuperación de este manuscrito brinda la pauta para varios trabajos “literarios” e iconográficos pendientes, por ejemplo, y aunque de épocas muy distintas, su relación con la serie inca de la “carta” de Guamán Poma de Ayala. Y la principal, creemos nosotros, siendo ambas iconografías veristas o figurativas (al modo occidental) qué tanto nos quedan otras fuentes para imaginar aquel “retrato” que, entre los incas, era abstracto o, por lo menos, no verista; ¿entre estas fuentes tendríamos la poesía? ¿A qué tipo de “retrato” arribaríamos? P.G.

»Leer más

Mis poemas hasta el 2020

He tenido (tengo) algunos mentores fundamentales para mi vocación y dedicación –conscientemente desde los quince años– a la poesía.  Mi madre, Lastenia Agüero, la cual me enseñó que ninguno es monolingüe o que el asunto de identificar cuántas lenguas uno practica no es cuestión de contarlas, sino de ahondar desde ya  en la mezcla; para alcanzar las notas más altas del cancionero, los domingos en una iglesia de Lima, y con suma naturalidad, ella se pasaba del castellano al quechua de su pueblo.  Mi hermano Germán (obrero, poeta y tallador), al que le dediqué y dedico siempre, “Cada vez me parezco más a mi hermano Germán“.  Martín Adán (algunos entre ustedes conocen la anécdota de que la lectura de mi segundo poemario, Juego de manos, precipitó su deceso).  Javier Sologuren al que, hacia mis veinte años, visitaba eventualmente en su casa de Los Ángeles (Chosica) y al cual dediqué mi tesis de Bachiller para la PUCP; y cuya metodología para leer sus poemas me ha marcado hasta hoy.  Manuel Velásquez Rojas, que reseñó mi primer poemario, Juego de manos (1978), con generosidad suma.  Y también, por supuesto, Jorge Eduardo Eielson, a quien he leído y leo y compruebo que él también me leyó.

»Leer más

“Martín Adán en el manicomio”, de Rodrigo Núñez Carvallo

Retrato de M.A. por Rodrigo Núñez Carvallo

Bonito homenaje a través de una recreación polifónica de voces –todas pertinentes, fehacientes o históricas– de lo que ha significado Martín Adán para la poesía de la región (a pesar de Pablo Neruda).  La II parte más entretenida y, por momentos, incluso inspirada en relación a la I (*).  Del  anecdotario o perfil del poeta, Rodrigo Núñez trata de vender y hacer potable (cool) –y creemos que, a estas alturas del partido, sin duda lo consigue pues era un secreto a voces– la condición de homosexual del autor de La casa de cartón.  Otro caballito de batalla de parte del autor de este relato es su crítica, incluso desafío, a la institución psiquiátrica nacional-internacional; se salva Max Arnillas, frente a Honorio Delgado, porque aquél no es un figuretti y, sobre todo, le interesa la poesía (y la naturaleza del poeta: “Usted no está enfermo, usted es solamente diferente”).  Aunque su acierto más notable, el de Núñez Carvallo, sea su sabrosa anécdota (entre inventada o documentada, no es relevante) sobre la resolución de parte de Adán de irse al Cuzco para emprender, en deuda con su gran amigo Juan Mejía Baca, un poema alternativo al que, en 1954, dedicara Neruda a Macchu Picchu:

“Salí de la librería con la tentación colgándome en los testículos y lo primero que hice fue irme a la estación de Morales Moralitos de la avenida Grau y subirme al primer interprovincial que partía.  En la primera tienducha, como quien compra una golosina, me hice de un pisco para el frío y la altura y me embarqué.  A la mañana siguiente desperté de la bomba en Ayacucho.  Me había equivocado de bus”

Martín Adán –“el único verdadero creador que se dice civilista”– no logró escribir La mano desasida en ese momento; sin embargo, lo hizo pocos años después y, con esto, consiguió: “joder la divina presunción de Neruda”.

Por otro lado, aquello de “en el manicomio” no pareciera  describir aquí al entorno social del poeta; al final todos lo aprecian, lo aceptan o incluso amicalmente lo aman.  Tampoco propiamente describir al “delirante” Larco Herrera.  Creemos, más bien, que aquel lema apunta al núcleo familiar; pero acaso no sólo del poeta, sino a todo núcleo familiar y de cualquier época:

“El padre ido tempranamente, allí está la razón de todo, y una madre sin carácter.  La batalla edípica aún no ha terminado.  Pero es tan peligroso vencerla como perderla […] La huida de su padre, la muerte de su hermano Ramón, el tío loco que migró al cielo de los orates en 1927 […] Y ahora su madre Rosa Mercedes y su tía Tarcila en el umbral de la partida”

Pasaje, el más dramático de “Martín Adán en el manicomio”; y, con obvios matices, fresco  de fantasmas que habitan –aquí o acullá– la vida de cada uno de nosotros.  Pareciera plantarse, sobre este álgido punto, este leve y muy ameno relato.

»Leer más

From Taoism to Teaism/ Renato Sandoval Bacigalupo

De una apertura cernudiana (“Peregrino”), aquello de: “Solo soy un atisbo, un resuello,/ un respiro, apenas un asomo/ sobre lo que nunca será dicho/ ni tampoco pensado” (“Ser palabra”), Renato Sandoval pasa a un posicionamiento, en su tablero, más bien modernista o simbolista.  Este último, a lo Eguren, tanto por el misterio o el claroscuro: “Quién deambula entre los pinos y perturba/ la paz de los helechos.  Una liebre/ se asoma entre las matas y en un nido/ se empolla un diamante.  Es otoño/ y por fin se asoma el horizonte” (Para su Tungpo”); como por lo enfermizo o deforme que atraviesa y apañan sus versos: “El sol es un sueño retorcido en el remanso” (“Del Taoísmo al Teísmo”).  A lo que habría que sumar, en este breve poemario trilingüe, incluso a Vallejo. “Con cuál de mis pies/ daré el próximo paso,/ …/ si no me corro,/ si no me arrastro/ si no me mezo en el columpio” (“Con cuál de mis pies”).  En suma, tal como reza el sugestivo título de esta entrega, From Taoism to Teaism, el poeta se propone también aquí acercar, hacer coincidir, conjugar varias y diversas poéticas; las cuales, en principio, aparecen muy disímiles e incluso contrarias.  Sin embargo, las mismas constituyen aquí las mieses de Renato para elaborar su pan; para esperar su vino.

»Leer más

Alexis Gómez-Rosa (1950 – 2019)

Il miglior fabbro dominicano ha muerto.  Y con él se cierra y, al mismo tiempo se abre, toda una época en la poesía  y la cultura letrada de su país: la desubicación del Canto General, frente a la ubicación de Trilce.  La insignificancia, en el tiempo, de la ideología y del verbo desmesurado; frente al “giro ontológico” que nos ha legado el peruano.  Ni utopía ni distopía, entonces, y sí post antropocentrismo.  Aquello de su “máquina hilandera”; aquello de que seres humanos y naturaleza salimos de semejante y cíclico turbillón de olas.  Tal como Ovidio en sus Metamorfosis, Alexis Gómez-Rosa captó y honró en su poesía el endiablado perspectivismo de su Caribe.  Un ligao es una jeba; y ésta, puede ser un bizcocho.  “!-Dulce!”, según el primer tip, sobre la vida en la República Dominicana, que aprendí de parte de un taxista.  Gómez-Rosa entendió, como Rancière, que la ética no pertenece o, en propiedad, es independiente de la literatura; y que es en el lenguaje y en la identificación (melting) con las cosas donde se juega la política de la poesía.  Y, en este asunto de la política, flecha transversal a toda su obra, estuvo cada vez más atinado, sobre todo en sus últimos libros:

Reencuentro de unos viejos poemas a los que “he lavado la cara”, según nuestro autor. Escritos desde el diámetro y hondura del volcán de los años. La emoción no gana al fabbro, aunque aquella sobrepuje como una ventolera; ráfaga muy próxima a una esquina o, mejor dicho, al que a la larga ha constituido su ángulo en el ring: Duarte con Paris. Que es como decir el cruce entre las antillas mayores y menores; la raya que divide lo conocido, de lo otro; el punto brillante, aunque desdibujado, porque allí se concentra todo lo vivido.

La poesía dominicana, e incluiría aquí a la del caribe insular hispano en pleno, tiene en la obra de Alexis la posibilidad de retomar sus raíces más poderosas, aunque aparentemente también más obscuras: las islas subterráneas que suben –y bajan– hasta lo más escarpado de los andes.  Mayor que Pedro Mir, cuyo discurso comprometido constituye hoy, y en privado, una monótona  eufonía.  Más palpable que “la poesía del pensar”, la cual –se hallaba entre sus aristas ideológico-estéticas– de algún modo inventó.  Más femenino, a lo Vallejo: “y hembra es el alma de la ausente/ y hembra es el alma mía”, que las propias feministas.  La poesía de nuestro recordado poeta atraerá siempre mucha agua de mar.

»Leer más

AUTISMO COMPROMETIDO: SOBRE POESÍA PERUANA RECIENTE

A manera de prólogo

Artículos

Los poetas vivos y más vivos del Perú, y también de otras latitudes

José Watanabe y las trampas de la fe

“Spasmo-Dolviran”: ¿el último cuaderno de Luis Hernández?

‘Mirko Lauer y Mario Montalbetti / POST-2000’

Hitos del erotismo en la poesía de Javier Sologuren

Algunos gestos de estilo en la poesía arequipeña: 1950 al presente (1)

De lo neobarroco en el Perú

Apuntes sobre la actualidad “teórica” de la poesía de César Vallejo

¿César Vallejo, por bulerías?

Eielson – Vallejo: El des/ nudo en la más reciente poesía de J. E. Eielson(1)

Reseñas

Cadáveres/ Alejandro Susti

Tratado de arqueología peruana/ Roberto Zariquiey

Poemas de Juan W. Yufra

Poesía ilustrada y Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) en el Perú

Víctor Coral o la nada visible

Octubre/ Manuel Fernández

“FELIZ – ID – ASS”/ Lawrence Carrasco

Nuevos poemas italianos/ Renato Cisneros

Indicios de José Luis Falconí: Poemas 1996-2006

Premio Copé Internacional de Poesía 2007: por una lúcida amnesia

Sobre Elogio de otra vana invención de Carlos Eduardo Quenaya

Poemas de Juan Carlos de la Fuente Umetsu

Extravío personal de Bruno Mendizábal

Hipertiroidismo y diabetes en el último poemario de Antonio Cisneros

Raúl Brozovich, El duro oficio de vivir

Reseña del Congreso Trilce y la Vanguardia Internacional

Sobre “César Vallejo y la música popular peruana” de Juan Carlos Garay

El César Vallejo que no conoció Julio Ortega

Poesía y acción, el caso de Trilce de César Vallejo

“César Vallejo, el acto y la palabra” por William Rowe

»Leer más

Últimas canciones de Emilio Estrella, de Roberto Zariquiey*

R. Zariquiey junto a un niño y al maestro kakataibo, Emilio Estrella

desde el principio

la selva era selva

Sobre Tratado de arqueología peruana (2005), un poemario anterior del autor,  decíamos ya lo siguiente:

En la tradición de la poesía peruana y latinoamericana se han sucedido buenos ejemplos que han intentado dar cuenta de la arqueología de la región. El modernismo la trabajó como una escenografía lujosa más para devolver a París. Neruda la abrumó de adjetivos que terminaron recubriéndola y alejándonosla. Martín Adán la trató como si fuera su propia alma de piedra aristocrática, aunque no por eso menos húmeda y hospitalaria: “y bañarnos con la india desnuda/ en chorro/ donde sólo alguna agua nos vea”. En los sesenta –de Ernesto Cardenal o Antonio Cisneros– formó parte de una prenda de marca (más o menos verde oliva), y la arqueología también se dividió simplistamente en dos, como todo, como todos. En el Perú, algo después, Javier Sologuren se planteó el ir a ella de nuevo y desenterrarla. Pero el que ha emprendido la tarea con el recogimiento, temblor y gozo propios –de quien se adentra en un auténtico tabú– es el presente libro de Roberto Zariquiey. Y en esto acierta el poeta, no se pueden tratar las cosas realmente significativas sino con el respeto que inspira un auténtico candor.

Hoy, con Últimas canciones de Emilio Estrella (2019), luego de casi tres lustros, Zariquiey pareciera haber pasado o estar en proceso de pasar del multiculturalismo –noción de las humanidades en tanto pueblos, minorías o culturas– a un decidido multinaturalismo o sobrio pasmo post-antropocéntrico.  Es decir, en la inercia misma de un “giro ontológico”: comprobar que todos somos seres humanos, pequeños animales de monte y cochas o caños incluidos.  Como es lógico, van quedando algunos resabios de filantropía en el camino; aunque Roberto desde ya esté  llamado a convertirse en una lechuga o, más bien, y tal como una famosa tela de Tilsa Tsuchiya: “en una hermosa col/ con sus hojas frescas y calladas”.  No hay destino más noble que este, dejar de ser alguna lengua o, tal como lo que es, alguna traducción de un mito (“un idioma nuevo pero parecido al de la gente”) para convertirnos directamente en oficiantes eternos de un duelo (“Las lágrimas son un ave”) o, no menos eternas, las nupcias entre un jaguar y los pechitos que ya despuntan en aquella muchachachita de “Ucayali”.  Tránsito donde se hacen simétricas las huellas de una mariposa y las de un distraído tractor.  Contra correlacionalismos ya superados, aquello de que las cosas sólo existen en mí y de que no hay centro ni sentido, tránsito –el de Roberto– donde se comprueba que el ser es acaso contingente hasta la médula; pero es ser,  pero hay ser.  Ni utopía ni distopía, entonces, y sí post-antropocentrismo desplegado y batiente.

»Leer más