Cartagena de Indias

Cartagena

Aquí me tienes
otra vez disponible
al poema.
Sentado en un lugar ideal
esperando el poema.
Un lugar ideal y tranquilo
entre el ir y venir de la gente
y el poema no viene.
En este sábado por la tarde
en pleno centro de Cartagena
el poema no viene.
Entre la calle del Porvenir
Y la calle de la Soledad
no viene el poema.
Y larga y poderosa es la tromba
y la trompa del deseo.
Y total es la sinceridad.
Y auténtica la zozobra.
Y contenida la desesperación.
Y el poema no viene.
Muy alto es el cielo sobre esta ciudad,
vasto el mar
y anchísimo el continente.
Más fácil es hacer poemas sobre el exilio
en los Estados Unidos;
mucho más fácil la elocuencia de una ciudad
como Buenos Aires o Madrid.
E incluso ahora que estoy con una maravillosa mujer
–la más linda de todas, la más misteriosa,
la más cartagenera– ignoro si ella es precisamente
una llave.
Todavía no sé si es necesaria una llave
para entrar a Cartagena.
Quizá el muy alto aire
y el muy vasto mar nos hablen
–a escondidas–
entre algunas de estas estrechas calles.
Quizá Pedro Claver se anime
a interpretarnos la soledad y el porvenir de su gente
(pienso en Pedro Claver –enfermo y ya gastado–
observando atentamente la bahía).
Tal vez algún día un andino del Perú
sea asimismo caribe.
Es muy fácil hacer poemas sobre el exilio
en los Estados Unidos,
muy fácil predecir el deterioro
y la posterior destrucción.
Pero escribir algo digno sobre Cartagena
no es tan fácil. No es tan predecible.
Bocachica es la pobre
y Bocagrande –lógico– es la rica,
y aquí se ubican los burdeles. Pero,
a la orden estoy.
Con mi corazón andino y mi deseo africano.
Alto cielo y vasto mar de la costa
por ahí me voy a encontrarlos.

Poema de hace años.  Con mi recuerdo al inolvidable Raúl Gómez Jattin; y a Bibiana Vélez Cobo, persona y pintora extraordinarias.

Puntuación: 5 / Votos: 3

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