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Ensayo

VALLEJO EN ARGUEDAS: AHORA Y SIEMPRE

VALLEJO EN ARGUEDAS: AHORA Y SIEMPRE

Pedro Granados, PhD. – VASINFIN

Resumen: En este artículo se estudian los motivos por los cuales, para José María Arguedas, César Vallejo constituye el «más grande poeta del Perú» (1938) y, asimismo, «el principio y el fin» (1969); y cómo estos testimonios y homenajes se reflejan en el derrotero de la obra arguediana. Para tal fin, se teorizó sobre las diferentes nociones de las Humanidades (en tanto libros, pueblos, narrativas y posantropocentrismo) que aclimata César Vallejo en su obra; las mismas que, aunque de modo oscilante, se ventilan también en la obra de Arguedas. Asimismo, y por primera vez respecto a la obra de ambos autores, se cotejaron los aportes de los filósofos del Nuevo Realismo (Meillassoux, Bennet, Gabriel, Ferraris, entre otros). Se concluyó que, sobre todo la crítica, aunque con cierta complicidad del propio Arguedas, ha confinado la recepción de esta obra a un solo modo de leerla. Sin embargo, en El zorro de arriba y el zorro de abajo (1969), pero no únicamente aquí, Arguedas prevé y alienta —conectada siempre a las propuestas de la obra de Vallejo— otras maneras no menos válidas de leer también su propia obra, ahora y hacia el futuro.

Palabras clave: Arguedas y Vallejo; Arguedas y el Nuevo Realismo; Arguedas y la crítica.

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La tradición del viaje a solas/ Marco Antonio Murillo (Yucatán, 1986)

Poeta “peruano” en tanto Catulo  también emigró y se aposentó –hasta hoy mismo– en esta vasta tierra de promisión; con seguridad esto ocurrió desde los años sesenta del siglo pasado (Antonio Cisneros y Rodolfo Hinostroza, entre muchos otros).  Es un caso semejante a otro poeta “peruano”, un tanto anterior, el paceño Humberto Quino (1950) respeto de Hora Zero.  Fino, acertado, púdico (incluso los poetas infrarrealistas lo son); y con estos recursos retóricos (mucha retórica) a veces logra levantar una/algunas imágenes inolvidables.  Es decir, sin proponérselo, a veces este mago realiza un auténtico acto de magia; huido de su propio “archivo de huellas digitales” (Eduardo Chirinos).  Ya no más Neruda ni Ginsberg ni otras citas eruditas o papel moneda que a la larga nada dicen, más bien lastran.  Tal como sucede en el poema “The Emily Dickinson´s herbarium” (algo largo para copiarlo entero aquí), aunque citamos un fragmento:

O acaso afuera de la habitación, lejos

de una mesa dispuesta para la soledad,

las hierbas, las plantas y los árboles

sin más fruto que la muerte de la tarde,

nada dicen

de esta vida, sólo crecen esperando

a que las estaciones o las pisadas

de algún animal digan algo por ellos.

Marco Antonio Murillo hace extrañar, porque justo a través de estos versos se entrevé la posibilidad, a los poetas mexicanos trocados en animales escribientes.  Ya no más contemporáneos ni estridentistas ni infras, queriendo todos escribir a la manera de o en contra de Octavio Paz.  Aquello debería interesarles un colmillo, o más bien no, bueno, si se percatan que los traen.  Una caspa, más bien; tan sólo un algo de lodo sobre las patas. P.G.

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Poemas aconceptuales/ Magdalena Chocano

lo amorfo me hace una señal

la interpreto

con los labios apretados

y algo de humanidad

es una señal nimia

casi una venia

un soplo

su discreción

me ancla

en su sorna ligera

Una historiadora profesional frecuenta el archivo y se percata de lo “amorfo”.  Los datos encontrados entrecruzan lo humano y lo animal, lo inventado y lo casi real, la belleza y su opuesto, la calma y un sutil siniestro.  Pero la historiadora no se inmuta ni tampoco se amilana.  La “sorna ligera” procede de los datos mismos o, más bien, del modo en que accedemos a ellos; y, por último, es de la propia historiadora.  Entonces, la diligente profesional –comprometida con el arduo y minucioso interrogar al inmóvil  pasado y, no menos, al inquieto presente– trueca aquello “amorfo” en poesía.  Ergo, la “sorna ligera” emana ahora también de esta última; por lo menos desde Poesía a Ciencia Incierta (1983) o Estratagema en claroscuro (1986).  En suma, en poemas aconceptuales (2020) la poeta Magdalena Chocano nos brinda acceso abierto a su archivo.  Unos folios u hojas, tan blancos como aves libres, pero que no procuran posarse. Ni fea ni grotesca, la poesía de Magdalena Chocano  ha recurrido a lo siniestro de modo constante.  Tal como lo han hecho, aunque en cóctel completo, Francis Bacon o Mario Bellatín.  Aquello, otra manera de dar asiento a la inteligencia más insatisfecha,  al  atónito hallazgo.  Sin embargo, Chocano manipula estos testimonios o documentos, mucho antes que meras teorizaciones,  sin fruncir el ceño; y, por el contrario, sin dejar de esbozar una leve sonrisa.  En el legado de los poetas modernistas, apura parsimoniosamente el breve pomo de vino envenenado antes de morir.  P.G.

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Nuestro bestiario boliviano

En el BOCA Y SAPO de La Paz, quince años más jóvenes

Hola Pedro!!!!!

Saludos desde esta ciudad animal!!

Un abrazo

Jessica [Freudenthal]

(Blog de Pedro Granados, 18/04/08 18:24:57)

Ya el 2008 (“Chairo con alguna notable poesía boliviana última”) llamábamos la atención que la poesía boliviana, por extensión la andina y, en general, la de todo nuestro continente, eran amerindias y bestiales; es decir, simétricas o posantropocéntricas.  No que existieran allí meras referencias, catálogo o emblemas de animales; ni, tampoco, en el sentido que se constatara  una selva social insufrible.  Si no, sobre todo, porque los poetas habían mutado en bestias, mayores o menores, y se orientaban y procuraban identificar del mismo modo a sus eventuales lectores.  Una comunidad, cada vez más vasta, despojándose así de lo meramente antropocéntrico en procura de hacerse más humana en simetría con la naturaleza.  En procura de ecualizar un ritmo común entre la poesía y nuestro cosmos; aquel adyacente y, no menos, aquel más lejano y antiguo

Algo más tarde, en “Jaime Sáenz en el teleférico paceño: algunos cables de su poesía” (2016), focalizamos sobre la relación entre nuestro chamán del norte,  César Vallejo, con aquel –entrañablemente paceño– monstruo aparapita:

“Conoci a Jaime Sáenz gracias a mi hermano, el silencioso poeta judio aimara,  Jossy Mirtembaum, que solía econtrarse con el poeta en los elevadores de un ignoto edificio de La Paz. Por ahí alguna novia fugaz me contó ser admiradora suya. Vuelve Jaime Sáenz en este  articulo de Pedro Granados que ha sido presentado en el último JALLA de la Paz. Una interesnte lectura dede el teleférico El Alto – La Paz, que nos hace ver un diálogo entre Jaime Sáenz y César Vallejo, que no habia visto. Salve” Fredy Roncalla.

Pero el animal: “!ay!, siguió muriendo”, aunque promisoriamente se le fueran añadiendo –cada vez más–  nuevos y variopintos  individuos.  En todo caso, es en nuestra lectura sobre Ciudad Trilce (2009), de Christian Vera Ossina (La Paz, Bolivia, 1976), donde articulamos de un modo más teórico-práctico aquello que denominamos simetría o multinaturalismo en la poesía boliviana y de la región.  En “Ciudad trilce y ¿trilceanas ciudadanías?” (2020) argumentamos que el texto de Vera Ossina constituye un cubo mágico, una propuesta intensamente antiliteraria y arduamente manual que da como resultado, al menos en apariencia, un cómic o un artefacto poshumano. Sin embargo, aquél es también una novela más alrededor de la vida u obra de César Vallejo. En este sentido, cabe preguntarse por su estirpe; cuál es la lectura de Trilce (1922) que subyace en su construcción; cuál la noción de las humanidades predominante allí; en qué consiste, cotejada con las otras novelas sobre Vallejo, su aporte o novedad, y a qué tipo de lectores y futuros ciudadanos estaría apelando.

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A veinte años de nuestra tesis vallejiana

Presentada originalmente en Boston University (2003) como requisito para obtener el grado de PhD en Hispanic Studies; nuestra tesis, “Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo”,  fue publicada al año siguiente, de modo simultáneo,  tanto por la Pontificia Universidad Católica del Perú como por la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

En las palabras de Alicia Borinsky; “Es un libro que busca precisión sin dogmatismo, claridad sin simplificaciones. Pedro Granados elabora lecturas iluminantes de Vallejo, desde su poesía mas transparente hasta aquella de lenguaje mas enigmático. Con sensibilidad y oficio de poeta, Granados propone una visión y una trayectoria a la vez analítica e intuitiva. El Vallejo de este ensayo es persuasivo sin volverse superficialmente coherente”. Un maravilloso documento, imprescindible para el estudio vallejiano.

file:///C:/Users/WINDOWS/Downloads/PO%C3%89TICAS%20Y%20UTOP%C3%8DAS%20EN%20LA%20POES%C3%8DA%20DE%20CESAR%20VALLEJO%202.pdf

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TRILCE MANIFIESTO (LIMA: VASINFIN/AME, 2022) PDF

Trilce no sería un poemario vanguardista, pero sí un manifiesto vanguardista; aunque diferente respecto a otros representados por distintos poetas o posturas críticas canónicas del tiempo y región de Vallejo (Huidobro, Borges, Antropofagia y Estridentismo-Infrarrealismo). Las Humanidades en su versión antropocéntrica (H1, H2 y H3) precisan ser auxiliadas y complementadas por una noción posantropocéntrica (H4) (Granados 2020) para que Trilce no sólo se lea, sino también se “manifieste” en su “beatitud” (Spinoza). Los versos y poemas del libro de 1922 ilustran los espacios de fuga entre el cuerpo desmembrado de Inkarrí y, de modo simultáneo, su proceso de reconstitución (Granados 2014).

http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/wp-content/uploads/sites/97/2023/04/TRILCE.pdf

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Humanidades simultáneas en la obra de César Vallejo

Resumen:

Son cuatro concepciones distintas y autónomas de las Humanidades –aunque aquí, asimismo, oscilantes y en metamorfosis– con las que nos topamos al leer “Cuatro conciencias”, poema póstumo de César Vallejo. A saber, Humanidades en tanto: Libros o canon occidental; Pueblos o culturas; Narrativas o prosopopeya; y Post-humanidades o Post-antropocentrismo. Repasar en qué consisten cada una de aquellas nociones de las Humanidades y demostrar que juntas, y no sólo alguna de ellas por separado, es lo que permite al sujeto poético vallejiano alcanzar en su poesía su/ nuestro y tan elocuente “cuadrúpedo intensivo” (verso 15). Vale decir, una humanidad por cada pata de nuestro animal y, en consecuencia, al “cuadrúpedo” posado a plenitud sobre el total de sus extremidades. Y a través de esta compleja, bullidora y productiva conjunción sabernos inmunizar, junto con Vallejo, contra toda melancolía identitaria esencialista –nacionalista, territorial, étnica o incluso lingüística– o, a su vez, contra toda propuesta identitaria globalizada u homogeneizadora.

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¿HAY SUEÑO EN LA VIGILIA Y VIGILIA EN EL SUEÑO? / Armando Almánzar-Botello

Armando Almánzar-Botello (República Dominicana, 1956), “Armandito”, como José Lezama Lima o Édouard Glissant, poeta típico de las islas o media islas; es decir, libres para pensar e imaginar.  Resulta imposible que se reproduzca uno de los mismos en el continente; demasiado “enterrados” sus poetas, demasiado persuadidos de su genealogía o de su historia.  Ni Borges se salva, ya que es más voluntad o deseo que efectiva desterritorialización.  Poetas insulares donde la desprestigiada amnesia no significa olvido; sino, y por el contrario, ampliación de la conciencia [Nicomedes Suárez-Araúz dixit, poeta de la isla-selva boliviana].  En los ratos en que pensaba y no andaba hechizado por el bolero, Alexis Gómez Rosa, nos confió que “Armandito” reflejaba lo que hace el poder con el indiscutible talento: lo destruye.  O, al menos, pretende destruirlo.  Los textos que siguen, y otros de Almánzar-Botello que se encuentran asimismo en nuestro blog, constituyen prueba fehaciente de lo que no logró el poder. P.G.

 A Fredesvinda Báez Santana, indescifrado latido de la perla

«¿Estamos ahora dormidos o despiertos? ¿Me sigues, lector-soñante?»

     «La oposición del sueño a la vigilia, ¿no es también una representación de la metafísica? Y ¿qué debe ser el sueño, qué debe ser la escritura si, como ahora sabemos, se puede soñar escribiendo? ¿Y si la escena del sueño siempre es una escena de escritura?». Jacques Derrida

     «La diferencia entre la fenomenología de Husserl y la de Peirce es fundamental, pues concierne a los conceptos de signo y de manifestación de la presencia, a las relaciones entre la representación y la presentación originaria de la cosa misma (la verdad). En relación con este punto Peirce está sin duda más próximo del inventor de la palabra fenomenología: Lambert se proponía en efecto “reducir la teoría de las cosas a la teoría de los signos”. Según la “faneroscopia” o “fenomenología” de Peirce, la manifestación en sí misma no revela una presencia, sino que constituye un signo.» Jacques Derrida

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