MOSAICO/ Julio Barco

*

Esta es la casa, Manzana h lote doce de

la urbanización La Atarjea.

Chiquillos corriendo en los terrales

mientras /ronronean las motos

eterno sol sobre los flacos enamorados, una casa.

Ventanas,

la posibilidad de un futuro y pan

con aceituna los lunes y gente

que trabaja y jode y no sabe respetar el canto

y gente que es feliz o es triste y vive en

la envidia, en la ignorancia más grande, aquí

conmigo, en el mundo.

Aquí la fundación de mi lengua. Y arañas tus

cuadernos para seguir dibujando tu

mente, y el arte es una

peligrosa insatisfacción que no cesa.

Ayer tus versos eran una canción tímida

Y hoy chillas tu verdad.

Cubiertos y cucharas,

alguien apaga detrás de su nostalgia

una tonta canción de amor, esta es la casa,

avenida no te olvides de llegar temprano.

También habrá qué decir lo puro para no desentonar

con nada.

No hay una gran verdad en mi Cuadra

Solo pasan asteroides y niñas extintas

Yo canto al curso de las horas estivales

Somos animales profundos perdidos en un escenario

sin guion, en la codicia, en la envidia, en el materialismo

salvaje.

Habrá que agregar que no pretendo nada, que busco

paz,

Y que esta es y para siempre la epístola soñada;

sobre la casa

cae la cera amarilla anaranjada.

Yo miré todo desde aquí

Dije velocidad y velocidad fueron estos años.

Quiero quemar buses amarillos frente al

palacio del presidente y leer mis versos

más intensos mientras todo

lo Real toma el poder perdido.

El sol que busco es el poema todavía no escrito.

O tu faz soñando esta resurrección.

Yo solo tengo un cuarto

Manzana H Lote 12 Urb La Atarjea

Y toda la energía del mundo.

*

La Poesía Peruana será

una niña con la cabeza hueca y un agujero negro.

Julio Barco (Lima, 1991), Mosaico (2021).  De modo semejante a Los poemas que vi por un telescopio (2009) de Yaxkin Melchy Ramos (México, 1985), al menos hasta que éste no se las creyera y se burocratizara –o lo burocratizaran como a la inmensa mayoría de los poetas mexicanos– los poemas de Barco presentan una urbe de manera realista y, simultáneamente, aunque controlada o inclinada todavía a la “Cultura Quilca” (Kloaka), de manera feérica.  Encandilamiento que no niega sino, en los mejores momentos de Mosaico (los cerros super hacinados de Lima y el rol subalterno del poeta en tanto “mozo” de restaurante), inflama su perspectiva crítica literario-social o le añade confidencia o intimidad.  Poeta-lector en plena búsqueda de su propia retórica, y acaso esta última estribe en acometer cierta economía para sus versos.  No nos referimos sino, al final, a encontrar una manera de sentirse más a gusto en su propio pellejo; es decir, sin necesidad de citar tanto o brindar demasiadas referencias puntuales del entorno (poesía exteriorista tipo Solentiname).  El lector es sensible e inteligente también; y lo que más aprecia o a lo que recurre cuando toma un libro de poesía, sobre todo en estos tiempos tan abrumadora y manipuladoramente elocuentes, es procurar encontrar un ritmo o una voz que aunque hable breve y bajito quizá se haga escuchar mucho mejor. P.G.

 

Puntuación: 5 / Votos: 4

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