Hay quechua y esperanza/ Indran Amirthanayagam

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En la pescaderia El Tiburon del Mercado de Musa

cuando Fortunato quiere conversar con sus familiares

el habla quechua y ya son pocos los clientes

 

que entienden aquella lengua privada,

de la familia que alguna vez fue la lengua franca

del reino de los Incas. Sí rindamos homenaje

 

al Quechua y sus descendientes actuales, y al Maya K’ichi

de aquel otro gran reino de las Américas, el Maya.

Pero hay otros idiomas de los cuales ni siquiera sabemos

 

sus nombres. Y sus últimos habladores, como Solitario Jorge,

viven todavía entre nosotros. Les pregunto a los lectores:

¿quiénes conocen ahora la lengua de Sumaria o aún el griego

 

de Sócrates o el inglés de Chaucer? Las lenguas mutan, desaparecen

aún esculpidas en tabletas, o sobreviven como este español

con su abolengo de latin y otras fuentes que no puedo nombrar.

 

Soy hombre y olvidadizo. Al menos lo que ya  fue

nace todavía en la lengua de alguna otra compatriota

entre los siete mil millones del bipedos humano en el planeta.

 

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