Agüeros para armar (nobloga III)

De eso no se habla

El chofer estaba lívido pero, urgido por el tiempo, no me bajé de su coche.  Serán máximo siete soles, pensaba, porque la Biblioteca Nacional no quedaba muy lejos.  El tipo del taxi me confirmó la tarifa, sin embargo, permanecía como ido.  Me arrellené en el asiento de atrás, el auto caminó un par de cuadras hasta el semáforo.  Una vez allí, el tipo me observó por el retrovisor y repitió en voz baja:

-De eso no se habla.  De eso no se habla.

Me encanta hablar con los taxistas, claro, un tanto menos que ir a la cachina, solo o con mi mujer, y disfrutar y nutrirme de la lengua que concentra allí mi ciudad, sumada en estos tiempos, a la que habla la legión de  venezolanos que encontramos por doquier.  En fin, mirando una y otra vez por su retrovisor, el taxista me habló; mejor dicho,  pareciera que se desahogó conmigo:

-Pero si sólo pregunté por lo que haría Vladimiro Montesinos diariamente, nada más.  Sin importarme mucho la cosa, además.  Porque sabemos mucho, por la prensa, de cómo es la celda de Fujimori y su rutina: su salita, su baño, su media hora de recreo.  Pero del otro, nada, ningún tipo de detalle, Mister.

-Ah ya, intervine.

-Dije aquello y uno de los cabrones, antes de bajarse del auto, me apunta en las costillas con un fierro y me dice bajito: “de eso no se habla”.  Fueron tres hombres de terno oscuro que me llenaron el carro por lo corpulentos que eran.  Nada más eso dije, amigo.  Perdón, ¿a dónde lo llevo?  A sí, al cruce de Guardia Civil con Javier Prado, correcto.

-Usted tiene razón, tienes toda la razón.  Alguna vez ha salido el tema, con otros taxistas, y se tejen muchas historias con el tío Vlady.  Que, por ejemplo, sale por las noches a tomarse sus tragos, justo cerca de aquí.

-Pero si eso es cierto, varios colegas míos lo han visto.  Chupa junto a sus guardias y con mujeres.  Muy ricas costillas.

El hombre se animó con la conversación, yo me tranquilicé, pero de pronto otra vez musitó:

-Aunque, de eso no se habla, no se habla.

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ECOTECNIA… CON-TACTO…/ ARMANDO ALMÁNZAR-BOTELLO

 

“Testigos los testículos solares.” Octavio Paz

A Jacques Derrida; a Gilles Deleuze; al pintor Francis Bacon, in memoriam

 

A Jean-Luc Nancy

 

Él podía también, utilizando su pincel dionístico y esquizo, consagrar en un instante las bandas de carne indecidible —travesti, hombre, cerdo, vaca, dios-dolor sacrificados—, colgadas latiendo, gimiendo, en los cautelosos garfios de la carnicería secreta, fantasmagórica, siniestra, en claroscuros desangrada.

 

Tocinería clásica, maquinal y manierista, popular-informal y barroca, futurista-urbana y onírica, la que urdía rizomática la trama tan corpórea, golosa, inexorable, de un viejo agazapado por detrás de su bulimia, remoto, agotado, humanista, cuando mira en carne viva su anatomía esquemática, duplicada con variantes de sí como de otros, pueblo informe desollado, (a)di-vino, sollozado, carismático-fonético, grafemático en espejo de las nuevas cosmobelias…

 

O podría ser quizá un rostro absorto en el rumor de su cuántica materia, mas luego manifiesto su vibrar molecular de cara intensa, colindando con la carne animal, proliferante, que dice un “no” fecundo a la hipóstasis del Verbo, al silente diferirla, dislocada en diferencia, bríotexto maquinal y caosmótico…

 

¿O estaría el Yo en presencia de una gran terrible ausencia: corte, hiato, “fin final” del hombre metafísico, imprevista la sutura, diseminación ecotécnica de lo háptico innombrable: intrusión lo posthumano protésico que sangra?

 

En fin, podríamos estar confrontando aquí, extraños, alienígenas nosotros, en esta imagen est/ética, figurativo/estallada, vagina del Afuera germinante, una suerte proteiforme de arte-cáncer enjaulado —grito en fiebre de la “carne loca y ciega que se abisma”, que inaugura nuevas formas de otredad, de alteridad en la distancia y su reverso—: la grafía inverosímil de lo (im)propio en lo semántico.

 

Así dice una letra la “yección”, la interrupción, en la fuga de lo bello roto al fin en el con-tacto, en la membrana, intenso devenir “la vida muerte”, en singular-pluralidad, “local, modal, fractal”, del tacto indecidible y ecotécnico…

 

¡(No) hay relación sexual! ¡Oh síncopa que narra nuevos cuerpos que se hacen, convulsionan y deshacen, que transitan su erotismo polimorfo por la carne-(sin)sentido que modula y (re)genera, sin origen ni presente, otro amor inabarcable, pujanza de lo neutro, el gesto roto en rito primordial de la existencia!

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Por una revisión de la poesía peruana –y su crítica– post-pandemia

“Los poetas vivos y más vivos del Perú (y también de otras latitudes)” es un texto de 2002, aunque creemos que luego de 18 años sigue fresco.  En general, me reafirmo en lo que escribí allí.  Aunque añadiría que también ya me hastió, en tanto poeta, Carlos López Degregori (el cual se “salvó” en el texto primigenio), por unidimensional; es decir, por no dar pistas de que saldrá algún día de su monólogo y conflictos de clase media, de su narcisismo ya rancio.  Y, también, agregar que el mayor aporte de Mario Montalbetti a la literatura y al pensamiento del Perú, fue el haber llevado –hacia los años ochenta– los recitales de poesía al Olivar de San Isidro.  Asimismo, que la noria del “Taller de poesía de San Marcos” –que dirigen o dirigieron Marco Martos con Hildebrando Pérez por cerca de medio siglo– fue lo segundo peor que le ocurrió a la poesía peruana; por contentarse y fomentar –bueno, acaso los tiempos no daban para otra cosa– el hipo-realismo bajo todas sus formas, prototipo de poetas incluido.  Decimos lo segundo peor, porque lo primero siguen siendo los versos y la crítica de poesía o de arte que publica los domingos El Comercio; verbigracia, los párrafos de porfiado de J.C. Yrigoyen o los del invariablemente precoz S. Pimentel.  Lo que urge más en nuestra poesía trasatlántica es talento y, en seguida, valentía, imaginación y buen humor para sacarla adelante.  La poesía es un don, pero al mismo tiempo “la poesía es dignidad” (acaso el mejor verso de Luis Hernández Camarero).  Por lo tanto, debemos hacernos dignos de ese don que constituye, a la larga, una sensibilidad que se sabe colectiva –como en su radical individualidad lo supo siempre César Vallejo– aunque ni políticos ni asesores de alguna cosa ni comerciantes ni profesores, de puro metidos, van a reconocer que no son poetas.  Por más teoría de la recepción que en su descargo los socorra o post-autonomía de la literatura que intente ampararlos.

En fin, de cara al futuro, me provoca establecer un balance de la crítica de la poesía peruana, digamos, post-Mariátegui.  Y, también, de la crítica a nivel de la región o, más bien, trasatlántica.  La poesía es su crítica.  Labor por ahora complicada porque –para variar– carezco de auspicios; aunque de algún modo mi manuscrito engavetado, “Autismo comprometido: sobre poesía hispana reciente”,  brinde ya algunas luces*.   Lo que sí podría anticipar es que en este periodo hemos tenido la suerte de tener pésimos lectores de poesía; gracias a los cuales reaccionamos e intentamos cultivar  nuestro propio huerto.  Entre tozudos reaccionarios/ as –que no aceptan, por ejemplo, sea el “cholito” César Vallejo, y no el clan Cisneros, el que realmente da la cara al mundo por el Perú — o lectores “comprometidos”  que, de modo invariable,  confunden la poesía con un discurso de ocasión.  Fascistoides que trajinan a Eguren, hombre humilde y poeta probo, lo jalonan de aquí para allá para oponerlo a Vallejo; como si  éste no hubiera sido el primero en reconocer la grandeza de Eguren, y dejara a nosotros percatarnos que este último está ya íntegro como una parte de Vallejo (sobre todo en Los heraldos negros).  Sin embargo, es justo advertirlo, en el periodo también hemos contado con algunos excelentes lectores  de poesía: Beatriz Sarlo, Julio Ortega, Amálio Pinheiro, Boris Schnaiderman o Teresa Guillén, a modo de muestra.

* Una versión menos ambiciosa de este último ya fue publicada, Autismo comprometido: Sobre poesía peruana reciente (Lima: Paracaídas Editores, 2013); libro que mereció –al margen del incisivo denuesto por los gazapos ortográficos allí colados–  una muy generosa lectura por parte del finado y recordado  Marco Aurelio Denegri.

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Trilce I/ John Divola

“un sol tutelar está presente en Trilce (I) desde el inicio del libro hasta el final del mismo (LXXVII).  Presencia tutelar en tanto Sol propiamente dicho o, de modo indistinto, en tanto Inkarrí; es decir, protección en la costa y en la sierra, en lo alto y en lo bajo” (Pedro Granados, Trilce/Tetaro: guión, personajes y público)

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Cinco ensayos deseantes

Índice

Prólogo de Alan Smith Soto

1. La cárcel de amor como exemplum

2. El mar como tema estructurante en la Fabula de Polifemo y Galatea

de Luis de Góngora

3. La novela como responso y elegía: La distribución de lo lírico

en Fortunata y Jacinta

4. Fanopoeia y logopoeia en Guillén y Cernuda

5. Desde otra margen: La última poesía española

Colofón de Antonio Carreño

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13avo aniversario de nuestro blog

Se nos estaba pasando celebrar, aunque en temporada tan poco celebrativa, los 13 años de existencia de nuestro blog (16/6/2007).  Pensamos que hemos cumplido, con nosotros mismos y con el público que en estos años se ha acercado a esta página.  En una entrada anterior, más bien “antigua”, declaraba que los tenía a todos y cada uno de ustedes “chequeados”; en realidad, esto último era para aludir o inquietar a los unknown.  Para nosotros esta categoría de visitante oscila, ya que desde chiquitos hemos sido quisquillosos, entre algo más que anónimo y algo poco menos que fisgón, pilatos y hasta enemigo.  Disculpen mis cuates, pero así se mueve  este pechito.  Mejor dicho, se movía, porque a estas alturas conozco perfectamente de quiénes se trata; y, a nuestra edad, al menos la del calendario, nos tiene sin mayor cuidado.  Todos somos, más allá de las lucecitas que brillan sobre el localizador de la Internet,  una bola de desconocidos; en primer lugar, para nosotros mismos.  Aparte de seres frágiles y harto efímeros; sino preguntémosle al que hoy por hoy lleva puesta la corona del mundo.  “La Pandemia literaria”, con este lema reseñamos un libro reciente de Julio Ortega, uno de nuestros más caros maestros junto con Germán Paulino –mi “hermano ignorante”, en términos de Jacques Rancière–, y allí constatamos que en nuestro blog no hemos hecho otra cosa  que ponerle su sano epitafio a todo, tanto a autores como a obras literarias (cada uno ya en esta  existencia tiene su merecido), pero jamás a la poesía. La que no figura necesariamente, o por lo general escasea, en la literatura (Luis Cernuda dixit) porque aquélla es libre, aleatoria, oscilante, democrática, leve, extraterrestre, y un largo etcétera y no distingue entre géneros (al menos entre los literarios o históricos) y, por lo tanto, no le podríamos colgar epitafio alguno.  Honor a la poesía entonces, con mala o buena suerte, con covit o sin covit, con blog o sin él.  Quisquilloso, o no, me hallaré siempre honrado con la visita de cada uno de ustedes.  Muchas gracias.  Y abajo copio el enlace, a manera de un modesto presente por la ocasión, de Poeta sin enchufe; nuestra más reciente “nobloga”, para variar, entre andina y caribeña o viceversa.

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Agüeros para armar (nobloga II)

Siempre que llegas a una nueva ciudad

Siempre que llegas a una nueva ciudad piensas, has pensado, que una mujer te espera, ha estado esperándote.  Tu cuerpo está roto, tu alma hecha pedazos, tu recuerdo evaporado.  Sin embargo,  aquéllas todavía viven en ti.  Todavía saboreas y engulles, hechas de tan humana carne, tal como angustia y desesperación del espíritu.  Lo mismo entre las magas noveles y las magas no tan noveles.  Pero a qué invita en esta tarde esta muerte viva. De como si no hubiéramos nacido y menos muerto y tampoco resucitado.  A qué apunta este puño de certeza.  A qué apuntó este estrepitoso golpe desde el vacío.  Un hilo que ignorábamos sujetaba tamaña nube.  Este leve sentimiento, oh sorpresa, que se adosaba a nuestra madre intacta.  A mi cariño final rodando desde aquella no tan lejana colina.  Mi amor, una bomba atómica portátil.  Tal como lo vislumbré de muchacho.  Bueno, un muchacho bastante crecido y, para qué, muy hermoso.  Y muy pobre y muy rico.  Porque todo le caía de gracia.  En primer lugar, la poesía.  Mi amor.  El amor.  Una panorámica donde todos aparecemos con nuestra sonrisa más radiante .  Un grito donde nos agolpamos y cobijamos.  Nuestra hoja más afilada contra la muerte.  Ante cualquier tipo de muerte y ante cualquier tipo de dios y ante cualquier tipo de promesa.  Una mirada díscola hacia aquella fría y lejana estrella.

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Noblogas nuestras

La NOBLOGA: novela breve  e internet*

*Ensayo presentado en el VII Congreso Internacional de Literatura Hispánica – Cusco, Perú, 3 al 6 de marzo, 2008.

Resumen
En nuestros días la literatura en lengua española pareciera redefinirse –en el marco general del diálogo entre diversas tradiciones– no sólo en su tendencia al contacto o hibridez de los géneros históricos sino, creemos, también en cuanto a su ósmosis o implementación de la brevedad, fragmentación y dinamismo de la internet. Desde esta última perspectiva, por ejemplo, pareciera que hoy por hoy nuestra auto imagen –tal como lo discutíamos hace poco con la Dra. Jodi Dean de Smith Collage (Nueva York)– ya no precisa volverse narrativa, en el sentido de ceñirse a la linealidad, y más bien recurre a fragmentos o instantes que son, como se sabe, el lenguaje típico de los blog[1]. Obviamente, podemos relacionar esto último –lo del yo o self image que ya no precisa volverse narrativo– también con el cubismo y con el arte de vanguardia en general[2]. De este modo, nuestra propuesta de novela breve –que vamos acuñando aquí con la denominación de nobloga— tiene de vanguardista (por lo fragmentaria y multi focal) como refleja también la relevancia que una tecnología y modo de comunicación tal como la que hoy en día representan los blog. Tomemos conciencia de ello o no, bajo presión de los mass media estamos constantemente en plan de cotejo y experimentación intercultural –haciendo dialogar nuestra cultura local con otras– y también de experimentación tecnológica: aprendiendo o mejorando, por ejemplo, nuestro desempeño con la internet (correo, chat, blog, etc.). La novela no está ajena a nada de esto.

Palabras clave: blogonovela; novela fragmentada; nobloga.

[1] “[Definición] Cierto (multi)formato de publicación en la Web, conocido indistintamente como weblog (término acuñado en 1997), blog (1999), cuaderno de bitácora o bitácora (en español)” (Sáez Vacas2007).  Según los entendidos, lo más resueltamente característico del lenguaje de los blog –frente a una gramática de texto plano (galaxia Gutemberg)– es el empleo de los hiperenlaces: “ En opinión de Rebecca Blood (The Weblog Handbook, Perseus, 2002), el hiperenlace, o enlace, es el principal atributo de la Web y por ende el mayor distintivo de un blog [aquello de su estructura hipertextual de las notas], con respecto a las formas tradicionales de publicación” (Sáez 2007).  Característica fundamental a la que habría que añadir acaso otra de rango similar: “la inmediatez propia del medio [la posibilidad de comentario y conversaciones]” (Fumero 57); lo cual, en suma, podríamos resumir del modo siguiente: “Se puede afirmar que el único mecanismo estrictamente necesario para la existencia de conversaciones en la blogósfera es el enlace hipertextual” (Fumero 48-49).

[2] Sobre todo en lo que atañe al uso del collage que “contrapone segmentos extraídos de contextos muy disímiles que se ensamblan en conjuntos figuradamente transitorios, causales, sin perder su alteridad […] En el collage, la heterogeneidad es la estrategia de su constitución como modelo” (Yurkievich 89-90), aunque, tal como lo señala Juan Armando Apple en su tipificación de la novela fragmentada, puntulizando que aquellos “segmentos” son: “autónomos pero también reusables” (4); es decir, lo que a su turno trae a colación una actitud, por ejemplo, ya común entre los dadaistas: “Inmersos en la cultura del consumo y del desecho, inventan el arte residual (trash-art) capaz de aprovechar estéticamente la gran diversidad de desperdicios del mundo industrial” (91).  Conexiones, en suma, que también a otro nivel podríamos resumir del modo siguiente: “La novela fragmentada […] asume creadoramente una deuda con la vanguardia latinoamericana, preocupada tanto por la aceleración de la historia como la atomización de los discursos y mensajes, para reconfigurar simbólicamente los dilemas gnoseológicos y éticos de un sistema nacional social y culturalmente segmentado” (Apple 1-2)

LA NOBLOGA. pdf

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