Archivo de la categoría: Ensayo

Ensayo

César Vallejo en español selvagem y portunhol trasatlántico

Sumilla

Se investiga la actual poesía de la región y se perciben dos ejes particularmente presentes y activos; los cuales, además, subterráneamente se tocan.  Nos referimos a aquélla en “portunhol selvagem” (Douglas Diegues y otros), en el Cono Sur;  y una poesía que podríamos denominar “opaca” (Éduard Glissant), que tiene al español como su traductor o mediador cultural (Julio Ortega) –presente de José María Arguedas a César Calvo–  y, no menos, a la obra de César Vallejo –en particular Trilce (1922)– como su explícito o implícito paradigma.  Ahora, nuestro ensayo intenta incluir o ventilar la presencia de la poesía de César Vallejo –a través del grupo Kloaka (80′-90′ en el Perú) y, sobre todo, de Montserrat Álvarez que vive desde la década de los 90′ en Paraguay– incluso en la de Douglas Diegues y compañía.

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Teoría y cuerpo en el teatro de Vallejo

Hablando en estricto del teatro de César Vallejo; y, en particular, de su extraordinario énfasis en: “Hacer al individuo que entre en el cuerpo del prójimo, para que vea lo que es ser el otro” (Bruno Podestá, César Vallejo: Su estética teatral.  Lima: UNMSM, 1985). Laurie Lomask, y nosotros con ella, se anima a sintetizar lo siguiente: “Este uso del cuerpo, por lo tanto, es uno de los rasgos más particulares del teatro vallejiano, y uno de los rasgos que lo distingue de otros experimentos formales y filosóficos en el género teatral de la época”.  Sin embargo, luego de esta medida y meditada sentencia, la joven estudiosa norteamericana va incluso más lejos respecto a la reflexión sobre la eficacia apelativa o receptiva del performance de este teatro y plantea lo siguiente:

“No está claro todavía cómo el cuerpo es capaz de reconciliar a personas que de otra manera a lo mejor no se entenderían. Desde luego el parecido entre dos cuerpos no significa que se disminuya la distancia entre diferentes países, culturas y clases sociales. Queda por teorizar, entonces qué es precisamente lo que Vallejo hace al manifestarse entre dos personajes, dos actores, o entre actor y público a través del espectáculo del cuerpo”.

Ahora, entre esto que “queda por teorizar”, acaso resulte útil lo que en un trabajo anterior exponíamos respecto a la lógica de la “inclusión” (uno en el otro) ya presente en la poesía de Vallejo desde “Los heraldos negros”:

“Al recorrer cada uno de sus textos comprobamos que la unidad en Vallejo no es un dígito sino una situación: la inclusión de uno en el otro; es decir, la unidad nunca está sola, la unidad por lo menos son dos, algo así como un núcleo y su protoplasma en el esquema de la célula. De este modo, este libro de poemas también son dos poemarios. El primero es el explícito y que figura como título del volumen de 1918, al que vamos a denominar texto A; el segundo, inferido del anterior, “Los heraldos blancos”, al que denominaremos texto B” (Pedro Granados, Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo. Lima: PUCP Fondo editorial, 2004).

Es decir, al teatro vallejiano le correspondería también llamar la atención sobre nuestros pliegues o dobleces sin fin; propias, autónomas, o en comunión o catálisis con la de los demás: madre-hijo, amada-amante, realidad rusa-realidad española, etc. No sólo el cuerpo del actor conlleva capas de identidades: “La del actor, la del personaje, la de sus antecedentes artísticos y mitológicos, y ahora el reflejo de otros cuerpos a su alrededor” (Lomask); sino que estas yuxtaposiciones o transparencias son las de cualquier individuo o colectivo.  Sí o sí estamos ya en comunidad o comunidades; aunque no seamos conscientes que participamos de ello. Estado latente de intersección ecológica generalizada (humana y posthumana) que, a nuestro juicio, supera los alcances de los conceptos de “lenguaje corporal” o “cinestesia”: “Igual que el efecto comunicativo del cine mudo, la cinestesia atraviesa las divisiones lingüísticas entre diversas culturas” (Lomask); y de la misma “empatía” en tanto elaboración freudiana o lacaniana: “Talento intrínseco, don que se puede aprovechar, pero que no se puede enseñar” (Lamask).

En constituir la anagnórisis de un ritual simple y cotidiano  –y no la “lejanía” de un mito ni propiamente la “promesa” de una  utopía– allí mismo se comprueba la eficacia de Trilce/ Teatro (“Trilce/Teatro: guión, personajes y público”, libro aún inédito).  Por ejemplo, cómo el sol –a cierta hora del día–se vuelve anfibio; o cómo una ola del mar puede ser una “edición en pie,/ en su única hoja el anverso/ de cara al reverso”.  Trilce/ Teatro nos convida a participar activa e imaginativamente en este juego inagotable de intersecciones –y a la larga gratificaciones– que constituye nuestra cotidianidad. Con el añadido de que esta invitación trilceana, en tanto su cronotopo es solar-andino, tiene un sesgo cultural específico y, no por ello, menos universal. Trilce/Teatro, en suma, nos convida a constituir juntos un múltiple y complejo “archipiélago”.

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“A indianidade é um projeto de futuro, não uma memória do passado”: Entrevista com Eduardo Viveiros de Castro

“entendo que índio não é um conceito que remete apenas, ou mesmo principalmente, ao passado – é-se índio porque se foi índio–, mas também um conceito que remete ao futuro – é possível voltar a ser índio, é possível tornar-se índio. A indianidade é um projeto de futuro, não uma memória do passado. No dia em que os brasileiros entenderem isso, nossa relação com a Europa vai se resolver” (265).

“A indianidade é um projeto de futuro, não uma memória do passado”: Entrevista com Eduardo Viveiros de Castro. Prisma Juridico, São Paulo, v. 10, n. 2, p. 257-268, jul./dez. 2011.

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A un joven poeta todavía

Ukulele o charango o ambos.  Percibo que has alcanzado una frontera que divide lo acostumbrado de un otro posible.  O, lo que es lo mismo, una página liminar donde ya no te convence todo lo anteriormente elaborado y tienes expectativa de lo que vendrá.  Aquel amor que en tus versos es un pretexto para bucear, constituye más bien ya un tópico, algo incluso molesto del que debes sin mueca alguna deshacerte.  Tus potencias creativas y tu imaginación están allí, pero falta una chispa que no sustituye la reflexión que ahora atizas.  Lo tuyo es estar loco, siempre loco, mantenerte a salvo  –al menos para la poesía– en este noble estado de flotación.  Encarna en tu gata, pero no escribas sobre ella, esta puede ser una entrada decente a un mundo tan necesitado de aquello hoy en día.  Ni utopía ni distopía, sí posantropocentrismo.  Rechaza todo gesto didáctico, lo tuyo es la creación.  Encuéntrale la vuelta a la política, juega a las espaldas de los defensores de la ética; aquel espacio creado sobre el gramado, justo frente al arco rival, es por donde debes precipitarte como una tromba.  No se niega la política ni la ética, pero se la mira al trasluz de la poesía.  En otra época se calificaban y punían las intenciones; sin embargo, hoy no existiendo las intenciones, tampoco éstas podrían evaluarse.  Una cartilla de buen comportamiento rige nuestras vidas, las públicas y las privadas.  Nos vamos  quedado sin aire para respirar y, el aire, es lo mínimo para que pueda sobrevivir también la poesía.  Que es el viento mismo, la gracia abundante, la rotunda y fiera belleza.  Aunque esto, hoy en día, pareciera que tampoco lo sabemos aquilatar.  Y sólo anhelamos encajar en ser ecológicos, holistas, “buenas personas”; previsibles en todo, en suma.  ¿Qué cómo andan los poemas que me has enviado?, pues bien y ahora mismo publico en mi blog  alguno de ellos.  Pero no por las huevas sabes tocar el ukulele. 

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VASINFIN (Editorial)

VALLEJO SIN FRONTERAS se abre a la difusión del estudio y la creación artística en torno a la obra o figura de César Vallejo. Se distancia de las lecturas típicas y tópicas sobre este autor universal y, más bien, apuesta por lo heterodoxo; aunque con hondura intelectual, rigor persuasivo. Representa, asimismo, el medio de comunicación del VALLEJO SIN FRONTERAS INSTITUTO (VASINFIN). Contacto: vasinfin@gmail.com

VASINFIN ha publicado hasta ahora:

Pedro Granados, Trilce: húmeros para bailar (Lima: VASINFIN, 2014)

Coediciones:

Pedro Granados, !Fozi lady! Trad. Bruno Melo Martins (Foz do Iguaçu, Brasil: Guardanapo/ VASINFIN , 2014).

Sien en Trilce (Dossier 1922-2022) (Mar con soroche/VASINFIN, 2021)

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César Vallejo: para fundir el cobre

 Resumen

Se ventilan, debaten y proponen alternativas a varios lugares comunes en la recepción de la obra de César Vallejo.

Palabras clave: César Vallejo y el Brasil; César Vallejo y las Humanidades; Trilce.

Resume

Alternatives to various common places in the reception of César Vallejo’s work are aired, debated and proposed.

Keywords: César Vallejo and Brazil; César Vallejo and the Humanities; Trilce.

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Poesía y administración Castillo

El grupo La república continuará reproduciendo su canon poético; mientras el de El comercio, incluso más, porque en tanto medio constituye hasta hoy amplia mayoría.  Las mujeres estarán cada vez más empoderadas, en esto también de la poesía.  Y los hombres, sin absolutamente nada que decir, no les quedará otra que imitar a las mujeres.  Y ambos, por cierto, querrán ser cada día un poquito más argentinos o, inequívocamente, porteños: tan inteligentes como indigentes.  Las instituciones culturales, dispuestas a promover el gusto por la lectura, reclutarán muchísimos más cuenta-cuenteros; como si no bastaran para ello los congresistas o la pléyade de abogados sumados, ávidamente, a nuestra amplia pantalla.  Aquellos que viven de la literatura, siempre una capilla mosca por diligente, adoptarán el disfraz que sea necesario para no trabajar y continuar viajando y dizque representando al Perú.  Sin embargo, tal como se manipula y pastorea el voto electoral, justamente para lograr este cometido, La república y El comercio a la larga constituyen lo mismo; no podría perpetuarse uno sin el otro.  Tal como el tan aguileño Hildebrandt o el simpático y recientemente desaparecido, Marco Aurelio Denegri, destacan en tanto y en cuanto llevan el agua para su molino; el de yo sé más que tú, el de bárbaros versus civilizados, el de tozudamente entender las Humanidades en tanto libros.   ¿Legado todo esto de Alan García o de los Fujimori?  Pues no, este refuerzo escolar (así entendemos por aquí la poesía) viene de muy antes y tiene para mucho rato.  Aunque queremos creer, no decimos avizorar, que la poesía es un Castillo; pero dentro o a pesar del propio Castillo.  Desconocida en el ambiente, inclusive más impensada y que Castillo, sin querer queriendo, ahora mismo va animando.  La idea de unas Humanidades entendidas como pueblos, y no únicamente como libros; como simétricas a la naturaleza, y no sólo como las narrativas que el especialista, o mal pensado, sabrá destramar.  La gente de siempre o la que se sume a este previsible nuevo gobierno, en el bicentenario de la independencia del Perú, no será inmediatamente otra o distinta con el nuevo presidente.  Aunque deberíamos contar siempre, también, con la astucia de la poesía; sólo ella podrá hacernos mejores.

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Hitos del erotismo en la poesía de Javier Sologuren

Javier Sologuren (Lima, 1921-2004), de quien un crítico como Roberto Paoli puntualizara: “Non c’ é intenditore di poesía  ispanoamericana che non lo collochi fra i maggiore lirici attuali del continente” (7), comenzó a publicar en 1944 (El morador) y sus poemas fueron apareciendo en libros y diversas revistas casi hasta el final de su fructífera vida (fue, además de poeta, profesor, traductor y editor). Al principio lo encandiló la estética neorromántica-barroca; luego, asimiló el surrealismo hasta que en 1960 (Estancias) define, siempre en el marco de su acendrado lirismo, una nueva poética -con un lenguaje marcadamente simbolista- que quizá podríamos tipificar como guilleniana o budista. Todo depende de si usamos sólo el mirador hispano para ello o, muy cara también a este poeta, una perspectiva cosmopolita -en este caso, el de su profundo interés por el budismo zen japonés[1] – para leer su poesía. En Estancias se deja atrás una estética de la fuga a “otro mundo” (a través del neoplatonismo o el sueño), cuyo esquema podrían ser unos vectores que apuntan hacia lo alto, y se adopta -de modo extraordinariamente logrado- un esquema inmanentista. Es decir, el anhelo por “otro mundo” continúa, pero esta vez ya no está en lo alto, en un mundo paralelo trascendental o de ideas platónicas; sino que está aquí mismo, tal como a través de unos versos de Yasunari Kawabata -los cuales Sologuren toma como epígrafe para sus Folios del enamorado y la muerte (1980)- lo podemos colegir: “aquella blancura que habitaba las / profundidades del espejo / era la nieve”. Accedemos a este “nuevo mundo” mediante una experiencia de satori, epifanía o anagnórisis, pero necesariamente en nuestro mundo corriente y, de modo privilegiado, en el ámbito de la naturaleza.

Por tanto, para el dibujo de esta nueva poética ya no son pertinentes los vectores ni tampoco se trata de un esquema vertical como el anterior, el que daba cuenta de la poesía de este autor hasta antes de 1960; ahora se accede a “lo otro” o “al otro” básicamente a través de un tipo de empatía o de cierta mirada (de ahí la predominante fanopoea de esta obra). Invitarnos, posibilitar el acceso a esta experiencia, es uno de los fines de Estancias y, en general, el de todo el oficio de este singular poeta:

“Creo, por último, que la poesía revela la esencia de la existencia del hombre, y es un prodigioso agente de descubrimiento y recuperación de lo humano. Y eso me guía y me alegra profundamente” (8). En su producción posterior a la de la década de 1960 se dan atisbos -como su maestro Jorge Guillén, que pasó a Clamor porque no quiso que lo identificaran sólo como el poeta de Cántico- de una apertura a un corte más realista en su poética; pero, creemos, indisolublemente ligada siempre con aquello alcanzado en el poemario de 1960[2].

Este inevitable marco previo no pretende sino situar adecuadamente el motivo erótico, constante en nuestro poeta a partir de su cultivo del tema amoroso[3]. Al respecto, distinguimos tres hitos[4]: “Toast” de La gruta de la sirena (1961), “Epitalamio” de Folios de El enamorado y la Muerte (1980) y “Celebración” de El amor y los cuerpos (1985). Cada uno de ellos desarrolla una visión, a la vez distinta y complementaria del encuentro amoroso con la mujer. En el primero de ellos, muy ligado aún a Estancias, se recrean los tópicos renacentistas del prestigio de lo rubio, de lo alto o aéreo o solar y del color blanco. Todo es noble, inocente y platónico; así también el amador y la amada en este poema, “Toast”:

“La inquieta fronda rubia de tu pelo
hace de mí un raptor;
hace de mí un gorrión
la derramada taza de tu pelo.
La colina irisada de tu pecho
hace de mí un pintor;
hace de mí un alción
la levantada ola de tu pecho.
Rebaño tibio bajo el sol tu cuerpo
hace de mí un pastor;
hace de mí un halcón
el apretado blanco de tu cuerpo”.

Veinte años después, irrumpe en este paisaje idílico una honda conciencia del transcurrir: Folios de El enamorado y la Muerte. Dicotomías o contradicciones propias del barroco, pensemos si no en aquel famosísimo “polvo serán, mas polvo enamorado” de Francisco de Quevedo; nos hallamos, pues, en pleno segundo hito del amor sologureniano, “Epitalamio”:

“cuando nos cubran las altas yerbas
y ellos
los trémulos los dichosos
lleguen hasta nosotros
se calzarán de pronto
se medirán a ciegas
romperán las líneas del paisaje
y habrá deslumbramientos en el aire
giros lentos y cálidos
sobre entrecortados besos
nos crecerán entonces los recuerdos
se abrirán paso por la tierra
se arrastrarán por la yerba
se anudarán a sus cuerpos
memorias palpitantes
tal vez ellos
los dichosos los trémulos
se imaginen entonces peinados por
desmesurados
imprevistos resplandores
luces altas
desde la carretera”.

Como bien podemos observar, en este canto de bodas –finalmente entre los vivos (ellos) y los muertos (nosotros: “memorias palpitantes”)– se ha instalado, ante todo, una inquietante reflexión sobre la memoria.  Constituye un poema de amor y erotismo atravesado íntimamente por lo necrológico y, viceversa, un poema sobre la muerte vivificada hasta el extremo por la juventud y el amor. Sea a la manera de un Quevedo o, por ejemplo, de aquellas maravillosas historias japonesas donde algún padre, fallecido muchos años atrás, entona a través de una máscara su epitalamio ante la inminente boda de su adorada hija (semejante a una escena en “Ugetsu monogatari” de Kenji Mizoguchi); repetimos, sea que enfoquemos desde una u otra tradición, lo cierto es que Sologuren instala en la literatura peruana un refinamiento erótico sólo comparable, quizá, con los matices de algunos poemas de José María Eguren que rozan estos mismos temas[5]. El autor de Vida continua (“Vida continua: poesía sin interrupción”, dice Jorge Guillén) ha sabido religar aquí, hacer las nupcias, nada menos que entre la vida y la muerte.

El tercer hito sobre el que queremos llamar la atención lo hallamos en el emblemático libro El amor y los cuerpos; aunque aquí podamos toparnos con variados ejemplos, el texto elegido reza arriba:

“para Ilia”:

“cabalgo en los extremos
de la noche acaso
para mirarte mejor
acaso para no verte
incluye mi deleite
las fronteras
de tu mente
como
la presa tibia
entre los dientes
o la primera
sangre
en el reino
de las aves
piedras de luz negra
tus ojos tu pelo
y un secreto fuego
que
no me es ajeno
sobre nosotros
la cola de la zorra
inmóvil
en la arena
y el oscuro mar
soplando
su náusea fecunda”
(“Celebración”).

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César Vallejo/ Béatrice Ménard

“Hay que considerar que Trilce, más que el producto de las vanguardias europeas es contemporáneo de ellas. Podemos afirmar que Trilce correponde al mismo anhelo de cambio y a la misma voluntad de crear una poesía nueva”  BM

Efectivamente, Vallejo y Vanguardia coincidieron, desde Los heraldos negros (no sólo desde Trilce), y es muy probable que sus lecturas de la época –además de la mentoría de Antenor Orrego– hayan activado en el “Cholo” sus búsquedas (y hallazgos). Pero mientras los fragmentos de la Vanguardia histórica testimonian la dispersión y, en consecuencia, un montaje arbitrario o aleatorio, Vallejo se encontró con los “fermentos” del mito de Inkarrí y, acaso más bien, la necesidad de un montaje correcto. PG

https://www.academia.edu/33160169/Cesar_Vallejo?email_work_card=thumbnail

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Trilce LXXVII: Ayar Vallejo y Coya Vallejo (PDF)

A Claudia Pardo y Andrés Ajens

Resumen

Se explora Trilce LXXVII como ejemplo de superación o salto cualitativo respecto a “Huaco” (Los heraldos negros), poema clave del apartado “Nostalgias imperiales” del poemario de 1918 y, lo hemos ventilado anteriormente, también de todo el poemario de 1922.  En “Huaco”, aunque en lo fundamental se perfile un héroe solidario, el sujeto poético anda solo; mientras, y muy por el contrario, en Trilce LXXVII el Inca (“Ayar Vallejo”) va indisolublemente acompañado de su “Coya”.  Es más, ejecuta ahora sus ritos cosmogónicos literalmente fundido con ella y en íntima complicidad con la naturaleza. Por lo tanto, Ayar, Coya y Naturaleza constituyen, al menos por un determinado lapso, una compacta unidad o plenitud.

Palabras clave: Trilcey mito de Los hermanos Ayar; mitos masculinos y mitos andróginos; César Vallejo y la mitología andina.

Summary

Trilce LXXVII is explored as an example of improvement or qualitative leap with respect to “Huaco” (The Black Heralds), a key poem in the “Imperial Nostalgia” section of the 1918 collection of poems and, we have previously ventilated it, also of the entire collection of poems from 1922. In “Huaco”, although basically a solidarity hero is outlined, the poetic subject walks alone; while, and quite to the contrary, in Trilce LXXVII the Inca (“Ayar Vallejo”) is inextricably accompanied by his “Coya”. What’s more, he now performs his cosmogonic rites literally merged with her and in intimate complicity with nature. Therefore, Ayar, Coya and Nature constitute, at least for a certain period, a compact unity or fullness.

Key words: Trilce and myth of the Ayar brothers; male myths and androgynous myths; César Vallejo and Andean mythology.

Ensayo tomado del dossier Sien en Trilce (Mar con soroche/Vallejo sin Fronteras Instituto)

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