Aquello de “post-última” alude a un estudio anterior nuestro –aunque más detenido, más extenso, más viejo y no menos polémico–, titulado “Desde otra margen: la última poesía española”. Seleccionamos a estas tres jóvenes y valiosas poetas, a su vez, de entre Lecturas del desierto. Antología y entrevistas sobre poesía actual en España. Poetas nacidos a partir de 1982. Álvaro López Fernández, Ángela Martínez Fernández y Raúl Molina Gil (eds.). Confluyen aquí tres entre cuarentaisiete poetas convocados (761 pp.); aunque la mayoría de ellos con todos los premios de poesía y títulos académicos concedidos o por conceder. Sin embargo, salvo lo que enseguida leeremos, aunque por didáctica exageremos un poquitín, aquella muestra es muy pobre. En el criterio de los editores se percibe todavía la mano negra de la “poesía de la experiencia”; y en su peor versión, la de Luis García Montero y sus amigotes (políticos, escribas, editores). Pero una golondrina, y más aún si son tres, hace de sobra un verano.
CON LAS MANOS/ Gata Cattana
No aman de igual forma
los ricos y los pobres.
Los pobres aman con las manos.
Los pobres aman en la carne y con gula,
en las peores estampas,
en condiciones famélicas y con
todo en su contra.
Los pobres aman sin bonitos decorados.
Entienden de lunes y de tedios domingueros
y de gastos imprevistos
de facturas y de angustias
que embisten
mes a mes
a quemarropa.
El amor de los pobres
no sale por la ventana
aunque el dinero entre
por la puerta,
(que nunca entra),
(aunque no haya ventanas).
Los pobres han aprendido
a amarse a oscuras por eso mismo.
Han aprendido a amarse mal alimentados
mal vestidos, malqueridos,
porque el hambre agudiza el ingenio
y en sus jardines también crecen las flores
(aunque no haya jardines).
Los pobres han aprendido a aprovechar
los vis a vis, entre jornada y jornada
de trabajo,
(aunque no haya trabajo)
y saben darse placeres nunca tasados
de valor incalculable
y han aprendido a disfrutar las circunstancias
y la sopa de sobre,
el viejo colchón y la cuesta de enero.
Y parece que su amor se yergue
indestructible a pesar de,
a pesar de las miles de plagas,
de los sueños frustrados y fracasos andantes,
de las crisis cíclicas y de hambrunas y de guerras,
más valiente que Heracles,
más Odiseo que Odiseo.
Y parece que su amor se extiende y se multiplica
al ritmo que se multiplican los pobres,
al ritmo que se multiplican los infortunios
y los desastres naturales que golpean
siempre en las casas de los pobres.
Y ese amor está a la altura de Urano,
a la altura de Urano y de Gea juntos,
y es la única arma
que tienen los pobres
para defenderse.
Por eso han aprendido a cultivar flores
y a cantar bien sus penas
y han inventado las mejores obras
y los mejores instrumentos.
Por eso entienden de arte y saben
encontrarlo donde lo haya,
aunque no lo haya,
(que siempre lo hay).
Y han aprendido a aprovechar el carisma
y la jerga,
y a escribir poemas inmortales
sobre amores complicados,
y saben de cosquillas,
y saben de boleros
y saben de desnudos
y de darlo todo,
que no es más que lo puesto,
las manos y la lengua
la forma de otear al horizonte
y los cánticos en contra del patrón.
Yo siempre he amado de esta manera.
Yo te amo como aman los pobres
y me temo
que durante mucho mucho tiempo
esto
seguirá
siendo
así.
(De La escala de Mohs, Arcesis, 2017)
Gata Cattana (1991-2017)
FORMAS/Laia López Manrique
Buscaba una isla
un objeto encerrado en el vacío
el cuerpo que hubo en el ángulo que ocupa ahora
mi cuerpo
la perplejidad de habitar
el espacio
(De La mujer cíclica, La Garúa, 2014)
SÍSTOLE/Bibiana Collado Cabrera
La nervadura atroz de esta ciudad
se me despliega
en la piel.
Bajo los soportales,
muecas desvencijadas.
Apuntalo las venas en la sangre
para no vaciarme,
a quemarropa,
en sus esquinas.
Al caminar noto una contracción
de carne en las entrañas.
La Habana es una sístole perpetua.
(De Como si nunca antes, Pre-Textos, 2013)
COMO SI NUNCA ANTES/Bibiana Collado Cabrera
Tanto tiempo después
encontrarnos así
como si nunca antes
o como si
el mundo entero
pero hace mucho
cuándo aún no.
Tanto tiempo después
nuestra venganza es ser felices.
(De Como si nunca antes, Pre-Textos, 2013)
PADRE/Bibiana Collado Cabrera
Bailaba malagueñas –cuenta–
cuando salían de la iglesia.
Estaban hartos de partir almendras,
de hacerse mayores picando esparto,
de subir a los muertos
a lo alto del cerro.
El pozo siempre a punto de secarse.
Hay que coger los higos chumbos
antes de que salga el sol.
Un rosario de espejos negros
cosido en las enaguas
y una foto de alguien
que se fue a la guerra,
que dicen
que se fue a la guerra.
En esta casa,
quien no trabaja,
no come.
Y agarrotadas tías solteras
que ayudan a parir
a sus hermanas
en la noche más
oscura.
La más pequeña se marchó de noche,
se marchó de noche y no volvió.
Y un cortijo, siempre lejano,
hecho de piedra
con piedra
y frío uniéndolas.
Bailaba malagueñas –cuenta–
pero no logra recordar
quién las cantaba.
(De Certeza del colapso, Ediciones Complutense, 2018)