Archivo de la categoría: Ensayo

Ensayo

Trilce no Brasil

Pero esto último sucede durante la estadía del “Cholo” en Europa (1923-1936), mientras Trilce es del año 1922 y fue escrito básicamente en Lima entre 1918 y 1922. César Vallejo, aquel provinciano de los “Cráneos de bronce” (título original de Trilce) y encandilado con el jirón de La Unión de la capital del Perú, escribió su poemario desde el Palais Concert (donde convergía, junto con Abraham Valdelomar, la intelectualidad peruana de la época). Es decir, en tanto amerindio originario de la serranía de Santiago de Chuco y un mundo alternativo al de la discriminadora costa, al dividido occidente y al de las apariencias del mundo tomadas como ciertas, desde aquel célebre café-cine-bar (construido por Gustave Eiffel) Vallejo sintió y pensó su patria y el universo. París constituiría, luego, básicamente un Palais Concert más grande.

https://ventiladorliterario.com/f/perdro-granados-trilce-no-brasil-e-os-limites-da-megantropofagia

»Leer más

El otro comienzo de Trilce

Trilce VI  podría constituir el otro comienzo de aquel poemario de 1922.  Ya que tal como para Trilce I (“DE LOS MÁS SOBERBIOS BEMOLES”) hallamos también, en Trilce VI, un muy significativo verso puesto en mayúsculas y en negrita (“CÓMO NO VA A PODER”); aunque sin soslayar las mayúsculas del corolario de Otilia: “MADRE” del  poema XXVIII (v.23).  En otras palabras, que a partir del poema VI los dos fundamentales ejes temáticos de Trilce (Inkarrí y Otilia) empiezan a perfilarse más nítidamente y a trenzarse con mayor claridad hasta el final del libro.  Ejes, ambos, de ningún modo separados; sino, más bien, complementarios e interdependientes.

»Leer más

VALLEJO UN POETA DEL CHAUPI/ Carlos David Larraondo Chauca

Resumen:

La propuesta de este trabajo es buscar posibilidades interpretativas a la identidad andrógina identificada en la escrita de César Vallejo desde una óptica andina/amerindia a partir del concepto del chaupi, concretamente, se analizará Trilce IX. Mi intención es leer le texto vallejiano a partir de otras lógicas fuera de la episteme heleno-eurocéntrica, por ese motivo, me valgo de la filosofía andina/amerindia muy alineado a la metodología propuesta por Viveiros de Castro[1] de pensar desde y con el pensamiento indígena en su potencialidad de transformación. Considero que esto es posible, en vista que, la sensibilidad vallejiana se atraviesa por un discurso amerindio que transparece en sus figuras poéticas mediante la rememoración ritualista andina, así como, en sus pactos éticos y luchas políticas en defensa de las comunidades indígenas. Inicialmente, es importante destacar que el espacio chaupi, es una posición privilegiada y performática debido a que corresponde a un espacio liminal. Este concepto puede ser expandido al entendimiento de que, aquel que escribe desde el chaupi, es un mediador multicultural que produce discursos “entre las dos culturas de contacto colonial”. Según Horswell, ese lugar era ocupado por los escritores ladinos (indígenas quien aprendieron a leer y escribir lenguas coloniales y fueron evangelizados en las enseñanzas del catolicismo) estos, “encarnan simbólicamente este espacio de “corazón”, el chhima chaupi entre culturas”.[2] Mi propuesta de lectura destaca algunos aspectos estructurales y semánticos del poema que me permiten entender los procesos performáticos de la textualidad liminal del yo-lirico y su  feminización privilegiada por el espacio chaupi que ocupa. En lo que se refiere al aspecto morfosintáctico de frases como “volvver”; “golpe a golpe”; “vol ver”; “bolver”, “golpe a golpe”, en los versos que encabezan las tres primeras estrofas del poema, que bien pueden considerarse los ejes centrales del mismo, me parece que el yo-lirico está en busca de una simetría, es decir, quiere ir al encuentro de un par complementario, espejando palabras simétricas que se reflejan a sí mismas. Aquí hay una dinámica diferente en la construcción del verbo volver, que se da en tres sentidos. Un “volvver” reflejado, un “vol ver” rajado al medio y un “bolver” transmutado o convertido por la mudanza de la consonante que en un plano fónico produce el mismo sentido. Propongo que estas tres distinciones establecerán la performance del yo-lirico en el espacio metafórico del chaupi en tres actos a lo largo del poema.

»Leer más

VALLEJO SIN FRONTERAS (PDF)

ISBN: 978-612-45733-1-6

El presente volumen incluye ilustrativos textos como:

“Mujer, fatal, compañera y madre en la poesía de César Vallejo”;

“El Taller Literario César Vallejo en la República Dominicana”;

“Trilce: muletilla del canto y adorno del baile de jarana”;

“El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente”;

Compromiso y magia en la poesía de agitación política: El caso de Roque Dalton (y César Vallejo)“; y

Trilce y Georgette”.

»Leer más

Recuerdo de Carlos Edmundo de Ory (1923 – 2010 )

“Pero volviendo a nuestro testimonio, y para añadirle complejidad al panorama, en aquel I Curso de Verano de la Universidad Complutense [1988] también se reivindicó, muy merecidamente, la obra de uno de los fundadores del Postismo: Carlos Edmundo de Ory. Recordamos que en aquella ocasión –una vez que la charla se abrió a los asistentes– le preguntamos (en realidad sólo para complacer a Fanny Rubio que había sido una de nuestras profesoras y que en esa oportunidad se hallaba entre los panelistas) por su lector ideal; el poeta nos respondió: -“los delfines”. El público, como es obvio, premió su ocurrencia con prolongados aplausos; Fanny Rubio nos reconoció entre la multitud y, al menos ella, nos congratuló con la mirada; pero a alguna fascista –nunca faltan, incluso en los recitales de poesía– le divirtió enormemente, en toda la cara, que nuestro acento sudamericano o nosotros mismos (nuestra persona en su totalidad) quedáramos apabullados por respuesta tan ingeniosa. Mas Ory, por supuesto, no es un Alberti –con lo que nos gustan los versos de la paloma equivocada– ni, menos, es un García Montero. De cara a la poesía que escriben ahora mismo los más jóvenes, creemos que su obra –como la de Vallejo, de un vanguardismo no deshumanizado y con sentido del humor– junto con la de Luis Cernuda y Jaime Gil de Biedma son las más gravitantes en todo el ámbito de la poesía española. No son los polos, entonces, y por lo tanto las simplificaciones didácticas las que se perpetúan; sí, las personas –complejas y contradictorias– que saben aproximársenos en sus poemas. No son, por lo tanto –y hablando sólo de España–, ni los consabidos pregones de José Hierro ni los tics de Octavio Paz, clonados por José Angel Valente, los caminos a seguir. Ni uno ni otro merecen darle cuerpo a ninguna de nuestras desconcertadas almas”

Tomado de Desde otra margen: La última poesía española

»Leer más

El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente

Se plantea conmemorar Trilce, de César Vallejo, cuyo centenario se cumple en 1922; en vinculación al poemario Fervor de Buenos Aires, cuyo centenario es el año 1923. 

  1. Fervor de Trilce

Se plantea conmemorar Trilce, de César Vallejo, cuyo centenario se cumple en 1922; en vinculación al poemario Fervor de Buenos Aires, cuyo centenario es el año siguiente (1923).  A través de ahondar en un ensayo que ya publicáramos, “El diálogo Borges-Vallejo: un silencio elocuente” (Variaciones Borges: revista del Centro de Estudios y Documentación Jorge Luis Borges, Nº. 23, 2007, 183-206)1; en el cual levantamos, a modo de hacer visibles planos yuxtapuestos en una curaduría, una serie de correspondencias –la mayoría no explícitas ni obvias– entre las poesías del argentino y el peruano. Homenaje muy significativo, finalmente, para toda la poesía de la región en cuanto no sólo constituiría una efemérides más; sino, ante todo, ventilar un renovado entronque crítico y creativo entre ambas figuras.

El meollo de la propuesta estriba en considerar que tanto Trilce como Fervor de Buenos Aires responden a un mito inscrito en el paisaje o perspectiva post-antropocéntrica.  Ni utopía ni distopía; y sí, post-antropocentrismo.  Luego del predominante y artificioso escenario modernista –los años 20 del siglo pasado– la poesía latinoamericana recuperó el paisaje.  Aunque no de un modo costumbrista, como en principio pareciera, ni romántico (no es fervor por, sino fervor de…); sino, literalmente, fundiendo lo humano en el paisaje.  En otras palabras, considerando la complejidad del paisaje en tanto un soporte más adecuado para lo humano. Entre esto último,  la epifanía, el mito o, no menos, lo que los filósofos del Nuevo Realismo (Meillassoux, Bennet, Gabriel, Ferraris, etc.) advierten como “giro ontológico” y un antropólogo como Eduardo Viveiros de Castro denomina “mediación conceptual” o “multinaturalismo”.

  1. Trilce (1922) y la poesía argentina de 2022

Intentamos poner al día o retomar aquí el estudio sobre las relaciones que, en el contexto de la poesía de los países de nuestra región, han establecido el Perú y la Argentina; en particular, aquéllas que podemos percibir en los años más recientes. Es decir, la poesía argentina culta o letrada, en libro o en plaquette, cuyos representantes, de seguro muy jóvenes, publican desde comienzos de este milenio y próximos al centenario de Trilce. En específico, buscamos entender mejor algunas ideas que sobre la poesía argentina última se han ido esgrimiendo en el mundo académico; como, por ejemplo, aquéllas que defiende Anahí Mallol2:

Al leer la poesía argentina reciente uno queda, en cierto sentido, devastado, porque los textos de la poesía argentina contemporánea son inteligentes y a la vez indigentes (dan cuenta de una mirada que comprende y entiende y no organiza porque no hay nada que organizar, sino sólo dar cuenta de un derrumbe que no es un apocalipsis propiamente dicho; hablan de un final que ha estado aquí desde el inicio mismo, sólo que ahora se acelera por la inacción del que no le encuentra sentido a nada)

Sobre todo porque, desde nuestra perspectiva, Vallejo se erige hoy por, y para toda nuestra región, en un extraordinario mediador cultural y conceptual3 –multinatural (Eduardo Viveiros de Castro)– que quisiéramos cotejar mejor o hilar más fino para el caso de la poesía rioplatense. Ya que no es exacto que Vallejo se refugiara en lo etnográfico (el pasado incaico o precolombino, la piedra, los andes) para intentar paliar o consolarse de la tragedia que constituía la Guerra Civil Española (Georgette de Vallejo y Stephen Hart dixit).  No es la cultura un mero sucedáneo de la política.  Muy por el contrario, Vallejo encontró –en realidad desde Los Heraldos negros y, sobre todo, en Trilce4— y nos acercó la cultura para entender y darle sentido a la política e incluso al desastre; incluso a la muerte propia (Clayton Eshleman).  Es más, como buen amerindio, juntó el orden de la naturaleza al orden de la cultura (en el mito) e incorporó incluso la violencia a su pecho multinatural y a su poesía multidimensional.  Aunque no únicamente de un modo llamémosle emotivo (romántico o surrealista, tipo Pablo Neruda), sino, sobre todo, en tanto mediación conceptual: trasatlántica e intergaláctica.

»Leer más

Trilce/teatro: guión, personajes y público

Desde la perspectiva del ensayo de César Vallejo, “Notas para una nueva estética teatral” (1934), se lee Trilce (1922) en tanto teatro. Poemario u “obra teatral” con guión (mito de Inkarrí), determinados personajes, a la larga andróginos todos, y dirigida a un público tanto de la Lima de la época (años 20, s.XX) como del presente y averseas (años 20, s.XXI).

file:///C:/Users/WINDOWS/Downloads/Trilce_Teatro_guion_personajes_y_publico.pdf

»Leer más

Cinco ensayos deseantes: de Cárcel de amor a la última poesía española

Prólogo

“Deseantes” describe con propiedad la naturaleza de estos cinco ensayos críticos del excelente poeta peruano Pedro Granados. Responden, como diría León Hebreo, a un esencial y trascendente erotismo, que proscribe la desidia y que abarca un concepto analógico del mundo. Mediante el análisis riguroso de una forma (un tropo, un tema, una obsesión), el profesor Pedro Granados da con el sentido, descubre y eleva al nivel de la aprehensión consciente los tonos armónicos más expresivos –tantas veces recónditos –y semánticamente centrales de los textos aquí considerados. Incluso en el ensayo final –tan personal, por tratar de la actual comunidad poética en lengua española, en la que destacan la fuerza, la justa ternura y la inteligencia clara de la poesía escrita por el autor de este libro– es manifiesta la capacidad “organizadora” de la mirada crítica granadina, pues desde dentro del bosque, nos describe sus parcelas grandes.

El primer ensayo –breve aperitivo, en realidad, de lo que será un generoso convivio– ya manifiesta el método señalado: a partir de un minucioso estudio formal, narratológico, del libro dolorido de Diego de San Pedro, llega Granados a elucidar la condición rezagada, ideológicamente, diríamos, de Cárcel de amor, que sacrifica el amor humano en aras –crueles aras– del amor divino.

Extenso, dilatado, rítmico, deja el mar con sus algas su voluntad escrita, propiedades del mismo texto de Granados sobre el mar en el gran poema gongorino, Poema de Polifemo y Galatea. Éste, con el otro extenso estudio del libro, que le sigue, me han deleitado con especial insistencia, dentro de la fina búsqueda venturosa que es Cinco ensayos deseantes. De hecho, el ensayo empieza con estas palabras para mí absolutamente caracterizadoras de la razón de ser del discurso crítico de Pedro Granados: “Iniciamos este trabajo con el placer […].” Mediante un complejo de posturas críticas tan variadas y sugerentes como son las de Bakhtin, Barthes y Dámaso Alonso, explora Granados la presencia temática, así como la impronta formal, la liquidez modulante, del mar en esa gran obra, señalando un mundo inestable, que vive sin sosiego, pero con la sorpresa a punto de estallar a cada instante.

Hemos mencionado el capítulo galdosiano, que sigue al gongorino, y he de confesar que, como estudioso que soy del arte de Galdós, es éste mi predilecto. Es, sencillamente, un estudio portentoso. En mi opinión, se trata de uno de los mejores que sobre el maestro canario se escribieran. Aventura de la imaginación crítica es el hallazgo de núcleos líricos en la prosa de un escritor realista, cuya facundia poética ha sido –con excepciones recientes– casi totalmente ignorada. Nadie antes, que yo sepa, ha analizado estas bellezas de la más alta expresión lírica, que en Galdós son, ni más ni menos, la flor de un árbol todo él poesía: este regalo se lo debemos a Granados. Ni qué decirse tiene que, si bien el ejercicio de la poesía puede enriquecer una mirada crítica, estas páginas críticas difícilmente habrían podido ser escritas por quien no contara con el oído y la sensibilidad del poeta. Por ejemplo, leemos: “De Maxi: El desamor. ‘Ya no me quieres –le dijo un día con inmensa tristeza–, ya tu corazón voló, como el pajarito a quien le dejan abierta la jaula. Ya no me quieres’. Un intensísimo pasaje en el que en realidad Maxi ya no reprocha el desamor (la infidelidad) de Fortunata, sino que esto se vuelve para él profunda certidumbre de otra cosa, de sí mismo.” Tras manifestar la estructura versal de estas palabras, expone Granados: “A la exquisita contención y sobriedad del poema que enuncia el motivo en tiempo presente (‘Ya no me quieres’) y la contundencia de lo irrecuperable en un llano tiempo pasado (‘ya tu corazón voló’), se aúnan las aliteraciones del consonante /J/ en el encabalgamiento (‘pajarito’, ‘dejan’, ‘jaula’, de los versos 3, 4 y 5, respectivamente) para ofrecernos una estructura musical como de llanto seco.”

A este estudio esencialmente poético, le siguen los dos últimos también sobre poesía: la de la generación del 27 y la actual. Aprovechando las categorías de Gastón Bachelard, estudia Granados a Guillén como “aereo” y a Cernuda como “terrestre” y “fogoso”. Y así topamos con este delicioso –por travieso, por finalmente exacto– oxímoron: “Con estos antecedentes, creemos que podemos leer la décima ‘Beato sillón’ como la experiencia de un vuelo.” La tierra ensombrecida cernudiana lleva a Granados a estas consecuentes caracterizaciones de ambos poetas: “son estas coordenadas de la sombra en la poesía de Cernuda la verdadera piedra de escándalo y justificación de toda su obra. Estamos en las antípodas de Guillén, ante un inconforme radical. Poeta pagano. Poeta de lo ignoto, a diferencia de la actitud omnisciente de Guillén. Poeta del yo roto y del mundo roto, en contraste con el yo integrado y henchido de fe de Guillén.” Exactamente.

Granados cierra este libro de mirada inquieta y certera con una visión de su propio mundo, es decir, de la poesía hispánica de la cual forma parte con su propia voz. Este ensayo personal destaca finalmente dentro del panorama de la poesía española actual a tres poetas: Ángela Valley, Jesús Aguayo y Antonio Moreno Figueras como voces que, entre modas que Granados cuestiona, como la llamada “poesía de la experiencia”, persisten, según sus palabras, dichas en una pregunta con clara respuesta, en “ensayar una voz personal en medio de tanto espejismo de mercado.” Cierra, pues este libro con una apelación a la honestidad, a la limpieza de acción e intención, libro éste donde se manifiesta el placer del pensamiento, la alegría de la creación, nutrido de conocimiento y rara sensibilidad. Enhorabuena.

Alan E. Smith
Boston University

»Leer más