Entrevista con Pedro Granados/ Mario Guevara Paredes

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“Deploro a los peruanos de utilería; a los etno-arribistas internacionales; a los gurús de poca o mucha monta a costa de no salirse del libreto intelectual elaborado por sus patrones; a los maffiosos (así, con m de mierda en negrita y con doble f o, también, con doble zz y doble tt) que pululan en el tinglado de la cultura y en la imposición del canon, verbigracia, de la poesía peruana o latinoamericana. Abomino, por ejemplo, la fagotización que –previa a sus maquiavélicos halagos– un individuo como Raúl Zurita practica ahora mismo con poetas títeres del Perú y de Bolivia; títeres, porque al final hacen el juego de legitimación y vigencia en el capital simbólico –que en su propio país se le hace cada vez más angosto– al susodicho declamador chileno.” (pag. 38)

1.- En tu libro Desde el más allá, anotas: Es muy duro hacer poesía/ y no irse contra este muro/ que me refleja/ tal como realmente soy. ¿De verdad es muy duro hacer poesía en un país como el nuestro?

Como el nuestro y como en cualquier otro país… amplío el criterio de extranjería de un poeta al escribir. Es más, hallo probable que el impulso mismo de escribir venga de este sentirse, al menos por un momento, particularmente extranjero, fragmentado o de paso. Desde el más allá, mi último poemario en papel y del año 2002, alude precisamente a esta desubicación radical; convoca un lugar de enunciación no neocolonizado ni en negociación con los que hacen, a su medida, nuestra muy poco cuestionada república de las letras. Aquello de “muro” puede representar, significativamente, un espejo ante el cual reflejarse; por extención semántica, quizá la condición de nuestro propio país, el Perú, inmóvil o de movilidad menor (Ángel Rama dixit) respecto a los procesos de modernización de otros países latinoamericanos. Espejo y frontera; límite, entonces, que siempre tenemos al frente. Poco que ver, en este caso, con esos muros incaicos que hablan para Ernesto, al inicio de Los ríos profundos; poco que ver con la piedra enternecida y fecundable de la poesía de César Vallejo.

2.- El haber vivido en un barrio de obreros de la Capital ha influenciado tus inicios poéticos, ¿por qué?

Mis inicios y, aunque de modo algo más opaco pero no menos ubicuo, también el presente de mi escritura. Pero jamás con patetismo. Si antes o ahora, como tantos otros entre mis semejantes, no disfruto de la torta del mundo; allá ellos. Siempre he tenido mis panes, algunas veces realmente suculentos, o he inventado –como tantos otros también– la forma cotidiana de conseguirlos. Ser pobre es tener más aguzada la capacidad de inventiva, porque se le va la vida a uno en ello. Y es, por lo tanto, estar quizá algo más expuestos o preparados para aceptar y vivir la ficción. Paradójicamente tal como el hombre realmente rico y educado que, como bien sabemos, para nada le interesa condenarse a poseer y acumular el pinche dinero; sino, más bien, disfrutar con la especulación financiera, jugar con las expectativas del mercado y, sobre todo, permanecer oculto en el poder. En otras palabras, a aquél le interesa manipular o trabajar con algo acaso tan intangible como la poesía misma. Por lo tanto, en cuanto no nos agriemos o resintamos de modo irremediable, la pobreza puede ser una excelente escuela de vida; e incluso, así lo ve también José Lezama Lima en sus Eras Imaginarias, de preparación para la aventura y la felicidad. Ser pobre puede ser un fuego que impulsa –de desacuerdo y de invención– mientras no sucumba en el mero arribismo. Claro, claro, ser pobre es también las veinte mil madres que hace muy poco, por la mañana, coparon Lima reclamando contra el recorte del vaso de leche propuesto por el gobierno central; el cual éste revocó la tarde de aquel mismo día. De modo inesperado, los citadinos redescubrimos Lima y ya no pudimos andar “acaso mecánicamente” más por ahí. Se nos vino de golpe otra realidad u otro mundo; a efectos, aunque de otro modo, de la fuerza disuasiva de la pobreza.

3.- ¿Cómo y en qué circunstancias escribes Sin motivo aparente, tu primer libro de poesía?

Parte de ese libro lo leyó Martín Adán en 1977; el mismo que, por idéntica vía (Juan Mejía Baca) me obsequió la segunda edición de su Obra poética con una firma suya y un saludo muy generoso a los versos que le había hecho llegar a través de su entrañable amigo. Aquellos versos, más algunos otros poemas, constituyeron Sin motivo aparente que, el año 1978, publicara el recordado excelente narrador, Luis Fernando Vidal, en su sello Cuadernos del Hipocampo. Es decir, Adán me animó a salir del anonimato porque ya escribía, digamos que con cierta intención, desde la edad de quince años; textos que poco a poco reuní en un cuaderno Atlas de tapas negras y que mi profesor del colegio, poeta sanmarquino él mismo, atribuyó alguna vez al Inca Pachacútec, probablemente por lo dolorido del tono. Sacamos el libro con bonos de pre-publicación y lo presentamos en la Universidad Católica donde se apretujaron, en una aula para 30, alrededor del doble de este número de personas. Entre éstas mi musa de aquel entonces, una muchachita de la más alta burguesía local a la que llamó la atención ignoro si primero mi poesía o mi arrecho mirar brichero.
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4.- Uno de los temas recurrentes de tu obra es el erotismo. Háblanos desde el punto de vista de tu poesía sobre el comercio sexual, intercultural e interracial, que se vislumbra en tus libros.

Mirar que ha ido cambiando, desde luego, conforme a las reglas del urbanismo y la compostura del mundo burgués en el que vivimos. Mirar al que ha ido modificando o minando la ley; pero que pervive en mi literatura. Recuerdo a Pablo Guevara, ante un auditorio colmado de jóvenes –acaso todos contraculturales– advertirles que el performance o la instalación que de muchachos hacemos con y en nuestros propios cuerpos deberíamos internalizarla para que así nos dure. Creo que he visto tanta belleza, que he tenido tanta belleza entre las manos… que aquello me dura hasta hoy. Mi catolicismo, con lo que tiene de moderna censura y medieval licencia (se toma en cuenta, para su descargo, la intención del pecador), sin duda que me ha hecho disfrutar u otorgar a lo erótico una dimensión mucho mayor en mi vida. Soy, como bien nacido en un barrio popular, de sensibilidad incluyente y, para colmo, latinoamericano. El calvinismo no me ha estropeado el alma. Gracias al cielo soy un arrecho irredento. Reivindico este aspecto cultural nuestro; y me preocupa su ecología. No son sólo espacios, ambientes o atmósferas las que debemos con urgencia conservar; sino también sensibilidades y comportamientos humanos los cuales, a costa de tanta moralina políticamente correcta y globalizada, no menos se exponen a similar extinción.

5.- En tu poemario Lo penúltimo dedicaste un poema al Inca Garcilaso de la Vega, ¿qué es lo que resaltas en tu texto sobre el primer cronista peruano?

“Notas al Inca Garcilaso” es el título del poema. Notas como música (homenaje a él y, en él, a mis padres que fueron gozosos hablantes del quechua y del español) y, simultáneamente, como notas a pié de página; es decir, también aclaraciones, añadidos o debates. A Garcilaso lo admiro y lo quiero; pero no tengo una arcadia –sus recuerdos del Cuzco– a la que hacer postular como una utopía (Julio Ortega dixit). Yo acepto la cultura “bastarda” de nuestro presente; es más, ésta constituye mi material de trabajo. No tengo ninguna nostalgia ni melancolía por algo esencial o puro acaso hoy por hoy ya desaparecido. Tampoco me ha convencido jamás ni lo real maravilloso ni algún otro estereotipo de nuestro ser peruano o latinoamericano. Quizá anhelo, como Borges, a secas ser un hombre libre; alguien al que se le entierre en donde quiere o en donde puede, y no en un nicho cultural previamente estipulado. Deploro a los peruanos de utilería; a los etno-arribistas internacionales; a los gurús de poca o mucha monta a costa de no salirse del libreto intelectual elaborado por sus patrones; a los maffiosos (así, con m de mierda en negrita y con doble f o, también, con doble zz y doble tt) que pululan en el tinglado de la cultura y en la imposición del canon, verbigracia, de la poesía peruana o latinoamericana. Abomino, por ejemplo, la fagotización que –previa a sus maquiavélicos halagos– un individuo como Raúl Zurita practica ahora mismo con poetas títeres del Perú y de Bolivia; títeres, porque al final hacen el juego de legitimación y vigencia en el capital simbólico –que en su propio país se le hace cada vez más angosto– al susodicho declamador chileno.

6.- Por motivos de estudio y trabajo has radicado en muchos lugares del orbe, pero siempre regresas al Perú, ¿tiene que ver ese retorno con tu trabajo poético?

Tiene eso que ver, más bien, con mi forma de pensar que no es inócua; obvio, me pasa factura. No me quedo en ningún lugar porque soy crítico y autocrítico; mi adolescencia la he sabido estirar hasta cumplidos los cincuenta años. En España y en USA me han pagado por estudiar durante mucho tiempo; ser profesional del estudio es algo que hay que agradecer. No, regreso por sobrevivencia; de tanto no afincarme y andar dando tumbos por ahí; de paso recargo baterías, es cierto también. Pero mis retornos al Perú no son precisamente, o en primer lugar, por mi trabajo poético; salvo que a mis equivocaciones, amnesias y ascos a olerle los pedos al poder se les denomine también poesía.

7.- A que se debe que estos últimos años has publicado 3 novelas, ¿la razón es que la poesía no se vende?, o es que te dedicarás por entero a la narrativa, como lo hizo Manuel Scorza que fue un magnífico poeta, luego se dedicó a la novela con gran éxito.

No distingo géneros literarios y, decía algo más arriba, que cedo a un espíritu inclusivo. Un poema necesita una gran dosis de información porque la calidad e intensidad de aquello impostado –contra los que creen que todo es un juego de palabras– se filtra también a los versos. Como un buen ensayo requiere de una enorme imaginación o inspiración; y, una novela, es básicamente ritmo y capacidad persuasiva (contra los devotos de la historia y la trama y –hasta el hartazgo en la tradición literaria de nuestro país– la tan trajinada verosimilitud). En aquellos tres géneros, por lo además, siempre habla otro; acaso alguien mejor que yo, y no este sujeto que pierde su tiempo ocupándose sobre emes y zetas. Por lo demás, siempre me atrajo también la narrativa; pero desde su definición probablemente más elemental: cadenas de sonidos que hacen presente un mundo. Este aspecto mágico de crear sentido a través de sintagmas, articulados y editados de una modo arbitrario, por supuesto que es atrayente. El que no narra no ha nacido todavía; no puede, ni mucho menos, influir o luchar en el mundo. Escribir poesía, más bien, de algún modo es conservar la calidad o condición del nonato, del inocente.
8.- Eres un respetado crítico literario, pero cáustico en tus apreciaciones. Crees que hay poetas sobrevalorados por la crítica periodística peruana, ¿por qué?

Porque son buenos poetas para esa crítica, así de fácil y sencillo. Aunque, por lo general, ni esos poetas ni esa crítica sean buenos también para mí. Me adelanto, simplemente, a lo que en una democracia perfeccionada (¿utópica?) hará, si le apetece, cualquier ciudadano medio: el desmontaje semiótico de la cultura en la que vive; en consecuencia, su propia y soberana antología de todo y entre ello, por qué no, también de la poesía de su región o de su país. Desmontador privilegiado, desde luego, con información de primero mano y no adepto a que lo manipulen. Apetente de que la poesía hinche sus pulmones, eso sí, venga de donde venga y no necesariamente sólo del grupillo privilegiado de los cómplices del crítico o del poeta de moda. El mejor poema es el que aún no se ha escrito, el que borbotea en el magma de las posibilidades de la lengua y de la aventura humana; por lo tanto, no tengo obligación de echar incienso a lo ya de sobra canonizado; esto siempre me ha parecido algo cobardón y de mal gusto, incluso pornográfico. Reivindico la fiesta de lo arbitrario; incluso, si es con calidad, el escribir por el solo hecho de joder. Considero, a estas alturas de la información globalizada, que la pretensión de exhaustividad es solo un sofisma enarbolado por los más groseros e ignorantes; que el que no permite entre en su texto siquiera un alfiler, es un autoritario imbécil. Y, sobre todo, que el encanto es la máxima cualidad de la literatura, tal como decía, de las páginas que habían logrado encandilarlo, el viejo muchacho Jorge Luis Borges.

9.- Por último, háblanos de tus proyectos inmediatos. Hay algún nuevo libro en cartera.

Para el 2009 espero aparezca en papel mi poesía reunida desde 2003 a la fecha, Soledad impura es el título. Trabajo un libro sobre Trilce. Vivo una novela que aún no quiere tornarse escritura. Y espero continuar con mi blog –un curso permanente de literatura a distancia, más bien– al que, en sólo poco más de un año (estamos a comienzos de octubre de 2008), ya han visitado más de 150, 000 personas. Celebro a los amigos que hago a través de mi blog; como gusto imaginar a mis enemigos, que no son pocos, practicando un voyeurismo culpable, a regañadientes anónimo, y que de paso les cae muy bien.

Puntuación: 4.63 / Votos: 32

Comentarios

  1. Carlos escribió:

    Muy buena entrevista, Pedro…

    Siempre da gusto leerte.

  2. granadospj Autor escribió:

    Muchas gracias, Carlos!

  3. rrs escribió:

    Excelente entrevista, valiente y lúcida.

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