Una curva amarillo-naranja
sobre la noche oscura.
Son nuestros los sentimientos.
Son nuestras estas texturas de amor,
estas manchas iridiscentes de delicadeza.
Son nuestros los recuerdos. Todos.
En gruesas pinceladas cerca de un vértice
está mi madre. Es viento y es tierra
y es agua mi madre.
Al centro del cuadro está mi padre
insinuado por un color evasivo. Es fuego mi padre.
Nuestros son los viajes, los adioses
y acaso la soledad.
Una curva amarillo-naranja. O más bien
una hendidura. Una materia apenas entreabierta.
Una reciente cicatriz
acaso.
EL CORAZON Y LA ESCRITURA (Lima: BCRP, 1996)