Grosso modo, esta valiosa mesa evidenció, en conjunto, interés en algo que se impone cada día más entre los estudios de las Humanidades en nuestra región; el cual implica todo un cambio epistemológico o, mejor aún, la necesidad de un giro ontológico. No solamente asumir la complejidad o simultaneidad del asunto (Edgar Morin o Cornejo Polar), en este caso el gran tema de cómo leer en tanto especialistas de alguna rama de las ciencias sociales o de la enseñanza de literatura oral/escrita; aunque, finalmente, asunto que implica el modo en que nos leemos a nosotros mismos y también en tanto comunidad. Ahora, tratándose en particular del Perú, y a muy buena hora, cómo el juego mismo del palimpsesto/ prototipo (“huella”/ “primer modelo” prospectivo que no ha perdido vigencia y se halla presente en la realidad), asimismo, va ganándonos en el modo en que nos acercamos a leer, por ejemplo, Dioses y hombres de Huarochiri; intentamos implementar modos de cosechar lo que los estudiantes desde ya traen al aula; o enfrentarnos al espinoso tema de la división, por lo general muy tajante, que solemos establecer entre oralidad/ escritura o español/lenguas nativas. Es como si constatáramos que las oscilaciones del Barroco, sus figuraciones (Doris, Polifemo, Acis, Galatea), sólo en apariencia son cualitativamente distintas; y, más bien, constituyen palimpsestos del mar (en la Fábula de Luis de Góngora y Argote) o de Inkarrí (en el poemario Trilce). Es decir, y por cierto, no se trata del Barroco canónico del siglo XVII; sino de un estruendo que hoy por hoy percibimos mejor y que en otro lugar hemos esbozado de la siguiente manera: Barroco +Vallejo=Barrojo. P.G.
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31/08/25: Humanidades de César Vallejo/ Talleres de Bolsillo
29/08/25: CARAS VEMOS Y CORAZONES SABEMOS
22/08/25: SASHA REITER, TRADUCTORA
Pienso que es perfectamente posible traducir una cultura a otra, aunque no se pueda decir que esta traducción sea mejor o peor respecto a un original. ¿Cuál original? ¿Cuál principio u origen? Bastardos somos todos no sólo a nivel genético, sino asimismo a nivel cultural. Compartimos, a modo de glosolalias insertadas en nuestra cultura y a veces también en nuestras lenguas, desde ya fragmentos de muchas culturas anteriores que sobreviven en nosotros, que sólo de modo aparente se encuentran extintas. Y que se activan y actualizan, algunas de ellas, particularmente cuando se escribe poesía. Somos permanentes homínidos migrantes con una gran y antigua alma en común. Esto sostiene la posibilidad misma de la traducción.
Me parece que en las versiones de mis poemas al inglés se acentúa el aspecto conceptual o intelectual de los mismos; no sé qué tanto sea equivalente, entre ambos idiomas, el aspecto expresivo o más corpóreo. Acaso aludan, más bien, a las coordenadas propias de un cuerpo o sensibilidad distintos en inglés. Pero aquello no está mal o no constituye una limitación de la traducción; por el contrario, mi poesía ventila mucho aquel aspecto intelectual, aunque entrelazado a lo cotidiano. Y que el aspecto expresivo al que se ligue en inglés no disminuye, sino, por el contrario, multiplica sus posibilidades apelativas y de configuración de realidad. Agradezco mucho, a Sasha Reiter e Isaac Goldemberg, su inspirada traducción de algunos de los poemas de La mirada (2020), y el haberme permitido meditar sobre estas cosas. P.G.









