Manual de pistola automática

Browning M1922

La ciudad sin pecado de Carlos Basile Concha

Juan Carlos Mústiga (Lima, 1958) es “Carlos Basile Concha” o “Carlo”, para “Tancredi Lo Grasso”, uno de los inolvidables protagonistas de esta nueva novela del autor peruano, Manual de pistola automática (Lima: Fondo editorial PUCP, 2005). Como es “Papeluchero” o “Perol”, por el oficio de escribidor y, respectivamente, por lo gordo para los demás personajes de esta fábula: “Mono” (“Monkey”), “Pan con leche” “(“Panes”), “Elsie”, “Shimabukuro” o “Pihuicho”.

Coloquio de perros, tal como en la famosa obra de Cervantes, todos vagabundos canes; pero, al mismo tiempo, filósofos de la vida, irredentos lectores de cabeza alta y baja. Tal como en Pedro Páramo, también, “Carlos Basile Concha” sale en busca de su padre. Después de casi toda una vida, los “cuarentisonqui” años, sólo conserva de él una foto antigua robada a su madre y, sobre todo, una infidencia involuntaria de uno de sus queridos tíos: “Era bailarín, alegre, trompeador, no le tenía miedo a nada; nadador, esbelto, atleta; murió ahogado en los Estados Unidos, a donde pensaba llevarnos; andaba con una gente extraña, peligrosa; no, no se ahogó, lo mataron; they killed him…”. Estas palabras actuarán, en el transcurso de la novela, a manera de malla omniabarcadora o, más exactamente, red sumergida donde irán a articularse los encuentros y desencuentros de sus personajes; y donde vendrá a reposar, leve, la poesía de este Manual de pistola automática.

Y a su padre lo encontrará, “Carlo”, literalmente por doquier; es decir, en todo lo humano que, insólitamente, aflora incluso entre lo sórdido. Por ejemplo en el mismo “Lo Grasso”, implacable prestamista del barrio, una vez que éste cayera en desgracia; como leemos en el pasaje intitulado “El Perdón”:

“-¿Y el viejo – pregunté.
-Está muy mal – me contestaron-. Grave.
-Sálvenlo por favor. Hagan todo lo posible.
-¿Es un familiar suyo? La gente acá no quería que lo ayudáramos; algunos hasta lo patearon antes de que venga la policía.
-Es mi papá – mentí.”

Como serán su papá, insistimos, todos y cada uno de los personajes en cuanto actualizan de algún modo su recuerdo amable: cierto gesto de generosidad viva, profundamente humana, y cierta inocencia que es, no menos, quizá invisible patrimonio de todos los seres humanos. En este sentido, y a diferencia de los comics y película de Frank Miller, ciudad de los policías corruptos y las mujeres atractivas, la novela de Mústiga -sin dejar de ser menos literaria- redime de sus faltas a todos; incluso, al final, a él mismo:

“y, mientras me veía a mí mismo en la imagen y miraba, también, a los demás en la realidad, sorprendidos, casi decepcionados de ver cómo me erguía estando herido, sentí que aún me podía seguir apoyando en las palabras y también en una pierna, y entonces le dije a los enfermeros que estaba de acuerdo, que iría con ellos, que no había nada de malo en dejarse ayudar alguna vez, que ya solo no lo hacía, causita.”

Puntuación: 2.00 / Votos: 18

Comentarios

  1. sylvia ulloa escribió:

    Manual de pistola automatica: fascinante mixtura de bondades y maldades, de alguien y nadie, del hombre, de la vida misma, podria acaso existir algo tan humano como el hombre?

    por favor requiero mayor informacion de este tipo de novelas.

  2. marconatonio escribió:

    me gusto mucho el libro y los personajes me puedn mandar el mail del SR mustiga amigos muchas gracias

  3. marconatonio escribió:

    me gusto mucho el libro y los personajes me puedn mandar el mail del SR mustiga amigos muchas gracias

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