No, no hay vida en esta vida pibe
No hay novella
Algunos ruidos extraños que ya escucharás
Y lo demás es puro cuento
Un carrito de rulemanes en una ruta de aceite…
Mi alma está lubricada
Es la lubricidad misma
Erguido y aterrado
Por alguna razón
Mi cuerpo
Hoy se siente angélico…
Cúpulas invertidas
Con vetas negras
En un cielo rosa Tiepolo
El chispazo en un instante
De dos patos en un charco
Cuando la naturaleza se incorpora
Y el hombre se hace estaca
Hasta el más leve pestañeo
En la mirada de una vaca
Puede destruirlo todo
Pero entonces creía saber algo de ese todo
Y lo sabía en el momento
En que, acabando de romperse
Ya no sabía nada
Eduardo Magoo Nico, Treinta y seis grados (Rignano Flaminio RM: La Cartonera Edizioni, 2025)
Semejante al guiño de Trilce LXXV: “Estáis muertos”, aquí también se está, paradójicamente, pleno de vida. El poema tal como un hilo de Ariadna, aunque no para Teseo; sino para la Naturaleza, para el Minotauro que cada uno de nosotros es y sólo a veces recordamos, enredados, tal como estamos, en nuestra propia red o laberinto. Por lo tanto, “Estáis vivos”, guiño también para la lectura de “Masa”, poema, finalmente, de la convocatoria y celebración de la simetría. P.G.

