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Ensayo

Martín Adán: Cartas no respondidas

Andrés Piñeiro, Andrés (2015). Martín Adán. Cartas escogidas. Prólogo, selección,             transcripción y notas por Andrés Piñeiro. Presentación por Alonso Rabí do Carmo.  Lima: Fondo editorial PUCP.

Dentro de esta selección de cartas de Martín Adán, de talante muy poco dionisiaco si comparamos su empaque con aquella rociada y no menos patética crónica de Cesáreo Martínez (“Elogio de la noche y el fuego”, 1968), encontramos algunas misivas no respondidas por el autor de La mano desasida.   Crónica que trata de tres jóvenes escritores sanmarquinos (Cesáreo y Gregorio Martínez,  y Juan Ojeda) que, luego de estar bebiendo en la misma chingana (Chino Chino, del centro de Lima) en presencia de Martín Adán, no acreditaron que el poeta se hubiera incorporado a su mesa y, finalmente, compartiera con ellos tres días seguidos bebiendo; allí y en otros lugares de la ciudad de Lima, con el poeta sin probar alimento, y hasta dejar al autor de La mano desasida –hacia las 10 de la noche del tercer día– de vuelta en el Chino Chino.  Para esto, Adán los habría estado observando y, como deseaba beber en compañía, eligió entre ellos a los que, a ojo de buen cubero, acaso le parecieron los más recios para el trago.  No es que el poeta fingiera cercanía, aunque jamás el grupo volvería a reunirse, sino que en lo fundamental el poeta deseaba chupar aquella vez en grupo (aunque indefectiblemente siempre a solas).  Baste recordar lo que le pareciera, no los aspavientos del maldito o ilustrado Juan Ojeda, sino el mismísimo Ginsberg en una de aquellas misivas antologadas por Andrés Pinheiro:

Ginsberg, si mal no recuerdo, es nombre de una aldea en Alemania del Sur. ¿No será nombre gentilicio y de judío? Gente de mente frágil…

Lo más importante, pero lo más dudoso: cuando le dije que yo había pasado largos años en manicomios —lo dije, con deliberada malignidad, para despedirme—, él me dijo muy seriamente, y en voz baja, que él había nacido en un manicomio estando su madre internada” (“De Martín Adán a Honorio Delgado [Lima, 1960]”)

En síntesis, y como sabemos desde La casa de cartón, Adán cuando quiere es cruel y burlón y, sobre todo, sabe aquilatar muy pronto a las personas. 1968 era quizá el año, en el contexto de su Diario de poeta (1966-1973), donde a su alma arreciaban con más intensidad los meteoritos del ser: “La vida no se elige: la vida se padece”, “Yo pienso como pide el mendigo: la cosa”, “Desvestido, furioso, ya como cuerpo humano”, leemos entre otros sonetos escritos aquel año.   Ahora, no se trata de si Adán fue conservador (reaccionario) o liberal (revolucionario); en aquella misma carta a Honorio Delgado, en referencia a Gingsberg, escribirá: “Es un famosísimo autor yanqui que, por su modus vivendi, está llamado a arrasar cierta clase social en Lima. Tiene talento, pero el de Satanás. Me trae muy nervioso. Ni morir puedo”.   Es decir, no debemos identificar al poeta dentro de aquella “cierta clase social en Lima”.  Obvio, más que a los conservadores nos referimos a los snobs y a los siempre a medias educados académicos, mozos de San Marcos o de La Católica, como eran aquellos con los que se fuera de copas.

Ahora, respecto al trabajo de Andrés Pinheiro, útil y necesario si queremos sacudirnos de la idea que usualmente nos hemos forjado de un Martín Adán ausente de lo cotidiano, entre esto el cuidado material de su trabajo literario, y volcado de modo excluyente a la bohemia.  Entre las lecciones de retórica clásica que constituyen las idas y vueltas de tamaña comunicación epistolar, llama la atención aquella misiva no respondida a Antonio Cornejo Polar, a la sazón, director de la Casa de la Cultura del Perú.  Pasamos a copiar íntegramente aquella misiva, no sin antes especular un tanto por el motivo de su no acuso de respuesta o, también podría ser, probable no inclusión por parte del mismo Pinheiro; esto habría que corroborarlo.  Ciertamente, al motivo estético corresponde sobre todo uno histórico-ideológico en la comunicación de Cornejo Polar; se trataba de absolver un cuestionario en torno a “las relaciones del artista y su público en el Perú actual”.  Juzguen por ustedes mismos.

Lima, 30 de abril de 1970

De la Casa de la Cultura del Perú a Martín Adán

Ministerio de Educación

Casa de la Cultura del Perú

Señor

Martín Adán

Con miras a su publicación en el siguiente número de la revista Cultura y Pueblo, la Casa de la Cultura del Perú está entrevistando a artistas de diversas especialidades y a secretarios de cultura de sindicatos sobre el tema general de la audiencia que efectivamente recibe el arte en el Perú actual. Sería valiosísimo conocer su opinión al respecto. Para evitar posibles interpretaciones equivocadas, le rogamos contestar por escrito nuestro cuestionario o parte de él, pudiendo añadir aspectos relativos al tema que el cuestionario no aluda. Le pedimos disculpas por el tono tal vez demasiado directo de algunas preguntas, pero estamos seguros que usted comprenderá que nuestro único objetivo es suscitar una inquietud y plantear públicamente, en los términos más concretos, el tema de las relaciones del artista y su público en el Perú actual.

Sus respuestas deberían estar en nuestro poder antes del 25 de mayo para poder publicarlas en el número siguiente de la mencionada revista.

Con este motivo reitero a usted las consideraciones de mi estima personal.

Atentamente,

Antonio Cornejo Polar

Director de la Casa

de la Cultura del Perú

Cuestionario

  1. ¿Cómo se siente usted escribiendo en un país cuya población tiene un altísimo porcentaje de analfabetos?
  2. ¿Podría usted decirnos cuál ha sido el tiraje de sus obras más importantes y cuál ha sido su distribución efectiva (venta, donación, etcétera)?
  3. Imaginamos que usted quisiera tener más lectores. En ese caso, ¿qué ha hecho por conseguirlos? ¿O se trata, más bien, de problemas cuya solución excede a las posibilidades personales del escritor?
  4. ¿Hasta qué punto el número de lectores está en relación con el lenguaje —o en general con la «forma»— que el escritor crea?
  5. ¿Usted cree que un obrero peruano medio entendería su obra y le interesaría?
  6. En suma: ¿para quién escribe usted? (Piheiro 100-101)

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JORGE EDUARDO EIELSON EN FLORENCIA/ Israel Tolentino

Una persona entrañable me procuró uno de sus clásicos poemarios, viene a mi cabeza “poesía en forma de pájaro: Azul/ brillante/ el Ojo el/ pico anaranjado/ el cuello/ el cuello/ el cuello… luego de muchos años de espera, conocería virtualmente al querido poeta; un enlace realizado por la fundación telefónica, permitió a otros muchos, que seguro le querían, saludarlo y oírlo en pantalla gigante; verlo aparecer con una máscara arrancada de una noche estrellada…sentir que divisar el universo y la pequeña luna que alumbra los unía. La cara dulce de Jorge, con sus finos bigotes, el surco de su rostro y sus manos hablando por él en algunos momentos cuando sus labios escuchaban las preguntas, los recuerdo como apuntes fallidos y extraviados. Ese ser mágico e irreal había roto la distancia del mundo con Lima. Terminado el encuentro, regresamos al arrullo de los coches y el cielo nublado, pero queriendo un poco más a Jorge Eduardo. Salimos, tomamos un café, dejamos una silla para él y retornamos a casa, ojeamos sus libros con delicado afecto, con apego, como nunca antes habíamos sentido por poeta alguno.

https://ahora.com.pe/jorge-eduardo-eielson-en-florencia/

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Adán amerindio

Nueva línea de investigación de VASINFIN

Estudio sobre las relaciones entre las obras poéticas de Martín Adán y de César Vallejo; desde el debate y profundización de dos ideas fundamentales:

  1. “El poeta [Martín Adán] añora en la literatura colonial, la mixtura lograda en la arquitectura, en donde el motivo autóctono se combina con el diseño europeo, produciendo monumentos de aclimatada belleza. En la literatura, lo único semejante es la obra de Garcilaso” (Chocano)
  2. “Vallejo aparece constantemente a lo largo, sobre todo, de Escrito a ciegas y La mano desasida. Y los sonetos de Mi Darío y de Diario de poeta son en su mayoría alejandrinos, entre otras muchas razones, para evitar la intromisión inadvertida de Vallejo […] se puede hablar de cierto gusto: el gusto lingüístico, el placer lexicológico de Adán al reproducir, a su manera, el tono de Vallejo.  ¿Por qué no?  A Vallejo también le dio gusto reproducir el acento de Adán” (Aguilar Mora )

Aguilar M., Jorge (1992). Martín Adán. El más hermoso crepúsculo del mundo (Antología).      México: FCE.

Chocano, Magdalena (1985). “La palabra en la piedra: una lectura de Martín Adán”, Socialismo   y participación, N° 32.  85-94.

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Poesía peruana: Ni problema ni posibilidad

“El problema del sol son los helados”

Luis Hernández Camarero lo decía

Al que le gustaba Vallejo por aquello de

-“Di mamá”

Aunque debemos admitir que Martín Adán

Escribía mejor que el Cholo

O también el propio Eguren

Aunque puestos en paralelo ambos limeños

Preferimos al de La Mano desasida

O Canto a Macchu Picchu

Sin haber pisado ni un minuto aquella ruina

Y brindarle tan sólo una oreja

Al pregón de Luis. E. Valcárcel

Lo que pasa es que el Cholo no escribe

En términos de representación

Sino que en su poesía encarna

Sino que su literatura constituye

La cabellera misma de Inkarrí su barba

A nivel de la tercera moldura de plomo

Aunque no su rostro que es

El de cada uno de nosotros

Cuando leemos Trilce o Escalas

De este modo en la literatura nacional

No existe problema ni posibilidad

Escenario superado por César Abraham

Con beneplácito del tan circunspecto

Jorge Basadre Grohmann

Todo es cuestión de modular nuestra escritura

O a nosotros mismos o a Inkarrí o al Cholo

Es igual

Y por la abundancia hablará nuestra boca

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“En una de mis vidas soy dominicano”

Sin duda en una de mis vidas soy dominicano. Acicateado siempre por el deseo he barrido las calles de Santo Domingo e, igualmente goloso y anónimo, las de muchas de sus provincias. Una suerte de ir siempre a desenmascarar un hechizo, una promesa atávica, una perla relampagueante en medio de la concha más oscura. ¡Dulce! –así me lo refirió un viejo taxista de El Conde, ya hace años– es el toto de las hembras dominicanas; y así mismo lo he comprobado. Pedazos de madera de balsa sobre un mar proceloso e iluminado. Reto para jugar a las escondidas y perderse, despreocupadamente, en medio de ese bosque encantado. Incienso que se prende, sobre ese altar minúsculo, mientras a uno lo embriaga su bendito aroma. Bendecido es el encuentro con el toto dominicano, pues, la auténtica y secreta poesía local en medio de semejante enjambre, pareciera sempiterno, de poetas a la carta y a la corte. Cofre, en suma, alguna vez enterrado, y rescatado a mano –a ávidas heridas– por este memorioso y agradecidísimo filibustero.

Previa esta introducción, ineludible tratándose de cosas dominicanas, acusamos lectura de Marginal de una lengua que persigue su forma (Santo Domingo, República Dominicana: Editorial Gente, 2009) de Alexis Gómez Rosa. Poeta, en base 6*, bajando con ojos bien abiertos una penumbrosa escalera. Peldaños de los recuerdos, de los reencuentros, digo, con nuestros jirones de luz y de camisas flameando ante el viento vivo del mar del Caribe. Alto es el peñasco de mira y discursiva la gruta de líquenes de la playa de Alexis Gómez Rosa; sin duda el de más virtuosa y febril digitación sobre su saxo, como “Tavito” Vásquez (El Grande). Virtuoso, pero sin el tufillo malicioso o peyorativo de no creador que, algunas veces, hacemos equivaler aquella palabra. En cambio, una vez nos hemos untado Marginal, nos percatamos que la creación en Alexis es casi impersonal, y este sí que es un auténtico y extraordinario logro. Su propuesta convoca, más claro que nunca y sin los narcisismos ni las megalomanías de antes (encandilamiento con Neruda, con vida y obra) una honda herencia de historia antillana; una melaza lenta, eruptiva, como brotando de un enorme volcán que cubre sólo parcialmente la playa. Una cabeza imantada al palenque, dentro mismo del dolor; y, las otras, a una lectura bajo un lamparín a kerosene, a una conversación inolvidable, a un tabú, a una pregunta a la Esfinge. Son varias las cabezas las de esta hidra buena que es la poesía de nuestro extraordinario amigo de la Zona Colonial. Bate mayor, y de otras ligas, frente a los meros recogedores de bola en el diamante poético dominicano.

*A.G.R. (1950-2019).

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Vallejo y Barroco: Varrojo

A diferencia de Ovidio y de Góngora, y de un arte de “parecer”, en Trilce no nos hallamos solamente ante la gravitación o atracción de un mito marino; sino, conjuntamente, de un mito solar amerindio (Inkarrí) el cual brinda un norte o dirección al poemario de 1922.  Es decir, este último, hace cesar y otorga sentido (Escalas) a las incesantes metamorfosis (letra, canto, baile) en las que se halla comprometido el Barroco.  De allí lo de “Varrojo”, en nuestro lema, o aquello que va hacia el rojo (Inkarrí).

https://www.academia.edu/99284955/Vallejo_y_Barroco_Varrojo

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¿Por qué has escrito, Pedro; qué tipo de crítica practicas y con qué finalidad; qué esperas?

Junto a Julio Juvenal (de aquí lo de “Juvenal Agüero” en mis novelas cortas), el de pelo oscuro, mi hermano mayor.

Recién salidos de una diarrea impenitente donde, hace un par de días, nuestra opinión acaso hubiera sido mucho peor, estimo que escribí para –sin intentar ni pretender ni, menos, desvelarme– devolver mi experiencia de la poesía al papel.  Conforme avanzó el tiempo, incluso con menor cuidado; ya los fundamentos habían sido asimilados; y lo que había que hacer era disparar, hurtar, sicariar al lector tal como venía la mano.  Abuso de confianza de mi parte que, a veces, más bien en los ensayos, no ha sido muy acertado hacerlo (sobre todo si pensamos en introducción, desarrollo, conclusión).  Pero que en la poesía, tampoco en alguno que otro ensayo, tiene antecedentes; aunque no iguales en el mundo entero.

Practico una crítica ontológica, es decir, cada uno de nosotros nacemos para hacer algo en esta vida; pero la que eligieron la inmensa mayoría de los líricos actuales no fue la correcta.  Siempre hay chance para reparar en esto y arrepentirse, aunque ignoro si sea para ganar el cielo.  Qué es lo que quiero decir, que los poetas consagrados (en demasía) no hagan el juego a la institución literaria que les da la teta; porque el status que ocupan no se los da la poesía, sino la institución que los manipula; absolutamente nada más.  Respecto a los que recién publican, y luego de un sincero acto de contrición, pregúntense ¿pa qué? (Nicanor Parra dixit).  Crítica desde los cojones antes que desde alguna teoría, crítica desde los libros y las certeras mentadas de madre que educaron nuestros oídos.

No espero absolutamente nada desde los fantoches que representan la poesía de aquí o de acullá.  Lo que merecía ya lo recibí.  Y recibí de sobra lo que merecía.

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POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX AL XXI: CIERTO VALLEJO/ Pedro Granados

El presente artículo es relectura y meditación de uno anterior, “Desde otra margen: la última poesía española”, ensayo-crónica publicado en Babab (2003), el cual en su momento levantara roncha[1].  Pero no constituye propiamente su reescritura; sino, con cierta información adicional sobre poemarios posteriores (para nada exhaustiva, lo sentimos), algo así como una puesta en escena mental o cuadro sinóptico del asunto.  Una visión un tanto más abstracta de lo que fuera, en la provocación publicada en aquel número de Babab, básicamente nuestro testimonio de lo sucedido, en poesía, cuando vivíamos en Madrid hacia finales de los 80’:

Pero volviendo a nuestro testimonio, y para añadirle complejidad al panorama, en aquel I Curso de Verano de la Universidad Complutense también se reivindicó, muy merecidamente, la obra de uno de los fundadores del Postismo: Carlos Edmundo de Ory. Recordamos que en aquella ocasión –una vez que la charla se abrió a los asistentes– le preguntamos (en realidad sólo para complacer a Fanny Rubio que había sido una de nuestras profesoras y que en esa oportunidad se hallaba entre los panelistas) por su lector ideal; el poeta nos respondió: -“los delfines”. El público, como es obvio, premió su ocurrencia con prolongados aplausos; Fanny Rubio nos reconoció entre la multitud y, al menos ella, nos congratuló con la mirada; pero a alguna fascista –nunca faltan, incluso en los recitales de poesía– le divirtió enormemente, en toda la cara, que nuestro acento sudamericano o nosotros mismos (nuestra persona en su totalidad) quedáramos apabullados por respuesta tan ingeniosa. Mas Ory, por supuesto, no es un Alberti –con lo que nos gustan los versos de la paloma equivocada– ni, menos, es un García Montero[2]. De cara a la poesía que escriben ahora mismo los más jóvenes, creemos que su obra –como la de Vallejo, de un vanguardismo no deshumanizado y con sentido del humor– junto con la de Luis Cernuda y Jaime Gil de Biedma son las más gravitantes en todo el ámbito de la poesía española. No son los polos, entonces, y por lo tanto las simplificaciones didácticas las que se perpetúan; sí, las personas –complejas y contradictorias– que saben aproximársenos en sus poemas. No son, por lo tanto –y hablando sólo de España–, ni los consabidos pregones de José Hierro ni los tics de Octavio Paz, clonados por José Angel Valente, los caminos a seguir. Ni uno ni otro merecen darle cuerpo a ninguna de nuestras desconcertadas almas (Granados 2003)

Mirada que, esta vez, aunque antes también ya la tenía, enfoca de manera más explícita a Vallejo; mejor dicho, y tal como reza el lema de nuestro texto, más bien, a “cierto Vallejo” en relación con la poesía española de entre siglos y, de modo inevitablemente sumario, con la de estas últimas dos décadas.

Empecemos con un escueto esquema de lo que para nosotros ha caracterizado la poesía española, desde mediados del siglo pasado hasta el presente, con el cual confiamos ahorrar al lector, y no menos a nosotros, fatigosas explicaciones y detalles:

Años 40-50

Existencialista-social realista (Neruda y cierto Vallejo). Dámaso Alonso. Poesía mimética.

Años 50-60

Monólogo dramático (Robert Langbaum). Autobiografía, poesía, en tanto prosopopeya (Paul de Man). Sujetos son cuestionados (Borges). Gil de Biedma: monólogo de la otredad (¿autismo?). Imposible transparencia del yo (“soy esto”). Desdoblamiento dialógico del yo. Somos lo que decimos ser. Historia como ficción. Arduo problema: el de la identidad. Polémica: Biedma-Valente.

Desencanto: Incapaces de derrotar al franquismo, España se llenaba de turistas y se vaciaba de campesinos y obreros que acudían a Europa. Impotencia cívica se hizo poesía (masoquismo histórico colectivo).

Años 70

“Novísimos” (culteranos, venecianos). El ámbito de la poesía no es la realidad, sino el lenguaje. Aguda conciencia y exhibicionismo del palimpsesto (huella cultural previa donde se inscribe toda “creación”). Pastiche. Sin embargo, también encontramos poesía femenina, figurativa (Ej. María Beneyto), que relee de otro modo o menos patéticamente los años 40 o la post Guerra Española.

Señoritos de la poesía. Malditismo de De Villena; bibliofilia, Gimferrer; glamour a toda prueba, Ana Rossetti. Importancia de Mallarmé: la poesía no se hace con ideas; sí, con palabras. Mutación de la sociedad española: más tolerante y abierta; pero también más fatalista y escéptica; más instruida, aunque también más banal… curiosidad por la subcultura, regreso al Modernismo y desdén por el compromiso socio-político.

Años 80-90 (2020)

Recupera la “experiencia”; pero, más bien, la experiencia de la prosopopeya (narcisismo prosopoéico). La publicidad y el realismo sucio (Charles Bukowski doblado sobre la pantalla de algún cinema de barrio); en suma, y aunque parca, la anécdota. Realismo retórico y moralista de corte tradicional. Polémica: D’Ors–Riechmann.  Antivanguardista. Antitrascendente. “Integrados” con la realidad. Sin voltaje (Pound). Realista y divertida. Intimismo fácil y prescindible. Poesía comprometida y políticamente correcta, en los primeros años del 2000, aunque no por esto menos retórica y radicalmente ingenua (“Poesía de la conciencia” vs. “Poesía de la experiencia”). Algunas voces interesantes y a su aire: Angela Valley, Jesús Aguayo y Antonio Moreno Figueras.

Declive de la poética novísima y recuperación de los poetas del 50… poesía figurativa, contra Mallarmé. La postmodernidad tiende al eclecticismo, la blandura y la autocomplacencia. “Privatización de las letras españolas”.

En suma, desde los años 40 al 2000 –Guerra Civil, dictadura de Franco y proceso de globalización o inserción más radical de España en Europa– tres formas literarias acompañan el proceso de la poesía española: la mimesis, el monólogo dramático y el palimpesto… hasta los años 70. La poesía posterior, años 80 al presente, sería una mezcla de estas tres formas básicas[3]. Es decir, el retorno a la mimesis de los últimos cuarenta años no deja de estar contaminado, irremediablemente, de monólogo dramático y, sobre todo, de palimpsesto; mejor diríamos, de pastiche. Lucidez sobre esto la tiene, o la tenía, el cine de Almodóvar; acaso la mejor poesía española de toda esta última época (Granados 2003).

Ahora, de qué va aquel “cierto Vallejo” que identificamos más arriba, gravitando en la poesía española de la post guerra y, luego, en ningún otro lado de nuestro esquema.  En pocas palabras, aquello señala que, en aquel entonces (años 40 al 50), se leyó a Vallejo de manera parcial o, mejor dicho, parcializada, muy entendible y comprensible real politik; y que, luego, dejó de interesar a las siguientes generaciones de poetas viviendo en la Península.  Salvo, cuando aquél cumpliera cincuenta años de muerto (1938-1988), recordemos, por ejemplo, el número doble dedicado a su obra en los Cuadernos hispanoamericanos, y, ahora mismo, las varias y variadas efemérides por la celebración del centenario de Trilce (1922-2022).  Luego de la recepción de post guerra, entonces, aunque con alguna que otra excepción, el interés local por la obra del peruano ha sido muy reducida y, además, poco significativa[4]; aunque, claro, y por el contrario, en el exilio tengamos una continuidad de insignes vallejistas españoles: los trabajos de Luis Monguió (César Vallejo.  Vida y obra, 1954) o la monumental obra de Juan Larrea, para no ir más lejos.  La recepción española, antes pragmática (en los textos de los poetas) que académica, sentó un precedente y consolidó entre los años 40-50 un canon de lectura.  Obviamente, aquel que soslaya Trilce y va de lleno de Los heraldos negros a Poemas humanos; y esto, naturalmente, porque lo que interesó fue, sobre todo, España, aparta de mí este cáliz (1937).  España y Georgette Phillipart crearon y, algo más tarde, la Revolución Cubana consolidó el canon del poeta marxista y comprometido que Vallejo, por cierto, es; aunque de modo simultáneo sea también otras cosas.  Entre éstas, aunque con un poeta muy incómodo dentro de su tumba, el ludismo puro o conjugado con algún aspecto de la líquida posmodernidad[5]; el otro extremo, sobre todo en los últimos años, de la recepción del autor de Trilce en España y overseas.  A lo que vamos con estas caricaturas es advertir que, en España, todavía no se ha ecualizado la recepción de Vallejo.  Es decir, que se precisa sumar complejidad y releer, sobre todo, la obra del peruano no desde el binomio utopía/ distopía; sino, desde una perspectiva simétrica (léase multinaturalista o amerindia[6]), es decir, decisivamente posantropocéntrica (Granados 2020a).

Decimos esto porque, por un lado, se insiste machaconamente en el dolor, miseria, orfandad y militancia.  Y si esta mirada no funciona o no se aplica directamente a la actual “próspera” España, se exporta.  Ejemplo, 21 balas. Antología de la poesía mexicana actual. Antonio Orihuela y Luis F. Comendador (eds.).  Publicada por If/ Solar (2009), dirigida básicamente al público español. Entre ochocientos poetas (sic), nacidos todos después de la Segunda Guerra Mundial, se han seleccionado veintiuno, de allí lo de 21 balas. Con un criterio por excelencia post pacista (Octavio Paz), según el cual aquellos antologados, cito a Orihuela:

están marcad@s por su coherencia, capacidad comunicativa, compromiso cívico y heterodoxia compositiva que, a nuestro juicio, no solo han sabido recoger lo mejor de la tradición literaria mexicana, sino también aunarla con los modos, mitos y hablas populares, sin perder, por ello, su radical modernidad” (“Tan lejos, tan cerca”). O cuyo valor reside, esta vez según Comendador: “en la toma de partido por una “poesía de la conciencia” [frente a la hace rato ya moribunda: de la “experiencia”] (“La poesía que lo es”) (Granados 2009).

Antonio Orihuela (Moguer, 1965), que exhibe entre su producción algo tan periclitado, manido y aburrido como esto:

WAY OUT

a Manuel Vilas

La poesía dejará de ser una cosa triste

cuando empiece a tener que ver con la vida de la gente,

cuando la gente vuelva a ser la que decida qué hacer

con sus vidas y con las palabras,

mientras tanto

todo esto que hacemos seguirá siendo

literatura.

(Granados 2009)

Por otro lado, aunque para ser didácticos exageremos un poquitín, encontramos en la crítica y también en la poesía española varios intentos solidarios-filantrópicos para leer la obra de Vallejo.  Todos ellos contaminados, indefectiblemente, de André Coyné o Juan Espejo Asturrizaga; o estrechamente conectados a algún punto de alguna agenda teórica más o menos en boga, ejemplo, uno etno-feminista o, también otro, “decolonial”.  Esto último, podría ilustrarlo el caso del “homenaje” a Vallejo, antes por cierto a sí misma, de manos de Berta García Faet en “ábaco & indígena & césar vallejo” (García Faet ¿2022?).  Poema-reescritura de España, aparta de mí este cáliz; en el cual, como también en el caso de sus Los salmos fosforitos (2017) donde entabla “una charla poética con Vallejo”[7], ahora con Trilce, esta poesía aquí es más voluntad de aura que propiamente aura y, por lo tanto, al final sólo nos quedan entre manos unos versos astutos y de invariable sonrisa.  Mucho más interesante nos parece, tratándose de escritoras españolas jóvenes, aquellas que no pretenden rendir explícito homenaje al autor de Trilce y, sin embargo, podría tratarse aquí perfectamente de escritura post vallejiana:

CON LAS MANOS (fragmentos)

No aman de igual forma

los ricos y los pobres.

Los pobres aman con las manos.

Los pobres aman en la carne y con gula,

en las peores estampas,

en condiciones famélicas y con

todo en su contra.

El amor de los pobres

no sale por la ventana

aunque el dinero entre

por la puerta,

(que nunca entra),

(aunque no haya ventanas).

Los pobres han aprendido

a amarse a oscuras por eso mismo.

Han aprendido a amarse mal alimentados

mal vestidos, malqueridos,

porque el hambre agudiza el ingenio

y en sus jardines también crecen las flores

(aunque no haya jardines).

Y parece que su amor se yergue

indestructible a pesar de,

a pesar de las miles de plagas,

de los sueños frustrados y fracasos andantes,

de las crisis cíclicas y de hambrunas y de guerras,

más valiente que Heracles,

más Odiseo que Odiseo.

Y parece que su amor se extiende y se multiplica

al ritmo que se multiplican los pobres,

al ritmo que se multiplican los infortunios

y los desastres naturales que golpean

siempre en las casas de los pobres.

Y ese amor está a la altura de Urano,

a la altura de Urano y de Gea juntos,

y es la única arma

que tienen los pobres

para defenderse.

Gata Cattana, “De La escala de Mohs” (Granados 2020b)

Aquel “Con las manos”, desde ya es trilceano, si no, recordemos aquello de Trilce I: “Quién hace tanta bulla/ y ni deja testar las islas que van quedando”; donde “testar” nos remite a un sujeto poético orientándose y conociendo permanentemente con las manos y el cuerpo[8].  Y, obvio, luego se percibe cierta “opción” persuasiva por los pobres que va primar durante todo el poema; en concreto: el amor en un contexto de pobreza; y con el añadido del humor, no la revancha o la mala leche, y esto si ya es enteramente vallejiano: amerindio o cristiano (inútil el deslinde).  Por último, aquello de “porque el hambre agudiza el ingenio”; es decir, Libro del buen amor, picaresca, Coloquio de los perros, Quijote, y un larguísimo hiato hasta Lezama Lima, el cual percibe, articula y eleva, desde la obra de Martí, la pobreza en tanto “espíritu irradiante”.  Nada menos en Vallejo.

Poemas de Gata Cattana y compañía que constan en un post de nuestro blog, “Antología de la post-última poesía española: Gata Cattana, Bibiana Collado Cabrera y Laia López Manrique” donde, como antesala de nuestra escueta selección, podemos leer:

Aquello de “post-última” alude a un estudio anterior nuestro –aunque más detenido, más extenso, más viejo y no menos polémico–, titulado “Desde otra margen: la última poesía española”.  Seleccionamos a estas tres jóvenes y valiosas poetas, a su vez, de entre Lecturas del desierto.  Antología y entrevistas sobre poesía actual en España.  Poetas nacidos a partir de 1982 […] Confluyen aquí tres entre cuarentaisiete poetas convocados (y 761 páginas); aunque la mayoría de ellos con todos los premios de poesía y títulos académicos concedidos o por conceder.    Sin embargo, salvo lo que enseguida leeremos, en el criterio de los editores se percibe todavía la mano negra de la “poesía de la experiencia”; y en su peor versión, la de Luis García Montero y sus amigotes (políticos, escribas, editores).  Pero una golondrina, y más aún si son tres, hace de sobra un verano (Granados 2020b)

Vallejo en España, para que una vez superadas la “poesía de la experiencia” y la “poesía de la conciencia” y la “poesía de la chocolatina”, etc., percibamos todo aquello como desde otra margen, la de nuestro propio ser simétrico –aunque en archipiélago– para, de manera simultánea, permitamos filtrarse a borbotones toda esa oralidad y poesía –a cada paso y a cada minuto y a cada lectura de los clásicos– cuya lectura enamoró siempre a César Abraham Vallejo Mendoza.

Referencias

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Yendo de la cama al living. Brevísima Antología Arbitraria Chile-República Dominicana

Compilación y selección por República Dominicana: León Félix Batista

Compilación y selección por Chile: Gladys Mendía

Santiago de Chile: LP5 Editora, 2022.

Poesía sin punche, la dominicana de esta antología; la de un recurridísmo y ya periclitado ademán de gárgola entre las mujeres jóvenes y ex-jóvenes que escriben poesía en América Latina; en concreto, masivamente a partir de los años 80 del siglo pasado.  Poesía sin sorpresas, en automático, sacando amplio partido de alguna  gastritis reciente o, peor aún, de una utilería comprada en  alguna dizque boutique de moda.  Seres desconcertados porque, por un lado, confunden ubicuas luces de neón con modernidad y, por el otro, los múltiples restaurantes turísticos con  abundante comida para todos en la República Dominicana.  Pero hay que decir lo que sea y como sea, ¿no es así?  Poesía sin trazas de pudor alguno con el refrito literario, hasta para comerse el ligao  aunque esté ya puro tizne, no importa, a nadie importa, salvo al que esto escribe desde su bohío  allá en los andes.  Poesía de niños prodigio, editores, gerentes, animadores culturales incapaces de encender chispa alguna.  La poesía de funcionario público ha corrompido las letras dominicanas; y sus figuras son las más conocidas sólo porque tienen apoyo para viajar, publicar, figurar constantemente en la prensa y ganarse todos los premios.  Pero esto, obvio, es una humorada de la que acaso se dan cuenta, en primer lugar, y en su fuero interno, los propios beneficiados con el tinglado.  Oiganlo bien, muchachos, la poesía es lo que va entre líneas y no en la mayor o menor elocuencia de nuestros versos.  La calidad de lo que ponemos entre líneas resulta decisivo y constituye, con algo de suerte, aquello que trasciende.   Poemas, en fin, de primarioso; aunque todos los incluidos aquí estén ya en sus treintas bien largos.  Ergo, no acredito que estas zapatillas converse constituyan representación de nadie ni de nada entre la poesía reciente de la RD; salvo, por voluntad de un antologador que ha perdido totalmente la brújula, aunque jamás  el atrevimiento para procurar mantenerse vigente como sea y a como dé lugar.   Repasando, Yendo de la cama al living —vaya nombrecito light, cool, posterior a todas las utopías–, extrañamos y confirmamos, hoy incluso más que antes, a Glaem Parls e Isis Aquino, en oscilante orden, como los auténticos representantes  de la poesía ochentera en toda  aquella nuestra media isla.

(Nuestro comentario sobre los poetas chilenos, presentes también en esta antología, lo dejamos para más luego). P.G.

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Poesía Latinoamericana y postverdad*

Grosso modo, la diferencia entre poesía y publicidad estriba en que en esta última nosotros hablamos y, en la poesía, más bien permitimos  que –según Lacan o César Vallejo– el lenguaje hable por nosotros. Es decir, podemos lograr imágenes muy bellas o efectos sorprendentes e incluso originales, a fuerza de novedad, pero –para un oído aguzado– todo eso será prescindible y aquél quedará como esperando, aguardando, que al fin suceda algo. Que afloren, sobre las secas arenas del desierto, los viejos canales rebosantes de agua.

Sin embargo, cuando repasamos la producción reciente de América Latina, literatura en tanto publicidad –moldes preconcebidos y lenguaje efectista– es lo que por lo general encontramos. Por ensayar una caricatura, esto ocurre tanto en los poemas “privados” de la pequeña o mediana burguesía urbana; como en aquellos “públicos y comprometidos” tipo “Acción Poética”. Uno ve esos paneles y se pregunta quién está detrás manipulando y acaso lucrando con todo eso… y no constituyen, en absoluto, una excepción los poemas “privados” tipo Clarice Lispector o Alejandra Pizarnik elevados a la cuarta potencia; es decir, desfigurados de tan manidos y banalizados hasta la involuntaria frivolidad.

Otro tanto acurre con nuestro neo-barroco, que acaso alcanzará a que sus principales administradores, aún en vida, vean el desplome definitivo del negocio. Y, asimismo, con una especie de coda del mismo que se escribe en monemas, particularmente en la triple frontera (Brasil, Argentina, Paraguay); una cosa son Wilson Bueno o Douglas Diegues, y otros los diletantes o hipnotizados con aquella cajita de música. Y sucede otro tanto con los declamadores –tipo Raúl Zurita– porque ya se sabe que lo suyo fue todo un tinglado, apoyado por su gobierno, para demostrar el poder expansionista de su país incluso en este ámbito de cosas, el de la poesía. Y, a modo de continuar tomándole el pulso a esta espesa y contaminada marea, toda la poesía hecha (no sólo escrita: pintada, bailada, declamada) nada más que por encargo: la del PT, la de la violencia en el Perú, la chavista o –¿por otro lado?– aquella que auspició y auspicia sistemáticamente la fuga de la realidad, tipo la del “pensar” o la del “giro lingüístico” o la “preciosista”; con abundantes ejemplos de esta última, por ejemplo, en Colombia, y en particular en Bogotá.

Para no hablar, por último, de lo que ocurre con nuestros profesores-poetas, escribiendo desde algún país metropolitano –donde fueron a estudiar y a costa de todo, incluso de entregar el alma, se quedaron– que no la ven.  Que, por ejemplo, una cosa es el neo-barroco y otra, muy distinta, escribir reprimido o en complicado.

*Postverdad

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