1. Vivimos tiempos violentos y rápidos en un mundo regido por la velocidad y por las conexiones infinitas, donde acaso no existiría ni la autoridad ni los valores de la ética. Un tiempo de múltiples espasmos y convulsiones, sin centro ni poesía y acaso sin poetas. Enfermo, cada vez más enfermo de sí mismo.
2. En otras palabras, vivimos el tiempo de la “Soledad impura (poemas 2003-2009)”. “Con las heces/ de la poesía”, diría Pedro Granados (54), quien ha trepado a La Paz para darnos un regalo de dos palabras, que son cuatro, que son toda una vida vivida en la intemperie de Lima, la horrible, o en cualquier otro punto del Planeta.
3. “Con eso es que escribo”, remataría el poeta limeño, acaso para que estemos más seguros de lo que avizoramos en su poemario.
4. ¿Qué hemos hecho para merecer este tipo de éxtasis?
5. Ni la poesía de “Soledad impura” nos salva de ese estremecimiento verbal esgrimido por Granados que parece tantear las alturas de Samaypata, Lima y Santa Cruz de la Sierra en un instante, Perú y la República Dominicana de Haití en un momento.
6. Una y otra vez nos fatigamos en encontrar el punto de reposo a ese vértigo llamado “Soledad impura” en la que yacemos generalmente o la mayoría de las veces conscientes, muy conscientes o con los ojos abiertos, muy abiertos a lo Naranja Mecánica.
7. Imposible la sordera o la ceguera o la insensibilidad ante este espectáculo que nos ofrece “Soledad impura”, que atraviesa nuestra humanidad y nos deja adelantados a nuestro cuerpo, emocionalmente siempre salvaje y torpe al movimiento del espíritu.
8. Allí donde creemos que anida la poesía, las palabras de Granados nos desmiente y nos dice enfático: “no han sido”.
9. “Soledad impura” es la ola de la tormenta perfecta que está por tumbarnos en su aparente quietud, pero que contrariamente nos mantiene maniatados en la zozobra: la de nuestra memoria, la de nuestra experiencia amorosa y la de nuestra vagancia trascendental por el mundo.
10. “Soledad impura”, de Pedro Granados, es eso: un tiempo violento y rápido. Violento porque amordaza las palabras a una sensatez insensible, casi realista (la vida); y rápido porque compendia el tránsito existencial en el mundo a meras caducidades de aquí y acullá (la familia, los amores pasajeros, los viajes).
11. El mayor atributo de “Soledad impura” no es ninguna palabra en especial, salvo aquella palabreja excrementicia, mero pellejo verbal, que está despojada precisamente de lo que hace que la vida no sea sólo pasión y muerte, sino otra cosa más humana, quizás demasiado humana.
12. En esa otra cosa, despojado de metáforas y barroquismos, Pedro Granados bordea el descontento verbal o ese cinismo poético made in Rimbaud ante lo que otros (la legión de poetas chirles o célebres de Lima o del mundo) consideran que es lo sagrado e inmutable de la poesía:
“Hemos llegado a la conclusión
Que no escribimos poesía.
Que no somos poetas.
Es más, que la poesía
Para nada nos interesa.”
Juan Carlos Ramiro Quiroga o Sr. K (por su conocido blog) o Pastor K (como fue rebautizado recientemente por Humberto Quino)