La poesía de Pastor de Moya (La Vega, R. D., 1965)

http://es.wikipedia.org/wiki/Pastor_de_Moya

CARNAVAL

trajimos el pasado con el alba
nos intercambiamos los rostros en el vacío
comimos pan de otro tiempo
aterradora melancolía
al iniciar la fiesta

desnuda la memoria hace alarde
de la lozanía de sus piernas
todo es real si la fantasía existe
ese hombre que soporta el peso de sus días
se mira hacia adentro
y se le queda pegada la mirada en el olvido

esa es la presencia del ser en la
razón
de parecernos a los colores
cuando nos disfrazamos de nosotros mismos

ORIGEN DE LA RUEDA

Una mujer blanca o morena [los dos colores simbolizan
lo mismo] ha olvidado sobre la mesa un objeto que
por su forma puede ser un disco o la palabra círculo
o una esfera de cristal que necesariamente no tiene
que ser una bandada de golondrinas que vuelan y
sueñan en una circunferencia equidistando en la
lluvia además sé que aquella mujer ha dejado esta
pieza con el propósito de que yo advierta que cíclico
es el olvido como la noche

BELLY-DANCE

la bailarina mueve la cintura en cada tabla
la luz es un temblor amanecido si agoniza
danzar otra forma de parir y de dolor
un espectáculo callado ante el grito

ÉL ES MUJER

este burdel sabe a virgen estuprada
a licor azulado en las vetas de su voz
este hombre quiere jugar a ser SIMONE
orinar ángeles en los arbustos del alma
esta hembra es un terrible macho para el sexo
signo acaso seducción hacia el crimen imposible
animus necandi designio y cosa media
la noche cae y se rompe sobre el vaso
y nosotros asaltamos estos labios

De Jardines de la lengua (San Juan/ Santo Domingo: Isla Negra, 2009)

Su tan significativo, “Carnaval”, es un poema que cierra su primer poemario, El humo de los espejos (1985); por lo tanto el presente, Jardines de la lengua (San Juan, Puerto Rico: Isla Negra, 2009), que es en estricto –bajo este título– sólo un opúsculo dentro del volumen, constituye de algún modo su poesía reunida ya que incluye también –una vez consultado el índice– su libro Alfabeto de la noche (1996) y, por último, otra escueta colección de poemas breves: “Instantes de la lluvia”.

“Carnaval”, publicado cuando De Moya contaba apenas 20 años, devendrá –así lo percibimos– en el más logrado texto de su primer libro y en el eje de toda su posterior producción. Obra por momentos con desniveles, debemos ser honestos; sin embargo, aquel poema junto a un puñado de algunos más resultan sencillamente extraordinarios. Pareciera que cuando la vena más espontánea, vital y fantasiosa de nuestro autor se conjuga con su pronta y aguda inteligencia, sucede el auténtico hallazgo. Porque eso mismo, hallazgos o regalos a un ser invariablemente alerta, parecieran ser los poemas que aquí reproducimos. Dádivas a un sujeto poético en carnaval permanente, en sagrada apertura y disponibilidad incondicional para el mito… el humor, la vida.

Es precisamente su Dionisios el que, en general, lo singulariza y aparta de su promoción, al menos de los integrantes de ella que quedaron en la media isla, montaron lo de la “poesía del pensar” (José Mármol et all) y han ido mereciendo, sobre todo en los últimos años, el crudo juicio de los más jóvenes; entre estos, por ejemplo el de un erranticista como Glaem (“Pippen”) Parls:
“Generación de los 80/ …/ 5rriente”.

Viajero y cosmopolita, su amiga Ligia Minaya le describe del modo siguiente:
“Un poeta sin límites, políticamente incorrecto, que vive a su modo y a su onda, sin más discurso que sus poemas, ese es Pastor De Moya. Nació en La Vega pero vive igual en todo el mundo. Cultiva ajíes en su patio y les pone aretes, así me lo confesó una mañana en que nos encontramos por casualidad después de muchos años. Lo amo y le envidio esa libertad sin fronteras. […] Maldito como se le asigna a los que viven al margen, no de las leyes, sino de una moral hipócrita y asquerosa” DIARIO LIBRE DIGITAL. Saudales.04 Julio 2009

Pero volviendo al grupo de los de su promoción que quedó en la Repúbica Dominicana, es con la poesía de Armando Almánzar Botello (escribió sus versos entre 1977 y 2003, aunque recién publicó su primer libro este último año) en donde hallamos afinidades muy significativas. Aunque Pastor de Moya es menos “intelectual”, de algún modo ambos poetas ensayan en sus respectivas obras una constante metamorfosis de escenarios e identidades: El cyborg o lo andrógino parecieran ilustrar esta sostenida vocación. Y con esto volvemos, por cierto, una y otra vez –y en uno y otro poeta– a la condición o naturaleza misma del carnaval. Espacio de lo múltiple, por excelencia, y no menos de lo inclusivo. Tiempo donde las identidades se hallan suspendidas, están en intercambio, y no funcionan ya los roles –tampoco las formas de pensar o dividir a la gente– institucionalizados. Es en este sentido que, frente a una postura unidimensional, canónica y clasista como la “poesía del pensar” (a la cual motejaremos como apolínea) tenemos aquella otra (dionisíaca) mucho más tolerante y aglutinante; en una palabra, más democrática, sin restarle con esto un ápice su rigor y calidad literarios.

Algunos méritos más exhibe la sugestiva poesía de Pastor de Moya, pero hemos querido ir directamente a uno de ellos en particular y explorarlo un tanto. Sin embargo, no quisiéramos concluir sin llamar la atención sobre un neobarroco caribeño (habría que dedicar un estudio a éste para diferenciarlo, por ejemplo, de su par andino o del neobarroso rioplatense más allá de las consabidas referencias a la obras de Góngora o de Lezama Lima) aún no desarrollado de modo, digamos, sistemático por parte de nuestro poeta. Nos referimos, por ejemplo, a “ALQUIMIA DEL LABIO”: “el adoraba sus senos con pulpúlica lamisia y/ vaginaba su lengua en mariposa suave. ella/ bajaba el lebralo y acariciaba el tuntulo largo/ como una arbolicia que cae entre los labios./ él traía la alfombra y tenía tantálico asco/ en la mejilla. ella fue la última poemadrina/ lebianística del verbo génesis-coito del/ paraíso”. Gesto de estilo, dentro del último apartado del volumen (“Jardines de la lengua”), que vincula este poema con la poesía que ensaya su contemporáneo dominicano, León Félix Batista, y que pudiera constituir –sería fascinante desarrollar esta veta que junta, precisamente, espontaneidad imaginativa y control retórico– motivo de un próximo libro .

Puntuación: 4.77 / Votos: 18

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