
Todavía siento esta melodía en la oscuridad
una partitura hecha trizas por familias
de músicos que ejecutan una justicia
sumaria en cada recodo de la urbe
¡cuánto castigo cabe en sus notas lejanas!
Esta augusta catalepsia tiene oídos
para olés y llantos
doquier reinan y dividen las leyes draconianas
contra el tararear furtivo
las reapariciones son
un remolino de hojas
que se revuelca
en el gris del otoño
duelo y vuelo en la santa madrugada,
ojeras de un sueño repleto de agitados acordes
de rencillas con el más allá porque la belleza
no cierre el paso a otras bellezas que se niegan
a marcar el compás,
que niegan el compás,
la maquina de incidentes entreteje
¡tantos ayes!
¡tantas manos retorciéndose en desesperados regazos!
esas voces atlánticas se agigantan por los ríos del aire
vuelve una rumba insomne a inundar la orilla del durmiente
nadie debe aferrarse así
a un estribillo
de palabras que no existen
nadie que no esté de más
de más y respirando el acontecimiento
que se extingue en la lejanía de un sonido
has de creer para sentir que tienes algo,
siendo el tener cada vez más decisivo,
y el sentir, apenas sombra del tener,
y no prosigo
es
evitar la sombra
tanto como
evitar la luz
De: Contra el ensimismamiento (partituras)









