Archivo de la categoría: Ensayo

Ensayo

Humanidades: humanas y no humanas

Dibujo de Tilsa Tsuchiya  —posthumano o simétrico, por cierto– que quisiéramos brinde la pauta de lo que, al respecto y por oleadas, hemos venido pensando; en realidad, desde nuestra tesis de Bachiller en Humanidades de 1987 para la PUC del Perú (“Estancias: síntesis de imágenes aéreas en la poesía de Javier Sologuren”).   Hemos venido pensando, obvio,  junto a algunas teorías y metodologías; aunque el primer paso lo hemos dado siempre con la poesía*.

Ponencia: “Las humanidades en los talleres de creación literaria”

Nuevas humanidades: Nuevos diálogos

Humanidades hoy: simultaneidades y convergencias (PPT)

“Creación literaria transfronteriza: Poesía y multinaturalismo”

Poesía peruana y mediación conceptual

»Leer más

Vallejo sin Fronteras

“Vallejo sin fronteras” nuevo título de Pedro Granados coeditado por EC Editores

Pedro Granados, Vallejo sin fronteras (Arcadia/ Espacio Cultura, 2010) 115 páginas. ISBN: 978-612-45733-1-6

Para nuestra editorial, resulta ser un verdadero privilegio que podamos cumplir el viejo anhelo de editar al poeta limeño Pedro Granados, gracias a su generosidad, hoy podemos coeditar, nuevamente con Arcadia, su última obra. “Vallejo sin fronteras” .

“Vallejo sin fronteras” explica y enfatiza, aquella radical condición de la obra lírica del célebre poeta peruano César Vallejo a través de estos ensayos escritos por Pedro Granados durante los últimos años, en paralelo a su constante quehacer creativo en la poesía y en la Cátedra Universitaria.

El presente volumen incluye ilustrativos textos como:

“Mujer, fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo”;

“El Taller Literario César Vallejo en la República Dominicana”;

“Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana”;

“El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente”;

Compromiso y magia en la poesía de agitación política: El caso de Roque Dalton (y César Vallejo)“; y

Trilce y Georgette”.

»Leer más

El Trilce de Granados/ Luis Martín Valdiviezo Arista

Una lectura heterodoxa de la obra de Vallejo que nos permite redescubrir el humor y el entusiasmo por la vida (junto al sufrimiento) del poeta a través del enigmático y paradójico Trilce (1922). Granados afirma que el contacto de Vallejo con la modernización urbana y los rituales populares de los callejones de Lima (donde afroperuanos, mestizos y asiáticos; obreros, estudiantes, comerciantes e intelectuales pobres; reían, bebían, comían y bailaban por días unidos por el embrujo de la marinera) lo impactó profundamente. Esto se muestra en un segundo plano ya en los Heraldos Negros (1918) y en Trilce en el primer plano, al punto que la resbalosa seria el ritmo de fondo de este último poemario.
Para Granados, Vallejo se sumaria a este mundo moderno y criollo con su mirada y sentimiento andino (heliocéntrico e inkarrista) enamorado de la adolescente Otilia Villanueva Pajares. En Trilce, lo social, lo político y lo erótico, así como lo andino, lo hispano y lo afroperuano se entremezclan y democratizarian a ritmo de jarana criolla. Desde esa simbiosis revolucionaria, luego en Paris, Vallejo dialogaría con el mundo. Granados nos ofrece una interpretacion erudita y desenfadada que nos invita a volver con una sensibilidad más abierta a los textos del poeta.

LMVA

»Leer más

Parra/ Yépez

Arduo, pero con reflexiones interesantes, se muestra este breve ensayo de Heriberto Yépez sobre Nicanor Parra.  El trasfondo del tema es muy actual y, para algunos, acaso acuciante;  aquello que va, por ejemplo, de los versos de Octavio Paz a la poesía de auto-ayuda o “Acción Poética” de nuestros días.  ¿Qué ha pasado?  ¿Qué nos está pasando?  Obvio, no sólo a la poesía en cuanto tal, sino también –y en igual proporción– a la crítica sobre la misma.  Yépez, ex joven poeta y crítico mexicano, intenta honrar esta compleja condición o doble llama.

“Ya Huidobro soñaba ser “antipoeta y mago” (a modo de epitafio, por cierto); y el mejor antipoeta fue el Neruda de ciertas Odas elementales, Estravagario o Incitación al Nixonicidio. Sólo que Neruda fue varios poetas y antipoetas y, en cambio, Parra únicamente antipoeta. No podemos ya decir que Parra negó a Neruda (¿cuál de todos?) sino que Parra hipertrofió uno de tantos Nerudas. Y en la poesía peruana (que es la más vanguardista de Sudamérica, aunque el eurocentrismo imagine que es la argentina) ya Enrique Bustamante y Ballivián en 1927 titulaba a su libro Antipoemas”.

“El camino de la antipoesía parriana parece agotado; aunque seguramente seguirá en uso como modo de producción autorial. Además, la facilidad de la escritura antipoética promovió una concepción simplista de la poesía y de la antipoesía, como si el “sentido común” pudiera definirlas.  […]  ¿es hoy el campo poético en Latinoamérica un lugar donde se pueda pensar? ¿[Aquel camino] Es propicio para pensar poéticamente? Al promover el chiste como solución, Parra dificultó pensar la poesía, pensar en la poesía y pensar poéticamente”

»Leer más

Poesía peruana y mediación conceptual

“Si alzando las manos,

formando una garra,

pudiera desgarrar

mi cielo más próximo…

Quizá esa sea la destreza

del hombre del futuro.

Comerse su propio cielo”       (Granados 1986)

La capacidad mediadora de la poesía peruana –en perspectiva conceptual o multinaturalista[1]— alcanza su plenitud con Trilce.  Logro que tiene sus antecedentes en el mito de Inkarrí, Dioses y hombres de Huarochiri  y la Nueva corónica y buen gobierno de Huamán Poma de Ayala.  Además, en su reacción a la poesía “mundonovista” del Modernismo (José Santos Chocano).  Así como, por otro lado, en cuanto aquel poemario de 1922 constituye una elaboración propia del costumbrismo limeño (Granados 2007) –tipo Ricardo Palma, Clemente Palma o José Diez Canseco–; lo mismo que del criollismo o ruralismo del grupo Colónida y Abraham Valdelomar (Granados 2017a).

Trilce que tiene en los 30′, a través de la poesía de Martín Adán, a su mejor glosador multinaturalista en clave barroco-coloquial.  Y ya en la generación del 50, dado el interés por la cultura precolombina entre la mayoría de sus miembros –sobre todo entre los motejados “puros” (Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela, etc.) y no tanto así entre los “sociales” (Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Pablo Guevara, etc.)– al poemario Estancias (1960) de Sologuren como un auténtico heredero de su poderosa mediación conceptual.  Obviamente, una vez catalizada la lectura de este último poemario con la antropología de Claude Lévi-Strauss, el budismo Zen (Daisetsu Teitaro Susuki) y, no menos, con lo que ha elaborado Eduardo Viveiros de Castro sobre el pensamiento amerindio.  Estancias, entonces, cual un concatenado repertorio de ideogramas o discretos diseños con los cuales entablar, desde el Perú, un diálogo intergaláctico.

Seleccionamos a Javier Sologuren, a quien dedicamos nuestra tesis de Bachiller en Humanidades por la PUCP (Granados 1987) y no, por el contrario, a Jorge Eduardo Eielson o a Blanca Varela –habiendo estos últimos incluso rescatado de modo explícito la herencia precolombina en sus poemas– porque en el primero de ellos prima el existencialismo tanto como, en la poesía de Varela, predomina el expresionismo. Ahora, no es que no sea posible, implicando a Lévi-Strauss o a Viveiros de Castro en nuestra tarea, levantar una topografía multinaturalista a partir de la lectura de aquellos poetas peruanos; sino que la fanopea de Javier Sologuren –acaso de modo paradójico en tanto poeta “puro” o en menor grado “ideologizado”–  mapea y sintetiza aquella mediación de manera simple y sorprendentemente elocuente (Rebaza 2000).

Por otro lado, y de manera secuencial, generación poética peruana de los años 60-70 que, a semejanza del subgrupo de los poetas “sociales” del 50′, estuvo intensamente interesada, acaso con la solitaria excepción de Luis Hernández Camarero, en la real politik y no en lo post-humano (otra manera de aludir al multinaturalismo).  Así como los poetas peruanos –del 90 y del 2000– escasamente se concibieron amerindios.  Y, más bien, estos últimos asumieron y ventilaron en sus obras diversos tipos de problemáticas globalizadas y urbanas como la de la identidad (género, etnicidad), ecología e incluso una construcción cultural filantrópica como la del multiculturalismo; además de ensayar un desmontaje semiótico generalizado: “giro lingüístico”, “giro visual”, etc.  Ante este panorama, es recién hasta la poesía de la denominada generación de los años 80 (ejemplos, Magdalena Chocano o este autor) y, también, la de dos poetas contemporáneos y al mismo tiempo marginales  de Hora Zero (años70) como José Watanabe y Vladimir Herrera, cuando la mediación conceptual vía el “giro ontológico”[2] o el multinaturalismo –y, no menos, la extraordinaria irradiación de Trilce— se ha tornado tan marcadamente relevante e influyente en toda nuestra región: “Vallejo en español selvagem y portunhol trasatlántico” (Granados 2017b). »Leer más

Explicación de Roxosol

La felicidad [la poesíano es un premio que se otorga a la virtud, sino que es la virtud misma, y no gozamos de ella [la poesía] porque reprimamos nuestras concupiscencias [buenos propósitos, brillantes ideas, loables compromisos], sino que, al contrario, podemos reprimir nuestras concupiscencias [políticas, holísticas o incluso post-antropocéntricas] porque gozamos de ella.

(Diálogo con la Ética de Baruch Spinoza)

»Leer más

César Vallejo: Tiempo de opacidad (E-book)

Para Teodoro Granados Alba, i.m.

Apresentação

“César Vallejo: tiempo de opacidad” é um convite para lermos o outro e o eu em um mesmo; o outro como uma dimensão do eu; o eu como uma dimensão do outro; o uno que é – no mínimo – um duo. Um duo não do eu mesmo, mas do outro e do eu ao mesmo tempo. A metáfora dessa perspectiva se encontra na forma comovente com que Pedro Granados tece as primeiras palavras desta obra, remetendo os leitores ao seu universo de experiências afetivas – vividas, sonhadas, ouvidas – atualizadas no presente, para introduzir o tema da opacidade cultural “de modo semejante a como mi madre, ya en la capital del Perú y en ‘español’, para alcanzar las notas más altas de los cantos de la misa dominical, se cambiaba de cultura: viajaba a las procesiones de su pueblo donde se entonaban sentidos cánticos en quechua en honor al Señor de Lampa en Ayacucho; es decir, culturalmente no era una sola persona, sino por lo menos dos”. Nessa perspectiva, Granados nos aponta caminhos de múltiplas poéticas e inquietantes possibilidades de leituras e traduções dos espaços/tempos de César Vallejo e sua importância para a atualidade de nossas vidas cotidianas em uma América/Amazônia crioulizada e em crioulização.

A personalidade forte da escrita de Pedro Granados, ao longo das páginas deste livro, está marcada nas temáticas que norteiam o objeto de sua rica análise: Trilce/Teatro (roteiro, personagens e público), a reconstrução de um diálogo intelectual e artístico César Vallejo e João Cabral de Melo Neto, uma revisita a análise de Trilce I e II e aos poemas póstumos como ponto de partida para articular aos olhos do leitor a glissaniana perspectiva do “pensamento arquipélago” e da “poética da relação” como tecituras do “direito à opacidade” em Vallejo que se reflete na significativa marca do eu/outro, e um exercício de tradução inter-semiótica e inter-atlântica Vallejo/Gauguin. Essas questões e a forma como são abordadas abrem caminhos para importantes dimensões do candente legado de Vallejo, com sua estética para o teatro e a poesia, para a arte e a vida. Uma estética cuja lógica se desmembra em múltiplas faces na possibilidade do agrupar/afastar tudo aquilo que nos integra, ou na percepção de identidades/alteridades como o transbordar de iguais/diferentes reafirmando a dignidade humana para muito além de qualquer essencialismo ou hierarquias colonizatórias. Em Granados, os trânsitos de Vallejo, sujeito do “todo-o-mundo”, são tecidos na imbricação de suas escritas e trajetórias com as escolhas éticas que dão sentido às estéticas desse inquieto poeta no romper com toda forma de “gueto identitário” e suas muitas nuances de enclausuramento do ser. Ser – aqui pensado a partir das premissas pontuadas por Édouard Glissant – que é sempre um sendo. Um sendo que, nesta obra, se manifesta em intervenções articuladoras de teatro, poesia, canto, cinema, pintura, fotografia, sempre em íntima conexão com as escolhas e os engajamentos políticos desse César Vallejo que a colonialidade continua a interditar e segregar do horizonte de formação intelectual dos estudantes de muitas universidades amazônicas.

“César Vallejo: tiempo de opacidad” é um ato de enfrentamento à colonialidade. Essa colonialidade que cega porque faz ver, ler, falar e escrever como se deve, isto é, de maneira obediente, quieta, conformada: síntese da servilidade orgulhosa, envaidecida, medíocre. A colonialidade e seu acervo de poderosas metáforas governam as cabeças e olhares de nossos professores, que as transmitem (in)tolerantes aos seus jovens alunos. Essa colonialidade interdita Vallejo de nossas salas de aula, ambientes artísticos, bares, saraus, colóquios literários, conversas de esquinas, barrancos e beiras de rios amazônicos. Uma interdição do corpo, dos sentidos e dos olhares. Uma interdição que cerceia o acesso à força transfiguradora dos versos, do canto, da poética, da estética política desse peruano do “todo-o-mundo”. Nessa direção, Pedro Granados nos conduz a um mergulho pelos caminhos de Trilce para enfatizar que Vallejo produz uma arte que rompe com as lógicas culturais folclorizadas e com os limites territoriais e linguísticos. Ruptura que se caracteriza de múltiplas maneiras, pontuadas de modo inteligente e sensível por Granados, cuja percepção nos leva a apreender um Vallejo que, em dado contexto, supera o positivismo para arremeter sua percepção lírica contra a metafísica ocidental, base ideológica de sustentação da colonialidade no Peru ou, podemos dizer, na América indígena e afroindígena. Nessa arremetida, o inquieto e transgressor Vallejo atualiza o mito de Inkarrí, reordenando toda uma imaginação coletiva em favor de uma “convivencia social incluyente y utópicamente multicultural”, em franco desafio ao hegemônico mundo colonizador branco e cristão. No âmbito da natureza política que se alimenta dessa resposta/manifesto, “César Vallejo: tiempo de opacidad”, lançado pela Nepan Editora, é um convite para irmos além das servilidades acadêmicas e seus acomodamentos. Poderíamos mesmo dizer que é o firme empunhar de uma bandeira de luta contra tudo o que esteriliza a vida, os afetos, os sentidos. Uma bandeira de luta em defesa do aqui/lá de nossas vivências na terra, do dentro/fora de nossas espacialidades e temporalidades, do encontro/desencontro ou do canto alegre/triste de nossas vidas, do eu/tu de nossas identidades. A identidade para Vallejo é um cronótopo ou o constante deslocamento transnacional, conclui Pedro Granados, e o tempo de sua opacidade é o tempo da realidade vivida que é sempre um “tempo de agora” – um devir – porque se vincula às exigências que nos são feitas no cotidiano carnalizado de nossas existências. Exigências essas que nos impõem fazer escolhas éticas, escolhas marcadas por nossa capacidade de pensar/agir no espaço público, pensar/agir em defesa de nossas igualdades/diferenças e do direito à preservação de todas as formas de vida na terra: somos natureza e cultura e compomos um planeta onde a vida da parte requer a preservação da vida do todo

Gerson Albuquerque

Professor da Universidade Federal do Acre

Centro de Educação, Letras e Artes

»Leer más