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Poesía

Poetas de El sótano 00931

sinsoras.blogspot.com
Zuleika Pagán López (Adjuntas, Puerto Rico, 1982)

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cuando muera y me quiten el cuerpo
me entreguen el nuevo
voy a estrenarlo con cualquiera, menos contigo
-ese error no lo cometo dos veces-
sin embargo
cuando mueras y te quiten el cuerpo
te entreguen el nuevo
exijo sea de segunda mano
de los defectuosos que devuelven a garantía
es decir, esos que reparan con piezas de imitación…

es.wikipedia.org
Federico Irizarry Natal (Ponce, Puerto Rico, 1972)

Lentitud del bar (con una esquina rota)

Estoy sentado en la parte más oscura del bar tomando lentamente
la cerveza. No estoy solo. Frente a mí -en el extremo opuesto-, una
pareja ensimismada. No pasarán de veinte años y ya conocen la
asfixia de comerse en un furioso acto de canibalismo. Yo los miro.
Y son ambos, en uno sólo, un conjunto de labios dinamitados.
Carne desatada en un intenso bloque de respiración viva. Yo los
miro. Y la mirada me devuelve una estela de sexo brutal y sil-
vestre. Yo permanezco vagamente estúpido. En las manos: exce-
dentes de una roca activada en el desierto.

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ACT. 315: ’12: 25 AM’/ Esteban Palma

http://blog.pucp.edu.pe/?memberid=3574&blogid=2629

Por tercera vez te he visto caminar por mi cintura, te has acercado (y acertaste) ya no estoy más entre esas tres columnas de la madrugada (ni el humo de tus ojos, ni el aliento de la calle, ni urbanizaciones que arremeten contra el silencio).

Por tercera vez te he contemplado los párpados azules que tiene el cielo cuando de canto se erizan las estrellas; y te he conocido por enésima vez en el ombligo del mundo; y te he corrompido hasta la más imaginaria de las nubes.

Por primera vez me has puesto de colores, y has borrado esa canción desesperada que adorando tu cuerpo creyó tocar lo bello.

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ACT.315: ‘TXT’/ Claudio Jair García Téllez

cronistadeguarroman...

yo no bailo

Yo no bailo la
cu
cu
cumbia
pero he aprendido a convivir con ella

donde

Un hombre camina
y enciende un cigarrillo
se luciérnaga
y se luciérnaga
una vez más

El hombre abre la puerta
y se enciende
se apoema
como insultando

Entra al bar y corrige a una mujer
entra al baño y lo observa

César se lava las manos
y mira el espejo
y no ve nada

Una taurus
.38
se desnuda

datero

a mí
la okey
no me pone

puta madre

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ACT.315: ‘Cae mi mano’/ Claudia Ruiz

creatinademas.blogspot.com

Cae mi mano
y cae con ella mi armadura
como cae esa hoja saturada de llovizna

caen tus párpados
fulminados
mientras desentierran de mí
un cadáver
otro

veo
“esto es real, estas manos también son reales”

tus palabras desmenuzadas
hechas hojarasca
se elevan

mientras cae mi mano
entregando mis reparos

y esa hoja

derramando la llovizna
reunida
en lo que dura este beso

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ACT. 315: [Niño del fútbol]/ Pablo Salazar

Cortesía del autor

Niño del fútbol
pasé al salón
más grande
de mi colegio

un garabato de colores se aburría

y malhumorado
dibujó el estadio
de mi carrera
al vacío

sin pelota
con pelota
gambeteando
a toda esa defensa
que se agolpa en el pecho
de este invierno
frente a la portería

y yo de cara al gol
sin viento en los pulmones
gambeteando

buscando el espacio
el vacío
por donde pasar.

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ACT 315: ‘tchau’/ Daniela Chávez

Cortesía de Daniela
(“Último día de colegio”)

Algo verde me acaricia las pestañas

Solo después de un tiempo siento el recelo de tus monosílabos

Me cambiaste

Te cambié yo a ti?

Un perdón no basta pero es lo único que mi lengua palpa

Tal vez dos hagan el truco

Si te recito mentiras blancas por un rato

Y tus lágrimas besan las mías

Lo conseguiría?

Inseguridad se llama y no tiene ni manos ni pies

Pero sí cuerpo, y pesado

Esa masa gruesa que corrompe mi abdomen

Y me lleva a un cuerpo débil, como el mío

Esa quimera que me logró vencer

Que ahora me hace llorar

Que me hace perder

Perder-te

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Al lente espacial Hubble

dsmn.wordpress.com

*
El sol del crepúsculo
no es un juego de niños
son enormes llamaradas
y explosiones terribles.
Pero no le da la voz.

*
La noche va cayendo
en mi pecho
como jalea en un frasco
pequeño y transparente.
Quema la noche.

*
A la distancia
frondosos árboles
ocultan la avenida.
Parece que todo terminara
y convergiera en ese verde.
Pero no es así.

Incluso en la ciudad
la tierra es redonda.

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CONSTELACIÓN/ Gabriel Espinoza Suárez (Callao, 1971)

cortesía G.E.S

I

Abre los ojos

Río arriba flota una sonrisa
Y en el aire los peces
Sigilosos descuelgan la boca del anzuelo

Oh niño
Abre los ojos

El universo desciende en cascada
Como una raza de moscas

Bebamos el suero lento de esta tarde
Mientras oscurece el oro rojo
Y los cuerpos interrogan el paisaje
Como una ciencia

Tibio es el aire y grande la nostalgia

II

He vuelto a rezar con los ojos abiertos
He visto a un niño
Manchado de luz
Amarrando el sol a su estaca

Me dijo:
Desordena tu rebaño
Déjalo rumiar las ondulaciones del pasto

III

Creo en dios
Creo en el sol
Creo en la sombra
Creo en la nariz
Creo en mi lengua
Creo en la desaparición de la boca

Un racimo semejante
Bermellón
Preserva las moscas

IV

De la boca sale un río que adelgaza la boca:
El aire es
La infancia
La oscura voz
Respira el oído
La sed con nuevos brotes la boca
Mirando al cielo del paladar
Oh árboles
El horizonte es más dulce que un secreto en los labios
Oh
Mezcla ondulante
Lengua con brillo de cacto
Abre y cierra las constelaciones
Acaricia la fruta carnosa táctil
Racimo de sangre, pliegues morenos
Semillas amargas no pensé que germinaran

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Poemas de Juan W. Yufra (Moquegua, Perú, 1977)

latorredelasparadoja...

Abs 7
antes de quebrarse
y caer como una garúa
el viento

Monólogo de Lea
9
-Esto que ves aquí
Son peces desorientados por la marea

20
La muerte
Existe
Hasta para las aves
Más
Legendarias

___________________________
En Instalación (Arequipa: Cascahuesos/Auqui, 2009), hallamos algunos versos espléndidos por su catadura tentativa, especulativa; no en vano, en su interior nos topamos con un significativo epígrafe atribuido a Alberto Caeiro: “El mundo se hizo para que pensáramos en él”. Y tal como en Pessoa nos complace constatar también, en este reciente libro de Yufra, cómo el yo romántico hace agua y se abren, felizmente para la poesía, estos jirones de pensamientos o líquenes arrancados de la corteza de un árbol inmenso. Del árbol de lo autoritario, de lo de sobra conocido, de lo que regularmente los funcionarios del sentido común (políticos, narradores de noticias, consejeros de toda laya) suelen ventilar impávidos ante nosotros.

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EDICIÓN EXTRAORDINARIA/ HELENA USANDIZAGA

A propósito de la reedición de Mate de cedrón (1974). Libro que se presenta este sábado 28 a las 8:30 pm. en la Feria del Libro Ricardo Palma (SALA “LOS GENIECILLOS DOMINICALES”).

labocadelsapo...

Cuando conocí a Vladimir Herrera, en 1974, llevaba arcilla
roja en los zapatos y la ropa y los libros estrujados en una
mochila también roja. Entre esos libros estaban unos cuan-
tos ejemplares de Mate de cedrón, que acababa de salir en Li-
ma casi al tiempo que Vladimir salía de Lima.

El imaginario de Mate de cedrón se prolongaba en su
llegada en barco a Barcelona, a una ciudad en la que toda-
vía se podían oír, aun desde la parte alta de la ciudad, las
sirenas de los barcos en el puerto, como en los poemas de
Mate de cedrón. De Barcelona a Lisboa, de Lisboa a Roma, de
Roma a París, de París otra a vez a Barcelona y a Mallorca, y
otra vez a Barcelona, siempre con Mate de cedrón en la mo-
chila: la música y las imágenes, la amistad y la vida expues-
ta, la celebración y la fiesta, la lectura y la escritura, el pen-
samiento y la meditación, el amor y el cuerpo, la vivencia
de otras mañanas, otras tardes y otras noches que no eran
aquellas que se daban por sentadas, las que proponía el or-
den de la vida adulta y domesticada. La intuición de otra
vida y otra realidad que iluminaba el vagar por las estacio-
nes de tren, por los puertos, por las calles y plazas de las
ciudades; todo esto prolongaba el espíritu de Mate de cedrón
y soplaba sobre otra escritura que pronto produjo Del vera-
no inculto, libro publicado en Valencia en 1980 y que abrió
otra época en la escritura de Herrera, de un barroco a la vez
hermético y luminoso, donde los poemas son construccio-
nes más sofisticadas que las de su anterior libro, ese Mate de
cedrón que fluía y divergía de otra manera, cuando de un
continente a otro, de un tiempo a otro, no había más fronte-
ra que la de dar el paso que lleva de Lima a Barcelona, del
presente al futuro, porque “todo tiempo es bueno/ para al-
zar la vista/ mirar estos territorios/ recoger las trampas”.

Mate de cedrón, entonces, había abierto y cerrado una
época: era un maravilloso libro adolescente de una genera-
ción adolescente, la bien o mal llamada generación del 70,
que tal vez fue la última apuesta por la poesía como salva
por el porvenir, y en la que destaca este libro que era lo pre-
figurado y era también los lugares dejados atrás: Lampa,
Cusco, Lima, pero signados ya por el viaje y la imaginación
de otros puertos. Mate de cedrón lleva las huellas de una
época en que casi todo parecía posible, pero que intuía ya
la nostalgia y la melancolía del exilio de ese reino donde es-
taban la poesía como soledad y como memoria, la euforia
de los sueños compartidos y el desamparo del amor, la uto-
pía y la Historia presidiendo o eludiendo las meditaciones
y las acciones, los ojos contemplados y la piel tocada, las ca-
lles angostas del Cusco, la Calle de París, los techos como
lomos de rata de la ciudad de los Reyes (que es Lima), las al-
tas noches del amor en Amsterdam, Whitfield Street: las ru-
tas abiertas y las habitaciones cerradas; el Sena, el Huata-
nay, el Vístula o el Urubamba. Una videncia de los escena-
rios del mundo, recorridos antes o después de la escritura
que unía el patio del sol en la vieja casa y el muro del oeste
con el torreón de Mussot, que se inspiraba en la adivinación
en coca y en la lectura de Bataille, Quevedo o Lenin, con un
sentido del lenguaje y de la imagen que hacía abarcar todas
estas realidades desde una mirada que dotaba a las cosas
de textura e irradiación, una mirada siempre protegida por
la salvia para la voz y el corazón y por el mate de cedrón
que daba la abuela curandera para no andar enamorados
bajo la lluvia.

Más allá de la mágica conexión con la sensibilidad de
la época, este libro sigue fulgurando con su capacidad de
abrir los escenarios de la imaginación y de la memoria: si-
gue evocando la aventura y la reflexión, y nos hace aden-
trarnos, con amor e ironía, en un viento de lucidez y de nos-
talgia pero sobre todo de anhelo y de felicidad compartida.

Barcelona, setiembre del 2009

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