TRILCE LXXVII: AYAR VALLEJO Y COYA VALLEJO
TRILCE: MULETILLA DEL CANTO Y ADORNO DEL BAILE DE JARANA
DERROTERO DEL TALLER
Venimos de un largo trayecto, diríamos de unos cuarenta años, como talleristas de poesía a nivel regional; de modo presencial, en Estados Unidos, México, Brasil, Bolivia, Perú, República Dominicana, etc. Y, de manera virtual y permanente, a través de alguno de nuestros varios blogs; en particular, “Poesía en su tinta”. Por lo tanto, nuestra comunicación tiene mucho de testimonio; lo cual asimismo consta, por ejemplo, en nuestro libro de acceso libre, Escriba sin temor: teoría, metodología y consecuencia de un taller de creación literaria.
Nuestra investigación sobre la presencia o rol de las Humanidades en la poesía se inició el 2007 con una ponencia titulada, “Las humanidades en los talleres de creación literaria” (Coloquio Interdisciplinario de Humanidades “El futuro de las humanidades, las humanidades del futuro”, 27 al 29 de agosto en la PUCP). A partir de aquí no nos hemos detenido en nuestra pesquisa, la misma que ha indagado y ha desembocado en describir las distintas nociones de las Humanidades –en tanto libros, pueblos, narrativas y pos antropocentrismo– en la obra de César Vallejo; por ejemplo, en “Periodismo y humanidades en César Vallejo” o “Ciudad Trilce y ¿trilceanas ciudadanías?”. A partir de estos antecedentes, y en vísperas de los 100 años de un poemario fundamental como Trilce (1922), proponemos hoy un curso (“Humanidades de César Vallejo: Centenario de Trilce”) que ofrecemos a la comunidad académica internacional. Es decir, nos allanamos a implementar y dictar dicho curso, virtual o presencial (una vez veamos más claro cómo se desenvuelve la pandemia), en la institución que nos lo solicite.
Our research on the presence or role of the Humanities in poetry began in 2007 with a presentation entitled, “The humanities in literary creation workshops” (Interdisciplinary Colloquium of Humanities “The future of the humanities, the humanities of the future”, August 27-29 at the PUCP). From here we have not stopped in our research, the same that has investigated and has ended up in describing the different notions of the Humanities – as books, peoples, narratives and post-anthropocentrism – in the work of César Vallejo; for example, in “Journalism and humanities in César Vallejo” or “Ciudad Trilce and ¿trilceanas Ciudadanías?” Based on these antecedents, and on the eve of the 100th anniversary of a fundamental collection of poems like Trilce (1922), today we propose a course (“Humanities of César Vallejo: Centennial of Trilce”) that we offer to the international academic community. In other words, we agree to implement and dictate said course, virtual or face-to-face (once we see more clearly how the pandemic unfolds), at the institution that requests it.
TEMARIO
Biografías sobre el autor
Introducción y repaso del canon crítico
“Y me quedé Vallejo ante Muchay” (Crónica)
El tema de la frontera/s territoriales, culturales e identitarias.
Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo
Varias, no sólo una, que se aglutinan y conviven en su obra.
Fragmentos/ Fermentos
Vanguardia histórica (europea)/ vanguardia regional
Trilce
Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana
-Contexto: Modernización de Lima
-Importancia de la música y baile afroperuanos.
Trilce/Teatro: guión, personajes y público
-Trilce en tanto teatro-Debate con Colónida (Abraham Valdelomar)
-Trilce y nosotros ahora
Ciudad Trilce y ¿trilceanas ciudadanías”
-Democracia y ciudadanía del s.XXI
Vallejo en Arguedas: ahora y siempre
Indigenismos y post-indigenismos
César Vallejo: Tiempo de opacidad
Vallejo y el Nuevo Realismo (“giro ontológico”)
https://www.semioticsofunpredictability.com/
Pareciera que toda nueva antología sobre poesía puertorriqueña, más o menos reciente, no puede brindarnos mayores opciones que la de presentarnos –por enésima vez y porque a la postre constituye lo más valioso entre lo compilado– la obra de Mayra Santos Febres o, si retrocedemos tan sólo unos pocos años, la de José Luis Vega. Obras, estas últimas, ya canónicas en el contexto del Caribe insular hispano; aunque otra cosa es decir palpitantes o vivas o necesarias. Lo contracultural y el feminismo de agenda (norteamericana, por cierto) se aceptaron, ya desde hace tiempo, sin mayores regañadientes culturales, ni políticos, ni de especificidad histórica. Se volvieron oficiales y han reproducido incontables epígonas/ epígonos publicados en libro. Obvio, este proceso –aunque con otros protagonistas y en distintas velocidades– se constata en casi toda América Latina entre los años que van del 80′ para arriba. Por su parte, la poesía de José Luis Vega –como también, verbigracia, la de José Mármol en la República Dominicana– sigue constituyendo, en sí misma, como la otra cara de la moneda de lo que es, todavía, la literatura o poesía en toda nuestra región. Textos finos, pulidos, capciosos e intertextuales; con un sujeto –socialmente distinguido y sexualmente más o menos compacto– que ejercita a sus anchas el arte del decoro y del refrenamiento. Esto en sí no está mal. Por ejemplo, este tipo de textos consigue incluso hoy mismo los premios que, buscando poesía experimental, convoca regularmente la Casa de América de Madrid. Es más, el 90% de la producción de lo que se considera poesía en nuestra región va también por ahí. Y parecería no apetecerse alguna otra cosa. Porque son las instituciones literarias en su totalidad, en tanto organización política-cultural, las periclitadas. Donde, dado el caso, en un momento entró Neruda y no salió más. Y donde, por lo tanto, valoramos el poema que nos llena la página; que se torna elocuente; que procurando sorprender canjea, impunemente, publicidad por poesía; que disimula un yo soberbio y auto-persuadido hasta el hartazgo, camuflado — de modo oportunista– el alguna pena de éstas, de aquéllas o de las otras. En fin, aunque hoy por hoy al menos, un Neruda que no se animaría a dárselas de comprometido. Por otro lado, precoces o decepcionados, que lo erótico, el haiku, la bautade son tan sólo un ingrediente más o un escorzo del poema; que lo contrario –el monopolio de ello en el poema– es cansón o redundante exhibicionismo. Todo el mundo es más o menos inteligente y también arrecho.
Qué mal hemos leído a Vallejo en el Caribe; mejor dicho, qué bien hemos aprendido la crítica sobre él tanto para –memorizando la lección– aprobar nuestros exámenes en el bachillerato, como para luego reproducir por ahí –esta misma ignorancia– multiplicada y sin ningún empacho. ¿Qué aportaría la poesía de Vallejo a los jóvenes del Caribe? A escribir en clandestino, de modo soterrado y simultáneamente gozoso; a conectarnos con nuestro fuero interno para no producir ya más nunca poesía de auto-ayuda; a sentir orgullo de lo que somos; a sacudirnos de nuestro pasotismo; a ser poetas hasta dejar de serlo. A no leer, sino a acompañar la poesía.
Hice todo lo posible por prestarles oídos, pero, a cambio, no han escuchado absolutamente nada, poetas de la media isla donde errar es lo correcto. La poesía no son lecturas; sí, dignidad. ¿Cómo es posible ser escritor si trabajo para el Ministerio de Cultura? Si me entrevero –hasta perderme de vista– en la lógica de lo burocrático, el amén, el empellón, lo políticamente correcto. En este contexto la poesía es imposible, por más que acaso sobrenaden allí el talento y la inspiración. La poesía a ninguno interesa, sólo la imitación de lo ya consagrado; sólo la inmediata y obscena figuración. A poetas de derecha e izquierda me dirijo; canjeables o intercambiables todos, por lo demás.
Asimismo, a la crítica de poesía que es allí una copia fotostática de lo que otros ya dijeran; aunque todo esto sin poner las comillas, por cierto. Caverna al cuadrado. Ignorancia honda. Muñecos maniatados por ventrílocuos a los que ahora chifla, por ejemplo, Luis García Montero, tal como, hasta no hace mucho, un tal José Kozer.
Por lo tanto, la crítica dominicana debe recomenzar, aunque este prototipo sea imposible por el momento, desde un Pedro Henríquez Ureña bailando, y a espaldas del Palacio Nacional, en algún colmado del Gualey. Otras agendas teóricas, sobre todo las metropolitanas, aplicadas a la media isla, sólo terminan por complacerse a sí mismas. Es necesario conocer profunda y generosamente, con el mínimo de prejuicios, el suelo que lo vio a uno nacer. Y la poesía, por su parte, recomenzar desde la obra de un solitario como Carlos Rodríguez, hasta abrirse a un gesto de estilo más bien comunitario y festivo –que sepa conjurar inteligentemente el dolor– como es el caso de los poemas de Isis Aquino y Glaem Pars. Y seguro los de alguna otra joven, por ahí, insatisfecha de tanta orquestada, generalizada y correcta mecida culturosa.
Dominic Moran [“The Author´s Favourite, But is it Any Good? Some Thoughts on ‘El Palco Estrecho’”. En: Stephen M. Hart (Ed.). Politics, Poetics, Affect. Re-visoning César Vallejo. Cambridge: Cambridge Schollars Publishing, 2013, pp. 67-87] hace un balance general de la crítica vallejiana hasta el presente y nos alerta, no sin razón, que: “We do not posses the sort of systematic, line by line commentary on Vallejo´s work which the greatest poetry such as Shakesperae´s sonnets, and I can think of no critical study on Vallejo comparable to Malcolm Bowie´s Mallarmé and the Art of Being Difficult [dificultad que, en el caso de Vallejo, y según George Stainer, sería ‘ontological’ (68)]” (67); y, la misma estudiosa, enseguida agrega: “Most critical editions contain little or no close textual commentary, and those which do are often highly (some might say strategically) selective [desde Américo Ferrari, pasando por Julio Ortega hasta, entre otros, Marta Ortiz Canseco o Efraín Kristal; con excepción parcial de Roberto (sic) González Vigil, aunque éste guarde silencio ante los aspectos más problemáticos de los textos]” (68) (Granados 2016).
Aunque no sea verso por verso, como Dominic Moran desearía, Trilce. Poema por poema de algún modo viene a compensar esta falta de estudios en detalle, en cualquier lengua, dedicados al poeta nacido en Santiago de Chuco.
Metodologìas distintas en Trilce, poema por poema
Grosso modo, en cuanto pivote de su lectura, Alexandra Hibbett enfatiza los sonidos, repeticiones y, consecuentes, sentidos posibles de un poema. Mientras, por su lado, Víctor Vich se enfocaría más directamente en la serie social. Hibbett, sobre todo, cuestiona el vínculo directo entre el lenguaje y las cosas. Aunque ambos autores, según Hibbett, admitirían que se puede leer de otro modo. Somos seres del lenguaje, prosigue la autora, estamos mediados siempre por el lenguaje (hasta que, previo “giro ontológico”, conozcamos las cosas en sí mismas). Además, acierta en decírnoslo, en Vallejo encontramos ironía y lenguaje popular que no se hallan en Mallarmé. Trilce, poemario sexual. Resistencia a la adultez por parte del sujeto poético (y también del autor). Modernización, migración, ruidos de la ciudad, trabajos asalariados, cárcel; entre otros motivos ya advertidos por la crítica. Pero también temática amorosa, aborto, elegía a la madre, importancia de la familia. Desamparo. Sexualidad-tabú, incesto. Énfasis en el anecdotario vallejiano (Espejo Asturrizaga, Hart, Pachas Almeyda, entre otros). En suma, proceso de modernización y pasión, cadenas de motivos que se entrecruzan y ambas mutuamente se potencian en Trilce. ¿Y lo cultural? No aparece por ningún lado. ¿Y lo simétrico o posantropocéntrico? Muchísimo menos. ¿Trilce es más fácil que El zorro de arriba y el zorro de abajo de JMA? ¿Será la obra del discípulo (“Vallejo era el principio y el fin”) menos accesible que la de su maestro? Eso sí, a contracorriente de presentarse como dirigido a un gran público, este libro asimismo constituye una atinada revisión de una vasta y reciente bibliografía especializada; y, además, articulada de modo explícito a cada uno de los poemas. Es decir, lo didáctico –la exégesis parsimoniosa– no excluye lo ceñido o especializado. Y esta dialéctica nos parece acaso el mérito más encomiable de este trabajo en común entre Hibbett y Vich. ¿Trilce. Poema por poema, constituirá una invitación eficaz para leer y gustar el libro de 1922? Vayan nuestros sinceros y mejores votos para que así sea. P.G.
Poetizemos o político.
“Era um constante e tenaz remoer”,
diria o biógrafo amigo Asturrizaga
sobre as trilcílabas calabrinas
em crisol.
“Um pouco mais de consideração,
e o terriço líquido, seis dessa tarde
COM OS SEUS MAIS SOBERBOS BEMÓIS”,
diria Vallejo, o César, cholo caboclo
sob o sol.
Desfiladeiros vocais desfaçam
nas falas em guano
os seus babosos reclichês rechicletes
que necrosam vencedores vincendos vencidos perdedouros vencedoiros pervincentes
perdorrentos
no Mesmoceno maiúsculo maxilar imóvel da
Mediocracia de Formulários,
um a um em fila nazi-iluminista,
porém, reparem e respeitem,
sempre muitíssimo bem preenchidos,
segundo Hannah Arendt,
meu bem!
Cartazes roucos e gagos celebrem
os ritmos das entranhas
geológicas, convexas dobras
em penca
reviradas retorcidas
em xaxim
dos desavessos das tribos
nos varais bemóis do agora
em coral
(Itanhaém Itanhaém Itanhaém)
nos cangotes da alegria.
Amálio Pinheiro
(3 de setembro de 2022)
A associação do VASINFIN (Vallejo Sin Fronteras Instituto, Lima-Peru) e do AME (Arquipélagos Mestiços, do Grupo de Pesquisa “Barroco, Oralidades e Mestiçagem”, COS-PUCSP-Brasil) deriva inevitavelmente das inúmeras e combinadas práticas poéticas e culturais, com enorme acervo de arquivos de conhecimento acumulado em torno de César Vallejo, nestes 100 anos da comemoração de Trilce, pelo grande vallejólogo peruano Pedro Granados (presidente do VASINFIN) e por Amálio Pinheiro (que agora preside o mesmo Instituto no Brasil).
Granados, além das vastas e penetrantes pesquisas e análises sobre o pluriverso Vallejo, — que incluem, por exemplo, Vallejo e Arguedas, Vallejo e os barrocos possíveis, Vallejo e o mito de Inkarrí, Vallejo e política etc., passando pelo profícuo aproveitamento do multiculturalismo canibalizante de Viveiros de Castro –, converge, poeta dos bons que também é, com nosso entendimento de que as noções mitológico-antropológicas e histórico-sociais, semântica e tematicamente disseminadas nos poemas, não podem vir desacompanhadas, para funcionar como performance de escuta e leitura, das cruciais análises micro-rítmicas e vocal-escriturais. Donde seus textos que exaltam a presença dos vários gestos, no “archipiélago Vallejo”, da marinera ou refalosa, do huaino e mesmo de certos componentes flamenco-arabizantes, que obrigam, nessa interlíngua trílcica, a uma reviravolta neuro-sensitiva participante da alegria na tristeza e do coletivo na solidão. Ou como resume Pedro Granados: “Letra, ritmo e coreografia a un tiempo” (“Trilce: húmeros para bailar”, p.15).
César Vallejo é um ponto nodal de entroncamento para se poder entender a posição das Américas Latinas de todas as falas do mundo e vice-versa, a partir de um descarrilamento plurilíngue desde as Colônias ameríndio-afro-imigrantes, que transtorna as noções progressivas do antigo, vanguardista, moderno e contemporâneo, tendo-se em vista a máxima invasão, em formas espiraladas e retorcidas, em arquipélago, calidoscópio e palimpsesto, do imprevisível dentro previsível, que é preciso escarafunchar e esgaravatar para repor o cortejo desregrado, fora de fluxo, em andamento.
As dificuldades para se ler Vallejo são as dificuldades para se entender, a partir de uma racionalidade ocidentalizante, a complexidade limite do continente de uma intralíngua mestiça mutuamente conivente com o externo (Tinianov, Lótman), essa dança de linguagens, corpos, paisagens e culturas levadas às últimas consequências. Disse Vallejo: “Escribí un verso en que hablaba de un adjetivo en el cual crecía hierba. Unos años más tarde, em París, vi en una piedra del cementerio Montparnasse un adjetivo con hierba. Profecía de la poesía.” (Del carnet de 1932).
Nessa trilha, o autor de Trilce nos remonta a fundações mito-poéticas que nos ajudam, por exemplo, em leituras polifônico-solares como as de um Sousândrade; e nos remete a ritmos e entonações de alegria silábico-acentuais que servem de marcas d’água para o entendimento dos Manifestos oswaldianos, tão necessário nestes concomitantes 100 anos da chamada Semana de Arte Moderna. E, assim por diante, todas as linguagens, séries, gêneros e formatos inclusos e rigorosamente mesclados.
Daí decorre a importância poético-política da tradução, que põe à mostra as formas e tonalidades, ao modo de uma de cuíca afro-tupi de fundo, das muitas realidades embutidas e dos repertórios abandonados nos escombros e entulhos das histórias oficiais, que a domesticidade linear das normas burocratizantes não consegue alcançar. Pensemos num Mar Paraguayo, de Wilson Gomes, com seu portunhol marchetado de guarani e jaguaretês, isso que Néstor Perlonguer chamou de “medula palpitante da língua”.
Daí todas as traduções transculturais. Comecemos com Trilce I, verdadeiro Manifesto abre-alas.
Concentrada crónica de Israel Tolentino, publicada en Ahora, sobre mi reciente visita a Huánuco. Aprovecho para dar las gracias a todos los que acogieron mi trabajo y a las personas, niños y adultos, con los que compartí charlas y talleres. PG.