Copé Internacional de Poesía 2007: por una lúcida amnesia

Si abordamos los trabajos ganadores del premio Copé de este año, como si fueran todos parte de una única antología, podemos percatarnos de algunas sugestivas coincidencias. Entre éstas, quizá la fundamental, es que estos poemas ejercitan una suerte de anmnesia generalizada; no en pos de negar la memoria, sino más bien –tal como precisa Nicomedes Suárez– de expandir la conciencia. Aquellos trabajos premiados habríanse propuesto , por lo tanto, despolitizar lo que resulta aparentemente político y politizar lo que supuestamente no lo es; entre esto último, las marcas de megalomanía o autoritarismo del yo poético en su comercio con el desocupado lector. Es precisamente esta aguda conciencia lo que lleva, por ejemplo a Rocío Castro en su Zoo a través del cristal, a limar sistemáticamente las aristas de asomo de cualquier texto tutor; de cualquier exabrupto que pueda hechar por tierra la frágil pátina por donde mira. Objetividad, imparcilaidad y mesura no contradicen sino, por el contario, afinan y matizan una mejor calidad en la observación y, acaso, subsecuentes mejores compromiso y liderazgo para hacer de este mundo algo mejor.

De este modo, similar actitud de despojamiento ideológico y narcisistico la podemos encontrar también en otros poetas incluidos en esta “antología”. Sea a través de la relevancia del “desierto” convocado y anhelado, por Juan Carlos de la Fuente, en “Origen”:
No saber
no pensar que esta luna
que esta calle
se levantan sobre ti sin piedad
para alcanzarte antes de que empieces
a salirte del mar y llegues
a nosotros
desierto.

Sea a través de cierta anagnórisis que encuentra en la “noche” el objeto y sujeto del carnet de identidad de un migrante sudamericano, como en “Amsterdam” de Luis Eduardo García:
Entonces reparo
que en los pasillos del Airport Schipol
el sol ingresa vestido de rojo, tristísimo rojo.
La noche ha llegado y me cubre con amable abrigo,
con perdurable congoja.
Tras las puertas los pasajeros se esfuman lentamente
y el viento sopla en sentido inverso a mi destino.
Será que nadie ha venido a despedirme.
Será que el migrante ha descubierto sus íntimos quebrantos.
Será que será y nunca ha sido.
Quiero decir:
será que en el Airport Schipol nunca termina de anochecer de verdad.

Sea a través de la consagrada poeta mexicana, Jeannette L. Clairiond, de cuyo elocuente poema, “Sequía”, copiamos algunos versos:
Erotizo mis palabras
Porque no puedo
Erotizar mi cuerpo

Erotizo mi voz
Mis senos contra el vidrio
La máscara del Buda en el buró
La pobre cruz de Cristo
Su sangre
Sus espinas
Después de todo
Nada es pasión
Sino madero irredento
¡Solo un madero irredento!

En fin, especie de grado cero del didactismo y de la megalomanía donde el enunciado pareciera haberse trasladado –desde una letra institucional, consolidada o autoritaria– a las inseguridades y fragilidades del yo enunciador. Sin embargo, denominador común que no anula a estos poetas experimentar ávidos con las virtualidades de nuestra lengua; es decir, no todo es coloquialismo y existen, en buena hora, otras interesantes propuestas también. Entre trilceanas y surrealistas algunas de esta últimas; entre horrísonas y patafísicas, otras; entre depuradas, sabias e inolvidables incluso algunas otras más, como en el caso de Norman Mendoza Roca y su extraordinario poema “cuerpo de amar”:
ella había una vez y se iba,
había y cerraba la puerta,
había las canciones,
había una fiesta con sus ropas,
se había ella misma
y me había contra ella
tatuado en el muro.
ella había una vez
me había al oido una historia
que se había de mí
y luego se había con sus ropas,
se había sonriendo y se iba.
ella había una vez,
había todos los días una vez.

Por último, antología que no es renuente a la frescura y al sentido del humor, tal el poema inmediatmente anterior, y donde no es infrecuente se conjugue asimismo este plus de sabiduría con la necesidad de urdir pequeñas fábulas, tal como el caso de El zoo a través del cristal, de recurrir a emblemáticos animales quizá en salvaguarda de nuestra propia humanidad simbólica; tal el caso de “La mosca”, de José Tapia Aza, con el cual vamos dando por terminada nuestra presente intervención:
loca
vuela por aquí
por allá,
poco tiempo tendrá
para vivir
y morir.

(Muchas gracias)

Puntuación: 4.5 / Votos: 8

Comentarios

  1. Norman Mendoza Roca escribió:

    Para el Sr. Pedro Granados.

    Soy Norman Mendoza Roca, y le agradezco por haber leido mi poema CUERPO DE AMAR en la presentación de los libros ganadores y finalistas del Premio Copé. Saludos.

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