Pospoema

PINTURAS RUPESTRES.  FAICAL, SAN IGNACIO-CAJAMARCA

Hemos llegado a la conclusión
que no escribimos poesía.
Que no somos poetas.
Es más, que la poesía
para nada nos interesa.
Que las palabras no han sido,
precisamente,
lo que buscábamos.
Ni tampoco
lo que hemos ido hallando
a lo largo del camino.
Ahora podemos hacer un alto.
Y con toda sencillez,
mas sin pizca de falsa humildad,
decirlo.
No nacimos para perseguir las palabras.
Menos, para hacer un fetiche de éstas.
Qué va.
No nos hemos rifado por eso.
Los brazos los hemos abierto
para ti.
Para nada nos interesan la poesía
ni sus expertos.
Dejamos libre el territorio, entonces.
Impunidad total para aquellos que dicen
lo que quieren decir las palabras.
Nos arrepentimos de haber
tomádote tu pan.
Con mis pulmones pienso.
Con nuestros inquietos pies
comprobamos la arbitraria hechura del mundo.
Ni una lejana campanada
reproducimos.
Ni hemos inventado modo distinto
de jugar con estas cartas.
Sólo a nuestro íntimo rechazo
nos atenemos.
A nuestra quizá tardía blasfemia.
Con mis manos oculto las palabras.
Abochornado.
Entre los pliegues de mi camisa
con premura las escondo.
Un eco no hace el poema.
Un fantasma jamás podría erigirlo.
Ahora mismo vamos arrebatados
y en vela
y sabemos a lo que nos referimos.
Pero nada de ganar honra
o dinero con las palabras.
Antes que ellas se burlen de nosotros
preferimos dejarlas en el vertedero.
Y no por escrúpulo docto:
aquello de canjear una ilusión por otra.
Ilusión es lo que necesitamos
para seguir viviendo.
Una niña pasa arreglándose
discretamente el pelo.
La poesía no es la niña
ni sus finos y hermosos cabellos.
Sino el gesto oculto y efímero
de tan concertados dedos.
En unos segundos más habrán cesado
la visión y el sentido.
Otro rostro interroga ahora mismo
al nuestro
y entendemos que todo está ya por concluir.
Un solo gesto que goce
de absoluto concierto.

© Pedro Granados, 2005

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ÁNGEL IZQUIERDO/ CACHUCA

Conozco al poeta y compositor Izquierdo o “Angelito” desde hace un par de años, de cuando mis frecuentes visitas a Takora, lugar al que, estando en Lima,  suelo ir en busca de cultura.  Asimismo, en el cual me apego a la oralidad, por no decir poesía viva, de este intenso pueblo que en realidad es La Parada y, muy en particular, Takora especialmente cualquier día que no sea domingo.  Espacio donde la economía informal interrumpe la absurda lógica del capitalismo para celebrar –de modo explícito: se inventa constantemente con la palabra sonora y a cierta hora también se bebe– porque los precios andan nivelados con a las personas y jamás a la inversa.

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Alforja. Revista de Poesía

Alforja, revista de poesía que apareció durante el primer trimestre de 1997. Si bien no hay declaración de principios, en el primer número (primavera de 1997) se aprecia una breve leyenda que refleja el espíritu de la revista: “Alforja, es una revista de la Fraternidad Universal de los Poetas”. Esta revista fue fundada por José Vicente Anaya. En los primeros tres números, Anaya y Jorge González de León compartieron la dirección. A partir del número doble iv/v (1998), la dirección pasó a ser colectiva y rotativa. En el número vi (1998) aparecen dos coordinadores: José Ángel Leyva y Víctor Monjarás-Ruiz. En los siguientes no hay nombres de responsables, hay sólo una Dirección Colectiva. A partir del número ix (verano de 1999), la Dirección pasa a ser Consejo Directivo, formado por José Vicente AnayaJosé Ángel Leyva y María Vázquez Valdés. En el número xiii (verano del 2000) es otra vez Director, y está constituida por los mismos escritores. En el número xix (primavera del 2002) desaparece María Vázquez y permanecen Anaya y Leyva. A decir de José Vicente AnayaAlforja toma su nombre de la ciudad ideal descrita por la utopista, a la vez integrante del grupo de los cínicos griegos, Crates, quien propuso una ciudad de individuos que no necesitan gobernantes y la bautizó con el nombre de Alforja de Crates. En esta ciudad, los humanos creen y ejecutan los principales preceptos de los filósofos cínicos: no hacer todo lo que los gobernantes proponen, ya que sólo responden al poder: oponerse a morir en las guerras y matar a otros; despreciar los honores; formar individuos autónomos y autosuficientes, capaces de gobernarse a sí mismos, y predicar las virtudes propias de los seres humanos. Alforja ha seguido la inspiración descrita por Crates y se ha mantenido como revista plural, en la que tienen cabida distintas manifestaciones poéticas. En ella han publicado poetas actuales de distintas latitudes. También aparecen poemas de escritores ya fallecidos. Como parte de su trabajo de editor, José Vicente Anaya ha procurado rescatar escritores poco conocidos, con lo que ha contribuido a la investigación literaria mexicana y de otras latitudes. En Alforja se publican también ensayos sobre temas poéticos, escritos por autores recientes. Se incluyen asimismo traducciones de ensayos ya publicados, de autores de todo el mundo. En el primer número de la revista aparecen poemas de Germán List ArzubideJavier SiciliaAlberto BlancoSergio MondragónVerónica VolkowPura López Colomé. Hay también traducciones de Jack KerouacJohn Oliver SimonDelmore Schwartz, Philippe Delaveau. En cuanto al ensayo, se incluyen traducciones de Hegel, Henry Miller, Marcuse, Kenneth Patchen. En este primer número no se identifican secciones; los ensayos y los poemas aparecen intercalados, sin orden, según parece. A partir del tercer número, se introduce la sección “Reseñas”, con reseñas de libros de poesía de nueva aparición. Algunos números están dedicados a la poesía y crítica de algún país en particular, es el caso de la poesía española, brasileña, chilena, ecuatoriana, colombiana, entre otras. También hay números dedicados a la poesía neohelénica, escrita por mujeres, humorística, budista, entre otros temas. [El número 45 de Alforja, correspondiente al trimestre julio-septiembre de 2008 fue el último del ciclo de la revista]

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“La vida en que sueñas”/ Laura García del Castaño

Tiene alrededor de veinte años en el oficio de escribir y ya varios poemarios publicados.  Es capaz de romper, de un solo martillazo, la más firme y bien contorneada maceta y hacer que retornen,  flores y plantas, al campo abierto.  Leer y escucharla leer su poesía es un verdadero consuelo entre tantísima estéril sabiduría.   La suerte me halló preparado para su rabiosa arremetida, aquella que dura lo que canta un solo gallo.  Me bailaría un tango malevo con ella; o mejor, si no sabe le enseñaría, una bachata de talones clavados sobre la arena, la tierra, el polvo de aquella tan marginada ciudad, resulta exactamente lo mismo.  P.G.

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BOSTON ANGELS

Algunos años, entre siglos, viví en el 1206 de este céntrico y místico edificio mientras era estudiante en BU.  Commonwealth de a pie y opíparas cenas para los innumeables homless de Boston, en las iglesias de la vecindad, constituían mi cotidiano vivir.  Nuestro cotidiano, mejor dicho, porque en el 1206 también habitaba Anna H. Brown: hada madrina, portentoso rompehielos de lo establecido, oficina ambulante de control ontológico de la ciudad.  Lo primero que preguntaba al desconocido, luego de su nombre, era por su surname; lo cual le causara una incomprensión generalizada e incluso, alguna vez, una soberbia trompada en el ojo de parte de alguno que vestía overall o que, tal como nosotros, asistía al refectorio vespertino en las numerosas iglesias de la zona.  De un poco de todo esto trata esta sumaria novela.  Y, sobre todo, de mi recuerdo y cariño por Anna.

BOSTON ANGELS

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SERES DE LA PLAYA

*

La rama verde no puede contra la arena

A la tierra fértil el desierto devora

Nada vemos que no sea duna y mar

 

**

Una lagartija de la arena

No se parece a una iguana de la tierra

De aquellas lentas y tan fértiles

E indeleble máscara de carnaval

Ambas no son los mismo

Aunque sí mis dedos detenidos

Sobre este charco

Abrevando con los labios lo que escucho

Apurando con la lengua aquello que bebo

Desde niño bebí al sol

Como a través de un ombligo

 

***

No toco la arena tan sólo como arena

Bemoles y notas  permanecen allí

Arcos de sal transparentes

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VALLEJO, ADÁN Y EIELSON-SOLOGUREN: ESTANCIAS AMERINDIAS

(Autofiguraciones amerindias en el contexto de la migración y la interculturalidad)

MINI CURSO

Mediador: Pedro Granados, Ph.D -VASINFIN-  

Sumilla

Aquello de auto figuraciones alude, sobre todo, a anagnórisis o, también, deseo.  Estos poetas, representantes de la poesía peruana letrada-culta o experimental-vanguardista canónica del siglo pasado, las encarnan todos ellos en sus respectivas obras.  Viajeros sin excepción, incluido aquí el supuesto “exilio” predominantemente interior de Martín Adán (Lauer), a pesar de su clase social o el color de piel o de sus simpatías u oscilaciones políticas, repararon en que escribían en tanto mediadores amerindios o, aunque con premeditada opacidad en el montaje, aquello constituyó una suerte de autodeterminación ontológica.   ¿Por qué empezamos con César Vallejo?  Porque este autor representa, no sólo en el Perú sino en toda nuestra región, este discreto giro ontológico por excelencia.

Descripción   

Vallejo, Adán y Eielson-Sologuren: Estancias amerindias

Superada la “escenografía” modernista, la poesía latinoamericana recupera el paisaje; aunque no precisamente el telúrico y, sí, considerando la complejidad y virtualidad del espacio como un soporte más adecuado para lo humano: “Perception, Gibson argued, is not the achievement of a mind in a body, but of the organism as a whole in its environment, and is tantamount to the organism’s own exploratory movement through the world. If mind is anywhere, then, it is not ‘inside the head’ rather than ‘out there’ in the world” (Ingold 3).  Ejemplos: Escalas, de César Vallejo, o Fervor de Buenos Aires, de Jorge Luis Borges, ambos libros de 1923.

De los formatos a las sensibilidades y de éstas a los espacios (“estancias” aquí) es de lo que trata el presente mini-curso.  Traducible este último, de manera intersemiótica y del modo más económico, acaso al dibujo de una ola y un rayo de sol.  El riel César Vallejo se halla presente por aquello que éste acuñara sobre “poesía nueva“ (1926).  El otro riel es una lectura de la tradición de la poesía peruana ya no como formato/s ni, tampoco, en tanto “sensibilidad” (individual, grupal) sino, en cuanto imposición o consagración en ella de un espacio amerindio (Ingold).  Gesto simétrico o multinaturalista (Viveiros de Castro) y, asimismo, no menos contra instrumental respecto a nuestro intento de tomar posesión únicamente libresca, histórico-política o en tanto “narrativa” del texto poético.

En consecuencia, entendemos “estancias amerindias” en tanto íconos o conceptos localmente motivados; aunque, de modo simultáneo, de relevancia o proyección universal.  Es decir, “estancias” en tanto fruto de una mediación conceptual amerindia para el mundo (Granados 2019).  Y, asimismo, mediación conceptual vinculada a una tradición –en este caso específico– el de la poesía peruana culta.

Por último, aunque no sería lo menos importante, trabajar con poesía nos parece metodológica y epistemológicamente urgente para, en específico, el actual contexto académico internacional.  No leemos poesía culta por perjuicio de hallarnos ante un objeto decorativo o intransitivo, propio sólo de una clase social privilegiada; o porque carece de la suficiente información para aplicarle, en automático, nuestros esquemas realistas (históricos e ideológicos); o porque simplemente no la entendemos, en particular, la de la vanguardia para aquí, y en consecuencia mejor la evitamos.  Este minicurso, a pesar de su brevedad, pretende echar luces y desterrar, si no todos, alguno de estos prejuicios.

Calendario en cuatro fechas

Introducción. César Vallejo: Muros melografiados

Martín Adán: “En la azotea”

El (des) nudo en la poesía de Jorge Eduardo Eielson

Estancias (1960), de Javier Sologuren.  Nueva visita. Conclusión

Bibliografía

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