Palotes de un autista comprometido (I)

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¡Manipulados del mundo, uníos!

En un continente donde se lee muy poco, la poca monta de la crítica local de poesía es todavía más influyente que la poesía misma. Dentro de este sobrecogedor estado de ingenuidad e ignorancia mutua entre nuestros países, en el contexto latinoamericano existen, además, muy pocos buenos lectores de poesía. La mayoría de estos se adecúa y responde a un perfil muy simple. La mayor parte de críticos, aunque cada vez menos influyente hoy en día (por la oportuna diáspora mental que nos trae la Internet), todavía practica una lectura mimético-política del género; aunque, eso sí, por lo general tiene en sus manos la organización de eventos populistas que –ocultando su rentabilidad económica para unos pocos– dan cuenta de la “vitalidad e importancia” de la poesía entre los muchos en el mundo (contaminado, injusto, machista, etc.). Otro tanto, se pasa radicalmente al otro lado ideológico-estético del asunto y sólo evalúa positivamente a aquellos autores que, entre sus renglones, dan cuenta de su nostalgia por el latín o, últimamente, por su devoción por los cultural studies. Típicos lectores clasistas ambos, neo-latinos y neo-gringos; por lo común conservadores sin nada que conservar; colonizados mentalmente por el poder real; sin talento ni temple intelectual de valía; desconectados, cada cual a su modo, del olor de la grey humana; y, no es extraño, intolerantes con los que no son idénticos a ellos. Si los primeros tienen los festivales y no pocas veces los talleres de poesía; estos últimos, neo-latinos y neo-gringos, la cátedra universitaria. Obvio, lo que planteamos es adrede una caricatura; un exceso pro-didáctico… en la práctica ambos grupos pueden tocarse y trocar, aunque sea de modo efímero, sus mutuos intereses.

Otra crítica, haciendo un paralelo con el cine, sería aquella que en principio podríamos denominar de autor. La ensayan por lo general, aunque no de modo obligatorio, críticos-poetas. Aquí es decisiva, en las selecciones o antologías elaboradas por estos personajes, la institución para las que trabajen o el órgano o medio que los apoye o financie. Amén de, digamos si es un grupo –detrás de algunas “ínsulas extrañas” o de algún proyecto de “antología consultada”–, una previa amistad o afinidad. Es decir, al menos en estos últimos casos, lo de autor, nones; sí, por el contrario, mucho lo de grupo manipulador. Es que, por ejemplo, elaborar una antología de poesía, incluso sea grupal o “consultada”, es en estos tiempos o absurdo (la hacen diaria, gratuita y espontáneamente los lectores interesados a través del Internet); o, algo menos inocente, un gesto social de consolidación de grupo, mancha, círculo o como los queramos denominar. Globalizada y libérrima, felizmente, anda ya la literatura. Post estado nacional, radicalmente plural y a su aire sobre la dictadura de nuestros gustos estéticos o berrinches por el poder. La Internet es, en este sentido, primicia y promesa de una democracia más evolucionada. La manipulación existirá siempre, pero con una posibilidad mayor de soberanía y capacidad de decisión… centrada en el individuo. La competencia, incluso literaria, es entonces en el mundo; ya no en el barrio.

La crítica de autor –presumiblemente independiente y menos previsible que las otras– es entre nosotros la más sospechosa y, literalmente, o no existe o se halla en vías de extinción. Por ejemplo, en un país como el Perú, donde no estamos acostumbrados a cultivar y defender nuestra autonomía y, por ende, siempre riesgosa voluntad de estilo. La crítica de autor, pues, su logrado ejercicio, pasa de afectar o poner en cuestión un mero capital simbólico (el arte o la literatura). Y, más bien, su pertinencia resulta por lo común proporcional a la merma de nuestras, de manera crónica, billeteras anémicas y zozobrantes bolsillos.

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Ballenas blancas

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Yo miré unos osos de peluche

con una muchacha.

Ella trataba de reconocerme

en la vidriera de sus sueños.

Yo la confundía con una canción antigua,

una melodía que también me hizo sonar

alguna vez.

Yo pasé mi brazo

sobre los hombros de la muchacha.

Ella diría

“tiene los ojos buenos

lo quiero mimar”.

Yo escuchaba atentamente su cabello,

la plaza que girábamos lentamente,

la noche entre nosotros

como un destierro.

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‘César Vallejo y la música popular peruana”

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Juan Carlos Garay

César Vallejo: ¿un hombre o una vanguardia?

“Piedra negra sobre piedra blanca”/ César Vallejo

“César Vallejo y las miserias vanguardistas”/ Juan Manuel Roca

“César Vallejo, acerca a nos vuestro cáliz”/ Julio César Rodríguezbustos

“112 días sólo un hombre: Vallejo tras las rejas”/ Celedonio Orjuela

“César Vallejo y la música popular peruana”/ Juan Carlos Garay

“César Vallejo y su creación poética”/ Ricardo Silva-Santisteban

En el contexto de este dossier: “César Vallejo: ¿un hombre o una vanguardia?” (Revista Casa Silva, No 22, 2008, 96-194), a raíz de la conmemoración de los 75 años del fallecimiento del poeta, destaca nítidamente –por su novedad e interés– el artículo del joven musicólogo y narrador peruano Juan Carlos Garay (1964) que, en seguida, pasamos a reseñar brevemente.

“César Vallejo y la música popular peruana” ( 144-50), publicado un año después de nuestro ensayo “Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana” (2007), ventila –intuitiva y de modo muy sugestivo– la posible relación de Los heraldos negros (1918) con un género musical típico de la región de Trujillo en la costa norte del Perú: el “triste”. Primeros ejemplos de esta melodía que, nos ilustra Garay, sobrevivieron registradas en el Códice de Trujillo gracias a la fervorosa labor del sacerdote español Don Baltazar Martínez y Compañón (s. XVIII); y que anima a decir al mismo Garay, en concreto en cuanto a la canción “Infelices ojos míos” (“dejad ya de atormentarme con el/ llanto”), lo siguiente: “ese sentimiento [ triste] parece estar ligado a la geografía, al paisaje […] los mismos que, un siglo y medio después, alimentarían la creación poética de César Vallejo” (145). En particular, como ya anotábamos, en el libro de 1918, cuyos poemas, además, son los que entre la producción lírica de César Vallejo han sido musicalizados:

“Tal vez esto se deba a que es una primera obra, donde todavía imperan ciertas estructuras clásicas, cierto ritmo de las palabras al que resulta más fácil adaptarle melodía. Sin duda sería más complicado musicalizar los poemas de Trilce, su siguiente libro, que era mucho más experimental” (Garay 146-7)

Complicado para musicalizar este último, agregamos nosotros, pero no menos radicalmente musical, popular y peruano –es preciso y oportuno no demorar más el paralelo– tal como quedó demostrado en nuestro artículo sobre Trilce (1922) y la marinera limeña. Y por lo tanto vinculado, desde ya, con los ritmos afro-peruanos; a decir de Garay: “ese tercer elemento que completa nuestra identidad [nacional]” (150).

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[El viaje]

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El viaje

El momento

El agua

Y la cerradura

Los días se van

Cumpliendo

Dilapidados

Por una mano

Amiga

El aire

La corriente

La realidad

Inhaladas

Por la respiración

La avenida

Trabada

Por un árbol

Majestuoso

De pestañas

Irizadas

Y miradas

Inteligentes

Pedro y su destino

Tú y tu destino

Tampoco

Si no sólo

Así

Como la inteligencia

Que tenemos

De todas las cosas

Para nada

Profunda

Sino exultante

A pesar de ser poco

A pesar de ser nada

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Escriba sin temor

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Pacto poético e Internet: el caso de Cristóbal “Tobi” Kanashiro

Sumilla
Pacto poético alude, obviamente, al concepto de “pacto autobiográfico” acuñado por Philippe Lejeune. Internet, al medio por el cual se ha difundido esta experiencia poético-autobiográfica centrada en poemas y entrevistas concedidos por un tal Cristóbal “Tobi” Kanashiro. Y, por último, propiamente el caso de este sujeto o agente inventado, entre alumnos y profesor, en el marco de un curso denominado “Literatura”, para la Facultad de Arte de la PUC del Perú (semestre académico I, marzo-julio, 2010). El presente ensayo, más que ahondar o debatir los problemas teóricos inherentes a la autobiografía –al que este tipo de experiencia invita, sobre todo, en cuanto aquello de la identidad real del autor–, trata más bien de establecer o poner en paralelo los requisitos del pacto autobiográfico con –y esta es la hipótesis que intentaremos demostrar– las exigencias propias, asimismo, a una recepción productiva o eficaz en el campo de la poesía. Relación entre productor y lector, esta última, a la que vamos denominando “pacto poético”. Productores de Kanashiro que dialécticamente fuimos, además, lectores de primera mano. El presente trabajo, por lo tanto, utilizará como fuente fundamental de análisis los testimonios de los alumnos involucrados en dicha experiencia.

Palabras clave: Pacto poético; Talleres de creación literaria; Institución literaria en el Perú.

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Distribuidores del libro, Vallejo sin fronteras, en el mundo

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1. Caza de Libros
(Contacto: Gustavo Peña)
Cra. 7A No 19-41 Barrio Interlaken
Teléfonos: (8)2625437 – 3214843065
Ibagué, Tolima (Colombia)
gustavo@cazadelibros.com
cazadelibros@gmail.com
www.cazadelibros.com

2.The Latin American Book Store, Ltd.
(Contacto: Carlos Castellanos)
204 North Geneva Street
Ithaca, NY 14850 -USA-
Tel: 607 273-2418
Fax: 607 273 6003
libros@latinamericanbooks.com

3.Distribuidora Peruana de Libros
(Contacto: Silvia Segura)
telef. (511) 247 76 24
distribuidoraperuanadelibros@hotmail.com

4. En México
(Contacto: Edgar Altamirano)
Tel. +52-747-4727341
Móvil: 747-104-6978
edgar@altamirano.biz

5. Librería Española e Hispanoamericana
desde 1984 ofreciendo libros y servicios al profesor de Español
(Contacto: Raquel)
e-mail: libreriaespanola@gmail.com
Telefones/Fax: (011) 3283.4700/3288.6434
R. Augusta, 1371 – lojas 9, 10, 11 e 14
Consolação/SP * Cep: 01305-100 -Brasil-

6. Editorial Lina
editoriallina@hotmail.com
(Contacto: Federico)
Asunción-Paraguay

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El avatar virtual/ Edgar Artaud

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El avatar virtual estaba enamorado de otra

avatar virtual.

Yo era un supuesto anarquista falso,

ella era una mujer complicada.

Al salir de la virtualidad, sus imágenes

permanecían.

El avatar que era yo, siempre andaba borracho.

A veces desaparecía del mapa, no estaba

en ningún foro, ninguna red social

parecía inexplicable, pero no explica nada.

Mi avatar se embriagaba en Internet

En los mundos virtuales, en el chat,

en los foros anarquistas.

Ella desapareció para siempre.

Yo comencé a frecuentar foros imposibles,

sitios prohibidos también inconcebibles

cantinas virtuales foros de suicidas,

me quedaba tirado en los chats

tumbado en las esquinas

como un perro tímido.

Ella nunca jamás regresó.

Me quedé toda la eternidad

escuchando a los lobos

que critican esta estupidez

para vivir.

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Álvaro Miranda: Barroligao andino-caribeño

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PAISAJES CREPUSCULARES

Para vos, Señora, este crepúsculo,
esta mancha que mancha por el cielo
pájaros, siervos y escuderos.
Para vos, Señora, esta burbuja enllamada,
este cisma del poniente que la noche
al Occidente entrega.
Para vos, Señora, esta crápula vertida
que el horizonte lame,
este chirriar de fuego entre los mares,
este zumo que la brisa en áureo
viento por estribor reparte.
Para vos, Señora, este frotar de estrellas
que el amor incendia,
esta cópula de astros que entre los montes
se alza como calor humano.

LA ÚLTIMA NOCHE DE BRETON

Noche diurna de baño de espíritu
y de totuma andina donde no cabe un silencio
noche de lluvia paralítica en la mitad del espacio
noche extranjera de luz cancerosa
de migas de tamal entre nidos de buitres
noche de tul entre la trayectoria de un buque de papel

Noche de corteza de aire
de siesta de estrellas bajo llanto de sauces
noche amortajada de nubes
entre rosario de luceros rebeldes
noche tímida de mejilla de alba sonrosada
y de muñeca rota de golpe de mamut

Noche de gelatina sobre un plato de peltre
noche de cartón entre dientes de ratas
y de ojo de ahogado en el eje del mar
noche inservible de Navidad entre vahos
de epilépticas rumberas

Noche crucificada entre ladrón de sueños
de espumas y de verdades

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Falsa autobiografía/ Guadalupe Ángeles

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Soy Janis Joplin. Busqué en las calles un amante y lo encontré. Me fui a la cama con un desconocido. Reconocí en su sexo la extrañeza. Entré en ese minuto incandescente de su vida y salí como quien abandona un paraje soleado ¿era el mar su sonrisa?, ¿fue un paraíso ese su mirar y su ansia (que ya debo olvidar) de tomarme para irse luego?

Las palabras se me hacen humo, los cuerpos que he amado nada; el tiempo se me hace duro, cruel jornada cada día para habitarla con razones, con largas caminatas, con alcohol y embriaguez constante, con canciones que alucinan de tan mías, música sagrada dentro de la que me salen alas, en la que soy lágrima, mar sereno y tempestuoso, águila poderosa, montaña de granito oscuro que brilla bajo el sol más cálido, terremoto, letal caricia, un arrullo, dádiva, una dolorosa promesa, una herida, una cascada.

He dejado de mentir, soy Janis Joplin y tomo lo que quiero, Estoy sola porque soy una borracha imposible. Me posesiono de aquellos que se me someten aunque sea por instantes. Soy la reina en ese sitio que no existe sino en mí misma, me erijo allí, en el espacio de un orgasmo como estratega, soberana y dueña. Nada me pertenece sino ese desconocido que se llama Yo. Estoy sola porque amo desesperadamente, porque me entrego sin reservas y así quiero ser amada, pero nadie se atreve. Entran y salen de mi cama, los veo irse, buscar canciones para huir de mí, los contemplo incrédula cuando se emborrachan conmigo y me ofenden, los veo ser golpeados por mí y ni así se quedan, no hay pretexto que pueda mantenernos unidos, ni a ellos, pobres borrachos, ni a mí; ellos se han disuelto en el tiempo con sus cuerpos siempre diferentes y siempre el mismo: cuerpo del vacío. Nos quisimos mucho, fueron meses o fueron horas, pero estoy sola, soy Janis Joplin y lo único que necesito es mi rabia, mi dolor para cantarlo a voz en cuello, para aullarle a la luna que me mira dentro de mi jaula, esta que me hice para esconderme de mí sin lograrlo.

Soy Janis Joplin, quienes me escuchan cantar envidian mi vehemencia; pobres, no saben que la sagrada música que me habita no logra desprenderme de la mordedura de una soledad más imaginada que vivida, pero vaya que muerde más fuerte que cualquier borrachera, embriaguez o alucinación autoinducida. No me quejo, hasta el hartazgo me habito, soy Janis Joplin y tomo lo que quiero.

Lo único que necesito es mi rabia, ninguna alegoría.

27-mayo-2010

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