Archivo de la categoría: Narrativa

Narrativa

“Plusvalía”/ Mario Guevara Paredes

Después de una acalorada discusión, el convicto y confeso troskista, poniendo en práctica su ideología marxista (conocimiento que le sirvió para salir airoso de incontables polémicas, que derivaban de que el mundo está jodido por los dictados del Tío Sam, que introduce sus pestilentes narices donde nadie se lo solicita, porque este viejo prepotente y manganzón se cree gendarme de la humanidad), intentó disuadir a su cónyuge para que no contratara los servicios de una “empleada doméstica”, porque consideraba que ese trabajo iba en contra de sus principios materialistas, dado que la explotarían como viles e infames capitalistas. La mujer, con la parsimonia de siempre, le contestó: ¿Y quién lavará tu mugrosa ropa?

De Usted, nuestra amante italiana (libro en preparación) »Leer más

Sobre Prepucio carmesí / Roberto Zariquiey*

Querido Pedro:

El fin de semana pude, al fin, leer Prepucio carmesí. La leí con especial emoción, ya que, como tú mismo lo dices, se trata de una autobiografía “apócrifa”. Pasajes sumamente intensos los entregados a tu hermano Germán, a tus recuerdos de Breña y a tus padres. Tambien así aquél que dedicas a la cultura norteamericana y a los poetas y la poesía. Pero me parece que no te quedas en el recuerdo, sino que lo trasciendes y lo haces otra cosa. Por ello, tal como ocurre con La casa de cartón, es difícil atribuirle un género a Prepucio. Díficil por la intercalación de poemas, la brevedad de los capitulillos o secciones o la emoción que tiñe a varios fragmentos, tornándolos poemas en prosa (poemas que, además, recogen la voz de tus libros de verso). A ello, debemos añadir los análisis casi sociológicos que muchas veces ofreces (citas de libros de teoría) y las referencias a otros poetas de latinoamérica y a su obra. En definitiva, me dejó una muy buena sensación y puso ante mis ojos la evidencia necesaria para confirmar algo que yo, desde hace tiempo, ya sabía: eres un escritor que, haga lo que haga, ha decidido no traicionarse y en verdad no lo hace.

un fuerte abrazo

roberto zariquiey

p.d. sigue mi deuda con Los poetas más vivos del Perú

*ROBERTO ZARIQUIEY (Lima, 1979). Ha publicado los poemarios Lo torpe (2001) y Tratado de arqueología peruana (2005). Lingüista. Actualmente estudia un doctorado en lenguas nativas en Australia.
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Manual de pistola automática

Browning M1922

La ciudad sin pecado de Carlos Basile Concha

Juan Carlos Mústiga (Lima, 1958) es “Carlos Basile Concha” o “Carlo”, para “Tancredi Lo Grasso”, uno de los inolvidables protagonistas de esta nueva novela del autor peruano, Manual de pistola automática (Lima: Fondo editorial PUCP, 2005). Como es “Papeluchero” o “Perol”, por el oficio de escribidor y, respectivamente, por lo gordo para los demás personajes de esta fábula: “Mono” (“Monkey”), “Pan con leche” “(“Panes”), “Elsie”, “Shimabukuro” o “Pihuicho”.

Coloquio de perros, tal como en la famosa obra de Cervantes, todos vagabundos canes; pero, al mismo tiempo, filósofos de la vida, irredentos lectores de cabeza alta y baja. Tal como en Pedro Páramo, también, “Carlos Basile Concha” sale en busca de su padre. Después de casi toda una vida, los “cuarentisonqui” años, sólo conserva de él una foto antigua robada a su madre y, sobre todo, una infidencia involuntaria de uno de sus queridos tíos: “Era bailarín, alegre, trompeador, no le tenía miedo a nada; nadador, esbelto, atleta; murió ahogado en los Estados Unidos, a donde pensaba llevarnos; andaba con una gente extraña, peligrosa; no, no se ahogó, lo mataron; they killed him…”. Estas palabras actuarán, en el transcurso de la novela, a manera de malla omniabarcadora o, más exactamente, red sumergida donde irán a articularse los encuentros y desencuentros de sus personajes; y donde vendrá a reposar, leve, la poesía de este Manual de pistola automática.

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A propósito del Movimiento Erranticista de la República Dominicana

Glaem ("Pippen"

“Erranticistas ganan corazón de la gente en la vieja ciudad”
http://www.listin.com.do/app/article.aspx?id=22445

ASODOPICA
No faltan a ninguna de las exposiciones, vienen de dos en dos, de tres en tres, de paquete en paquete. Llegan sedientos, hambrientos, vapuleados por la afanada tarde en petrus, la cafetera, Bariloche, café conde, o sencillamente el parque, donde, tras una búsqueda intensiva logran completar la agenda nocturna: Poeta, usted no sabe si hay alguna actividad esta noche? Ya le he preguntado a par de gente, y no saben! »Leer más

“Si yo lo escribí”, la poesía de Raúl Gómez Jattin (Testimonio)

Dibujo de Bibiana Vélez Cobo

Durante el III Festival de Poesía en Medellín (Junio de 1993), escuchamos por primera vez a Raúl Gómez Jattin. Este fue de chanclas coloradas y sin libro alguno a su propio recital, lo acompañaban Javier Sologuren, Juan Manuel Roca, y otro poeta del que ahora no nos acordamos. El público –que adoraba a Raúl– abarrotaba el céntrico auditorio. Llegado su turno, y después de dar muchas puyas a Roca, advirtió que no podía leer sin espejuelos; de aquella sala tipo anfiteatro fueron descendiendo, entonces, anteojos de diferentes formas y colores. Con el abracadabra de sus pesadas manos Raúl fue probándose cada uno; desdeñó inmediatamente el primero, unos cristales de marco grueso y de aspecto muy intelectual; lo mismo hizo con el segundo y con el tercero, discretos lentes de empleado, de disciplinado y tímido ganapán; finalmente, eligió unos de formato más bien estrecho, pero que quedaban flameándole de modo muy vivo en cada cien. Con estos leyó, mejor dicho, este poeta de casi dos metros de alto y de supersticiosos lentes de gatúbela, quizo empezar a cantar, preguntó sobre las preferencias del público que en ese preciso momento ya lo observaba atónito.
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