Carlos Brignardello Radulescu (Lima, 1950-2004)

Poco más hay que agregar sobre su anecdotario; por ejemplo,  su despedida análoga, y acaso equivalente en su significado, a la de José María Arguedas o Luis Hernández Camarero, entre nosotros.  Y sí, más bien, invitar a congregarnos en sus libros apasionados; con excelencia documentados; y muy respetuosamente escritos: atento y gradual con su cada vez más hechizado lector.   Murió en Trilce, en molle o en cinabrio: “El color del tránsito, el mediador entre el día y la noche”, según él mismo apunta.  El autor de Simbología prehispánica del paisaje, constituye un autor todavía por descubrir y estudiar.

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Esquema de la poesía española: siglo XX al presente

Jaime Gil de Biedma (1929 – 1990)

Años 40-50:
Existencialista-social realista (Neruda y cierto Vallejo). Dámaso Alonso. Poesía mimética.

Años 50-60:
Monólogo dramático (Langbaum). Autobiografía, poesía, como prosopopeya (Paul de Man). Sujetos son cuestionados (Borges). Gil de Biedma: monólogo de la otredad (¿autismo?). Imposible transparencia del yo (“soy esto”). Desdoblamiento dialógico del yo. Somos lo que decimos ser. Historia como ficción. Arduo problema: el de la identidad. Polémica: Biedma-Valente.

[Desencanto: Incapaces de derrotar al franquismo España se llenaba de turistas y se vaciaba de campesinos y obreros que acudían a Europa. Impotencia cívica se hizo poesía (masoquismo histórico colectivo)]

Años 70:
“Novísimos” (culteranos, venecianos). El ámbito de la poesía no es la realidad sino el lenguaje. Aguda conciencia y exhibicionismo del palimpsesto (huella cultural previa donde se inscribe toda “creación”). Pastiche. Sin embargo, también encontramos poesía femenina, figurativa, que relee de otro modo o menos patéticamente los años 40 (María Beneyto).

[Señoritos de la poesía. Malditismo de De Villena; bibliofilia, Gimferrer; glamour a toda prueba, Ana Rossetti. Importancia de Mallarmé: la poesía no se hace con ideas; sí, con palabras. Mutación de la sociedad española: más tolerante y abierta; pero también más fatalista y escéptica; más instruida, aunque también más banal… curiosidad por la subcultura, regreso al Modernismo y desdén por el compromiso socio-político]

Años 80-90 (2020):

Recupera la “experiencia”; pero, más bien, la experiencia de la prosopopeya (narcisismo prosopoéico). La publicidad y el realismo sucio (Charles Bukowski doblado sobre la pantalla de algún cine de barrio); en suma, y aunque parca, la anécdota. Realismo retórico y moralista de corte tradicional. Polémica: D’ Ors – Riechmann. Antivanguardista. Antitrascendente. “Integrados” con la realidad. Sin voltaje (Pound). Realista y divertida. Intimismo fácil y prescindible. Poesía comprometida y políticamente correcta, en los primeros años del 2000, aunque no por esto menos retórica y radicalmente ingenua (“Poesía de la conciencia” vs. “Poesía de la experiencia”). Algunas voces interesantes y a su aire: Angela Valley, Jesús Aguayo y Antonio Moreno Figueras.

[Declive de la poética novísima y recuperación de los poetas del 50… poesía figurativa, contra Mallarmé. La post-modernidad tiende al eclecticismo, la blandura y la autocomplacencia. “Privatización de las letras españolas”]

“Nuestro pleito oculta también, y sólo a medias, un problema político acerca de la función de la literatura en la vida social, lo que, al cabo, implica una descalificación del Estado cultural construido desde 1982. ¿Podría ser casual, dirán algunos, que en 1983 surja la otra sentimentalidad? ¿No son los “poetas de la experiencia” la encarnación viva de la petulancia un poco hortera de los sociatas que acababan de llegar a las poltronas? ¿No son sus almibarados poemas y sus bellas revistas de los años ochenta una suerte de P.E.R. (Plan de Empleo Rural) para poetas andaluces en paro? […] ¿Sólo hay experiencias sentimentales?” (37-38) (¿Me ayudan a encontrar la fuente?)

Conclusión (aún más breve)

De los años 40 al 2000 –Guerra Civil, dictadura de Franco y proceso de globalización o inserción más radical de España en Europa– tres formas literarias acompañan el proceso de la poesía española: la mimesis, el monólogo dramático y el palimpesto… hasta los años 70. La poesía posterior, años 80 al presente, sería una mezcla de estas tres formas básicas. Es decir, el retorno a la mimesis de los últimos cuarenta años no deja de estar contaminado, irremediablemente, de monólogo dramático y, sobre todo, de palimpsesto… mejor diríamos, de pastiche. Lucidez sobre esto la tiene, o la tenía, el cine de Almodóvar; acaso la mejor poesía española de toda esta última época.

El año 2003 publiqué “Desde otra margen: La última poesía española“, crónica-testimonio más o menos sobre el mismo tema. El presente esquema (mímesis, monólogo dramático, palimsesto), con lógicas reticencias de tipo histórico y social, podría interpolarse a explicar la producción de poesía culta o letrada de otras áreas cúlturales, sobre todo en Latinoamérica.

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“Para Billie Holiday”

Si no fuera por tu sentido del humor,
querida.
Si no te inhibieras en destruir, horadar
mi corazón con tus canciones,
creyera que el corazón
de verdad existe
me creyera
el corazón
y me creyera yo mismo
a esta hora.

Pero esa manera
de hacerme llorar
sobre la leche derramada
y consolarme luego
porque nada ha pasado
en verdad
absolutamente nada
sobre este valle
de fantasmas erizados.

Y mi hermano mayor que no acepta
vayan a tener que limpiarle
el culo cuando más viejo.

Y todo el resto de mi familia
fallecida ya, toda
en un vagón de tren
que me queda un poco lejos.

¿Qué clase de carrusel es éste?

¡Señores, qué vueltas me voy dando!

Sin ti el aire sería de verdad aire
y no esta pista que no tiene aire
ni tiene tiempo
felizmente
y sí tus blandas manos, más bien,
y el cariño acorde
con la batería y el saxo.

Nada es de verdad, qué va.
solo esta música que lo envuelve a uno
por completo
y todo lo consuela.

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Carlos Aguasaco en bilingüe

Ventana

La ventana existe porque la observo, porque la creo,

porque en la oscuridad de los túneles del subway,

la ventana es un sarcasmo, prolongación de la oscuridad.

Ese gusano de plata, la ballena automática que se indigesta de hombres, que se atraganta de lenguas, que se detiene a respirar,

que se convierte en rumiante, que traga, que mastica, que inhala,

que exhala, que no distingue entre razas, que pertenece al camino,

que parece haberse propuesto acabar con sus zapatos de hierro

y encontrar la luz en Queens al volver de Manhattan,

abre sus puertas y me deja entrar.

Una Babel acostada, rodante, peregrina, una Babel ambiciosa,

una torre que intenta alcanzar las entrañas del infierno,

me lleva en mi camino cada día hacia Harlem.

Renuncio a releer el periódico, a mordisquear un Best Seller,

a engullirme de Hip-Hop, a concentrarme en mi horario,

y creo la ventana, la dejo aparecer en el techo, la dejo ser

redonda, rasgada, arabesca, la dejo ser una ventana.

Luego, como una rata en subway me interno, me extravío, me pierdo

en busca de luz, de agua, de una alcantarilla en Times Square

o de una oportunidad en Broadway.

La ventana existe porque la observo, porque la creo,

porque en la oscuridad de los túneles del subway,

la ventana es un sarcasmo, prolongación de la oscuridad.

El chiste magnífico que hace reír al idiota, al autista, al newyorkino,

al roedor que me habita desde que vine a esta isla.

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Antología de la post-última poesía española: Gata Cattana, Bibiana Collado Cabrera y Laia López Manrique

Aquello de “post-última” alude a un estudio anterior nuestro –aunque más detenido, más extenso, más viejo y no menos polémico–, titulado “Desde otra margen: la última poesía española”.  Seleccionamos a estas tres jóvenes y valiosas poetas, a su vez, de entre Lecturas del desierto.  Antología y entrevistas sobre poesía actual en España.  Poetas nacidos a partir de 1982.  Álvaro López Fernández, Ángela Martínez Fernández y Raúl Molina Gil (eds.).  Confluyen aquí tres entre cuarentaisiete poetas convocados (761 pp.); aunque la mayoría de ellos con todos los premios de poesía y títulos académicos concedidos o por conceder.    Sin embargo, salvo lo que enseguida leeremos, aunque por didáctica exageremos un poquitín, aquella muestra es muy pobre.  En el criterio de los editores se percibe todavía la mano negra de la “poesía de la experiencia”; y en su peor versión, la de Luis García Montero y sus amigotes (políticos, escribas, editores).  Pero una golondrina, y más aún si son tres, hace de sobra un verano.

CON LAS MANOS/ Gata Cattana

No aman de igual forma

los ricos y los pobres.

Los pobres aman con las manos.

Los pobres aman en la carne y con gula,

en las peores estampas,

en condiciones famélicas y con

todo en su contra.

Los pobres aman sin bonitos decorados.

Entienden de lunes y de tedios domingueros

y de gastos imprevistos

de facturas y de angustias

que embisten

mes a mes

a quemarropa.

El amor de los pobres

no sale por la ventana

aunque el dinero entre

por la puerta,

(que nunca entra),

(aunque no haya ventanas).

Los pobres han aprendido

a amarse a oscuras por eso mismo.

Han aprendido a amarse mal alimentados

mal vestidos, malqueridos,

porque el hambre agudiza el ingenio

y en sus jardines también crecen las flores

(aunque no haya jardines).

Los pobres han aprendido a aprovechar

los vis a vis, entre jornada y jornada

de trabajo,

(aunque no haya trabajo)

y saben darse placeres nunca tasados

de valor incalculable

y han aprendido a disfrutar las circunstancias

y la sopa de sobre,

el viejo colchón y la cuesta de enero.

Y parece que su amor se yergue

indestructible a pesar de,

a pesar de las miles de plagas,

de los sueños frustrados y fracasos andantes,

de las crisis cíclicas y de hambrunas y de guerras,

más valiente que Heracles,

más Odiseo que Odiseo.

Y parece que su amor se extiende y se multiplica

al ritmo que se multiplican los pobres,

al ritmo que se multiplican los infortunios

y los desastres naturales que golpean

siempre en las casas de los pobres.

Y ese amor está a la altura de Urano,

a la altura de Urano y de Gea juntos,

y es la única arma

que tienen los pobres

para defenderse.

Por eso han aprendido a cultivar flores

y a cantar bien sus penas

y han inventado las mejores obras

y los mejores instrumentos.

Por eso entienden de arte y saben

encontrarlo donde lo haya,

aunque no lo haya,

(que siempre lo hay).

Y han aprendido a aprovechar el carisma

y la jerga,

y a escribir poemas inmortales

sobre amores complicados,

y saben de cosquillas,

y saben de boleros

y saben de desnudos

y de darlo todo,

que no es más que lo puesto,

las manos y la lengua

la forma de otear al horizonte

y los cánticos en contra del patrón.

Yo siempre he amado de esta manera.

Yo te amo como aman los pobres

y me temo

que durante mucho mucho tiempo

esto

seguirá

siendo

así.

(De La escala de Mohs, Arcesis, 2017)

Gata Cattana (1991-2017)

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AGÜEROS PARA ARMAR (Nobloga VI)

Juvenal Agüero andaba apurado por llegar puntual a la Biblioteca Nacional del Perú y no perderse, ni en un ápice, la charla que brindaba su amigo LEW, en el contexto del programa de HISTORIA Y ARTE PERUANO, sobre Recuerdos de la Monarquía Peruana o bosquejo de la historia de los incas (París, 1850). Manuscrito ilustrado de Don Justo Apu Sarhuaraura Inca sobre el cual, entre otras sugestivas ideas, aquel sustentó: “Constituye, respecto a los incas, el paso de una iconografía política a una de consumo masivo, de corte romántico”.

Ahora, por nuestra parte, pensamos que este manuscrito brinda la pauta para varios trabajos “literarios” e iconográficos pendientes, por ejemplo, y aunque de épocas muy distintas, su relación con la serie inca de la “carta” de Guamán Poma de Ayala.  Y, acaso la principal, siendo la Corónica y el manuscrito de Sarhuaraura iconografías veristas o figurativas (al modo occidental) qué tanto nos quedan otras fuentes para imaginar aquel “retrato” que, entre los incas, era abstracto o, por lo menos, no verista; ¿entre estas fuentes podría estar la poesía?  ¿A qué tipo de “retrato” arribaríamos?

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“Spinoza superstar”/Ramón Andrés [González-Cobos]

Biblioteca de unos 160 volúmenes, entre los que se encontraban varios títulos de Descartes, los Elementa philosophica de Cive de Hobbes, Flavio Josefo, Maquiavelo, la Utopía de Moro, el Dictionarium rabbi­nicum de Nathan ben Jechiel, el De vita solitaria de Petrarca, también Los diálogos de amor de León Hebreo, en fin, libros de poemas de Quevedo y Góngora, las Novelas ejemplares de Cervantes y cinco biblias, entre ellas la Biblia sacra hebraica en la edición de Basilea de 1618.

Está persuadido de que aquello que “es” no podría existir de otro modo a como existe, y que la esencia no implica existencia. Pese a las promesas del racionalismo, el ser humano no es, ni será jamás, un mundo autónomo, bien al contrario: es fruto de la contingencia, puro pertenecer a un orden infinito.

El autor de la Ética no era demasiado aficionado a la música, y menos a la que obedecía a una moda creciente entonces que destacaba, sobre todo, la melodía. Lo único que podía atraerlo era bien distinto: la simultaneidad de notas que conforman un todo, los acordes, su engranaje y progresión armónica… ¿Y cómo así? Porque la verdad no depende en ningún caso de la duración.

Se comprende que Spinoza sea el menos amargo de los filósofos, el menos agraviado por su condición de mortal, por eso escribe en la Ética que quien se siente libre es porque no piensa en la muerte. La desenmascara como estrategia de coacción de los poderes políticos y religiosos. Eso hace tolerante a aquel judío de origen español, indulgente con las carencias de la condición humana. Somos, a duras penas, lo que somos.

https://elpais.com/cultura/2020/07/17/babelia/1594986547_190851.html#?sma=newsletter_babelia20200717

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Taller de poesía online por cuencas culturales: Transfronterizo y “multinaturalista”

Caribe, para sacudirse de Pablo Neruda.

Cono Sur, para que desde un inicio, en nuestro contrato con el lector, no intentemos pasar por sujetos listos.

Brasil, para que nuestro performance (cuerpo y ritmo) aterrice mejor en nosotros mismos y luego, y con más potencia, en el papel u otro soporte a través de la escritura.  No estamos conminados a la poesía de auto-ayuda (“acción poética”); ni, tampoco, limitados a escribir en portunhol selvagem.

Andina, para que leamos en su real dimensión, modo gozoso, a nuestro César Vallejo.

Amazonía, para sacudirse del espejismo y culto de medios y soportes –exotismo, multiplicidad de lenguas u otros mimetismos– y optemos siempre, más bien, por las sensibilidades; éstas, nuestra lengua común.

Latina (USA), para que dialoguemos más fluidamente con las demás cuencas culturales de la región; y encontremos que nos ligan más afinidades que nos separan diferencias.  Aunque, primero, a modo de trabar nuestra enorme disposición para “pasteurizar” y “narrar” prácticamente todo.  Para una zambullida debajo de Whitman, Pound, Dickinson, Ginsberg o la “typography” minimalista.

España, para que una vez superadas la “poesía de la experiencia” y la “poesía de la conciencia” y la “poesía de la chocolatina”, etc., percibamos todo ello como desde otra margen, la de América Latina; para, luego, permitir filtrarse a borbotones toda esa oralidad y poesía –a cada paso y a cada minuto y a cada lectura de los clásicos– del territorio de la Península.

México, porque no todo fue Octavio Paz ni todo debe ser ahora  infrarrealismo o un Bukowski, no de sótano, sino de vitrina.  Porque en nuestro contrato con el lector no empecemos por apuntarle con un revólver.

En español, portunhol selvagem, quechuaespañol, spanglish y un largo etcétera.

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