Basura y poesía

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Recuerdo con claridad que allá por inicios de los años 70 del siglo pasado, en mi íntimo colegio popular y parroquial de Lima, un joven, talentoso y entusiasta profesor de Arte —Enrique Bustamante— nos iniciaba en el collage. Son las clases que mejor recuerdo y que por ese entonces adoraba. Jamás traía al aula los reglamentarios cuarto de pliego de cartulina, revistas, tijeras ni, mucho menos, la goma. Justo cuando faltaban unos quince minutos para terminar la clase –y presentar nuestros trabajos– compraba a alguno de mis compañeros, por unos pocos centavos, una cartulina que ya nadie quería (el fugaz paso del tiempo la había devaluado); recogía del suelo los trozos de revistas o periódicos desechados; recortaba con la mano lo que de estos se me ocurría podría necesitar para mi composición; robaba un poco de goma por aquí y otro poco por allá. E indefectiblemente me sacaba 20 (veinte). Nota máxima, indecente, extraña; según Martín Adán, una gallina delante de un huevo.

Reactivo estas memorias porque creo son lo más parecido o que acaso mejor puedan explicar mi propia poesía. Sobre todo aquélla de producción más reciente (empiezo a publicar en 1978 y mi último poemario es de este mismo año, en total doce libros de poemas); posterior a El corazón y la escritura (1995). Digo esto porque, a vuelo de pájaro, este último poemario –respecto a los posteriores– en apariencia luce más focalizado en su o sus temáticas, más elaborado en sus versos y, en suma, mayor estructurado en sus textos tanto individuales como en conjunto. No aseveraría que esto sea falso o verdadero, dejo esta tarea a los posibles interesados en investigar mi obra. Tampoco me propongo puntualizar en el collage –plástico, antaño, y hoy literario de mi trabajo– porque hallo que esto es obvio; obvio a la poesía occidental o del lejano occidente por lo menos desde Guillaume Apollinaire. Quisiera reparar, más bien, en el gesto de recoger desechos del lenguaje –disímiles, no focalizados, sin prestigio, multiculturales– y tratarlos prosódicamente. Es decir, no presentar estos desechos tal cual; sino previamente modulados, elaborados como si nos dispusiéramos a escribir un soneto en alejandrinos o una copla de pie quebrado. Tratar lo desechado primorosamente; pero sin restarle su alteridad, fragmentación o extrañeza. El foco, el origen de estos restos, se hallará irremediablemente perdido; pero ahora están sometidos a una modulación que –sin pretender naturalizarlos en su diferencia textual o cultural– los pone a trabajar en conjunto.

Las claves formales de esta nueva interacción serían, por un lado, pausas y encabalgamientos; y, por el otro, de modo paralelo a este inestable perfil rítmico, una suerte de distribución conceptual móvil de las palabras donde, pareciera, preponderan la elipsis y el oxímoron. Todo lo cual, podríamos decir, propuesto al lector de un modo débil, no enfático; evitando autoritarismos y didactismos de cualquier tipo. Evitando localismos o etnocentrismos también. La persuasión misma del poema se jugaría toda en este aire suave.

Ahondando un tantito más en las posibles consecuencias teóricas, éticas y políticas de este proceder (el de la poesía reciclada); y presuponiendo lo que nos indica debiera hacerse, con nuestra acumulada y ubicua basura, el sentido común. Cabría advertir su efecto palimpséstico e incluyente. Es decir, incluso el lector común se hallaría, desde un primer momento, rodeado o acompañado como de objetos familiares a su experiencia, a su cultura y tradición literaria; de algún modo esta poesía nos recuerda que aquellos objetos no solo ya fueron creados, sino también gozados antes. Y, asimismo, este mismo lector puede intervenir de modo activo en la co-creación de aquel pequeño artefacto de saberes y recuerdos, puesto apenas en actividad, que constituye el poema reciclado. Sin embargo, esto no resta que un lector más atento o ya iniciado en la poesía no sólo aquilate con mayor morosidad aquellas huellas culturales; sino que, quisiéramos presumir, perciba algo más decisivo en esta propuesta de reciclaje. Que no se trata de un registro; sino, ante todo, de la construcción de un objeto de conocimiento. Con giro y sin giro linguístico. Y aunque leve, desalienante de los lugares comunes y siempre abierto al deseo. Una humorada que también podría ser lo más trascendental en tu vida.

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[Primero una pizca]

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Primero una pizca

De no persona luego

Dentro de esa nube pop

Algo que es del mundo exterior

Por decir

Que no eres el sol ni eres el humo

Y luego

El cordón umbilical que te va uniendo

Tu hilo de saliva con aquella nube

Así se hace el poema

Te dejas hacer en el poema

Como algo parecido a un amanecer

Donde a la noche abandonas

Como un recuerdo

Que atropella tu vigilia

Como estas ganas de cagar

Que postergas

Ve y enamórate

Linda y dulce

Es la poesía

Solidaria con cojones

Madre sin vínculos maternos

Yo que soy el mejor poeta del mundo

Lo soy por ella

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POESÍA TRIDIMENSIONAL: Cuatro Días Entre Pájaros y Árboles

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Seis tigres tristes por que no llegarán al Microfestival que ha propiciado Miguel Coletti (Mano falsa) en el que estaremos el miércoles siete de marzo a las siete en punto. Vladimir Herrera presentará en estreno el documental sobre los Cuatro Días Entre Pájaros y Árboles. Casi toda la Poesía peruana reunida.

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[A solas con mi blog]

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A solas con mi blog

Y con estas ganas de vomitar

Sobre las caras de los hipócritas

De siempre

Raza de mala leche somos

Traicioneros, egoístas, cobardes

Ubicuos huele pedos

Y con esto hemos de construir

Las instituciones, los partidos,

La universidad

La vida cotidiana

El amor

Trocando el conocimiento

Que es gratuito

Por la mera política

Que es nuestro sueldo

Para morir en vida

Cabrones

A solas ante este blog

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El deseo perdido/ Edgar Artaud Méndez Papasquiaro

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Perdí la conexión a Internet.

Es demasiado tarde para dormir,

demasiado temprano para la calle.

El frío penetra en la habitación.

La desolación y el desamor

deambulan con un olor a muerte.

El mundo en sombras.

Los fantasmas en la planta baja

provocan escalofrío en la piel.

Me encierro con llave en el estudio.

El puto corazón que se estremece.

No puedo revisar los poemas

que se quedaron en la nube.

Ni puedo conversar con alguien.

Mis manos temblorosas.

Oprimo algunas teclas.

Ingiero pastillas, no importa qué.

Toda la piel es un escozor impreciso.

Escribo cosas sin sentido.

No tengo Internet, no tengo a nadie.

Puedo hablar en el espejo

intentar atenuar

la memoria, el deseo perdido.

De cualquier forma

si entro a la red

no tengo a nadie

pero espera,

en el lejano horizonte

esa débil luz aparece.

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[En cierto momento ]

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En cierto momento

Aves altas lejanas

Gravedad

En el asiento del autobús

En todas estas cosas

Que nos mantienen en un trabajo

Donde no nos quieren

Salvo alguno que otro

Y donde desde ya

Preparamos la partida

Hacia aquellas aves

Sin muebles

Ni computador

Ni, mucho menos, poesía.

¿Qué sería de nosotros

Si en lo alto lejano

De aquellas aves

También existiese la poesía?

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BIEN JUGADO: POEMAS EN HUCHA/ Juan Yufra

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La mirada suele ser una gran esperanza para nuestras palabras; también, lo es la palabra misma y lo son a la vez, ambas, como contenedores de la realidad que queremos dominar o huchear, abuchear…, al fin y al cabo toda lucha es humana y toda poesía siempre el cuerpo del delito.

Poemas en hucha, de Pedro Granados (Lima, 1955), no solo contiene la voz iconoclasta que recorre las páginas de la mejor poesía y el quebrantamiento de las fórmulas para rehacerla sino la libertad de la naturaleza creadora del texto (en un espejo). Hay que entenderlo como un guiño dentro de los espacios y discursos posmodernos. ¿Qué es el papel, un poema, un libro sin la entraña o las contemplaciones de una ideología, de una postura frente a las cosas nombradas por el Otro (Sociedad, conocimiento)? El libro como pieza de orfebrería sostiene otros elementos, y aquí el lenguaje es materia prima, instancia y horizonte del demiurgo, contrariedad y salvación. Esa conciencia sinuosa para muchos es peligrosa, pero ¿quién no aborda los riesgos en poesía? y pretensiosa en otros casos pues convierte al poeta en un cuadriculado más de la hoja inventada. Prefiero destacar la máscara, el objeto nuevo y consciente que nos regala la cadencia y la brevedad de las imágenes. Una denuncia de las sensaciones y un recuerdo cotidiano de la modernidad en su elucubración como texto. En otros casos la poesía es.

Sobre el cemento fresco (pág.13), Yo también he recibido (pág. 45) Tocar todas las cuerdas (pág. 89) arriesgan en contener la beligerancia de una emoción confrontada con la realidad y los estereotipos de la convención occidental (amor, muerte, soledad, fraternidad), pues alteran el discurso y el destino de la vida como un recipiente en qué reflejarnos todos. Esa voz infidente de la poesía que proyecta el lado oscuro de su existencia están intactas y desoladoras en muchas páginas; Granados sabe y defiende, apuesta y escribe desde la forma más lograda de la poesía.

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Sol camuflado, poeta henchido: la poesía de Indran Amirthanayagam

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Estoy a punto de convencerme de que a la mayoría de los poetas y a los especialistas en este arte les interesa muy poco la poesía. Si no, de qué otro modo explicar la inmensa mala calidad de poesía premiada, canonizada e impresa en cuanta página cultural nos cae a las manos. Obvio, seré compasivo –prudente– y no diré los nombres de los escritores en los que pienso y que forman legión. En España, en Brasil, en México, en Chile, en el Perú… Entre los más jóvenes, una poesía que pretende ser maldita, pero que no controla su retórica y carece o no comunica persuasiva experiencia alguna; miles de páginas y poemarios de un Bukowski mal aclimatado a un trago y a una comida que le empalagan. Por otro lado, los más viejos (que a veces tienen veinte años), tozudamente adheridos a Octavio Paz, al neobarroco, al giro lingüístico y, ante todo y toda premisa teórica o técnica, a una nula exploración de lo que –en tanto personas, y antes incluso que poetas– proponen en sus páginas al lector . Por lo tanto, nos hallamos –en toda América Latina y España, juntas– con megalómanos, narcisistas, necios, autoritarios, crédulos y tontos de pacotilla. Poetas, de motu propio o por insana influencia de sus maestros o talleristas, sin ninguna previa experiencia de la literatura (Alfonso Reyes). Así está el mundo, también en lo que toca al campo de la poesía, vendiéndonos gato por liebre… dizque porque media un premio importante, una cháchara del más vivo de los poetas, el reconocimiento a uno de los libros más vendidos.

Toda esta cosa triste que les resumo, muy a pesar mío, nada tiene que ver con el Sol camuflado (Lima: Lustraeditores, 2011) de Indran Amirthanayagam (Ceilán, 1960). Desde hace mucho tiempo no disfrutaba de un hallazgo como el que constituye este poemario. Poesía, a su vez, íntima y dialogante; es decir, como manteniendo un pudor elemental, un secreto. Decoro básico, no auto-represión o gazmoñería, que estructura en sus temas y motivos y lenguaje esta alta poesía. Poemas que celebran los sentidos y, asimismo, ventilan en cada uno de sus versos agudeza e inteligencia. No resultan extraños las paradojas y los camuflajes, entonces. Como no se hace extrañar la fantasía. La fantasía o el candor que muy pronto en nuestros países, por considerarlos erradamente lastre o ingenuidad, trocamos por la ironía. Rilke dolido de que en el joven corazón de su discípulo quiera anidar aquélla. La vana ironía y, ojo, no el humor que sólo lo depara la experiencia y simboliza inequívoca dignidad del vivir.

Todo esto nos lleva a pensar y nos regala Sol camuflado. Y no podría ser de otro modo. Aunque camuflado, aquel astro es el que otorga la vida y, figurativamente, también la lucidez. “[Yo soy] Un fermento de sol/ levadura de sombra y corazón”, así se auto-definirá César Vallejo en “Huaco”(Los heraldos negros). Y a su particular manera también, y sutilmente, Indran Amirthanayagam en el poema “Rebeso”:

“Te beso, te rebeso, te beso de nuevo,
te beso del pie hasta tu cuello, beso tu oreja,
beso el aire que vuela por tu cabello, beso
tu nariz, dientes y pómulos,
beso el dragón, beso el sueño, beso el ombligo,
te beso a ti, te beso, te rebeso.

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Poesía de Guerrero (México) para el mundo

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Ediciones Tarántula Dormida

II
De todos los tipos de tatuajes, prefiero los que ramifican el destino.

Variadas formas de animales adquieren su fisonomía en la selva espesa de la tinta,

son el reflejo del miedo.

Pero elijo las manos oscuras del monje Nagh, su mirada oculta tras líquenes florecidos,

para dar comienzo a la cita con el dolor

de escribir en el cuerpo el nombre de la bestia que seré.

V
El dragón de mi brazo se une a otros ideogramas en la pocilga,
es una dignidad que brota de lo más hondo de la desolación.
Somos abismales monstruos adheridos a otra piel enorme.
Bebemos.

FEDERICO VITE, Grabados a puta seca

Confesion de artume:

Todo lo que te he dicho hasta ahora
han sido meras y reverendas ocurrencias,
excepto que está de la chingada vivir sin su presencia,
sin su aliento penetrando mi rostro,
sin sus dientes intentando morder mis sueños,
sin mis venas por donde circula eterno noche y día.

BLANCA VÁSQUEZ, Los letargos de Artume

El hombrecito verde

Llegué a la casa con el rostro en verde
mi mujer exclamó:
“Dios mío, te estás poniendo verde”
“Es que parece que voy a morir” -le dije,
“Pienso retirarme de la vida pública,
no sería una buena idea seguir así” -contesté.

Mi mujer se quedó sin habla,
durante más de veinte años he guiado su automóvil,
la he llevado a todas partes,
no se ve sin mí,
no sería una buena idea que un cadáver manejara.

Pero pienso vivir en los mundos virtuales,
seré una caricatura verde, con una casa enorme
al lado del mar, arena limpia y espacios grandes
para leer libros, escuchar música
y sentarme rodeado de chicas, bebiendo vino
y comiendo quesos azules.

A mi mujer no le pareció tan mala idea,
quizás podría conseguirse un chofer más guapo,
con el dinero de los seguros podría pagárselo,
saldrían de vacaciones cada verano,
sí, no es una mala idea, todos felices.

“¿No podrías ponerte todo verde de una buena vez?”
-me dijo.

EDGAR ARTAUD JARRY, Fuera de foco

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Presentación de Fuera de foco/ Adriana de la Parra

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El fin de semana, L´arrosoir d´Arthur, abrió las puertas a la poesía en el marco del cuarto aniversario de “La Cartonera”, editorial artística y artesanal, dando inicio a los festejos con la presentación del nuevo libro de Edgar Artaud Jarry. El autor, oriundo de Jojutla, profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Guerrero, entregó una nueva colección de poemas titulada “Fuera de foco”, que a su vez es el segundo paso en el camino del poeta nacido en 1953.

Cabe destacar que Artaud Jarry es el primer autor que se publica por segunda ocasión en la casa editorial. El primer título “Golpeándome la cabeza”, se presentó en mayo de 2009, en La Casona Spencer. Edgar Ataud durante sus años como artista de la pluma y papel, ha escrito cientos de poemas, los cuales pueden seguirse a través del portal www.ealtamir.blogspot.com.

Según los comentarios de Pedro Granados, presente en el evento, la obra de Artaud “es una de las más importantes en la poesía contemporánea de México”. Granados comparó la solidez de los textos de “Fuera de foco” con el guión cinematográfico de “Apocalisis Now” y agregó; “sus versos pueden pasar por lo filosófico, lo social y lo psicológico sin ningún problema, son como las capas de un hojaldre, las hay para todos los gustos y para todas las edades, es un privilegio tener a un poeta de semejante traza aquí, junto a nosotros”.

Para cerrar el evento “el poeta infrarrealista”, como se autodenomina Edgar Artaud, dio muestra al interesado auditorio del peso de sus palabra y aunque con voz discreta y ademanes reservados, los versos llegaron al público que gozo de la velada. Efectivamente, la figura discreta y tímida del autor, no es sino un velo que cubre un racimo de poesía versátil y lúdica.

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