Antología de poesía peruana. Arquitrave 32 (Versión original en PDF)

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Si es con los 80 –le corresponde el mérito a esta variopinta promoción– donde las fuerzas barrocas adquieren nuevos bríos en el Perú a partir del legado de la poesía conceptista/ coloquial del autor de Diario de poeta (Martín Adán), no es menos cierto que –incluso en plenos años sesenta– hubo autores que no hicieron del británico modo ni de una racionalidad políticamente correcta la fórmula idónea para legitimarse a nivel internacional (vía, sobre todo, el Premio Casa de las Américas). Estuvieron, mejor dicho, están para ilustrarlo las obras capitales de Javier Heraud y Luis Hernández Camarero; el primero de estos, con el legado extraordinario de su pureza y hondura, aparte de, en palabras de Gerardo Mario Goloboff: “la certeza de Manrique […] los versos de Antonio Machado […] y la lucidez cósmica de Lorca” (359); el segundo de los nombrados, con un arte cosmopolita encarnado en la cotidianeidad, la urbe y el dolor, es decir, rescatando todo esto a través de una compasión ilimitada, delicadeza y un sutil humor. Es con estos autores, precisamente, con los que –de modo implícito– se abre nuestra breve antología. Es ésta, como todas, cuestión de gusto, pero también –al menos en nuestro caso– cuestión de testimonio: haber sido atónitos testigos de lo que, con el paso del tiempo, diferencia los varios gestos de moda de uno auténtico de estilo y fervor por la poesía.

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Apuntes sobre la actualidad ‘teórica’ de la poesía de César Vallejo

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El oxímoron vallejiano, a diferencia de la dialéctica de Hegel [“ordena lo real al pensamiento como forma del saber organizado” (Goodzich 33)], respeta la “diferencia” o alteridad de las cosas. En Trilce, Vallejo no es dialéctico; es, más bien, rizomático y místico.

De aquí la actualidad “teórica” de Vallejo, que se acerca más al estudio de las antinomias que la dialéctica: “en la dialéctica los términos en oposición se distribuyen a lo largo de un eje siempre jerárquicamente orientado, de modo que el resultado de la oposición se decide tan pronto como ésta es identificada, mientras que en una antinomia no existe semejante eje y el esfuerzo del pensamiento se dirige a la determinación de las posibles relaciones entre los términos de la antinomia” (Goodzich 33)

En ilustrarnos, pues, su particular “esfuerzo del pensamiento” sobre las antinomias estriba la poesía del peruano. Pensamiento que involucra por cierto, y acaso en primer lugar, preguntarse por la sociedad profundamente dividida y multicultural de la época y del país –luego el mundo– en el que le tocó vivir. Deteniéndose en cada fragmento de éste, aquilatándolo en su pasado y en su presente; y también en su misterio, aunque no como parte de la encandilada incógnita del modernismo hispanoamericano, sino como potencia o utopía: callejones de más vida, salidas eficaces para burlar la fatalidad y la muerte. Pero, ojo, no es posible considerar a Vallejo en la órbita del multiculturalismo contemporáneo ya que éste, en los términos que vamos enhebrando, es dialéctico y se halla monitoreado de modo unilateral. Es decir, el diálogo inclusivo o de mutua tolerancia que promueve supuestamente el poder se halla, como sostiene lúcidamente Gianni Vattimo, viciado o contaminado de sospecha. Y tampoco podríamos entender el radical rechazo de Vallejo a la homogeneización, si no concebimos allí un lugar de opción o libertad –¿sexual, de género?– también para la mística de las personas y, por qué no, también de las cosas u objetos en apariencia más insignificantes e inertes. ¿Mística de los objetos?

Al interpolar estas coordenadas vallejianas a nivel de los urgentes acuerdos sociales de orden político, entendemos claramente su pertinencia y virtualidad productiva. No homogeneizar; pero tampoco –con igual énfasis– heterogeneizar de modo unilateral, fundamentalista y autoritario. ¿Heterogeneidad cultural y homogeneidad teórica?, se planteaba ya, de manera sugestiva, Ottmar Ette. Al recorrer hace poco de sur a norte el interior del Perú, nos planteamos una pregunta acaso incluso más elemental: heterogeneidad u homogeneización: ¿desde la pobreza extrema?, ¿desde el cerro insólitamente torneado o el indiferente desierto?, ¿desde el mall ascéptico o nuestros inalienables olores? ¿desde una historia donde la mira va puesta en la inevitable tristeza o en la fugaz alegría?

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Poema en hucha

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Derfler, Collage s/papel (2006)

Para mi hermano, Julio Granados

I

Obtuso el horizonte

Y no saber a dónde ir.

No es por falta de mirada, pues,

Es por los años.

Pero, aunque, sin embargo.

Meter los dedos sobre esta pantalla

Este fluido de vida

Esta ola de viaje

Y llegar

A cada una de las cosas

Inalcanzables

O que irremediables

Posponemos

Acostarme otra vez

Con la putica de Río

Desflorar de nuevo

Entre la oscuridad y su piel

De luz y de levadura

De faro e improvisado puerto

Los años y esta aurora

Y esta sensación trémula

De que jamás he de morir

Y de que nunca

Han de cumplirse del todo

Estos sueños

Ave del deseo en el más allá

Escritura post-morten

Mística en otra mística

Pre-anunciada

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Vargas Llosa en la Feria/ Enrique Valiente Noailles

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La movida de los intelectuales K para intentar sacar a Vargas Llosa de la inauguración de la Feria del Libro ha sido realmente lamentable. Se trató de una iniciativa más afín con las épocas y mentalidades dictatoriales que hemos dejado atrás que con la Argentina moderna que pretendemos construir, en la que cada cual debe poder pensar y expresar lo que le parezca.

Hay en todo esto una pátina del fanatismo que considera sacrílegas las ideas ajenas. Si, por ejemplo, Vargas Llosa no cree en que el Estado deba promover las industrias culturales, ¿acaso la idea contraria se desmorona? ¿Habrá por ello que silenciarlo? ¿Y hacerlo adicionalmente en un sitio que por excelencia ha sido creado para la libre circulación de las ideas?

Silenciar es una modalidad de supresión del otro que tiene siniestros antecedentes en la Argentina. Por suerte la Presidenta tuvo un gesto de inteligencia, de velocidad de reflejos y de cordura al poner en su lugar a este intento medieval e inquisitorio, que podría sonar hasta pueril si no entrañara un componente peligroso para nuestra democracia.

Por cierto, cabe decir también que, así como hay quienes se sienten incómodos o amenazados por quienes formulan ideas políticas contrarias a las propias, los hay que expresan ideas metafísicas en un registro ajeno al propio.

El propio Vargas Llosa publicó alguna vez una nota sobre Baudrillard, llamada “La hora de los charlatanes”, donde lo acusaba de procurar “la demolición de lo existente y su sustitución por una verbosa irrealidad”.

Confusión entre mensajero y mensaje que no debe sorprender: no ha faltado tampoco quien acusara a Nietzsche de haber matado a Dios, en vez de comprender su frase como la tomografía computada de una época.

Pero si nada pone más nervioso al edificador lineal de la existencia que aquellos que conciben una ironía en su arquitectura, nada pone más nervioso a un creyente político acérrimo que las ideas que se expresan en la antítesis de las propias.

Lo cierto es que siempre hay algo de temor oculto en la voluntad de silenciar a otro. ¿A qué se le teme? No sería incoherente con una política de propaganda que pretende moldear conciencias por repetición que se le temiera a que una idea contraria pudiera moldear alguna.

Idea que abreva en cierto desprecio por la capacidad pensante de la gente.

En todo caso, las zonas aledañas al fanatismo no hablan nunca a favor de las ideas sostenidas, sino que hablan de la vulnerabilidad de su portador. Los cazadores de certezas, cuya afición es embalsamar presas, tiran a veces también sobre los que disfrutan de los animales sueltos.

Pero tal vez los nervios frente al pensamiento ajeno provengan, en un sentido amplio, de quienes se toman excesivamente en serio a sí mismos. El pensamiento que no es recorrido internamente por una forma de ironía, nacida de su propia entraña, se convierte en un espacio momificado, en un museo de sí mismo. Y desarrolla una potencial intolerancia hacia el pensamiento ajeno.

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Recuerdo de Carlos Edmundo de Ory (1923 – 2010 )

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“Pero volviendo a nuestro testimonio, y para añadirle complejidad al panorama, en aquel I Curso de Verano de la Universidad Complutense [1988] también se reivindicó, muy merecidamente, la obra de uno de los fundadores del Postismo: Carlos Edmundo de Ory. Recordamos que en aquella ocasión –una vez que la charla se abrió a los asistentes– le preguntamos (en realidad sólo para complacer a Fanny Rubio que había sido una de nuestras profesoras y que en esa oportunidad se hallaba entre los panelistas) por su lector ideal; el poeta nos respondió: -“los delfines”. El público, como es obvio, premió su ocurrencia con prolongados aplausos; Fanny Rubio nos reconoció entre la multitud y, al menos ella, nos congratuló con la mirada; pero a alguna fascista –nunca faltan, incluso en los recitales de poesía– le divirtió enormemente, en toda la cara, que nuestro acento sudamericano o nosotros mismos (nuestra persona en su totalidad) quedáramos apabullados por respuesta tan ingeniosa. Mas Ory, por supuesto, no es un Alberti –con lo que nos gustan los versos de la paloma equivocada– ni, menos, es un García Montero. De cara a la poesía que escriben ahora mismo los más jóvenes, creemos que su obra –como la de Vallejo, de un vanguardismo no deshumanizado y con sentido del humor– junto con la de Luis Cernuda y Jaime Gil de Biedma son las más gravitantes en todo el ámbito de la poesía española. No son los polos, entonces, y por lo tanto las simplificaciones didácticas las que se perpetúan; sí, las personas –complejas y contradictorias– que saben aproximársenos en sus poemas. No son, por lo tanto –y hablando sólo de España–, ni los consabidos pregones de José Hierro ni los tics de Octavio Paz, clonados por José Angel Valente, los caminos a seguir. Ni uno ni otro merecen darle cuerpo a ninguna de nuestras desconcertadas almas”

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Juvenal, forever

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Perdido entre la voz de estos sucesos y estos techos blancos, tomados por la niebla, inmisericordes, como los charitos que picotean la guava del jardín vecino… que impiden cosecharla… pero que como pajaritos son de los más alertas, gorditos, frágiles y adorables. ¿Qué hace Juvenal Agüero ahora mismo? ¿Cómo espanta las moscas y mata sus pulgas? Por lo que pareciera, no han vastado los años para borrarlo del mapa… para apagarlo con el extinguidor que cada uno de nosotros llevamos dentro. Menos su buen amigo Edgar Artaud Jarry, de Chilpancingo y buzo de la poesía, que ahora mismo anda con un megáfono leyendo poemas con jóvenes treinta o cuarenta años menores que él… -soy una pera, dijo uno de ellos, y estuvimos celebrando y riéndonos con esta ocurrencia por horas a través del skype. O bien la muchacha de Chiapas a quien la lectura que hiciera Juvenal, en aquella frontera de México, inspirara lo que sigue:

Palabras que llenan la habitación vacía

Palabras dardos

Palabras frías

Palabras tranquilas

Que se clavan sin permiso

En medio de la mente.

No duelen

Sí duelen.

Juvenal y su bolsa de agua caliente para poder dormir, dentro de no demasiados años. Juvenal cara a cara con la pelona. Juvenal recibiendo homenajes póstumos, absolutamente de mal gusto por inoportunos. Juvenal entre estas cortinas que involuntarias baten y encorvadas se traban y no permiten escuchar con claridad al viento.

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La felicidad era una pelota de fútbol/ Rafael Moreno Casarrubios

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Muchachos, ya que están pasando la página del mes en sus agendas y programando marzo, anoten presentación de La felicidad era una pelota de fútbol. Miércoles 30 de marzo a las 11 am en el auditorio de la Universidad Ricardo Palma, Benavides, Surco.

En la mesa de presentación estaremos el Rector Iván Rodriguez Chávez, el Decano de Humanidades Pedro Díaz, Rubén Díaz, editor de Norma, Pechito y el gran Teófilo Cubillas -un gran honor para mí.

Prensa cultural y deportiva, vengan sport elegante. Más de un vino de honor, varios de diversión.

Espero que disfruten de esta novela tierna, lo más tierno que he escrito en mi vida. Pero no duele y seguramente da ganas de jugar pelota, aunque sea con una vini ball en la playa. Ah, qué rico.

Es también un homenaje al fútbol peruano de los 70, pero de taquito.

Tengan un marzo productivo y sumamente sano.

R

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Vértigo (entrevista a Pedro Granados)/ Kinder Escalante*

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(Fragmentos de un cuestionario no absuelto todavía)

¿Por qué el tema recurrente en este blog es Pedro Granados… como si en el mundo no hubiera otro asunto que merezca ser tratado? Sin embargo, tu narcisismo pareciera impostarse; es decir, acaso eres tan narcisista que en ello mismo te vas saliendo poco a poco por la tangente y rozas una forma de profundidad, una forma de “nosotros” oculta o subterránea. Como si del reino de las necesidades –la crítica neo-historicista, cultural o de género– hubiéramos pasado a la del puro deseo.

¿Cuál es el objeto y objetivo de tu crítica… pareciera omnívora? ¿Algunos lectores especializados, algunas instituciones académicas o, más bien juntos, ellos y ellas? ¿El humor, a veces desopilante y desestabilizante de tu crítica, sobre qué lo aplicas? Humor casi sin esperanzas, y por ello más cáustico todavía. ¿Cuál es tu punto de apoyo?

Entendemos que el espacio de tu indagación no es sólo el Perú y que tu gabinete crítico lo constituyen plurales instrumentos. La bibliografía penetra tu novela breve (por ejemplo, En tiempo real) como el testimonio –haciendo del ensayo una crónica– tus textos sobre poesía contemporánea (“Los poetas vivos y más vivos del Perú”, “Desde otra margen: la última poesía española”, “Chairo con alguna notable poesía boliviana última”, etc). ¿Cómo y en qué momentos saltas de uno a otro entre los hilos de este sutil entramado? ¿Comienzas el ensayo como si fuera un poema, un relato, algo que tuviera como prioridad argumentar?

En tanto narrador, ¿has terminado de salir del monólogo de tu infancia (Prepucio carmesí); has quedado atrapado entre las populosas nalgas de Yaella (Un chin de amor); o te has cobijado –intentando sublimarlas– entre las limitaciones y carencias que significa vivir otra vez en el Perú (En tiempo real)? ¿Propone algún tipo de utopía lo que escribes?

Considero que actualmente, en cuanto poeta, eres uno de los más importantes de la región. Que leerte, tal como podemos colegir desde los más perspicaces comentarios a tu obra, es una de nuestras tareas impostergables. ¿Cómo percibes esta especie de naciente, todavía, valoración y fervor por tu obra? ¿Qué significado tendría, por ejemplo, en la tradición poética del Perú; cómo se iluminaría su panorama, más o menos reciente, desde tu poesía? Una continuidad que iría desde Vallejo y Adán, pasando por Eielson, hasta Granados.  ¿Qué afinidades y diferencias percibes entre tu obra y la de los poetas españoles de tu generación? ¿Cuáles con la de los mexicanos?

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CYBORG ANDINO-CARIBEÑO/ Armando Almánzar Botello

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Al poeta y crítico peruano Pedro Granados
[A propósito de Soledad impura]

Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
Desbordante de energía afirmativa
su dicción sobria lúcida coloquial y filosa:
cuchillo de un carnicero taoísta.

Próxima y remota:
Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.

Ella sirve de refugio a un furioso
temible y tierno animal
-ávido de eternidad en tránsito-
que olfatea y palpa el cuerpo erógeno donde confluyen:

la temible desnudez de la mujer
el neón seductor de la noche
la retracción desafiante de la página en blanco…

Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.

Voz del desierto en la ciudad y el hueso.
Palabras de una soledad y de un exilio que al decirse
crean el espacio de un posible encuentro:
la quena la pena el tambor y la mujer del sueño.

Poesía del acoso y de la pérdida,
del apetito de altura y del fluir del mar….
Alas: Olas presurosas… Hilos: Laberintos mestizos
de Ariadna indescifrada…

La escritura impertérrita del mito,
de lo mixto,
intenta crear un “nosotros” intensivo
en el peregrinar iniciático
y en el desasimiento.

Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
Conjunctio: Teseo y Minotauro.

Desengañada su dureza en ciertos versos cortantes
inédita criatura nómada permite
respirar la flor maravillosa de lo (im)propio
presentir la geografía ilegible de otros textos.

Y extrañamente logra transmitirnos
el hechizo:

Amorosos abrazos
disyuntivos: goces ¡mundos!

¡Doloroso arte de vivir cayendo!…

Con las manos del Cyborg la poesía toca
ataca explora
la textura hiriente de las cosas.
Fosforesce de nuevo la mágica evidencia:
¡lo palpable!

Ulises que a Ítaca no llegara nunca,
piensa: ¡el único posible asentamiento
está en el viaje!

El poeta dionístico dice:
la posible y frágil salvación
tan sólo nos aguarda
en los labios indescritos del enigma:

La belleza terriblemente fugaz que ahora amo,
¡siempre!

¡Oh latido secreto del rizoma
letra femenina de la noche
paragrama subterráneo de los cuerpos!

Paradójica y sabia poesía la del Cyborg.
En su página escribe lo que salva:

El goce fluyente del poema encarnado.

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