POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX AL XXI: CIERTO VALLEJO/ Pedro Granados

El presente artículo es relectura y meditación de uno anterior, “Desde otra margen: la última poesía española”, ensayo-crónica publicado en Babab (2003), el cual en su momento levantara roncha[1].  Pero no constituye propiamente su reescritura; sino, con cierta información adicional sobre poemarios posteriores (para nada exhaustiva, lo sentimos), algo así como una puesta en escena mental o cuadro sinóptico del asunto.  Una visión un tanto más abstracta de lo que fuera, en la provocación publicada en aquel número de Babab, básicamente nuestro testimonio de lo sucedido, en poesía, cuando vivíamos en Madrid hacia finales de los 80’:

Pero volviendo a nuestro testimonio, y para añadirle complejidad al panorama, en aquel I Curso de Verano de la Universidad Complutense también se reivindicó, muy merecidamente, la obra de uno de los fundadores del Postismo: Carlos Edmundo de Ory. Recordamos que en aquella ocasión –una vez que la charla se abrió a los asistentes– le preguntamos (en realidad sólo para complacer a Fanny Rubio que había sido una de nuestras profesoras y que en esa oportunidad se hallaba entre los panelistas) por su lector ideal; el poeta nos respondió: -“los delfines”. El público, como es obvio, premió su ocurrencia con prolongados aplausos; Fanny Rubio nos reconoció entre la multitud y, al menos ella, nos congratuló con la mirada; pero a alguna fascista –nunca faltan, incluso en los recitales de poesía– le divirtió enormemente, en toda la cara, que nuestro acento sudamericano o nosotros mismos (nuestra persona en su totalidad) quedáramos apabullados por respuesta tan ingeniosa. Mas Ory, por supuesto, no es un Alberti –con lo que nos gustan los versos de la paloma equivocada– ni, menos, es un García Montero[2]. De cara a la poesía que escriben ahora mismo los más jóvenes, creemos que su obra –como la de Vallejo, de un vanguardismo no deshumanizado y con sentido del humor– junto con la de Luis Cernuda y Jaime Gil de Biedma son las más gravitantes en todo el ámbito de la poesía española. No son los polos, entonces, y por lo tanto las simplificaciones didácticas las que se perpetúan; sí, las personas –complejas y contradictorias– que saben aproximársenos en sus poemas. No son, por lo tanto –y hablando sólo de España–, ni los consabidos pregones de José Hierro ni los tics de Octavio Paz, clonados por José Angel Valente, los caminos a seguir. Ni uno ni otro merecen darle cuerpo a ninguna de nuestras desconcertadas almas (Granados 2003)

Mirada que, esta vez, aunque antes también ya la tenía, enfoca de manera más explícita a Vallejo; mejor dicho, y tal como reza el lema de nuestro texto, más bien, a “cierto Vallejo” en relación con la poesía española de entre siglos y, de modo inevitablemente sumario, con la de estas últimas dos décadas.

Empecemos con un escueto esquema de lo que para nosotros ha caracterizado la poesía española, desde mediados del siglo pasado hasta el presente, con el cual confiamos ahorrar al lector, y no menos a nosotros, fatigosas explicaciones y detalles:

Años 40-50

Existencialista-social realista (Neruda y cierto Vallejo). Dámaso Alonso. Poesía mimética.

Años 50-60

Monólogo dramático (Robert Langbaum). Autobiografía, poesía, en tanto prosopopeya (Paul de Man). Sujetos son cuestionados (Borges). Gil de Biedma: monólogo de la otredad (¿autismo?). Imposible transparencia del yo (“soy esto”). Desdoblamiento dialógico del yo. Somos lo que decimos ser. Historia como ficción. Arduo problema: el de la identidad. Polémica: Biedma-Valente.

Desencanto: Incapaces de derrotar al franquismo, España se llenaba de turistas y se vaciaba de campesinos y obreros que acudían a Europa. Impotencia cívica se hizo poesía (masoquismo histórico colectivo).

Años 70

“Novísimos” (culteranos, venecianos). El ámbito de la poesía no es la realidad, sino el lenguaje. Aguda conciencia y exhibicionismo del palimpsesto (huella cultural previa donde se inscribe toda “creación”). Pastiche. Sin embargo, también encontramos poesía femenina, figurativa (Ej. María Beneyto), que relee de otro modo o menos patéticamente los años 40 o la post Guerra Española.

Señoritos de la poesía. Malditismo de De Villena; bibliofilia, Gimferrer; glamour a toda prueba, Ana Rossetti. Importancia de Mallarmé: la poesía no se hace con ideas; sí, con palabras. Mutación de la sociedad española: más tolerante y abierta; pero también más fatalista y escéptica; más instruida, aunque también más banal… curiosidad por la subcultura, regreso al Modernismo y desdén por el compromiso socio-político.

Años 80-90 (2020)

Recupera la “experiencia”; pero, más bien, la experiencia de la prosopopeya (narcisismo prosopoéico). La publicidad y el realismo sucio (Charles Bukowski doblado sobre la pantalla de algún cinema de barrio); en suma, y aunque parca, la anécdota. Realismo retórico y moralista de corte tradicional. Polémica: D’Ors–Riechmann.  Antivanguardista. Antitrascendente. “Integrados” con la realidad. Sin voltaje (Pound). Realista y divertida. Intimismo fácil y prescindible. Poesía comprometida y políticamente correcta, en los primeros años del 2000, aunque no por esto menos retórica y radicalmente ingenua (“Poesía de la conciencia” vs. “Poesía de la experiencia”). Algunas voces interesantes y a su aire: Angela Valley, Jesús Aguayo y Antonio Moreno Figueras.

Declive de la poética novísima y recuperación de los poetas del 50… poesía figurativa, contra Mallarmé. La postmodernidad tiende al eclecticismo, la blandura y la autocomplacencia. “Privatización de las letras españolas”.

En suma, desde los años 40 al 2000 –Guerra Civil, dictadura de Franco y proceso de globalización o inserción más radical de España en Europa– tres formas literarias acompañan el proceso de la poesía española: la mimesis, el monólogo dramático y el palimpesto… hasta los años 70. La poesía posterior, años 80 al presente, sería una mezcla de estas tres formas básicas[3]. Es decir, el retorno a la mimesis de los últimos cuarenta años no deja de estar contaminado, irremediablemente, de monólogo dramático y, sobre todo, de palimpsesto; mejor diríamos, de pastiche. Lucidez sobre esto la tiene, o la tenía, el cine de Almodóvar; acaso la mejor poesía española de toda esta última época (Granados 2003).

Ahora, de qué va aquel “cierto Vallejo” que identificamos más arriba, gravitando en la poesía española de la post guerra y, luego, en ningún otro lado de nuestro esquema.  En pocas palabras, aquello señala que, en aquel entonces (años 40 al 50), se leyó a Vallejo de manera parcial o, mejor dicho, parcializada, muy entendible y comprensible real politik; y que, luego, dejó de interesar a las siguientes generaciones de poetas viviendo en la Península.  Salvo, cuando aquél cumpliera cincuenta años de muerto (1938-1988), recordemos, por ejemplo, el número doble dedicado a su obra en los Cuadernos hispanoamericanos, y, ahora mismo, las varias y variadas efemérides por la celebración del centenario de Trilce (1922-2022).  Luego de la recepción de post guerra, entonces, aunque con alguna que otra excepción, el interés local por la obra del peruano ha sido muy reducida y, además, poco significativa[4]; aunque, claro, y por el contrario, en el exilio tengamos una continuidad de insignes vallejistas españoles: los trabajos de Luis Monguió (César Vallejo.  Vida y obra, 1954) o la monumental obra de Juan Larrea, para no ir más lejos.  La recepción española, antes pragmática (en los textos de los poetas) que académica, sentó un precedente y consolidó entre los años 40-50 un canon de lectura.  Obviamente, aquel que soslaya Trilce y va de lleno de Los heraldos negros a Poemas humanos; y esto, naturalmente, porque lo que interesó fue, sobre todo, España, aparta de mí este cáliz (1937).  España y Georgette Phillipart crearon y, algo más tarde, la Revolución Cubana consolidó el canon del poeta marxista y comprometido que Vallejo, por cierto, es; aunque de modo simultáneo sea también otras cosas.  Entre éstas, aunque con un poeta muy incómodo dentro de su tumba, el ludismo puro o conjugado con algún aspecto de la líquida posmodernidad[5]; el otro extremo, sobre todo en los últimos años, de la recepción del autor de Trilce en España y overseas.  A lo que vamos con estas caricaturas es advertir que, en España, todavía no se ha ecualizado la recepción de Vallejo.  Es decir, que se precisa sumar complejidad y releer, sobre todo, la obra del peruano no desde el binomio utopía/ distopía; sino, desde una perspectiva simétrica (léase multinaturalista o amerindia[6]), es decir, decisivamente posantropocéntrica (Granados 2020a).

Decimos esto porque, por un lado, se insiste machaconamente en el dolor, miseria, orfandad y militancia.  Y si esta mirada no funciona o no se aplica directamente a la actual “próspera” España, se exporta.  Ejemplo, 21 balas. Antología de la poesía mexicana actual. Antonio Orihuela y Luis F. Comendador (eds.).  Publicada por If/ Solar (2009), dirigida básicamente al público español. Entre ochocientos poetas (sic), nacidos todos después de la Segunda Guerra Mundial, se han seleccionado veintiuno, de allí lo de 21 balas. Con un criterio por excelencia post pacista (Octavio Paz), según el cual aquellos antologados, cito a Orihuela:

están marcad@s por su coherencia, capacidad comunicativa, compromiso cívico y heterodoxia compositiva que, a nuestro juicio, no solo han sabido recoger lo mejor de la tradición literaria mexicana, sino también aunarla con los modos, mitos y hablas populares, sin perder, por ello, su radical modernidad” (“Tan lejos, tan cerca”). O cuyo valor reside, esta vez según Comendador: “en la toma de partido por una “poesía de la conciencia” [frente a la hace rato ya moribunda: de la “experiencia”] (“La poesía que lo es”) (Granados 2009).

Antonio Orihuela (Moguer, 1965), que exhibe entre su producción algo tan periclitado, manido y aburrido como esto:

WAY OUT

a Manuel Vilas

La poesía dejará de ser una cosa triste

cuando empiece a tener que ver con la vida de la gente,

cuando la gente vuelva a ser la que decida qué hacer

con sus vidas y con las palabras,

mientras tanto

todo esto que hacemos seguirá siendo

literatura.

(Granados 2009)

Por otro lado, aunque para ser didácticos exageremos un poquitín, encontramos en la crítica y también en la poesía española varios intentos solidarios-filantrópicos para leer la obra de Vallejo.  Todos ellos contaminados, indefectiblemente, de André Coyné o Juan Espejo Asturrizaga; o estrechamente conectados a algún punto de alguna agenda teórica más o menos en boga, ejemplo, uno etno-feminista o, también otro, “decolonial”.  Esto último, podría ilustrarlo el caso del “homenaje” a Vallejo, antes por cierto a sí misma, de manos de Berta García Faet en “ábaco & indígena & césar vallejo” (García Faet ¿2022?).  Poema-reescritura de España, aparta de mí este cáliz; en el cual, como también en el caso de sus Los salmos fosforitos (2017) donde entabla “una charla poética con Vallejo”[7], ahora con Trilce, esta poesía aquí es más voluntad de aura que propiamente aura y, por lo tanto, al final sólo nos quedan entre manos unos versos astutos y de invariable sonrisa.  Mucho más interesante nos parece, tratándose de escritoras españolas jóvenes, aquellas que no pretenden rendir explícito homenaje al autor de Trilce y, sin embargo, podría tratarse aquí perfectamente de escritura post vallejiana:

CON LAS MANOS (fragmentos)

No aman de igual forma

los ricos y los pobres.

Los pobres aman con las manos.

Los pobres aman en la carne y con gula,

en las peores estampas,

en condiciones famélicas y con

todo en su contra.

El amor de los pobres

no sale por la ventana

aunque el dinero entre

por la puerta,

(que nunca entra),

(aunque no haya ventanas).

Los pobres han aprendido

a amarse a oscuras por eso mismo.

Han aprendido a amarse mal alimentados

mal vestidos, malqueridos,

porque el hambre agudiza el ingenio

y en sus jardines también crecen las flores

(aunque no haya jardines).

Y parece que su amor se yergue

indestructible a pesar de,

a pesar de las miles de plagas,

de los sueños frustrados y fracasos andantes,

de las crisis cíclicas y de hambrunas y de guerras,

más valiente que Heracles,

más Odiseo que Odiseo.

Y parece que su amor se extiende y se multiplica

al ritmo que se multiplican los pobres,

al ritmo que se multiplican los infortunios

y los desastres naturales que golpean

siempre en las casas de los pobres.

Y ese amor está a la altura de Urano,

a la altura de Urano y de Gea juntos,

y es la única arma

que tienen los pobres

para defenderse.

Gata Cattana, “De La escala de Mohs” (Granados 2020b)

Aquel “Con las manos”, desde ya es trilceano, si no, recordemos aquello de Trilce I: “Quién hace tanta bulla/ y ni deja testar las islas que van quedando”; donde “testar” nos remite a un sujeto poético orientándose y conociendo permanentemente con las manos y el cuerpo[8].  Y, obvio, luego se percibe cierta “opción” persuasiva por los pobres que va primar durante todo el poema; en concreto: el amor en un contexto de pobreza; y con el añadido del humor, no la revancha o la mala leche, y esto si ya es enteramente vallejiano: amerindio o cristiano (inútil el deslinde).  Por último, aquello de “porque el hambre agudiza el ingenio”; es decir, Libro del buen amor, picaresca, Coloquio de los perros, Quijote, y un larguísimo hiato hasta Lezama Lima, el cual percibe, articula y eleva, desde la obra de Martí, la pobreza en tanto “espíritu irradiante”.  Nada menos en Vallejo.

Poemas de Gata Cattana y compañía que constan en un post de nuestro blog, “Antología de la post-última poesía española: Gata Cattana, Bibiana Collado Cabrera y Laia López Manrique” donde, como antesala de nuestra escueta selección, podemos leer:

Aquello de “post-última” alude a un estudio anterior nuestro –aunque más detenido, más extenso, más viejo y no menos polémico–, titulado “Desde otra margen: la última poesía española”.  Seleccionamos a estas tres jóvenes y valiosas poetas, a su vez, de entre Lecturas del desierto.  Antología y entrevistas sobre poesía actual en España.  Poetas nacidos a partir de 1982 […] Confluyen aquí tres entre cuarentaisiete poetas convocados (y 761 páginas); aunque la mayoría de ellos con todos los premios de poesía y títulos académicos concedidos o por conceder.    Sin embargo, salvo lo que enseguida leeremos, en el criterio de los editores se percibe todavía la mano negra de la “poesía de la experiencia”; y en su peor versión, la de Luis García Montero y sus amigotes (políticos, escribas, editores).  Pero una golondrina, y más aún si son tres, hace de sobra un verano (Granados 2020b)

Vallejo en España, para que una vez superadas la “poesía de la experiencia” y la “poesía de la conciencia” y la “poesía de la chocolatina”, etc., percibamos todo aquello como desde otra margen, la de nuestro propio ser simétrico –aunque en archipiélago– para, de manera simultánea, permitamos filtrarse a borbotones toda esa oralidad y poesía –a cada paso y a cada minuto y a cada lectura de los clásicos– cuya lectura enamoró siempre a César Abraham Vallejo Mendoza.

Referencias

García Faet, Berta (¿2022?). “ábaco & indígena & césar vallejo”.  Verseando.  Algunos poemas y otros textos.

https://verseando.com/blog/berta-garcia-faet-abaco-indigena-cesar-vallejo/

Hernández García, Mariano (2019). “Osmar Sánchez Aguilera (ed.), Manifiestos… de   manifiesto: provocación, memoria y arte en el género-síntoma de las vanguardias       literarias hispanoamericanas,1896-1938”. Nueva Revista de Filología   Hispánica (NRFH), LXVII, 2019, 2, 700-    706.

Granados, Pedro (2020a). “Humanidades”. Uwa’Kürü – Dicionário analítico – volume  5/ organização: Gerson Rodrigues de Albuquerque, Agenor Sarraf Pacheco. –        Rio Branco: Nepan Editora; Edufac. 115-117.

Granados, Pedro (2020b). Antología de la post-última poesía española: Gata Cattana,     Bibiana Collado Cabrera y Laia López Manrique”. Blog de Pedro Granados, 23/07

http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/2020/07/23/antologia-de-la-post-ultima-poesia-espanola-gata-cattana-bibiana-collado-cabrera-y-laia-lopez-manrique/

Granados 2009). “Poemas de Antonio Orihuela (Moguer, 1965)”.  Blog de Pedro            Granados, 09/08.

http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/2009/08/09/poemas-de-antonio-orihuela-moguer-1965/

Granados, Pedro (2003).  “Desde otra margen: la última poesía española”. Biblioteca     Babab, No 19, mayo.

https://www.babab.com/no19/margen.php

Martínez, Erika (2022). “¿Quién tropieza por afuera? Poéticas del obstáculo y errancia   del sentido en César Vallejo y Berta García Faet”, Monteagudo, Nº 27 (Ejemplar          dedicado a: “El traje que vestí mañana”. Cien años de Trilce (1922-2022). / coord.    por Vicente Cervera Salinas), 93-111

Tarracido, Marcos (2003. “Desde otra margen: la última poesía española”.  Libro de       Notas. Diario de los mejores contenidos de La Red en español,  05/05.

https://librodenotas.com/article/2873/desde-otra-margen-laltima-poes237a-espa241ola

João

[1] Marcos Tarracido:

He recibido algunas críticas privadas por la recomendación de este artículo. Como creo dejar claro en mi anotación, yo no suscribo muchas de las críticas y elecciones de Pedro Granados, sino que me limito a señalar que es necesaria este tipo de crítica que, al menos, se aleja del típico rifi-rafe entre poetas de la experiencia y el resto. Por poner un ejemplo, no comparto en absoluto su desdén por Blanca Varela, que me parece una poetisa importante, ni por Valente y mucho menos por Paz. Y sí, en general, sus críticas a la poesía de la experiencia y sus apreciaciones sobre la antipoesía española. Un saludo.

Pedro Granados:

“Creo que postula una poesía personal, de largo recorrido, con humor, comprometida pero no política, mágica pero no hermética, reflexiva pero no onanista” Efectivamente, tanto en este ensayo como para mi propia poesía. Gracias por la síntesis, Pedro.  PD Aquello de las “críticas privadas” introduce un ingrediente kafkiano que sería más saludable y democrático se hicieran públicas (Tarracido 2003).

[2] Acaso, sin querer queriendo, nuestro ensayo de 2003, dando cuenta de lo sucedido en 1988, fuera uno de los primeros en llamar la atención de las implicancias estético-ideológicas de la relación Alberti-García Montero, citamos: “Corría el mes de agosto de 1988 en El Escorial. Nos encontrábamos gozando de una beca al Primer Curso de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. En un recinto abarrotado, de iniciados y de público en general, se asistía a algo así como a una sucesión en el trono o al cambio de posta en alguna final de prueba olímpica. Incómodamente embutido en una silla de ruedas, hallábase en lo alto del proscenio el poeta Rafael Alberti; también la figura con aire adolescente de Luis García Montero. El poeta mayor, pues, cedía los lauros, monitoreaba, empleaba sus buenos oficios –no sabríamos cómo precisarlo– a favor de uno joven (andaluz como el autor de Marinero en tierra) e importante gestor de lo que llegaría a denominarse –un poco más tarde– “poesía de la experiencia”. Después de los discursos de orden y la lectura de algunos poemas de Alberti, le tocó el turno al granadino. Aunque en ese entonces no conocíamos su obra, fuimos testigos incrédulos de lo bien que se pagaba en España el fácil recurso a la eufonía, y del montaje oportunista de cierta prensa capitalina. Parecía que –en tanto Alberti y García Montero representan, más bien, de algún modo lo rural o la tradición inmediata española– Madrid estaba decidida a consagrar esta poética de nítidos visos canónicos (folklóricos) y conservadores” (Granados 2003).

[3] El presente esquema (mímesis, monólogo dramático, palimpsesto), con lógicas reticencias de tipo histórico y social, podría interpolarse a explicar la producción de poesía culta o letrada de otras áreas culturales, sobre todo en Latinoamérica.  A nuestro actual entender, a este esquema de estrategias retóricas deberíamos sumarle, para hacer más justo y eficaz nuestro acercamiento a la lectura de la obra de Vallejo, el especto propiamente gnoseológico-ontológico; el cual, desde hace ya algunos años y en varias oportunidades, hemos denominado nociones de las Humanidades.  Las mismas que serían cuatro, las tres primeras antropocéntricas: Libros (H1), Pueblos (H2) y Narrativas (H3); mientras que la cuarta constituiría de por sí un giro “ontológico” respecto a las anteriores; es decir, aquella noción de las Humanidades en tanto Posantropocentrismo (Poshumanismo o Multinaturalismo (Granados 2020a).  Y es precisamente esta perspectiva simétrica, entre lo humano y lo no humano, aquella que hace distinta o singular –nunca por indigenista o, menos, por folklórica– la obra de César Vallejo, y no únicamente su poesía.

[4] Aunque este desdén y, al mismo tiempo, desubicación frente a la obra de Vallejo venga de más atrás.  Recordemos que el “Cholo” habiendo vivido todo 1931 en Madrid y publicado, este mismo año y en esta misma ciudad, por segunda vez Trilce, la Revista de Occidente jamás se interesó por publicar algo suyo.

[5] Vallejo no sería posmoderno o constructivista, ni se aliaría con las usuales consecuencias ético-ideológicas de esta unilateral noción de las Humanidades; resulta curioso, por analogía, muy cercanas a las preceptivas planteadas por André Breton en el “Primer manifiesto del surrealismo”: “escritura automática, libertad imaginativa, anarquía de los deseos humanos” (Hernández García 705).  Tal como leemos Trilce, los conflictos –y alegrías– sentimentales, familiares o de cualquier otra índole desembocan o se resuelven siempre en Inkarrí.  Por lo tanto, no resultaría pertinente para leerlo una noción aislada de las Humanidades en tanto Narrativas o “giro lingüístico” o deconstrucción (Granados 2020a), y el consecuente nihilismo resultante.

[6] Por ejemplo en Sien en Trilce (Dossier 1922-2022), iniciativa de Mar con soroche  y VASINFIN, auténtico muestrario internacional de la recepción actual de Trilce, subterráneamente la gran mayoría de convidados (77, uno por cada poema de Trilce) privilegió, digamos, una lectura o punto de vista posmoderno del asunto: ligero, arbitrario o contingente, lúdico; frente a los que defendemos, aunque parezca escandaloso tratándose de un escritor supuestamente vanguardista, una lectura “correcta” y de raigambre no cosmopolita, sino más bien amerindia de aquel libro. Perspectiva, la de VASINFIN, que alcanza poco a poco mayor atención e interés y se refleja, ahora mismo, incluso en el criterio de la traducción de aquel poemario al italiano por parte de Lorenzo Mari (Argolibri, 2021).  Y que tiene ya, desde 2022, y de modo formal, un “parceiro” de investigaciones en el Brasil; se trata del blog Arquipélagos Mestiços, vinculado al Grupo de Investigación “Barroco, oralidades y mestizagem” de la PUC-SP, dirigido por el profesor Amálio Pinheiro.

[7] “Más allá de las citas, glosas y variaciones que contienen, Los salmos pueden ser leídos junto a Trilce porque comparten lo que podríamos llamar un ludismo existencial, su manejo de la inadecuación y la irreverencia, cierto espíritu tragicómico y una estructura polifónica. Porque proponen un trabajo libérrimo con el lenguaje y convierten a la trituradora del experimentalismo en una vorágine inaugural. Pero también y sobre todo porque, con todas sus diferencias históricas, comparten una vacilación enunciativa y el milagro de un tono: la simultaneidad de la exaltación y su cuestionamiento humorístico” (Martínez 2022).

[8] Luego, Escalas (1923), y en particular su primera parte, “Cuneiformes”, funcionará como el comentario paratáctico de Trilce (1922).  Es decir, si no claro y distinto, predominará allí lo reflexivo; sobre todo, más no únicamente, una propuesta de teoría de conocimiento y un alcance sobre el tema de la justicia.

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