
Las manos
Extendidas
Exhaustas
Muertas
Resurrectas
Siempre extrañas
Y no menos
Esquivas
Y, sin embargo,
Disponibles
Pañuelos
Flechas al viento
Anticipadas

Las manos
Extendidas
Exhaustas
Muertas
Resurrectas
Siempre extrañas
Y no menos
Esquivas
Y, sin embargo,
Disponibles
Pañuelos
Flechas al viento
Anticipadas

Hay una chica que insiste en repetir
el papel que realizó María Schneider,
ella dice que yo soy Marlon Brando
y que debemos reunirnos en su casa
y actuar.
Pero yo no soy Marlon Brando,
no vivo en Paris y no quiero morir,
todavía.
La chica es muy linda, es tan linda
como una paleta de frutas jugosas,
pero me lanzó un ultimátum:
“si no ejerces de Brando, buscaré
otra pareja”.
Me embriago en la casa con Whisky
y arrojo la botella en el cesto.
¿Porqué no puedo ser Marlon Brando?
Destapo una botella de vino argentino,
escucho un disco de milongas y tangos.
Y bailo entre sombras.

Jaime Gil de Biedma (1929 – 1990)
Años 40-50:
Existencialista-social realista (Neruda y cierto Vallejo). Dámaso Alonso. Poesía mimética.
Años 50-60:
Monólogo dramático (Langbaum). Autobiografía, poesía, como prosopopeya (Paul de Man). Sujetos son cuestionados (Borges). Gil de Biedma: monólogo de la otredad (¿autismo?). Imposible transparencia del yo (“soy esto”). Desdoblamiento dialógico del yo. Somos lo que decimos ser. Historia como ficción. Arduo problema: el de la identidad. Polémica: Biedma-Valente.
[Desencanto: Incapaces de derrotar al franquismo España se llenaba de turistas y se vaciaba de campesinos y obreros que acudían a Europa. Impotencia cívica se hizo poesía (masoquismo histórico colectivo)]
Años 70:
“Novísimos” (culteranos, venecianos). El ámbito de la poesía no es la realidad sino el lenguaje. Aguda conciencia y exhibicionismo del palimpsesto (huella cultural previa donde se inscribe toda “creación”). Pastiche. Sin embargo, también encontramos poesía femenina, figurativa, que relee de otro modo o menos patéticamente los años 40 (María Beneyto).
[Señoritos de la poesía. Malditismo de De Villena; bibliofilia, Gimferrer; glamour a toda prueba, Ana Rossetti. Importancia de Mallarmé: la poesía no se hace con ideas; sí, con palabras. Mutación de la sociedad española: más tolerante y abierta; pero también más fatalista y escéptica; más instruida, aunque también más banal… curiosidad por la subcultura, regreso al Modernismo y desdén por el compromiso socio-político]
Años 80-90 (2000):
Recupera la “experiencia”; pero, más bien, la experiencia de la prosopopeya (narcisismo prosopoéico). La publicidad y el realismo sucio (Charles Bukowski doblado sobre la pantalla de algún cine de barrio); en suma, y aunque parca, la anécdota. Realismo retórico y moralista de corte tradicional. Polémica: D’ Ors – Riechmann. Antivanguardista. Antitrascendente. “Integrados” con la realidad. Sin voltaje (Pound). Realista y divertida. Intimismo fácil y prescindible. Poesía comprometida y políticamente correcta, en los primeros años del 2000, aunque no por esto menos retórica y radicalmente ingenua (“Poesía de la conciencia” vs. “Poesía de la experiencia”). Algunas voces interesantes y a su aire: Angela Valley, Jesús Aguayo y Antonio Moreno Figueras.
[Declive de la poética novísima y recuperación de los poetas del 50… poesía figurativa, contra Mallarmé. La post-modernidad tiende al eclecticismo, la blandura y la autocomplacencia. “Privatización de las letras españolas”]
“Nuestro pleito oculta también, y sólo a medias, un problema político acerca de la función de la literatura en la vida social, lo que, al cabo, implica una descalificación del Estado cultural construido desde 1982. ¿Podría ser casual, dirán algunos, que en 1983 surja la otra sentimentalidad? ¿No son los “poetas de la experiencia” la encarnación viva de la petulancia un poco hortera de los sociatas que acababan de llegar a las poltronas? ¿No son sus almibarados poemas y sus bellas revistas de los años ochenta una suerte de P.E.R. (Plan de Empleo Rural) para poetas andaluces en paro? […] ¿Sólo hay experiencias sentimentales?” (37-38) (¿Me ayudan a encontrar la fuente?)
Conclusión (aún más breve)
De los años 40 al 2000 –Guerra Civil, dictadura de Franco y proceso de globalización o inserción más radical de España en Europa– tres formas literarias acompañan el proceso de la poesía española: la mimesis, el monólogo dramático y el palimpesto… hasta los años 70. La poesía posterior, años 80 al presente, sería una mezcla de estas tres formas básicas. Es decir, el retorno a la mimesis de los últimos treinta años no deja de estar contaminado, irremediablemente, de monólogo dramático y, sobre todo, de palimpsesto… mejor diríamos, de pastiche. Lucidez sobre esto la tiene, o la tenía, el cine de Almodóvar; acaso la mejor poesía española de toda esta última época.

Volvió a vestirse con su nombre. Todos los días lo hacía para creérselo como una verdad imborrable. Su pequeño ritual consistía en incorporarse, y en cada parte del cuerpo pegarse una letra y un sonido. Cuando ya estaba hecha palabra escrita y hablada (para eso, claro, siempre necesitaba que algún vecino o amigo le llamara), cobraba un colorcito rosado en la mejilla. Pero se decía mejor a sí misma cuando le llamaba su novio, luego su marido, y unos años más tarde también su hijo.
Pero un día de pronto se le había roto el nombre. Empezó con un pequeño agujero en la esquina de la a. Ella no le hizo caso, y el agujero creció hasta desbordarse a las otras letras.
Ya con el nombre a medias, ni su marido, ni su hijo o amigos y vecinos lograban recomponerla. Se volvió humo, polvo, sonido lejano.

“Tavito” Vásquez (1928 – 1995)
Sin duda en una de mis vidas soy dominicano. Acicateado siempre por el deseo he barrido las calles de Santo Domingo e, igualmente goloso y anónimo, las de muchas de sus provincias. Una suerte de ir siempre a desenmascarar un hechizo, una promesa atávica, una perla relampagueante en medio de la concha más oscura. ¡Dulce! –así me lo refirió un viejo taxista de El Conde, ya hace años– es el toto de las hembras dominicanas; y así mismo lo he comprobado. Pedazos de madera de balsa sobre un mar proceloso e iluminado. Reto para jugar a las escondidas y perderse, despreocupadamente, en medio de ese bosque encantado. Incienso que se prende, sobre ese altar minúsculo, mientras a uno lo embriaga su bendito aroma. Bendecido es el encuentro con el toto dominicano, pues, la auténtica y secreta poesía local en medio de semejante enjambre, pareciera sempiterno, de poetas a la carta y a la corte. Cofre, en suma, alguna vez enterrado, y rescatado a mano –a ávidas heridas– por este memorioso y agradecidísimo filibustero.
Previa esta introducción, ineludible tratándose de cosas dominicanas, acusamos lectura de Marginal de una lengua que persigue su forma (Santo Domingo, República Dominicana: Editorial Gente, 2009) de Alexis Gómez Rosa. Poeta, en base 6, bajando con ojos bien abiertos una penumbrosa escalera. Peldaños de los recuerdos, de los reencuentros, digo, con nuestros jirones de luz y de camisas flameando ante el viento vivo del mar del Caribe. Alto es el peñasco de mira y discursiva la gruta de líquenes de la playa de Alexis Gómez Rosa; sin duda el de más virtuosa y febril digitación sobre su saxo, como “Tavito” Vásquez (El Grande). Virtuoso, pero sin el tufillo malicioso o peyorativo de no creador que, algunas veces, hacemos equivaler esta palabra. En cambio, una vez nos hemos untado Marginal, nos percatamos que la creación en Alexis es casi impersonal, y este sí que es un auténtico y extraordinario logro. Su propuesta convoca, más claro que nunca y sin los narcisismos ni las megalomanías de antes (encandilamiento con Neruda, con vida y obra) una honda herencia de historia antillana; una melaza lenta, eruptiva, como brotando de un enorme volcán que cubre sólo parcialmente la playa. Una cabeza imantada al palenque, dentro mismo del dolor; y, las otras, a una lectura bajo un lamparín a kerosene, a una conversación inolvidable, a un tabú, a una pregunta a la Esfinge. Son varias las cabezas las de esta hidra buena que es la poesía de nuestro extraordinario amigo de la Zona Colonial. Bate mayor, y de otras ligas, frente a los meros recogedores de bola en el diamante poético dominicano.

Carlos Eduardo Quenaya (1984)
*
Ahora escribe lo que no puedes ver. Allí encontrarás un futuro posible: una tienda al borde de un acantilado, una serenata en la lluvia, una mujer escarmenando en el río sus cabellos.
En la majestad de lo visible, existen mundos que desconoces.
Tal vez la locura sea arribar con el cabello cubierto de sangre y flores encendidas.
O tal vez no.
*
Si consigo existir pagaré mis deudas. Es inútil y famoso abrazarte. Despotrico contra los horrores de la educación moderna. En mi vida sólo quiero saberme plástico y desproporcionado. A ti no te gusta cómo nos lame la luz. En el viento arden pestañas devorando la órbita que secuestró la magia.
*
Si ella habla, el amor estornuda. Si respira, el aire comenta la noticia con asombro. Ella juega y los pájaros se remangan las medias (y no paramos de reírnos). Ella me ama y mi organismo pega un grito, dos, hasta salir disparando como una comparsa de locos arrojando tomates.

Retrato de C.T. K., por Andrés Ennen
Sumilla
Pacto poético alude, obviamente, al concepto de “pacto autobiográfico” acuñado por Philippe Lejeune. Internet, al medio por el cual se ha difundido esta experiencia poético-autobiográfica centrada en poemas y entrevistas concedidos por un tal Cristóbal “Tobi” Kanashiro. Y, por último, propiamente el caso de este sujeto o agente inventado, entre alumnos y profesor, en el marco de un curso denominado “Literatura”, para la Facultad de Arte de la PUC del Perú (semestre académico I, marzo-julio, 2010). El presente ensayo, más que ahondar o debatir los problemas teóricos inherentes a la autobiografía –al que este tipo de experiencia invita, sobre todo, en cuanto aquello de la identidad real del autor–, trata más bien de establecer o poner en paralelo los requisitos del pacto autobiográfico con –y esta es la hipótesis que intentaremos demostrar– las exigencias propias, asimismo, a una recepción productiva o eficaz en el campo de la poesía. Relación entre productor y lector, esta última, a la que vamos denominando “pacto poético”. Productores de Kanashiro que dialécticamente fuimos, además, lectores de primera mano. El presente trabajo, por lo tanto, utilizará como fuente fundamental de análisis los testimonios de los alumnos involucrados en dicha experiencia.
Palabras clave: Pacto poético, talleres de creación literaria, institución literaria en el Perú.

Bajo este sugestivo título se reúnen, en esta reciente separata (Tokio: Sophia University, 2009), una serie de reseñas, editadas a manera de un ensayo no menos personal y con rigurosas notas, bajo la firma de la doctora Nina Hasegawa (mexicana de origen). El punto al rededor del cual gira el debate es el de la denominada Literatura Comparada frente a los tan en boga Cultural Studies. Para este fin, y sin ocultarnos desde el principio su voto por la primera de las perspectivas en pugna, la autora de este valioso trabajo de compilación y resumen (textos y apartados en torno a Ana del Sarto, Tomo Virk, Dorothy Figueira, Hugo Dyserink, Marcel Bataillon, Octavio Paz, Cao Shunquing y Ana Pizarro; aparte de su “Pensar el mundo de manera global: frutos de una experiencia personal”) expone de modo extraordinariamente didáctico algunas ideas no menos polémicas, respecto a dicho debate y en específico ventilando la opinión de Figueira sobre el particular, que pasamos a enumerar ahora mismo y a nuestro aire:
-El multiculturalism [estadounidense] ha sido el instrumento con que las autoridades norteamericanas han pretendido mantener un discurso de apertura a la “diversidad” durante la era de la globalización sin, de hecho, abrirse ni diversificarse en lo más mínimo.
-El multiculturalism ha sido la palabra favorita de los administradores universitarios deseosos de complacer al gobierno a cambio de beneficios.
-El multiculturalism ha sido la filosofía que ha hecho creer a un sinnúmero de jóvenes norteamericanos que era posible compartir los problemas del mundo y estudiar las culturas sin salir de casa y con sólo leer en inglés.
Ahora “el Otro” se enseña en los Departamentos de Inglés bajo el pretexto de que no hay suficientes recursos económicos para mantener Departamentos de Estudios de Área o de Literatura Extranjera. Gracias a sus tácticas agresivas, los Departamentos de Inglés han logrado apropiarse de la enseñanza de las teorías, y ahora “casi han puesto de lado la enseñanza de la literatura para ocuparse enteramente de los problemas de la identidad y de su formación, de las teorías feministas, psicoanalíticas y poscoloniales.
-El multiculturalism ha transformado el pensamiento crítico que pedía diversidad cultural para “acabar con el racismo endémico” en “una definición simplista de los fenómenos globales basada en la limitada y pobre experiencia étnica de los norteamericanos.
-El multiculturalism ha sido la “reforma liberal” que ha querido convencer al mundo entero de que bastaba con aceptar la diversidad para que las diferencias culturales y los problemas raciales se superaran como por arte de magia. (8-9)
Ahora, tanto primero la autora como nosotros después, incidimos en este perfil del multiculturalism porque, precisamente, desde este punto de vista se enfocan, por ejemplo, los Estudios Poscoloniales (niña de los ojos de los Cultural Studies); los cuales, citando Hasegawa otra vez a Figueira: “están prestándose a jugar una farsa criminal, no solo porque no liberan al Tercer Mundo de su opresión sino porque además lucran con él y lo exprimen cada vez más. (10). Respecto a este panorama de cosas, y siempre otorgando sus simpatías a la otra margen del debate, la docente de la Universidad de Sofía acaso concluiría de este modo: “Hoy en día ha quedado demostrado, gracias a los esfuerzos de Dyserink, Wolfgang Iser, Hans-Robert Gauss, Jeep Leersen y otros, que los métodos analíticos comparatistas que tan “poco científicos” parecían a Wellek [René] (en parte porque se adquirían en la práctica durante las clases, sin necesidad de manuales teóricos, con sólo promover el estudio intenso de las lenguas así como al desarrollar la sensibilidad, el espíritu crítico y la observación al máximo) son métodos de una eficiencia contundente” (15)

Núm. 534 (“Autorretrato”)
Sobre el recorte de su túnica clara
se otea otra túnica.
Más burda y también más oscura.
Algún otro cordero.
Cielo-coro
de evasivos polizontes:
máscaras, torsos desnudos,
pliegues, tambores sordos.
Múltiples miradas.
Un ojo mudo.
Una honda cicatriz.
Una boca.
Una larga y paciente espera.
Los pechos y los brazos
fuertes todavía.
Hace días que ha muerto.
Los pájaros volaron
a través de él.
La noche y la maleza
sortearon muy fácil
aquella puerta semi abierta.
¿Cuál de todos nosotros va
camino del Gólgota?

Poeta busca empleo
muy bien remunerado.
Cura almas. Menos la suya.
O permite ponerlas
sobre cualquier papelito
para que ya no molesten.
Colabora en hablar con Dios
todos los días
como si fuera la cosa más simple
de este mundo.
Y aquí no ha pasado nada.
Tú sigues siendo tú
y Dios continúa siendo el mismo
aunque ahora con algo así, entre ambos,
como de un acuerdo entre caballeros.
Dejas de preguntar, deja de atormentarte.
Pero de todo corazón.
A las feas el poeta
les permite ser lindas.
Y a estas últimas disfrutar, también,
con el imaginarse ser de lo peor.
Aunque, ahí mismo, volver a la realidad
frente a la más próxima y golosa
de las miradas.
Todos los problemas de gramática
o comunicación
los resuelve, además, entre los hombres:
pobre diablo, farsante, comemierda
se mencionarán al desgaire
–de ida y vuelta–
y esto vaya si libera.
¿Cómo iba a ser de otro modo?
Para pagarle
pónganse las dos manos
en el pecho
y dejen libres los bolsillos.
Nadie ha de devolverles su dinero,
qué va. Aunque el poeta ya sabrá
disfrutar como un chancho con ello.
Los más concientes se sentirán justos,
ecológicos, realizados. Ojo
no sólo así se sentirán,
sino que muy de veras lo serán.
Y los denominados corruptos,
si es que a un verdadero corrupto
pudiese interesarle también la poesía,
caerán en la cuenta que estuvieron detrás
de un misio chancay de a veinte.
Que los grados de manipulación acaso
son insondables. Se mirarán el propio ombligo, entonces,
luego el de su prójimo, a través de tan distintas ropas,
por cierto, y comprenderán
que junto con ellos perdimos
inadvertidamente el tiempo.
Denle su dinero al poeta, su lugar
en este no lugar. Él sabrá convertirlo,
de modo puntual, en incienso muy fino.
A más caudales, más nítido
y permanente el humo.
Dense el espectáculo, para nada gratuito,
de verlo gozar como el chancho que es.