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17/08/23: Fervor de Trilce (César Vallejo & Jorge Luis Borges) | Pedro Granados
- Fervor de Trilce
Se plantea conmemorar Trilce, de César Vallejo, cuyo centenario se cumple en 1922; en vinculación al poemario Fervor de Buenos Aires, cuyo centenario es el año siguiente (1923). A través de ahondar en un ensayo que ya publicáramos, “El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente” (Variaciones Borges: revista del Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges, Nº. 23, 2007, 183-206)1; en el cual levantamos, a modo de hacer visibles planos yuxtapuestos en una curaduría, una serie de correspondencias –la mayoría no explícitas ni obvias– entre las poesías del argentino y el peruano. Homenaje muy significativo, finalmente, para toda la poesía de la región en cuanto no sólo constituiría una efemérides más; sino, ante todo, ventilar un renovado entronque crítico y creativo entre ambas figuras.
El meollo de la propuesta estriba en considerar que tanto Trilce como Fervor de Buenos Aires responden a un mito inscrito en el paisaje o perspectiva post-antropocéntrica. Ni utopía ni distopía; y sí, post-antropocentrismo. Luego del predominante y artificioso escenario modernista –los años 20 del siglo pasado– la poesía latinoamericana recuperó el paisaje. Aunque no de un modo costumbrista, como en principio pareciera, ni romántico (no es fervor por, sino fervor de…); sino, literalmente, fundiendo lo humano en el paisaje. En otras palabras, considerando la complejidad del paisaje en tanto un soporte más adecuado para lo humano. Entre esto último, la epifanía, el mito o, no menos, lo que los filósofos del Nuevo Realismo (Meillassoux, Bennet, Gabriel, Ferraris, etc.) advierten como “giro ontológico” y un antropólogo como Eduardo Viveiros de Castro denomina “mediación conceptual” o “multinaturalismo”.
- Trilce (1922) y la poesía argentina de 2022
Intentamos poner al día o retomar aquí el estudio sobre las relaciones que, en el contexto de la poesía de los países de nuestra región, han establecido el Perú y la Argentina; en particular, aquéllas que podemos percibir en los años más recientes. Es decir, la poesía argentina culta o letrada, en libro o en plaquette, cuyos representantes, de seguro muy jóvenes, publican desde comienzos de este milenio y próximos al centenario de Trilce. En específico, buscamos entender mejor algunas ideas que sobre la poesía argentina última se han ido esgrimiendo en el mundo académico; como, por ejemplo, aquéllas que defiende Anahí Mallol2:
Al leer la poesía argentina reciente uno queda, en cierto sentido, devastado, porque los textos de la poesía argentina contemporánea son inteligentes y a la vez indigentes (dan cuenta de una mirada que comprende y entiende y no organiza porque no hay nada que organizar, sino sólo dar cuenta de un derrumbe que no es un apocalipsis propiamente dicho; hablan de un final que ha estado aquí desde el inicio mismo, sólo que ahora se acelera por la inacción del que no le encuentra sentido a nada)
Sobre todo porque, desde nuestra perspectiva, Vallejo se erige hoy por, y para toda nuestra región, en un extraordinario mediador cultural y conceptual3 –multinatural (Eduardo Viveiros de Castro)– que quisiéramos cotejar mejor o hilar más fino para el caso de la poesía rioplatense. Ya que no es exacto que Vallejo se refugiara en lo etnográfico (el pasado incaico o precolombino, la piedra, los andes) para intentar paliar o consolarse de la tragedia que constituía la Guerra Civil Española (Georgette de Vallejo y Stephen Hart dixit). No es la cultura un mero sucedáneo de la política. Muy por el contrario, Vallejo encontró –en realidad desde Los Heraldos negros y, sobre todo, en Trilce4— y nos acercó la cultura para entender y darle sentido a la política e incluso al desastre; incluso a la muerte propia (Clayton Eshleman). Es más, como buen amerindio, juntó el orden de la naturaleza al orden de la cultura (en el mito) e incorporó incluso la violencia a su pecho multinatural y a su poesía multidimensional. Aunque no únicamente de un modo llamémosle emotivo (romántico o surrealista, tipo Pablo Neruda), sino, sobre todo, en tanto mediación conceptual: trasatlántica e intergaláctica.
Pedro Granados, PhD (VASINFIN)
Lima, 20 de mayo, 2020.
13/08/23: Vallejo em camadas/ Amálio Pinheiro
Foto: Pedro Granados
SOL DÓNDE NO HAY SOL: Vallejo em camadas
Soletrem este título em voz alta, por favor. Não à toa surge em seguida ao livro de poemas ROXOSOL, do mesmo autor.
Com Pedro Granados temos de ler (tresler?) Vallejo passando de fragmentos a “fermentos” (de sol), o mito Inkarri sempre nos espreitando agachado em permanente e fervente levedura, desde o seu reconhecimento em Heraldos Negros, à plasmação em Trilce e à disseminação trifurcada nos PoemasPóstumos. A presença concreta de um arquipélago borbulhante solar andino-universal atravessa, por uma espécie de polidialética nativa, situada aquém e além, a linear separação em fragmentos típica da subjetividade moderna, condenada à temporalidade melancólica da sucessão epocal. Vemos assim que a incorporação vanguardista trilceana sempre se dá pelo crivo de uma matéria vital saída do barro primordial, que foi traduzido (huaco) em escultura, artesanato, arquitetura; e também em vozes e, conforme Granados, “algaravias” da paisagem da cultura.
Enorme benefício teórico e prático-analítico, que insere, em vaivém, rigorosamente, os elementos temáticos e conceituais dos conteúdos dentro da insurreição das formas significantes (tão,ao mesmo tempo, plurais, díspares e compactas), que o poeta de Santiago de Chuco desdobra com variações e implicações múltiplas em todos os gêneros, sua biografia inclusa. Granados pode então ir se afastando de todas as leituras saídas de uma interpretação, em estado de clausura logocêntrica, de significados conteudistas finais “profundos”, que tendem ao coroamento de um humanismo socialista essencializante e a um fechamento semântico, centrado nas figuras do índio, do operário, do órfão, do idioma etc. O que busca Granados em Vallejoé o devir de uma cidadania quase ou pré-humanoide (conforme o mostra vallejianamente, por exemplo, nas figurasdo “megaterio” e do “quadrúpedo intensivo”) em arquipélago universal, vinculada, numa vertente fêmeo-andino-mestiça, a partir da paisagem animal, vegetal e mineral, a um multinaturalismo com base numa erótica/ética musical e cromática.Uma interpretação conteudista nos distanciaria do primitivismo ou nativismo inocente e inclusivo que Granados observa justamente em Trilce: “Originalidad o complejidad, puntualizamos nosotros, fruto de mantener un “nativismo” no episódico, sino inclusivo y palpitante, el cual desarrollará a plenitud justo en aquel poemario”.
Daí a importância de Pedro Granados enfatizar a distinção fundante que faz Vallejo entre “vontade” e “sensibilidade” indígenas, pois somente esta última, liberada da moldura lexical e sequencial das línguas flexionais, coloca — melhor dizendo, entranha, incrusta em filigrana — o sol, o andino, o animal na nervura do texto. Isto é, o sol esparrama-se mesmo, e especialmente, quando e onde não está presente nem é mencionado: “Sol Dónde No Hay Sol”. Ou, como diria o poeta de Trilce I: “Seis de la tarde / DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES”.A poesia do peruano entretece e revira tanta coisa que não necessita, despreza até, qualquer resolução acabada.Granados vai mostrando como o “modo de ser político” em Vallejo – “los grandes movimientos animales” sob a fermentação solar – , num incessante aperfeiçoamento, desvia-se das políticas vigentes, caudatárias estas de ontologias ocidentais binárias. Há aí também uma política da linguagem: qualquer separação entre homem e paisagem torna inútil qualquer separação entre o quíchua e o castelhano.
Mais ainda: como esse SOL se dissemina vocal, fônica, gráfica, musical e cromaticamente, ao modo de uma espécie de treliça de caramanchão que compactaas avassaladoras variações do miúdo prolífico (daí as invenções sintáticas e ortográficas dentro das enumerações de perder o fôlego), pode iluminar o mundo inteiro na página exígua. Os fermentos solares, a partir das reverberações míticas na paisagem, acionam, em Vallejo, as propriedades sonoras/visuais/gráficas intensificadas ao máximo pelas capacidades rítmicas e prosódicas do idioma. Nessa direção, o clamor metonímico de tantas passagens trilceanas já antecipa, por volta de 50 anos antes, textos radicais e barroquistas do continente, tais quais, para ficar no Brasil, Catatau, de Paulo Leminski, ou Galáxias, de Haroldo de Campos.
Alinhemos algumas companhias,severamente selecionadas por Granados, do Cholo mundial. Antes e sempre, insistamos, toda a paisagem natural e o entorno cultural: montanhas, pessoas, povos, objetos. José María Arguedas: “… no puedo creer que un río no sea un hombre tan vivo como nosotros”. Destaque para “Zorro de arriba y zorro de abajo”. O grande achado do “Landó por bulerías” (o lundu, tão caro a Villa-Lobos) de Micky González, numTrilceagora já em glossolalias hispano-quíchuas, peruano-afro-flamencas, uma sorte de “cante de ida y vuelta” levado às últimas consequências. Ou como anota Vallejo em “Contra el secreto professional”: “Quizás el tono indoamericano en el estilo o en el alma?”.
Amálio Pinheiro
Outubro de 2020
12/08/23: JOSÉ MARÍA ARGUEDAS SABERES, HERVORES Y DESPEDIDAS (Índice)
José María Arguedas utilizó el término “hervores” para referirse a la complejidad de los encuentros culturales, marcados por la migración masiva, en una sociedad desigual y conflictiva como la peruana. Lo usó como estrategia metodológica y creativa que traspasaba barreras disciplinarias. Por tanto, saberes y “hervores” en el presente libro aluden a la interacción dinámica entre el sujeto y el objeto estudio. Privilegian, además, un enfoque que recupera la cosmovisión andina y la perspectiva interdisciplinaria. A este enfoque particular le sumamos el tema de las despedidas que anticipan la separación y la ausencia y que, tanto en las obras como en la vida del propio Arguedas, tienen un significado especial para entender los casos de viaje y muerte.Este libro reúne un conjunto de textos que con rigor y precisión examina la actualidad, modernidad y vigencia de las propuestas arguedianas en la construcción del Perú con el que soñó. El tiempo de su preparación nos permitió decantar ideas, juntar nuevas voces y, sobre todo, repensar nuestra deteriorada realidad nacional a través de las obras de Arguedas. Por eso mismo, ahora, que por obra del azar el libro sale a luz como un grito de esperanza en momentos de duelo nacional, nos preguntamos si finalmente, en el Perú, estamos saliendo de un ciclo de falsos wiraqochas y entrando en otro nuevo, que se abre con el canto prometedor de la calandria, tal como lo había anticipado Arguedas en su última despedida. (Julio Noriega)
06/08/23: Poesía española del siglo XX al XXI: Cierto Vallejo
El presente artículo es relectura y meditación de uno anterior, “Desde otra margen: la última poesía española”, ensayo-crónica publicado en Babab (2003), el cual en su momento levantara roncha. Pero no constituye propiamente su reescritura; sino, con cierta información adicional sobre poemarios posteriores (para nada exhaustiva, lo sentimos), algo así como una puesta en escena mental o cuadro sinóptico del asunto. Una visión un tanto más abstracta de lo que fuera, en la provocación publicada en aquel número de Babab, básicamente nuestro testimonio de lo sucedido, en poesía, cuando vivíamos en Madrid hacia finales de los 80′. P.G.
02/08/23: César Vallejo y la ‘estética del trabajo’/ Daniel Moreno Hernández
César Vallejo (1892-1938) figura en la literatura universal como uno de los escritores más importantes de Hispanoamérica. Entre autores como Rubén Darío, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Alejo Carpentier, Jorge Luis Borges, Nicolás Guillen u Octavio Paz, César Vallejo continúa siendo referente de estudios literarios debido a su innovación estética y extraordinaria producción artística, una producción que desde su lectura plantea dificultades cronológicas, pues buena parte de ella fue publicada con posterioridad a la muerte del escritor. Este es el caso de Hacia el reino de los Sciris, Poemas en prosa, Poemas humanos, Contra el secreto profesional y El arte y la revolución. Mitificado como un poeta religioso o un existencialista cristiano, otras veces como un escritor atormentado y contradictorio –antagónico de las vanguardias artísticas o marxista heterodoxo–, lo cierto es que aproximarse a la obra de César Vallejo implica un desafío que difícilmente concede cómodas valoraciones, puesto que además de abarcar cualesquiera géneros literarios (narrativa, poesía, teatro), la producción artística del escritor se inició en las postrimerías del modernismo hispanoamericano y durante una etapa modernizadora en el Perú. A grandes rasgos, es posible situar la obra de Vallejo en un periodo histórico de entreguerras e ideologías que transformaron decididamente el rol del arte y del artista del siglo XX. Este hecho es de por sí interesante y ha sido abordado desde múltiples perspectivas. A partir de trabajos biográficos cuya aportación ha favorecido al conocimiento de la vida intelectual de Vallejo –como son las contribuciones de Georgette de Vallejo, Thomas Merton, André Coyné, Xavier Abril, Juan Larrea o hasta análisis cuyo eje central gira en torno a la temática del escritor –grupo al cual se suscriben Alberto Escobar, Nöel Salomón, Roberto Paoli, Américo Ferrari, José Miguel Oviedo, Cintio Vitier o Stephen Hart–. De igual forma también es posible encontrar otro tipo de estudios enfocados a la poética vallejiana –desde Los heraldos negros hasta España, aparta de mí este cáliz–, conjunto donde figuran Saúl Yurkievich, Julio Ortega, James Higgings, George Lambie, Walter Mignolo y Pedro Granados.
16/07/23: Escalas melografiadas no 57 Congresso de Americanistas
Nome do GT: Transversalidades entre Ciências Humanas e Ciências Sociais III Coordenação: Perla Surriable (Universidad Nacional de Jujuy, Argentina)Mañana (Presencial, Local: Edifício CEPE Engenharias, Sala 14)
17.07 (lunes), Turno/Dia, 11h-13h
11/07/23: Carlos Quenaya: “Boca del fruto”
Aunque este nuevo poemario de Carlos Quenaya, trocado en Palabras del pequeño novelista (Lima: Cuarto de Espera Editores, 2023), se resuelve o alcanza su ápice hacia el final de la segunda tercera parte del volumen:
Olor del mundo
Juguete de los labios
Olor del cielo en la nariz
Aire que derribó la frente
Sonajero de los límites
Tiempo puro al orinar
Copa celeste y párpado
(hojas redonditas)
Cuerpo enclenque y joyas
Piel de ensueño
Piel adherente en el mar dormido
Sumido en el lecho de la arena que susurra
Vuelvo al agua del sonido
Poemas briznas prismas
Clavado entre lo ausente como un rayo.
De modo calculado, y no menos certero, el autor nos conduce hacia un segundo final, el cual coincide, propiamente, con los últimos versos del libro:
Nunca olvidaré —piensa
La postración y la carcajada
El vigor sexual, la estupidez
La mirada ávida y la música de la radio
La melancolía anticipada de una vida a la par insulsa y promisoria
La maduración de la voz, la conciencia oscura del cuerpo
El extrañamiento, la rutina
El desayuno tibio en el estómago
El deseo fogoso de terminar y encontrar algún secreto enterrado
[en mí
La sorpresa de mi propia pasión
El sistema nervioso
ridículo y sexual
La flacura extrema e incalculable.
De manera semejante a lo que sucedía en Ciudad Trilce (2009) de Christian Vera Osuna (Bolivia, 1976) donde, aunque no se le asumía del todo, se intuía una salida a la cárcel del lenguaje: “En la faz latente de Ciudad Trilce indomables parvas atraviesan la porosidad metálica del cielo, del lenguaje”; en cambio, con semejante lucidez en ambos hacia lo construido en nosotros y el mundo, Carlos Quenaya abre y despliega en este nuevo libro la propia sorpresa y gozo de su multinaturalismo. Versos ditirámbicos, en suma, pero no en encomio de Dionisios; sino en loor de encontrarse y reconciliarse con una cotidianeidad, de por sí, y acaso por excelencia, incluyente y multidimensional. Esto último, de algún modo, ya se venía venir en el proceso de lo que han sido sus poemarios anteriores: en la persecución de la verdad con la mente, iluminarse, más bien, con las mentiras del cuerpo y las chácharas de la naturaleza. Si Barthes llegó a fugar de la caverna, pero retornó a ella por amor a la doxa; Quenaya dibuja algo análogo, aunque desde un taller más humilde o a tono con su destino sudamericano. Un taller donde se nos permite entrar y percatarnos que allí no son sólo los humanos, sino los objetos y espacios inanimados los que poseen una propia identidad y agenda y hacen cosas con el lenguaje (¿piensan?). Son varios los pasajes, en Palabras del pequeño novelista, donde estos discretos partos ocurren; pequeñas frases como conceptualmente a la inversa, a modo de la sintaxis criolla del habla de la selva peruana:
En la erizada noche.
Fantásticos destellos surcan la pulpa del jabón
Y en su pecho anida la música más antigua
He comprendido la alteración del ser
Boca del fruto
Alzo mi cuerpo
Contra lo oscuro encaramado en un pozo
En un lugar extraño irradio el nombre
Y me duele la sal de los extremos labios
Tocado por la música
con mi cuerpo escribo
En el corte transversal que constituye toda lectura, hemos trazado también aquí nuestra propia hipotenusa. Que este poemario podría haber sido algo más breve, probablemente; que acaso no sean imprescindibles las referencias de la enciclopedia, podría ser; que se cuelan algunos lugares comunes, a quién no. Sin embargo, en el parnaso de la reciente poesía del Perú, qué duda cabe, la presencia de Carlos Quenaya por su ambición, inteligencia y entrega a su arte se ha tornado imprescindible.
01/07/23: Vallejo, Arguedas y la mirada
Tal como lo comentaba por correo con el poeta Carlos Llaza, en ocasión de la publicación de La mirada (Buenos Aires: BAP, 2020), autor de la “Presentación” del libro, este poemario se correspondería o dialogaría estrechamente con un artículo largo titulado, “Vallejo en Arguedas: ahora y siempre”*. Ensayo donde concluyo que, finalmente, contra lecturas políticamente correctas o incorrectas de su obra, J.M. Arguedas en el Zorro de arriba y el zorro de abajo – y ante Chimbote– es un ser que mira él mismo, y no sólo aquellos zorros hechos uno, convertido en un “ceque”: prolongación sagrada de un punto de visión que viene desde el Koricancha. Es decir, que de viejo estoy llegando a una etapa o situación, involuntaria o no consciente, en que la crítica va comulgando espontáneamente con la poesía, y viceversa. Aunque, para completar el panorama, debemos añadir que aquel poemario también remitiría a una anécdota, y muy poderosa. En concreto, a un relato o confidencia que nos hiciera nuestra madre en relación al asesinato de su padre, autoridad política recién nombrada por el gobierno de Augusto B. Leguía y acabadita de llegar a Cangallo (Ayacucho). Época muy convulsa en todo el territorio nacional el paso de pardistas a leguiístas –años veinte del siglo pasado–, y en particular en la región de la sierra, tanto norte como sur. Mi abuelo fue víctima de una venganza orquestada por un par de hermanos latifundistas locales. Bueno, mi madre –la cual presintió la muerte de Demetrio Agüero, así se llamaba su padre– se fue derecho a casa de una tía que guardaba las llaves de la iglesia de Lampa (Ayacucho), pueblo donde vivía con su madre, las tomó, y no se detuvo hasta estar ante el Cristo cuyos ojos celestes, casi cerrados, intempestivamente se abrieron para consolarla y darle ánimo. Mi madre estaba en sus siete años y, cuando vinieron a darle la noticia, ella más bien consoló a tío Moisés, quien la trató de mijita mientras la cargaba muy en alto.
Por lo tanto, plasmación de algo real y reiterativo, fruto de una anécdota o un sueño, no sólo ha sido Roxosol (2018), sino también La mirada; en este último caso, de uno de los relatos fundacionales de este apiñado pechito. Pero, ojo, “mirada” entendida en tanto y en cuanto acto desmesurado, máxima empatía, socorro extremo.
24/06/23: POESÍA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX AL XXI: CIERTO VALLEJO
Vallejo en España, para que una vez superadas la “poesía de la experiencia” y la “poesía de la conciencia” y la “poesía de la chocolatina”, etc., percibamos todo aquello como desde otra margen, la de nuestro propio ser simétrico –aunque en archipiélago– para, de manera simultánea, permitamos filtrarse a borbotones toda esa oralidad y poesía –a cada paso y a cada minuto y a cada lectura de los clásicos– cuya lectura enamoró siempre a César Abraham Vallejo Mendoza.
https://www.omni-bus.com/n71/Csar%20Vallejo%20%20Pedro%20Granados.html










