Carta a una modelo que describe el tiempo/ Edgar Artaud Jarry

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E. A. J.

El autobús apareció repleto de cabezas

una llave de agua que goteaba cianuro

tu huella digital es mi huella cerebral

bebí una cerveza binaria en una cantina digital

no te arrojes del puente, no todavía

orinábamos en botellas vacías de Coca-Cola

Jesucristo boca abajo en las autopistas

Leíamos poemas en el parque acuático

debajo de la luna estoy mirando los cuadernos

Escribí un poema en tu piel de los sargazos

en lugar de cabeza portas un libro envejecido

en lugar de libro cargas una poeta entre las manos

envenenada por la certidumbre indispuesta

la mujer tiene cara de pleonasmo

es una interrogación en los vagones del metro

viajamos para Chile viajamos parAmarte

descubro la interrogación debajo de tu piel

construimos un poema de amor con pedacitos

te quiero a quemarropa toda mi piel huele a usted

me cortó las alas, para que no la estorbe

me tiraré al río, no te quepa la menor duda

este poema es interminable, por favor, continúe

usted escribiendo, aquí debajo:

Llamo la atención, por enésima vez, que se va haciendo “realidad” una propuesta de gran poesía en México. Nos referimos a la que ensaya ahora mismo, Edgar Artaud Jarry, desde Chilpancingo para el mundo. Poesía moderna en español. Descoyuntada de sí misma sin dejar de ser una alta poesía. Desorejada, jamás.

Hace un rato, en Bogotá, un joven me preguntaba –trataba de convencerme con sus preguntas más bien– sobre la conveniencia de, aparte de romper la sintaxis, usar palabras del inglés porque así –según él– le llegaba cotidianamente el mundo. Buena pregunta, buen reto para un latinoamericano que no vive en USA, por supuesto; pero, por ejemplo, ¿para los que viven ya aquí? ¿Qué encanto podría tener este tipo de alternativa? Sigue pendiente para un poeta hispano, aunque admito puedan existir varias opciones, la respuesta a cómo escribir frente a la globalización. Cuyo caballito de batalla es el inglés y, sobre todo, otra forma de ver el mundo (epistemología), más bien pragmática frente a nuestra añeja escolástica. El reto de pasar de la decoración de nuestros poemas –con palabras en otros idiomas– a internalizar, dominar y transculturar a nivel de la epistemología más bien. Transculturar no para seguir siendo nosotros mismos, esencialismo vano y, paradójicamente, alienante; sino, por el contrario, para ser creativa y soberanamente otros. Otros, obvio, sin ser una mera caricatura del inglés.

Lo de E. A. J. va o indaga al rededor de esto último. Una forma de olvidar, para ampliar la conciencia; una forma de destruir, para edificar acaso algo más cierto; una forma de desaparacer, ciertamente, para hacer más nítido e inolvidable nuestro paso sobre la tierra.

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