EN UN PREPUCIO
Las clases de taller de narrativa me han revelado algo. Bueno, en realidad la revelación no ha sido del tipo místico habitual, no hubo aparición alguna de algún ángel (menos de un demonio, aunque hubiese sido muy interesante, para variar), sino más bien ha sido una revelación así bien trivial, una cosa cotidiana cuya presencia se me hace extraña, pero a la vez comprensible.
Leyendo Prepucio carmesí, y mientras todos los alumnos formamos un círculo en el salón para opinar sobre la novela, me di cuenta de que Juvenal Agüero, el personaje principal, fue tomado como un machista, adicto al sexo y traumatizado por una decepción amorosa en su época escolar. Él y su prepucio pasaron a ser un estereotipo de hombre misógino que pensaba en sí mismo y cómo saciar su salacidad. Aparte de ser un poeta-profesor-trotamundos, también.
Antes de ir al punto de este post, hay algo curioso que me gustaría compartir: cuando comencé a leer la novela, y se la comentaba a algunos compañeros (ojo con esto, son de género masculino) y compañeras, haciendo hincapié en el título, nadie parecía reaccionar ante mi señal: “se llama prepucio carmesí, qué chiste ¿no?”… Resulta que tuve que explicar lo que es un prepucio casi al 100% de las personas con quienes hablé. Y la mayoría eran mujeres. Los hombres tampoco se quedan atrás; hay que informarse de lo que tienen pues chicos!
Entonces, cuando ya la mayoría estaba bien enterada de lo que era un prepucio y lo que éste hacía; mi mente, después de pasar por este recuerdo anecdótico, pasó a situarse en mi salón de clase y escuché a dos compañeras diciendo que Juvenal era machista, que le gustaba mucho acostarse con muchas muejeres todo el tiempo (cosificándolas) y que, bueno, básicamente ése era su perfil. Aparte de ser el ya mencionado poeta-profesor-trotamundos. Y yo, como llegué tarde, fui señalada por el profe para contestar la misma pregunta: “¿cómo crees que era Juvenal, machista? — Para nada, no creo que sea machista”.
No voy a poner exactamente lo que dije, porque tendría que citar partes de la novela. Pero, mi explicación iba por aquí: a mí no parece que el hecho de que Juvenal se acostara con varias mujeres lo hiciera machista; él menciona en varias partes de su historia cómo es que estas mujeres tuvieron un significado en su vida, cómo lo cambiaron (por un cierto tiempo y hasta un cierto punto), y cómo, actualmente, se econtraba enamorado de Manoli. Y es que, muy a pesar de las descripciones tan carnales que Juvenal hace de las mujeres, de cómo hay un enfoque en sus atributos físico (senos, nalgas, “un culo impresionante” y cosas así), Juvenal fue un hombre que simplemente vivía y se impresionaba de la belleza de las mujeres, lo cual, y creo que la mayoría entiende esto por experiencia, deviene en una atracción inevitablemente sexual.
Y vino la revelación: ¿por qué considerar a alguien machista porque se ha acostado con varias mujeres (y lo disfruta infinitamente) y porque las descripciones sobre el físico de ellas pareciera cosificarlas? ¿Es posible relacionar tales cosas para que una resulte de la otra?
Entonces me pregunté por qué no es posible que uno pueda pensar en sexo y tenerlo con varias personas, y llegar a querer a esas personas, considerarlas como individuos particulares y apreciarlas en diferentes grados (obviamente muchas de nuestras formas de afecto se definen por circunstancias, creo yo, así que nunca queremos igual a nadie). No por eso uno es promiscuo, digo yo, porque no estoy hablando de acostarse con diferentes personas al mismo tiempo. Hablo de un hombre que, a lo largo de su vida, puede conocer a diferentes mujeres y mantener relaciones a nivel intelectual y físico sin ponerse en riesgo a que lo consideren como machista o pendejo. Y mi profe, cuando ya casi todos salieron y le entregué mis preguntas, me dijo que le pareció que capté a Juvenal como personaje; que muchas personas, a veces, cuando dan sus críticas, las cargan mucho de valores cucufatos o de moral de aquello que es (o debe ser) éticamente correcto, etc, etc.
Por una parte creo que tiene razón. Pero la revelación continúa: ¿por qué se tiende a estigmatizar tanto esta dimensión del ser humano?, ¿por qué no pensar que se puede ser respetuoso aún si pudiéramos llegar a cosificar a la persona por la cual uno se siente atraído sexualmente? ¿Somos cucufatos al pensar en la imposibilidad de esta situación?
Bueno, así pues, me di cuenta de que muchos de nosotros podemos llegar a vivir en un prepucio. A veces no se remanga bien y la cabeza apenas se asoma, o a veces se remanaga tanto que hay que mantenerla afuera un rato hasta que se canse. Lo malo sería nunca echar un vistazo; quedarse envuelto en lo que uno cree que es aceptable y juzgar a los demás desde esa cubierta, sin tratar de entender de que hay otras posibilidades allá afuera.
A veces hay que escupir un poco también.
Hasta más adelante.
Simpática tu comparación del ser con un prepucio: la salud es que se mueva libremente, igual que él. Cuando crezcas y tengas que defender un puesto de trabajo, sin embargo, tendrás que controlar sus irrupciones. Una lástima.
En cuanto a la búsqueda del placer sexual, siempre tan importante y maravilloso, te recomiendo modestamente una novelita mía sobre ese tema: El diario de Susy Scott (edit. Norma).
Por mi parte leeré Prepucio a ver si me da nuevas ideas.
Saludos, buena y liberada lectora
Rafael
Órale, mi cuate! Y un 2010 en copa llena!
NO LEAS "EL DIARIO DE SUSY SCOTT". Ese tal Rafael fue profesor en La Inmaculada y era un mañoso, pero muy pavo y estúpido, aunque siempre gracioso. Es vanidoso y tal, pero hay mejores libros, sin duda alguna.
Me encantó lo que escribiste y me dan ganas de leer Prepucio; se ve que puede ser una lectura muy interesante.
Un saludo inmenso!!!