Archivo por meses: agosto 2009

‘Escribir con los pulmones’/ Carlos Eduardo Quenaya

cenp.org

Con mis pulmones pienso. Reza así uno de los versos de Soledad impura. Un verso del último poema, precisamente el que cierra esta antología que abarca la poesía escrita por Granados entre el 2003 y el 2009. Es un verso, creo yo, esclarecedor de la actitud que sostiene cada uno de los libros escritos por Pedro Granados hasta la fecha. Un verso que ilumina también su labor crítica, henchida siempre de un gozoso contacto con la lectura, que adopta en su práctica el perfil de otro genuino arte respiratorio. ¿Qué significa, pues, pensar con los pulmones? Esta escueta manera de invertir el decir popular, según el cual pensamos con la cabeza, nos coloca sin rodeos frente a una postura perentoriamente vital, urgida por asumir los avatares de cada circunstancia desde la plenitud de la cotidianidad y los pozos de la zozobra.

Escuchemos otra vez al poeta, ahora en la página inicial de un libro anterior que data del 2002, Desde el más allá: Pero no soy un hombre triste, sí, en realidad, un caminante muy feliz. Una cosa se vuelve hacer patente al repasar estas líneas. A Granados no le interesa, como no le interesa a ningún creador saludable, hacer de los sentimientos y las ideas lamentaciones ojerosas e inhibidas; por el contrario, su apuesta nos recuerda que escribir, amar, copular, morir, constituyen también experiencias que pueden ser vividas desde la aceptación festiva de nuestra materialidad humana. Nos recuerda, asimismo, que la felicidad es un estado que acaso se explique sólo por el abismo que somos y por la luz que irradia una libertad asumida sin cortapisas.

Ya hemos dicho que Soledad impura es una antología. Sin embargo, las cuatro partes que lo componen: De nuevo a casa, Mar retinto, Alturas de Samaypata y No escribo a menudo, pueden leerse a partir de sus propias correspondencias, las cuales se multiplican si transitamos por los anteriores poemarios publicados por el autor. Y es que el lenguaje de Granados, ya afiatado en su primer libro –Sin motivo aparente–, se ha ido transformando pero sabiendo mantener su acercamiento puntual a las palabras.

¿Cuáles son, entonces, las impurezas de la soledad de Granados? Para intentar responder nos debemos situar en la cuarta sección del poema Alturas de Samaypata, el cual integra la segunda parte del libro que comentamos. Leamos el poema: Un manjar puede ser/ cualquier bocado. / Por eso escribes a pesar/ de tu sentimiento impuro./ No hay un lugar ni un tiempo/ ideal. Por eso/ aproximas tu cabeza/ al abismo del papel./ Samaypata ha dejado/ una larga estela de estrellas./ De aglomeradas estrellas de muerte. / Media hora menos dura/ el camino de regreso al llano. / A la embestida del calor/ de Santa Cruz de la Sierra./ Al asalto del frío de Boston./ Aunque por ahora vivas/ dentro del avión de tus recuerdos./ Y el hecho próximo futuro/ sea el de tu propia extinción./ Quizá en Samaypata./ Quizá tocando la loza misma/ de aquellas espléndidas estrellas./ Con nuestra gota de sombra confundida/ y feliz entre tantas otras sombras./ Pero esto no lo sabes todavía. Y por eso escribes/ con tu soledad impura./ A medias sola. Acompañada/ a medias/ No hay un lugar ni un tiempo/ ideal.

En este poema se anudan algunas de las creencias vitales y poéticas en que se origina la mirada de Granados. Por un lado, el abandono sin culpas de la búsqueda de lugares ideales o epifanías inmarcesibles. Su poesía no echa mano de la nostalgia de espacios o tiempos ornados por el prestigio de lo inalcanzable. Poesía impura, podríamos decir si con esta fórmula no cayéramos involuntariamente en falsas dicotomías o en discusiones trasnochadas. Por otra parte, las impurezas de la soledad de esta propuesta se asientan gracias a la convicción de que si bien no estamos nunca complemente solos, tampoco nunca estamos plenamente acompañados. Soledad que se vive en convivencia con los demás y en franca apertura al mundo. Esta soledad impura se torna en fundamento de una escritura que acomete sin ambages el recuento de su historia familiar, la crónica de su ávida trashumancia, la evocación de sus peripecias amorosas y una reflexión sutil del propio ejercicio poético.

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Poemas de Antonio Orihuela (Moguer, 1965)

http://entrenomadas.wordpress.com/2008/10/13/poemas-de-antonio-orihuela/

UNA IDEA DE LIBERTAD.

Cuando más cogido por los huevos me tienen,
busco la ventana por donde se ve más lejos
y me quedo allí
con la nariz aplastada
esperando siempre
unos pájaros
que nadie ha visto
que sé existen,
pero que no vienen.

WAY OUT
a Manuel Vilas

La poesía dejará de ser una cosa triste
cuando empiece a tener que ver con la vida de la gente,
cuando la gente vuelva a ser la que decida qué hacer
con sus vidas y con las palabras,
mientras tanto
todo esto que hacemos seguirá siendo
literatura.

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JUAN LARREA/ Blanca Riestra

http://www.sapienstribune.net/2009/02/juan-larrea-p-1.html

Una serie de vicisitudes existenciales… -como diría el viejo Larrea, que fue un joven poeta enemigo de la retórica pero un prosista y teleólogo de la cultura, un tanto enfático y arcaizante – me hicieron pasar en brazos del viejo poeta ni más ni menos que cuatro años. En otras palabras, las cosas de la vida me llevaron a escribir mi tesis doctoral sobre Juan Larrea, y sobre ese libro misterioso que lleva el título de Versión celeste y que agrupa textos muy heterogéneos.

Gracias a Juan Manuel Diez de Guereñu tuve acceso a un conjunto de materiales fascinantes que están todavía en el archivo Diego y que Elena Diego puso a mi disposición con gran amabilidad, mientras yo vivía en Francia.

¿En qué consiste la crítica genética?, se preguntarán los neófitos: pues consiste en entrar en la sagrada habitación del poeta, en este caso, doblemente sagrada pues como Prometeo, es ladrón del fuego, y, como el ángel caído, dice non serviam… (y cito a Huidobro) y espiar la labor creadora que uno imagina inexpugnable. Pero quizás no lo sea tanto.

En general, Larrea me ha interesado siempre porque encarna un tipo de figura de autor que no hace pactos con nada, intransigente, airado. León Felipe, decía de él que era como un profeta que clama en el desierto, que echa a los mercaderes del templo, que no condesciende. Ese joven burgués, que se va a París dejando atrás un puesto de archivero, ganado por oposición, va detrás de una quimera, buscando una iluminación en el fondo los vasos de absenta de las terrazas de la Coupole o de la Clserie de lilas, en la época en que la revolución surrealista se estaba gestando, esa revolución que aún sigue transformando nuestro mundo un siglo después.

En París, Larrea conoció y vio morir a César Vallejo al que llamo “mártir indohispano”. Vallejo había predicho su propia muerte en aquel verso “me moriré en parís con aguacero, un día del cual ya tengo recuerdo”.Sus amigos de entonces se llamaron Juan Gris, Jacques Lipzitch, a Tristan Tzara. Larrea evidentemente leyo a Freud y supo de la escritura automática. Bebió de las doctrinas del irracionalismo poético de Bretón, pero hasta cierto punto. Por su cuenta, con su proverbial independencia de talante, empezó a construir su propia fe en una ley poética que rigiese el mundo y la historia.

Y sobre todo, empieza a despojarse, tomando un camino que le llevará a una práctica poética cada vez más depurada, impersonal, hasta llegar al abandono completo de la poesía. En el plano vital, sólo un hombre como Larrea es capaz de dilapidar completamente la herencia de su padre en una increíble colección de antigüedades precolombinas y luego donarla al gobierno de la república, sin pedir nada a cambio. En el museo de América de Madrid, a donde fueron a parar todas sus donaciones, no queda huella alguna de su acto de generosidad. Ni una simple placa de reconocimiento.

Y sin embargo, uno puede todavía imaginarse la exaltación que debe de producir el liquidar todo lo que uno posee y echarse a andar hacia delante, ligero, ligerísimo, como Peer Gint. Decía Larrea en uno de sus primero poemas ultraístas…”aun tengo que huir de mí mismo”…

Y es que la historia de la evolución de la poesía de Versión Celeste es la historia de una huida. En el fondo hay una coherencia última en esta huida hacia delante pues ¿qué es sino un Ultraísmo llevado a sus ultimas consecuencias, no de barra de bar, ni como artefacto arrojadizo, sino como compromiso de vida?

El joven vasco, amigo de la infancia de Diego, aquel que se entusiasmó con los postulados de las revistas de moda, a la sombra del tristemente olvidado Cansinos Assens, Ultra, Cervantes, Grecia, deja atrás todo en su búsqueda de algo preexistente, esa voz que se oye siempre por encima de todas las cosas: la Poesía..con mayúscula, la Razón poética..

Y qué mejor manera de escapar de sus propios lastres culturales, de las querencias lingüísticas, de los tópicos, de los refranes, de los lastres musicales, de las propias inercias compositivas, que abandonar su propia lengua y trasplantarse a escribir en una lengua ajena ? Y, aunque su decisión no choca en un momento en que las vanguardias propugnan una total indiferencia a la lengua en que se escribe, para él, para Larrea, fue esta una toma de posición que le costaría cara, que lo condenaría para siempre como poeta.

Se convertiría así para siempre en una presencia fantasmal, en un poeta en tierra de nadie: los franceses lo consideran un autor español y los españoles un autor francés. Recordemos el recelo de Dámaso Alonso hacia el ausente Larrea, de quien se llegó a decir que era un heterónimo de Gerardo Diego, una especie de otro yo más moderno y arrebatado, y de quien se citaba siempre un único verso en plan guasa, “un café nunca está lejos..”

Pero Diego triunfó a medias, en su labor de defensa, traducción y difusión de los poemas de Larrea, por no decir completamente, y, aunque el nombre de Larrea ha sido y sigue siendo un secreto a voces, y como dice Díaz de Guereñu se pueden contar con las manos sus estudiosos , parece casi comprobado hoy en día, que los libros surrealistas de Lorca, de Alberti, quizás incluso los de Aleixandre, son hijos ilegítimos de Versión Celeste. Sería entonces Larrea, muy desde lejos, e inmerso en su propia batalla personal de desencarnamiento, el padre secreto del Surrealismo español.

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‘Yo le robé las joyas a la marquesa’/ Rodolfo Häsler

http://www.barcelonareview.com/40/s_rh.htm

Gracias a la Virgen de la Regla

que desde chiquito me protege

por ti seré de nuevo todo un caballero.

Es tuyo el pozo brillante, el tópico de la mirada

donde chupas la luna como un níspero amarillo

sin dejar de asombrarte, sin dejar de pensar en ti

ni por un momento,

tú el centro de atención durante toda la fiesta.

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Inéditos de José Homero

http://josehomero.blogspot.com/

Insolación etílica

sombras que la luz anima

contra la retama de mosto

del muro sibilante

Poseído por ciego furor

que sacude la delicada malla del Eros

partí hacia el reino subterráneo

donde oculto amor vivía.

Laúd sin luz:

ciegos los espacios estelares

farfullaban sarcasmos

a mis espaldas

logoglifos para sordos

sin sentido

o ritmo

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Notas sobre Las riberas del río de Rafael Moreno/ Carlos Maza

http://www.larepublica.pe/cultural/01/08/2009/rafael-moreno-reflexiones-en-las-riberas-del-rio
Rafael Moreno (Lima, 1959)

“Guiar nuestra atención literaria por lo que aparece en los diarios, equivale a abandonar la mejor literatura. Es común que los grandes premios literarios o la atención de las grandes editoriales, las que son capaces de vender millones de ejemplares de una espantosa literatura solo a través de inversión en publicidad, es común, repito, que caigan sobre los autores equivocados. Y Rafael Moreno es ejemplo de este recurrente error”.

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LA MISIÓN DEL POETA/ Miguel Pachas Almeyda

Scaner

“Se escribe el poema para encontrar el alma y no a la inversa…”
Pedro Granados.

Pedro Granados me manifestaba con la fuerza que brinda el poder de la convicción, que “el poeta debe ser eminentemente auténtico y que no existen escuelas, sino, poetas…”, además, de manera tajante sostuvo que “las influencias desaparecen inevitablemente a cualquier autor, muere eclipsado, sin duda…”. Hoy le brindo todo el asidero a sus principios, teniendo como sustrato su obra poética Soledad impura, excepcional en fondo y forma, que sostiene cuatro partes muy definidas, cuya intensidad se engrandece a niveles paroxísticos al transitar hasta sus últimos versos, diría hasta el punto final…de absoluto concierto.

Granados, tras su caminar oximorónico, aquella dualidad que al fin y al cabo se complementan en un abrazo, esencia-consustancial de la vida y naturaleza misma, parte al inicio de su obra desde su núcleo generativo, raigal, ígneo; es decir –en De nuevo a casa– al son de rebeldes palpitaciones por la injusta muerte del abuelo, erupcionando en versos cargado de dolor y sed de justicia “Llegar donde a uno lo esperan/ para morir…/Mi abuelo camina dentro mío…”. En Mar retinto, el Eros trasciende a través de sus versos, lleno de aquella cotidianidad insuflada por aquel deseo del cual es imposible exceptuarnos y escribe:

…Echado sobre tu cama
espero. Recibo, a cambio,
tus enormes tetas tibias
y jóvenes.
Al pene alborotado lo acallas
con tu boca.
Agazapado
una de mis manos alcanza
tus nalgas
Tú clítoris va imantando mis dedos…

Samaypata, término quechua que significa “Descanso en las alturas” –un centro cultural, arqueológico y turístico, ubicado a 120 Km. al sudoeste de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra–, impacta al poeta –al igual que Caral–, y recoge entre sus entrañas, energizantes y misteriosas, el hondo significado de la muerte; el arte de morir, muerte personal, individual, como él lo llama. Aquella que guarda, por cierto, nuestras cenizas y habla en voz alta, de aquella ligazón de hermandad con nuestro Imperio de los Incas. Finalmente, los recuerdos y la soledad apoderándose de su ser, llegan en última instancia a trascender lo que sería el título del presente poemario: Soledad impura.

Samaypata es un Macchu Picchu en pequeño,
nos dicen. Y el vulgo acierta.
Hora y media cuesta dejar atrás
El calor de Santa Cruz de la Sierra.
E instalarse. Pasar
por entre el ojo de aguja de sus calles.
Sin tocar la piedra.
Sin poner las narices sobre la roca fría.
Saber que Samaypata nos espera.
Para morir. Para vivir…

Aunque ahora vivas
dentro del avión de tus recuerdos.
Y el hecho próximo futuro
sea el de tu propia extinción.
Quizá en Samaypata.
Quizá tocando la loza misma
de aquellas espléndidas estrellas.
Con nuestras gota de sombra confundida
y feliz entre tantas otras sombras.
Pero esto no lo sabes todavía. Y por eso escribes
con tu soledad impura.
A medias sola. Acompañada
a medias
No hay lugar ni un tiempo
ideal.

Esta obra, cuyo cetro está cubierto por aquella originalidad defendida y demostrada por Granados, me permite rescatar respuestas a ciertas interrogantes, que –de manera constante– han cruzado mi mente en estos últimos tiempos: ¿Cuál es el rol del poeta y de la poesía en el siglo XXI?. Al respecto y en su momento, se han pronunciado Vallejo y Neruda, el primero afirma que el poeta “es un hombre que opera en campos altísimos, sintetizantes…” (1), para el segundo, “el poeta debe convertirse parcialmente, en el cronista de su época…” (2); sin duda, Granados da cumplimiento a ambos postulados. La poesía se constituye en el único refugio de esperanza para el ser humano, del cual brotarán con originalidad las voces y sentimientos al margen del sistema imperante.

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Carta al padre (fragmento)/ Oscar Altamirano

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De alguna manera padre la vida te bailó las vueltas de perro

el único kilo de bisteces que recuerdo se los zampó el gato… correteaste al

gordo animal por todo el vecindario/ machete en mano/ hasta salpicarlo en

cien pedazos/ y cocinaste al gato

Alguna navidad como tantas sin regalos/

intentaste prender fuego a la casa para acabar de una buena vez/ con las

hartas tristezas…

Nadamás se prendieron las cortinas/

nos quedamos con los palos chamuscados de cortineros sin cortinas

Otra/ sellaste puertas y ventanas/

abriste la llave de gas y no había gas

O la noche que llevaste serenata a mamá con un mariachi/

fue la única vez que te escuché cantar/

tu ronca voz decir profundo querer como estoy queriendo…

y el mariachi acabó apedreándote cuando encontraste tus bolsillos vaciados

en la parranda para pagarles…

Te digo/ la vida te bailó las vueltas de perro…

Es extraño padre/ jamás te vi llorar

jamás sabré si fuiste de este mundo…

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