Lírica, a tiempo/ Indran Amirthanayagam

Olvido selvático
En un tiempo no tan lejano perseguía conejos en el barrio, ahora
me concentro en las ardillas. Y tal vez mañana iré al bosque profundo
cerca de la casa para acechar una familia de venados o una víbora
no venenosa de estos lares, o los pájaros carpinteros y otras aves,
a toda la vida salvaje para no pensar más en ti.

Vuelve al inglés
Vuelve a tu madre.
Vuelve a Montevideo.
Vuelve a la lírica.
Vuelve a la idea
de no volver.
Vuelve a la tumba.
Vuelve al útero.
Vuelve, te quiero,
vulva. Vuelve.

En general, siempre me ha parecido que, al menos en español, Indran padecía de algún tipo de sordera para su propia poesía.  Es decir, como que llegaba tarde a la misma, a sí mismo; y, por lo tanto, de sus auto-traducciones sólo quedaba el aspecto más prescindible y efímero del asunto: cierta ética aprendida de un manual gringo.  Desde un férreo manual occidental de comportamiento, más bien, que tiene a su favor toda la multimedia del mundo y que, a la larga, no le interesa para nada la gente ni la simetría del universo.  Sino, más bien, que todo siga exactamente igual.  Porque los grandes problemas de la ecología humana  (el deseo, la dicha o el error) jamás se tocan; y si se tocan confundidos dentro de aquel ice cream ethics es como si no se tocaran porque se naturalizan en algo que podemos aprender en los libros o a través de un sesudo o sensible discurso en la Tele.   Minucias o propaganda que hacen más gordo al sistema porque nos lo hacen, a la larga, asumir al mismo como el gurú condescendiente que vela por su audiencia entera.  Esto, a buena hora, ha empezado a cambiar en Indran y su poesía con Lírica, a tiempo; aunque, por cierto, ya se haya perfilado antes.   Indran es un clown trágico.  Una máscara griega que va, entre canto y canto, y nos anuncia atónito (aunque no se le note en el rostro por la indeleble sonrisa de la máscara) las grandes tragedias.  Entre éstas las del gélido desamor.  No se va a la poesía por la ética; sino, por el contrario, ambas son plásticas y están muy vivas y, en el mejor de los casos, el camino es exactamente el inverso.  Y porque el problema del sol son los helados.

 

Puntuación: 5 / Votos: 6

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