Archivo de la categoría: Ensayo

Ensayo

Identidade brasileira/ Eduardo Viveiros de Castro

A identidade brasileira não existe, mas a ideia de uma “identidade brasileira” existe. Dela não só se pode falar, como foi inventada para que se fale dela. Essa ideia é um instrumento político, uma palavra de ordem ideológica que conjura um ente imaginário, e não um conceito antropológico referente a uma condição psicossocial empírica. “Identidade brasileira” não é uma noção descritiva, mas uma noção normativa. Não é um fato, mas um valor; um valor gestado historicamente em certas esferas de poder e imposto com violência, sutil ou brutal, sobre povos, comunidades e pessoas vinculados à própria revelia a um certo sujeito de direito público internacional, o Estado-Nação chamado Brasil.

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Poéticas gemelas de César Vallejo

Islismo (Trilce I)/Lomismo (Trilce II) en tanto poéticas consecutivas y complementarias, no sólo del poemario de 1922, sino también de la poesía póstuma de César Vallejo.  Aunque aquí nos concentraremos en Trilce II o, más bien, este último poema será la puerta de entrada para extendernos a las islas o pensamiento “Archipielar” y, no menos, a la “Poética de la Relación” y al “Derecho de la Opacidad”.  Conceptos, estos últimos, todos de Édouard Glissant; pero que consideramos podrían ser también vallejianos. Es decir, elaboramos aquí un tamiz común de empatía o entrecruzamiento entre el “meta-archipiélago” que levanta el poeta y filósofo martiniqueño, Glissant, y la poesía “meta-andina” que, finalmente, postula el autor de Trilce.  Andes y Caribe van, pues, aquí entrelazados, aunque esto último no constituya culturalmente, en sí mismo, una novedad; basta escuchar la tan difundida “chicha”, mezcla de ritmos andinos y caribeños (Canclini).  Finalmente, y tal como lo ensayó este último autor en Culturas híbridas, nuestro ensayo también va en “busca de un método” (Franco) para lo que podríamos denominar el estudio de las culturas complejas u opacas.

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GENEALOGÍA TRILCE – INKARRÍ

Antecedentes del conectar Trilce con Inkarrí, aunque de un modo no meramente referencial o parcialmente alusivo en alguno de sus poemas; sino en cuanto aquel mito constituye el principio constructivo fundamental de todo aquel poemario.

UNO

Luego de encontrado un consistente y persuasivo repertorio solar en este poemario de 1922 –es más, toda una acabada versión de Inkarrí que se adelanta en tres décadas a las primeras recolecciones del mito por Óscar Núñez del Prado y José María Arguedas a mediados de los años 50–,  Trilce sería un espacio mítico de máxima concentración y contracción sintácticas de ese exceso metonímico en que, a modo de un indigenismo minimalista incluyente, no se produce sentido, más sí un territorio de posibilidades que enlaza las alteridades (mapeado por la tendencia de los pueblos amerindios a la incorporación barroquizante de lo exógeno asimétrico).  Las “Nostalgias imperiales” (Los heraldos negros) y su Trilce hasta, por ejemplo, su “Piedra cansada” (drama de 1937) serían un mismo mito expuesto por César Vallejo de modo minimalista, con la opacidad característica de la poesía y con vocación incluyente siempre.  De lo afro-limeño, primero, y después de las etapas iluminista y revolucionaria de su experiencia europea: francesa y soviética, respectivamente.

http://blog.pucp.edu.pe/blog/granadospj/2013/09/27/trilce-e-inkarr/

DOS

Por otro lado, la posibilidad de una lectura indigenista de la obra de Vallejo, y por tanto también de Trilce, queda, en todo caso, dentro de una corriente bastante pujante de estudios vallejianos, inaugurada por un ensayo de Phyllis Rodríguez-Peralta [“Sobre el indigenismo de César Vallejo”, 1984] y que ha encontrado recientemente nueva vida en las investigaciones de Pedro Granados Agüero. No se trata sólo, como ya advertía entre otros Roberto Paoli, de rastrear un “espíritu indio” que para Vallejo constituye “primero su mito y luego su ideal”; también se puede intentar delinear con mayor precisión el alto grado de sincretismo de esta mitología, y luego de este ideal – a partir, por ejemplo, de las frecuentes apariciones, en Trilce, de “sole” / “Sole” / “sol”, en un continuum que va desde la evocación del elemento natural hasta la representación de la divinidad (cristológica y a la vez ligada a la mitología indígena poshispánica de Inkarri), terminando con la degradación típicamente modernista dada por la homonimia del Sol/sol con la moneda actual, entonces como ahora, en el Perú. (Mari 2021). (Traducción nuestra).

https://www.leparoleelecose.it/?p=42390

TRES

Perspectiva sobre nuestro trabajo en el que, asimismo, abunda Bernardo Massoia; aunque, por un lado, rescatando y cotejando otro texto nuestro; y, por otro, sin coincidir con Mari en la genealogía y presencia de Inkarrí en nuestros estudios: “Este aspecto, que sorpresivamente no se desarrolla de manera acabada en el libro de Paz Varías (1989) será recuperado luego por el estudioso peruano Pedro Granados en su obra Poéticas y utopías en la poesía de César Vallejo (2004). Analizando otro texto de Los Heraldos Negros titulado “Huaco”, Granados trae a cuenta aquél mito en su carácter de utopía solar que marca el regreso a una edad perdida en la tierra ancestral de Vallejo: (…) tanto el «Huaco» como la persona poética son «levadura» -‘causa o motivo o influjo’ (Diccionario de Lengua Española)- para que el «sol» aparezca o reaparezca. Si este último fuera el caso, y todo pareciera indicar que lo es (…), ambos serían «fermento» del Inkarry, del mito panandino del retorno al poder del Inca, hijo del Sol que yace por ahora vencido y enterrado” (Massoia 44).

CUATRO

Efectivamente, tan temprano como en 1985, Paz Varías acierta en cotejar lo que este autor denomina “modelado” de Trilce con el de la cerámica Moche; sin embargo, “afinidades de construcción” que tampoco llegan a percibir a Inkarrí en tanto y en cuanto, resumimos, encarnado minuciosa y completamente en Trilce.  Por ejemplo, su análisis del poema “Huaco”, central también para nosotros, remite finalmente a la carencia o al “dolor”; aunque, máximo: “de todo ese pesar queda un hilo de luz que es como una esperanza”.  Es decir, si el cotejo de Paz Varías es entre el principio constructivo Trilce y la cerámica Moche; el nuestro, más bien, es entre Trilce e Inkarrí.  Sin embargo, no queremos dejar pasar la oportunidad para saludar el talento y el olfato (cualidad sin la cual no se puede ser un buen crítico) de este autor,  por ejemplo, al contrastar el famoso “Yo no sé” de Los heraldos negros (1918) con el afirmativo “Yo soy” del poema “Huaco” en el mismo poemario: “Yo soy… va equilibrando el notable peso del Yo no sé que es casi un leit motiv en LHN y T” (Paz Varías 1985: 82).  En suma, agregamos nosotros, par binario Yo no sé/ Yo soy que brinda una mirada, desde ya, compleja y de ninguna manera unidimencional al libro de 1918; y, además, idea que puede ser muy productiva para el estudio de Trilce y, no menos, de la poesía póstuma de César Vallejo.

Referencias

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Música electrónica [y Trilce] en el Perú (I)

Muestra: la música de Arturo Ruiz del Pozo, hoy  y antes

“lista de aquellos compositores y músicos [como fuentes primarias y secundarias de análisis] que consideré indispensables para nuestra exploración. […] Aquí la lista con la conexión internacional de nuestros protagonistas:

-César Bolaño [1931-2012]: Estados Unidos, Argentina

-Edgar Valcárcel [193e-2010]: Estados Unidos, Argentina

-Américo Valencia [1946-2019]: Estados Unidos

-Arturo Ruiz del Pozo [1949- ]: Reino Unido

-Rajmil Fischman [1956- ]: Israel, Reino Unido

-José Roberto Sosaya Wekselman [1956- ]: Francia

-Gilles Mercier [1963- ]: Estados Unidos

-José Ignacio López Ramírez Gastón [1968- ]: Estados Unidos

-Abel Castro [1975- ]

-Renzo Filinich [1978- ]: Chile

-Jaime Oliver La Rosa [1979- ]: Estados Unidos”

José Ignacio López Ramírez Gastón (2022).  Este futuro es otro futuro.  Lima: Universidad Nacional de Música, p. 99.

Con “Música electrónica [y Trilce] en el Perú (I)” apenas comenzamos nuestro anclaje e indagación entre ambos campos de estudio; sobre los cuales, en futuras entregas, iremos ahondando.  De modo particular, dialogaremos con dos espléndidas publicaciones muy recientes de la Universidad Nacional de Música: Este futuro es otro futuro (2022), de su director, José Ignacio López Ramírez Gastón; y el CD, Microtrilce (2020), citamos del Facebook de la UNM:Microtrilce forma parte de las prácticas preprofesionales de los alumnos de composición de la Universidad Nacional de Música. En este trabajo se emplean poemas completos o versos del poemario Trilce de César Vallejo como el material principal de cada micropieza”.  Estamos convencidos  de antemano que ambos campos de estudio pueden continuar desarrollándose y enriqueciéndose de modo cualitativo.  Es decir, tanto la mirada (más bien escucha) del centenario poemario de César Vallejo desde aquellos micro sonidos; como las calas al mismo desde una siempre renovada bibliografía sobre la obra del poeta nacido en Santiago de Chuco.  Ya que, y esto constituye un anticipo de lo que viene en nuestro blog, acaso  aquella bibliografía que se manejara en tanto insumos para adentrarse en la comprensión Trilce diste de hacernos trascender –mucho menos conjurar– la “nostalgia” aparentemente inevitable que se cierne cuando leemos-escuchamos aquel poemario en “peruano” o “andino” o, en nuestro caso, en amerindio y posantropocéntrico.

A modo de abreboca, asimismo, dejamos estos dos videos; son de diferentes épocas en la obra de Arturo Ruiz del Pozo.  Una más canónicamente electrónica y, la otra, aparentemente más convencional y , sin duda, más reciente de este destacado músico peruano.  Varias preguntas cabrían plantearse en el cotejo entre ambas épocas y estéticas; desde probablemente una muy simple, ¿cuál de las dos nos gusta más y por qué?  De esta manera, comenzamos un camino de investigación con muchas alegrías, interrogantes y certezas.

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Frido Martin: limpias sonoras

y apestas cuando léesme aquí

y esperarte

aquí en la posada de mi escucha

do gimes esta alerta de tsunami

Frido [Martin] o Marco [Young Rabines], como prefieran, ocupa un lugar singular entre mis memorias de profe de colegio. Coincidimos en el “San Andrés”, a mediados de los años 70, junto con otros muchachos con peso específico, Napurí, Tokeshi, McKay, sólo por citar algunos apellidos, institución donde enseñé literatura. Hechizado por naturaleza, Frido ha sabido honrar su vocación contrafáctica sembrando un minucioso desconcierto por donde camine. Lugar y tiempo, cómo no, se lo agradecen, se lo agradecerán. Ahora, desde que incluimos algunos de sus poemas en nuestra antología para la revista Arquitrave, “Poesía peruana actual” (2007), ha pasado ya alguna agua bajo el puente, cada vez más caudalosa o performática y, asimismo, discursiva o enfocada en el detalle de corte barroco. En Arquitrave decíamos sobre Naufragios (2005), hasta aquel momento su único libro de poesía: “rito carnavalesco, travestista y, no pocas veces, la mar de desopilante; aunque, con mucho más énfasis que en Chocano [Magdalena], siempre entre los bastidores de isotopías típicamente barrocas”. En lo básico, ambas serpientes, voz y sotileza, se alían y trenzan en lo que ha sido su trabajo e incluso en el nuevo poemario que alista (y del que esta nota constituye algo así como una primicia). Trenza que se halla debajo (como en el Uku Pacha) y que debemos identificar y no confundir con el soporte de su trabajo, aunque éste sea cada vez menos el papel y, en cambio, de modo mucho más frecuente, la electrónica y la escena. El performance de Frido logra resolver una dificultad o límite fundamental de las propuestas que, a la corta o a la larga, resultan monótonas y estériles de la creación a través de efectos sonoros de máquinas o programas computacionales; porque de lo que, de modo fiel, se vale nuestro poeta es el barroco. Es decir, tal como el barroco no es meramente un lío o un amasijo arbitrario, lo demuestra –por ejemplo– la prosificación del Polifemo por parte de Dámaso Alonso, tampoco la propuesta de Frido la define, en lo fundamental, lo aleatorio; se trata, ante todo, de “limpias sonoras”. Es decir, no está hecha de arbitrarios “fragmentos” (vanguardia histórica europea), sino de “fermentos” locales y vivos (el cuerpo en pedazos invencibles de Inkarrí); esqueleto y necesarios exoesqueletos en Frido. En suma, que en el arte de nuestro permanente joven autor subsiste una prosa, un manifiesto, una consigna; veladura de algo absolutamente real, cotidiano y palpable que se nos invita a descubrir. En la propuesta de este artista peruano subyace una búsqueda ontológica; no se contenta con los más o menos abigarrados accidentes o yuxtaposiciones. ¿Inkarrí + Barroco acaso podrían liberarnos? P.G

POEMA DE OÍDAS

(PARA SER LEÍDO

DE OÍDO EN OÍDO

EN MODO ASMR)

 

Hoy elido el oído

 

No es el oído:

es el odio

el odio de dios

 

No es el odio:

es el oído

el oído de dios

 

Soy Elohí

soy Elohí

do soy Elohí

do soy el oí

do soy Elodio

 

Hoy elido el oí

do hoy he leído el oí

do oye el ídolo ido

2-9-18

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TEKNOTRILCE

https://www.facebook.com/Universidad.Nacional.de.Musica.Peru/videos/901618917017854/

Tal como decíamos en el inicio de nuestro breve ensayo, César Vallejo musical (2020), y cuyo pdf del texto completo tienen aquí mismo,  intentando llamar la atención sobre las especificidades de la música en la poesía del autor nacido en Santiago de Chuco, cito:

Mención necesaria y liminar, en este ensayo, merece el famoso artículo de Xavier Abril (“Vallejo, la música, exégesis del poema XLIV de Trilce, el influjo mallarmeano y la crítica”) (Abril 63-91).  Título y palabras claves, a un tiempo, que nos permiten asentir en lo sustancial con aquel talentoso crítico peruano, sobre todo con su postura contra la “incuria ultraísta” o vanguardista según la cual Vallejo –en Trilce— renunció a la música.  Aunque, no asentir, en el focalizado y sistemático fervor mallarmeano que Abril cree entrever en la poesía del autor de Los heraldos negros.  En síntesis, acierta el autor de Exégesis trílcica, cuando percibe aquel  poemario de 1918 en franco “acatamiento rubeniano” o verleniano y, no menos, pleno de “referencias musicales”.  Ni sólo Mallarmé –aquello de que no se trata ya más de “trozos sonoros regulares o versos, sino de subdivisiones prismáticas de la Idea”– ni únicamente la música culta o europea constituyen aquello que satisface a plenitud al “melómano” Vallejo.  Sino que fue también, y sobre todo, la música popular o cotidiana o incluso “mítica” (glosolalias cuyas ondas, según Paul Zumthor, persisten aunque la cultura que las originó haya históricamente desaparecido) a lo que César Vallejo, en lo fundamental, y en toda su riqueza y complejidad, supo prestar oídos.

Pues hoy, grata y muy sugestivamente, nos encontramos con una nueva vuelta de tuerca sobre lo mismo: Microtrilce.  Sobre lo mismo, aunque sobre lo que acaso ni Abril ni tampoco Mallamé pudieron sospechar.  Y que, respecto a la investigación de los sonidos en esta poesía,  va del modo siguiente, cito del facebook de la Universidad Nacional de Música del Perú:

Microtrilce forma parte de las prácticas preprofesionales de los alumnos de composición de la Universidad Nacional de Música. En este trabajo se emplean poemas completos o versos del poemario Trilce de César Vallejo como el material principal de cada micropieza.

El objetivo consta en grabar voces recitando el poema para obtener samples, los cuales pasarán al programa pure data para ser procesados y posteriormente, todas las acciones realizadas se automatizan para ser reproducidas por el programa. Es aquí en donde el alumno además de la creatividad personal, emplea conceptos de la carrera de Composición musical e incorpora los conocimientos adquiridos en cursos como Informática aplicada y Taller de electroacústica.

Sin embargo, y las siguientes pueden ser –entre otras–  algunas preguntas a la actual propuesta, la cual denominamos y no menos, asimismo, patentamos, “Teknotrilce”: ¿Trilce se conforma en última instancia con el sonido?  Acaso a la manera de cómo la “escena cerebro” incluye en sí misma, de modo sintético, una escena paralela convencional y mayor (Trilce/Teatro: guión, personajes y público).  Y una segunda pregunta, más que al reciitado humano, sobre el que se basa Microtrilceno deberíamos  estudiar y valorar (y con qué criterios), directamente el producto “final”; es decir, la propuesta del “programa pure data” que queda grabado en el CD.  En suma, que deberíamos estudiar directamente al programa o lo posantropocéntrico porque lo antropocéntrico (estilística, filología, estudios culturales, etc.), aplicado por la crítica convencional al poemario de César Vallejo, aparentemente ya fue.  Interrogación que, en parte, ya nos surgiera a raíz de la “¿traducción intersemiótica?” de algunos textos de nuestro pemario Roxosol (2018), por el poeta Edgar Artaud Jarry (nombre artísitico del científico mexicano Edgar Altamirano), usando un robot (SoundCloud).  Aunque los antecedente directos y específicos de la presente iniciativa del Laboratorio de Música Electro Acústica y Arte Sonoro de la UNM sean, cito del folleto adjunto al CD, los trabajos de César Bolaño (1964), sobre el poema “Intensidad y altura”, y “Dados eternos” de Rajmil Fischman (1991).

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La poesía de Pedro Granados/ Rafael Soto Vergés

Rafael Soto Vergés (Cádiz, 24 de agosto de 1936 – Madrid, 14 de julio de 2004)

“La soledad, la tribu, el desencuentro, la amargura refleja o autoreflexiva de sus propios poemas, el nihilismo vitalista, el desencanto existencial de lo peruano y hasta de lo universal más frecuentado (valores, toponimias, experiencias), le han hecho huir de tópicos, de manidas interpretaciones, de lugares comunes de la lírica.  Su autenticidad es proverbial y su sinceridad es un ejemplo para los escritores de oficio.  Porque, deliberadamente sin oficio, Pedro Granados se ha entregado a esa gran tarea de ser poeta.  De dejar en la tierra el testimonio, angelical, furioso, humano, de alguien que ha existido y sufrido.  Este es un canto hermoso, una sombría dádiva, un regalo de lágrimas, bajo las estaciones de las aves de paso” RSV

http://www.jornaldepoesia.jor.br/BHBHpedrogranados02.htm »Leer más

“’Tengo un miedo terrible de ser un animal”

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Pedro Granados,“’Tengo un miedo terrible de ser un animal’: Animalidad, mito y polis en la poesía de César Vallejo”.  Vallejo 2016.  Actas del Congreso Internacional Vallejo Siempre.  Lima: Editorial Cátedra Vallejo, 2016.  183-189.

Sumilla

A través del poema de César Vallejo, “Tengo un miedo terrible de ser un animal” (22 Oct. 1937), perteneciente a Poemas humanos, se hace una cala en  Los heraldos negros (1918), Trilce (1922) y Escalas melografiadas (1923) del mismo autor; y se comprueban estrechos vínculos estéticos, ideológicos y políticos entre estas cuatro obras vallejianas.  Entre aquello que comparten se halla la idea, según la cual, la animalidad y el mito –y en ambos van también las emociones– deberían constituir parte fundamental de toda polis.  Y, no menos, ingredientes alternativos a la búsqueda y cultivo de un “conocimiento puro” (Paul Valéry) de raigambre europea.  En síntesis, se presenta la obra poética de César Vallejo como un paradigma, asimismo, de cultura y pensamiento latinoamericanos.

Palabras claves: Animalidad y mito, Animalidad y polis, Paul Valéry-César Vallejo.

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“Poesía y canon dominicano del siglo XXI: una panorámica”/ Sandra Alvarado Bordas

“Frente a esta idea canónica de la poesía y de la literatura dominicana, podemos encontrar otras voces críticas que se alejan del centro institucionalista y legitimador de una poesía que resulta ser «barroca, culta y verboseada», como la denomina Ariadna Vásquez, refiriéndose a la labor crítica sobre esta poesía que ha venido realizando Pedro Granados” (Alvarado Bordas 74).

“La literatura dominicana hoy”

Dossier (Coordina Alejandro González Luna)

Cuadernos Hispanoamericanos, pp.72-139.

72 Sandra Alvarado Bordas – Poesía y canon dominicano del siglo XXI: una panorámica

91 Manuel García Cartagena – Contextos de la narrativa dominicana (1980-2020)

109 Fari Rosario – De la playa a la cartografía de la ficción: la novela de República Dominicana, 1995-2019

139 Basilio Belliard – Visión histórica del ensayo en la República Dominicana

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Poesía peruana y mediación conceptual

“Si alzando las manos,

formando una garra,

pudiera desgarrar

mi cielo más próximo…

Quizá esa sea la destreza

del hombre del futuro.

Comerse su propio cielo”       (Granados 1986)

La capacidad mediadora de la poesía peruana –en perspectiva conceptual o multinaturalista[1]— alcanza su plenitud con Trilce.  Logro que tiene sus antecedentes en el mito de Inkarrí, Dioses y hombres de Huarochiri  y la Nueva corónica y buen gobierno de Huamán Poma de Ayala.  Además, en su reacción a la poesía “mundonovista” del Modernismo (José Santos Chocano).  Así como, por otro lado, en cuanto aquel poemario de 1922 constituye una elaboración propia del costumbrismo limeño (Granados 2007) –tipo Ricardo Palma, Clemente Palma o José Diez Canseco–; lo mismo que del criollismo o ruralismo del grupo Colónida y Abraham Valdelomar (Granados 2017a).

Trilce que tiene en los 30′, a través de la poesía de Martín Adán, a su mejor glosador multinaturalista en clave barroco-coloquial.  Y ya en la generación del 50, dado el interés por la cultura precolombina entre la mayoría de sus miembros –sobre todo entre los motejados “puros” (Javier Sologuren, Jorge Eduardo Eielson, Blanca Varela, etc.) y no tanto así entre los “sociales” (Alejandro Romualdo, Washington Delgado, Pablo Guevara, etc.)– al poemario Estancias (1960) de Sologuren como un auténtico heredero de su poderosa mediación conceptual.  Obviamente, una vez catalizada la lectura de este último poemario con la antropología de Claude Lévi-Strauss, el budismo Zen (Daisetsu Teitaro Susuki) y, no menos, con lo que ha elaborado Eduardo Viveiros de Castro sobre el pensamiento amerindio.  Estancias, entonces, cual un concatenado repertorio de ideogramas o discretos diseños con los cuales entablar, desde el Perú, un diálogo intergaláctico.

Seleccionamos a Javier Sologuren, a quien dedicamos nuestra tesis de Bachiller en Humanidades por la PUCP (Granados 1987) y no, por el contrario, a Jorge Eduardo Eielson o a Blanca Varela –habiendo estos últimos incluso rescatado de modo explícito la herencia precolombina en sus poemas– porque en el primero de ellos prima el existencialismo tanto como, en la poesía de Varela, predomina el expresionismo. Ahora, no es que no sea posible, implicando a Lévi-Strauss o a Viveiros de Castro en nuestra tarea, levantar una topografía multinaturalista a partir de la lectura de aquellos poetas peruanos; sino que la fanopea de Javier Sologuren –acaso de modo paradójico en tanto poeta “puro” o en menor grado “ideologizado”–  mapea y sintetiza aquella mediación de manera simple y sorprendentemente elocuente (Rebaza 2000).

Por otro lado, y de manera secuencial, generación poética peruana de los años 60-70 que, a semejanza del subgrupo de los poetas “sociales” del 50′, estuvo intensamente interesada, acaso con la solitaria excepción de Luis Hernández Camarero, en la real politik y no en lo post-humano (otra manera de aludir al multinaturalismo).  Así como los poetas peruanos –del 90 y del 2000– escasamente se concibieron amerindios.  Y, más bien, estos últimos asumieron y ventilaron en sus obras diversos tipos de problemáticas globalizadas y urbanas como la de la identidad (género, etnicidad), ecología e incluso una construcción cultural filantrópica como la del multiculturalismo; además de ensayar un desmontaje semiótico generalizado: “giro lingüístico”, “giro visual”, etc.  Ante este panorama, es recién hasta la poesía de la denominada generación de los años 80 (ejemplos, Magdalena Chocano o este autor) y, también, la de dos poetas contemporáneos y al mismo tiempo marginales  de Hora Zero (años70) como José Watanabe y Vladimir Herrera, cuando la mediación conceptual vía el “giro ontológico”[2] o el multinaturalismo –y, no menos, la extraordinaria irradiación de Trilce— se ha tornado tan marcadamente relevante e influyente en toda nuestra región: “Vallejo en español selvagem y portunhol trasatlántico” (Granados 2017b). (P.G.)

[1] Según la cual: “se afirma la unidad (‘universalidad’) de un espíritu cósmico versus la diversidad (o ‘particularidad’) de los cuerpos naturales (Rizo-Patrón).

[2] “Las aproximaciones ontológicas críticas [ni “naturalismo” ni “constructivismo”] están unidas en su cuestionamiento de la capacidad de la ontología moderna de la sustancia cartesiana—la visión de que el mundo está dividido en dos tipos de sustancias, materia extendida y pensamiento—para explicar plenamente el mundo material.  Fundamentalmente, la metafísica alternativa consiste en ontologías relacionales.  Más que hechas de objetos discretos o piezas de materia, todas las cosas están constituidas por sus relaciones. […] Un nuevo lenguaje intenta imaginar la compleja topología de estas realidades relacionales, incluyendo la “red” de Latour (2005), la “malla” de Ingold (2007, 2012) y la “mezcla” o “enredo” de Barad” (Alberti 2017).  Y, no menos, el “multinaturalismo” (1996); aunque: “Es revelador que el objetivo de Viveiros de Castro –sistematizar el pensamiento amerindio en una metafísica tal que pueda tener un efecto recíproco sobre el pensamiento antropológico y la metafísica “naturalista” u occidental—rara vez es citado.  Como tal, mucha de la ontología social y la nueva arqueología animista omiten la postura crítica de la obra de Viveiros de Castro” [Aunque esto ya lo curé desde la obra de un poeta “amerindio” como Javier Sologuren, y sustenté en la PUCP ya en 1987]. (Alberti 2017)

Referencias

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