Time: Nov 14, 2021 03:00 PM Eastern Time (US and Canada)
Join Zoom Meeting
https://us02web.zoom.us/j/89246649246?pwd=SlRpMGc4V0NQR29KdVp5WlU2ajBKdz09
Meeting ID: 892 4664 9246
Passcode: 058176
Time: Nov 14, 2021 03:00 PM Eastern Time (US and Canada)
Join Zoom Meeting
https://us02web.zoom.us/j/89246649246?pwd=SlRpMGc4V0NQR29KdVp5WlU2ajBKdz09
Meeting ID: 892 4664 9246
Passcode: 058176
Estoy convencido que el mejor poeta dominicano, todavía vivo, es Juvenal Agüero; que dejó ver por primera vez su Prepucio carmesí el 2000. Y llegó –junto con aquél– a la República Dominicana, entiéndase efervescente Zona Colonial, el año 1997. Todo lo cual, oscura y sabrosamente ligao, figuró en Un chin de amor (2005) y en otros mensajes los cuales, como dentro de una botella arrojada al mar, va publicando Pedro Granados hasta hoy mismo.
Pero se trata de Juvenal Agüero, que no es de allí, que no vive allí, que no lucra en ningún sentido de allí y que la institución literaria local no tiene para nada en cuenta; salvo que, por un acto fallido, lo inviten a un Festival del Libro o a leer en video algún poema en el Día Mundial de la Poesía. Por qué digo que aquel cruce de inga y de mandinga es el mejor poeta local; porque lo es, ahora mismo, también del mundo entero. Simple parte por el todo. Aunque esto no lo sepan ninguna de las jebas de las apretadas Antillas que conoció hasta el aruñazo; ni los comensales con los cuales disputaba, cuando estaba bueno, aquel sancocho lleno de vaina; ni menos, porque lo tienen encarpetado y con llave, sus colegas poetas del patio local: erótico-comprometidos; sabiondos de la letra, aunque no de la música; oscilantes como el mar de las tardes de pecho abierto hacia malecón. De lejos nada se mira y, menos, nada se siente. Pero Juvenal sí la mira y su corazón sí la siente: una órbita de culo redondo y desnudo llegando hasta su más apartada habitación.
Resumen: Ciudad Trilce (2009), de Christian Vera Ossina (La Paz, Bolivia, 1976), constituye un cubo mágico, una propuesta intensamente antiliteraria y arduamente manual que da como resultado, al menos en apariencia, un cómic o un artefacto post-humano. Sin embargo, Ciudad Trilce también es una novela más alrededor de la vida u obra de César Vallejo. En este sentido, cabe preguntarse por su estirpe; cuál es la lectura de Trilce (1922) que subyace en su construcción; cuál la noción de las humanidades predominante allí; en qué consiste, cotejada con las otras, su aporte o novedad, y a qué tipo de lectores y futuros ciudadanos estaría apelando.
Palabras clave: poesía y poshumanismo, César Vallejo y sus novelas, Bolivia y César Vallejo.
Abstract: Ciudad Trilce (2009), by Christian Vera Ossina (La Paz, Bolivia, 1976), constitutes a magic cube, an intensely anti-literary and arduously manual proposal that results, at least in appearance, in a posthuman comic or artifact. However, Ciudad Trilce is also one more novel about the life or work of César Vallejo. In this sense, it is worth asking about their lineage; which is the reading of Trilce (1922) that underlies its construction; which the predominant notion of the humanities there; in what consists, compared with the others, its contribution or novelty, and to what kind of readers and future citizens would it be appealing to.
Keywords: Poetry and Post-Humanism, César Vallejo and his Novels, Bolivia and César Vallejo.
La idea de esta nueva línea de investigación de Vallejo sin Fronteras Instituto, surgió en el contexto de nuestra tarea docente en tanto profesores visitantes de la UFAC/ Programa de Pós-Graduação em Letras-Linguagem e Identidades (PPGLI), Rio Branco, Brasil; curso, “Humanidades de César Vallejo. Centenario de Trilce” (sept.-oct. 2021). En específico, en tanto y en cuanto, mientras en el aula nos familiarizábamos con Trilce, dejamos a nuestros estudiantes una específica tarea:
¿Cómo nos podría servir Glissant para conectar el portunhol de la poesía amazoense con ciertos tonos o cadencias –y a partir de aquí, sentidos, temas, dramas o alegrías– con la del resto del mundo? Aunque, ciertamente, primero deberíamos encontrar esa poesía –porque sin duda ya existe (en la rua o en el habla cotidiana)– o “inventarla” catalizando, su oralidad, con Trilce. Me gustaría traigan a clase algún tono o fragmento de la oralidad del habla que escuchan en la rua y lo conecten a ciertos versos o algún pasaje de Trilce. Los que hagan esto alegrarán mucho a Vallejo. Este ejercicio lo publicaremos en el blog; pero, el que gusta, lo puede desarrollar un poco más a modo de trabajo final.
Nilo Espinoza Haro, Huaraz 1945 – Lima 2021
Coincido, con Luis Alberto Sánchez, cuando puntualiza: “Los escritos de Nilo Espinoza Haro me hacen recordar la imaginación poderosa de algunos disparates ordenados y estéticos de Franz Kafka”. Canon vinculante donde participaría, asimismo, la obra de Juan Rulfo, por lo que tiene de constante “Tic…Tac”, corsi e recorsi, entrada y salida, la identidad de algo allí. Y, junto con la del sujeto mismo que escribe, también la consistencia de todo allí, y a todo nivel de este Tic…Tac: prosodia, sintaxis, estructura del volumen, temas y motivos. Lo único que parecería fijo, más que un tiempo y lugar, es una atmósfera; acaso limeña, que ha marcado a este sujeto de la escritura tanto como el Marcará de “Plaza San Martín”, relato liminar con el cual abrimos este libro –literalmente: colores, diseño y amplias solapas debidas a la absoluta complicidad de Lorenzo Osores– como quien pela una fruta. Lima, cuyo paisaje, al modo de Da Vinci, lo constituyen una serie de capas superpuestas a modo de transparencias; y cuyo meollo no es algo distinto a una tela blanca: “aquella blancura que habitaba las / profundidades del espejo / era la nieve” (Javier Sologuren dixit). Lienzo en blanco, más bien desteñido por los muchos años, el cual ciñe y cubre a un estóico bastidor. Macedonio Fernández que en sus momentos de ocio, cuando para de jugar, contempla a Vallejo (otro niño al lado); aunque a cierto Vallejo: “mañana que no tenga yo a quien volver los ojos,/cuando abra su gran 0 de burla el ataúd”. Tal como consta en la “Liris salumba salífera” con que se cierra Tic…Tac, que “los creadores son hijos del fuego” (Ralph Waldo Emerson) y que “sin valor es estéril la sabiduría” (Baltasar Gracián). Así sea. P.G.
Sobre el último libro de Nilo, Tic…Tac, escribí aquello; pero seguramente no todo sobre lo buena persona que él era. Nos presentó Luis Eduardo Wuffarden, hacia finales de los años 70 donde, gracias a los buenos oficios de Nilo, escribí para La Prensa –bajo el seudónimo de Jules Renard– sobre artes plásticas en las galerías de Lima. Y, justo ahora último, nos volvimos a comunicar. Gran lector de poesía. Vaya para él nuestra gratitud y amistad permanentes.
Leíamos a Javier Sologuren desde el colegio; la sensación que siempre se nos quedó a través de sus versos fue la de discreta intimidad, levedad y sutileza. Ya en los años universitarios nos llamó la atención la rigurosa arquitectura de sus poemas, su encauzado caudal, que, según hemos averiguado con el poeta, no obedecen a un trazado previo sino a la irrupción instantánea de un sueño resoñado, de un texto gestado largamente en lo oculto. Del mismo modo nos cautivaban su poderosa visualidad. De alguna manera, arquitectura y visualidad iban juntas refinándose, apuntando hacia una totalidad, desechando excesivas apoyaturas (sonoridad, signos de puntuación, figuras retóricas). Nos propusimos entonces algo que ahora daremos a luz, intentar dar cuenta de la coherencia y armonía de esa fanopea, de los pilares que sostenían dicha arquitectura. Incandescentes ideogramas, esta última, o discreto vocabulario el cual, hoy por hoy, podemos conectarlo a una mediación conceptual de corte multinaturalista; a un modo de pensar “amerindio” que surge desde la urbe moderna.
Sin embargo, el presente post es también un texto de extrañeza y de denuncia ante la omisión de nuestra participación, no nos importa o toleramos incluso sea la Universidad de Piura la organizadora, en el Congreso Internacional “Cien años de Javier Sologuren: Palabra continua” (dic. 1-3, 2021). Nuestra convocatoria, con el mismo rango o categoría de cualquier experto en el tema, no ha venido de parte ni del Comité Organizador ni del Comité Académico. Y esto, aparte de parecernos realmente obsceno, nos causa profundo aunque acaso no menos esperado desencanto; lo cual, a través de un correo electrónico, hemos hecho saber a un par de sus responsables: “Estimables colegas, realmente ignoro por qué no me han cursado una invitación para participar activamente, y de manera destacada tal como cualquiera de la lista de sus convidados, en este homenaje a Javier Sologuren. ¿Cuestiones ideológicas, de grupos de amigos, te tozuda insistencia en lo ya de sobra conocido o socorrido por la crítica?”. A lo cual agregaríamos, ¿una vuelta de tuerca institucional más en la desaparición de Pedro Granados de entre la poesía y la crítica de poesía en el Perú? Por supuesto que sí. Pero igual, y en complicidad con el poeta, le rendimos desde aquí nuestro homenaje .